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—¡No pulsen nada! —Exclamó divertido Missa.

—¡A mí ningún pato me detendrá! —Exclamó Vegetta poniendo bloques para llegar hasta el botón en la pared.

—No quiero ver. —Me reí poniéndome detrás de Slime pero luego me hice un poco al lado para poder ver.

—¡Pulsalo Vegetta! —Exclamó Roier tratando de llegar a él, con Spreen algo abajo de ellos.

—¡Ya pulsé el botón!

Y entonces la pared explotó. Nada más pudimos ver cómo Jaiden caía al suelo, pero por suerte alguien pudo detener su caída.

Todos corrimos a ver a los demás y entonces nuestra aventura comenzó.

—¡De aquí para allá es México, y de aquí para acá es Estados Unidos! —Exclamó Quackity señalando con una barrera de madera.

—¡Ya siéntese señora! —Le dijo Roier lanzandole semillas.

Solté una carcajada mirandolos pelearse.

Vi que Spreen estaba construyendo una supuesta casita, así que fui a ayudar.

—¿A qué te ayudo? —Pregunté.

—¿Podrías cambiar el piso? Se ve re mal así de tierra. —Me dijo y yo asentí haciendo lo que me pedía. —¡Eh, eh, no! ¿Qué hacés, pelotuda?

—Poniendo piedra. —Le dije obvia.

—Ponle madera, se ve mejor. —Me dijo pasándome los materiales. —Anda, ahora sí a laburar, niña.

—Callese señor. —Bufé.

—¡Ehhh, deja de explotar a la niña, Spreen! —Exclamó Roier llegando.

—Capo, ella quiere ayudar en la casita, no la estoy explotando.

—Ah, está bien. —Sonrió.

Le sonreí de vuelta pero en eso sentí como mi piel se erizaba, giré y sin querer me topé con los ojos molestos de Quackity, pero al instante se puso risueño fingiendo hablar con Fit.

—Raro. —Murmuré girándome hacia los chicos, y seguí poniendo el suelo de madera.

°°°

—¿Un taco? —Cuestioné confundida.

—Si, es muy imposible de encontrar, así que me acompañarás en una expedición para encontrarlo. —Dijo emocionado Roier.

Y alguien carraspeo.

—Junto con Mariana. —Continuó burlón.

—No había tenido oportunidad de hablar contigo, soy Mariana, lo que necesites aquí andamos. —Me dijo el más alto dándome su mano, así que la estreche contenta.

—Gracias, lo mismo digo, y bueno, no creo que haga falta presentarme.

—El pinche Roier este nomás se la pasa hablando de su nueva amiga. —Dijo y Roier lo golpeó en el brazo.

—Ya cabron, ya. —Le dijo avergonzado.

Los tres fuimos a turistear en la isla, y en el camino nos encontramos a Missa.

—Así que eres de México también. —Murmuró Mariana.

Ya llevábamos tiempo caminando para encontrar los materiales que Roier necesitaba.

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