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—Tengo curiosidad. —Habló Maximus. —¿Por qué parecía que Roxy... la humana, quería salir? Pero era como si no pudiera.

—Quizás está atrapada en el cuerpo del código. —Dijo Forever. —Es extraño.

—Todo en esta isla es extraño. —Murmuró Roier.

—Yo solo espero que Roxy esté bien. —Murmuró Missa. —Era una buena amiga.

Ante eso, Roier agachó la cabeza. Missa había llegado hace un día, y ya lo habían puesto al corriente de lo que estaba sucediendo en la isla.

—¿En esa forma podría comer? Es más, ¿Será necesario que coma?

—Ya Missa, deja de filosofar por favor. —Le dijo Roier.

Se habían reunido debido a que Cellbit había desaparecido, estaban tratando de buscar algo que los llevará hacia él, pero no había ninguna pista, ningún rastro.

O bueno, eso pensaban, Cellbit le había dejado unas cosas a Forever, ya era cuestión de que él se pusiera las pilas.

Todo se siente extraño. —Murmuró Baghera.

Definitivamente yo no estoy disfrutando la isla. —Se quejó Maximus.

—¿Y Jaiden? —Preguntó Roier.

—Ah, dijo que iba a ir a tu casa, o algo así. —Dijo Maximus.

—Mhm, iré a buscarla. —Murmuró yéndose.

Después de eso, Roier encontró a Jaiden y ambos fueron a la casa de la chica, habían cosas de Bobby, las pinturas, y la casa estaba llena de flores rojas.

La nostalgia había invadido a Roier, miró el par de fotos que Jaiden tenía, y entonces llegó hasta una donde aparecía Roxy cargando a Bobby.

Apretó los labios en una línea, Roier realmente extrañaba a su amiga. Quizás había actuado mal, pero ninguno era culpable de las decisiones o acciones del otro.

Fue entonces que Cucurucho se hizo notar. Le pidió a Jaiden hablar a solas, y a partir de ahí el oso la siguió durante el día.

Jaiden estuvo de un lado a otro, recogiendo materiales y demás, y Roier estuvo siempre detrás de ella.

No iba a permitirse quitarle la vista a otra de sus amigas. Con Roxy había cometido el error de dejarla irse por mucho tiempo, con Jaiden no estaría dispuesto a perderla.

—¡No! ¡Pomme! —Exclamó Baghera luego de que sus compañeros franceses le avisarán que Pomme había perdido una vida.

Ellos corrieron a ver a los demás, y cuando Baghera vió a Pomme, se desplomó y comenzó a llorar.

Lo siento, si tan solo no te hubiera hablado y alejado de ella... —Decía Jaiden culpable.

¡Claro que lo sientes! —Exclamó la Francesa. —¡Si tú no me hubieras llamado, habría cuidado de ella!

Baghera, no fue la culpa de Jaiden. —Le dijo Roier.

—Por supuesto que sí, ustedes dos... Estuvieron junto a ese tal Cocorico todo el día, ¿¡Quién me dice que ustedes son culpables de todo lo que sucede en la isla!?

Tanto Jaiden cómo Roier se quedaron shockeados, no sabían cómo reaccionar ante eso. De hecho, tenía mucho sentido.

Ustedes... ¡Y quizás su amiga esa, mataron a mi Pomme!

—¡Roxy no hizo nada, no la metas en ésto! —Exclamó Roier. —¡No es culpa de Roxy que la maldita isla quiera matar a los huevos, ella no tiene la culpa de nada, ni siquiera nosotros! ¡Hubieras estado o no aquí, la habrían matado!

Baghera se quedó callada, él tenía razón, los huevos morirían de cualquier modo, aún si ella estaba presente, Pomme hubiera muerto.

Aún así no dijo nada, se dio la vuelta y se fue.

Roier suspiró con pesadez. Jaiden decidió ir a su casa, mientras que Roier fue hacia su castillo, en el camino, pasó junto a la vecindad de Quackity.

—Si, si, si, todos los huevos estarán bien... No mames, si tampoco soy tan wey.... Óyeme, ¿Pues qué me viste cara de Foolish? —Quackity se rió. —¿Cómo se siente?..... Si, o sea, ¿Qué se siente convertirte en ésto?

Roier paró su caminar, y comenzó a chismosear la conversación de Quackity.

—¿Te duele? —Preguntó Quackity. —Oh... me gustaría que pudieras volver a tu cuerpo.

Roier entró por el callejón, cuidando que nada se escuchara, ni sus pisadas ni nada.

—¿Pero sabes? Aún así te ves linda.

Roier se asomó y entonces se sorprendió al ver qué Quackity estaba hablando con un código, con Roxy. Volvió a esconderse, solo para escucharlo.

—Creo que fui mala onda contigo al inicio, y lo siento mucho. —Murmuró Quackity. —Me gustaría pasar más tiempo contigo, pero hablando, ¿Sabes? Así con carteles no es lo mismo.

Roier sonrió al saber que Roxy aún estaba presente, que tenía conciencia y no era controlada por la federación.

Decidió irse, pero sin querer botó una maceta.

—¡No, espera, Roxy! —Exclamó Quackity.

Roier vio como Roxy salía volando a toda prisa. Entonces Quackity lo miró.

—Con que eres tú. —Bufó. —Seguro escuchaste todo.

—¿Cómo es que ella está aquí? ¿Cómo lo hiciste?

—Roier, estoy cansado, ¿Hablamos mañana, si?

—Quackity, cabrón, dime cómo lo hiciste. —Exigió.

Quackity viró los ojos.

—La encontré en un espacio entre el muro, parecía que se escondía de alguien, la traje aquí porque aunque no lo creas es un lugar seguro.

—¿Crees que pueda hablar con ella?

—¿Para qué? ¿Para que le eches la culpa de lo que sucedió? Ni hablar. Seguro hasta le echarás la culpa de lo que pasó con Pomme.

Roier agachó la cabeza, asintiendo.

—Bueno, yo buscaré la forma de hablarle.

—Ni le hables, culero, porque ella está triste por eso. No vas a hacer que mi vieja se ponga más triste.

—¿Tu vieja?

—Ya me voy.

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