—¡Bájalos por favor!
Theo miraba a su tío Alan.
—No te sobre esfuerces, bebe —Dylan lo ayudaba a levantarse.
—Dile que los baje por favor —le pidió Theo.
—¡Bájalos demonio asqueroso! —exclamó Dylan.
—¿Cómo me has dicho? —gruño Alan dejando que cayeran al suelo.
Taylor, Noel, Víctor y Dann cayeron estrepitosamente sobre el césped, Alan soltó una pequeña risita. Se acercó a Taylor y le sonrió de manera macabra.
—¿Esta es la niña cazadora? —dijo observándola.
Taylor estaba asustada, pero le sostuvo la mirada desafiante.
—¡No nos mate por favor, oh gran señor demonio! —lloriqueo Noel.
—Este me cae bien —dijo Alan mirando a Noel—. Haber dime gran señor de nuevo...
—Tío Alan por favor —rogó Theo.
—¡Ahijado! —Alan parecía reparar en Theo por primera vez—. Te extrañe mucho.
Alan lo abrazo con cariño palmeando su espalda. Theo sabía que algo iba mal.
—Está algo loco porque ha estado absorbiendo maldad —explicó Dylan—. Se ha preparado para ayudarte.
Víctor llegó a ellos junto a Dann, los dos más cautelosos que antes.
—Sean... sea bienvenido, su majestad —dijo Víctor con un sabor amargo en la boca, pero su lobo le exigía tener respeto a alguien como Alan, era un príncipe consorte después de todo—. Theo nos dijo que esperaríamos ayuda de usted, aunque no mencionó que vendría usted mismo.
Dylan espero que se dirigiera a él, pero Víctor ni lo miraba.
—Soy Dylan, el mate de Matt —saludo Dylan estirando su mano—. Hemos hablado por mensajes sobre Theo.
—Si —dijo Víctor secamente, pero sin responder el saludo—. ¿No ha venido el beta del Rey?
—No ha podido venir por lo extraño de la situación —dijo Dylan—. Nos hemos aparecido aquí mediante magia.
—Dejemos tanta cháchara —habló Alan—. ¿Dónde está esa bendita villa?, ¡Hay que matar a todos esos cazadores de una buena vez!
—¡No pueden matarlos a todos! —exclamó Taylor llegando a ellos—. Muchos de ahí son inocentes.
—Para estas alturas no creo que sobrevivan muchos Taylor —habló Víctor con tristeza—. Ya paso un día, los pocos que habrán sobrevivido deben ser rehenes o escaparon.
—Creo que lo mejor será... —Víctor intentó hablar, pero Alan interrumpió.
—¿Sientes eso Dylan? —Alan los dejó a todos parados y caminó algunos pasos mirando hacia el bosque.
Dylan cerró sus ojos y cuando los abrió estaban azul brillante.
—Están preparándose para atacar esta manada —dijo Dylan moviendo sus manos de manera extraña.
—¿Miles cierto? —Alan soltó una risa macabra—. Son puros humanos, que idiotas.
—Recuerda que son cazadores Alan —habló Dylan—. Y de gran nivel.
—Debemos movilizar a la manada —habló Víctor preocupado.
—Solo resguárdenla —dijo Alan—. Nosotros nos encargaremos del resto.
