CAPÍTULO 20.- segundo fragmento

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El frío suelo los espero con dureza cuando Alan se lanzó con Concetta en brazos mientras sus espectros mataban a quienes fueran los que estaban intentando atacarlos. Alan desplegó las alas y salió impulsado.

Voló lo más rápido posible para dejar una larga distancia entre sus atacantes y ellos. Volaron hasta que las heridas de bala ya no lo dejaron seguir adelante. Al parecer los proyectiles estaban hechos de algo que le estaban haciendo daño de verdad.

Cerró los ojos un instante y vio lo que sus espectros veían. Habían matado a varios, pero seguían apareciendo más atacantes con armas. Mando a uno de sus espectros a quemar todo el lugar y dejar sin rastro de su estadía ahí.

El lugar empezó a incendiarse, algunos hombres intentaron escapar, pero los espectros de Alan empezaron a seguirlos. Uno de ellos atrapó en una burbuja de poder a un espectro y Alan pudo entender que aquel sujeto era un hechicero.

Alan aterrizó bruscamente en lo que parecía un campanario abandonado. Con sus últimas fuerzas hizo que todos los espectros desaparecieran, incluyendo aquel que estaba atrapado dentro de aquella esfera mágica. No podía dejar que nadie tuviera acceso a su poder.

Concetta intentó mantener al bebé abrigado mientras lo miraba preocupada.

—¿Qué demonios acaba de pasar? —dijo agitada percatándose que Alan estaba herido—. ¿Alan?

Alan se desplomó en el suelo y Concetta tuvo que dejar al bebé lo más abrigado posible al lado para ayudar al semidemonio.

Empezó a revisar en su cuerpo a pesar de que Alan intentaba evitarlo, la sangre seguía emanando y Concetta pudo dar al fin con una de las balas para sacarla. El grito y ella tuvo que soltar la bala inmediatamente porque estas se deshacían en sus manos quemándola. Empezó a buscar más balas incrustadas y Alan pudo sentir cómo su cuerpo volvía a regenerarse muy lentamente.

—Intenta no agitarte mucho —dijo Concetta intentando ayudarlo.

—Creo que tenían agua bendita y esta empezó a drenarse en mi cuerpo —gruño Alan—. Debí usar telequinesis para repelerlas, pero todo pasó tan rápido que no reaccioné a tiempo.

—¿No tienes más pociones curativas?

—Ya me las acabé.

—Carajo.

Concetta se levantó toda la ropa que tenía en la cintura y Alan observó que tenía un estuche amarrado al cuerpo. Ella se lo quitó y al abrirlo vio varias pociones curativas y para su sorpresa, varias de estas eran las pociones especiales para él.

Uso una de las jeringas que tenía y la relleno con de las más poderosas pociones. Cuando estuvo a punto de inyectar a Alan. Este la sujetó de la mano y la miró amenazadoramente.

—¿De dónde mierda has sacado esas pócimas?

—Alan necesitas...

—¿De dónde? —dijo amenazadoramente—. Tienes tres segundos para responderme antes que te mate.

Ella lo miró a los ojos.

—¿De verdad creíste que te encontré de casualidad en aquella plaza en el Vaticano?

Alan gruñó al comprender que había sido engañado.

—Maldito Jaime, ¿Has estado trabajando para él todo este tiempo?

—He perdido contacto desde Italia con él —le respondió inyectando la poción curativa directamente en las heridas de bala para que surta efecto rápidamente—. Después de entender que nadie podía enterarse de la misión, podría haber sido interceptada, debe estar molesto de que no le haya dado ninguna pista de donde estamos.

HEIRS OF THE RISING KINGDOMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora