Decídete, Margarita [Saga Mar...

Nozomi7 által

2.2M 47.2K 7.4K

Tras su reciente divorcio, una mujer de veintiocho años se reencuentra con un joven de dieciocho, quien le co... Több

✿ Decídete, Margarita ✿
✿ Sinopsis ✿
✿ Dedicatoria ✿
✿ Epígrafe ✿
✿ Capítulo 1 ✿
✿ Capítulo 2 ✿
✿ Capítulo 3 ✿
✿ Capítulo 4 ✿
✿ Capítulo 5 ✿
✿ Capítulo 6 ✿
✿ Capítulo 7 ✿
✿ Capítulo 8 ✿
✿ Capítulo 9 ✿
✿ Capítulo 10 ✿
✿ Capítulo 11 ✿
✿ Capítulo 12 ✿
✿ Capítulo 14 ✿
✿ Capítulo 15 ✿
✿ Capítulo 16 ✿
✿ Capítulo 17 ✿
✿ Capítulo 18 ✿
✿ Capítulo 19 ✿
✿ Capítulo 20 ✿
✿ Capítulo 21 ✿
✿ Capítulo 22 ✿
✿ Capítulo 23 ✿
✿ Capítulo 24 ✿
✿ Capítulo 25 ✿
✿ Capítulo 26 ✿
✿ Capítulo 27 ✿ [CAPÍTULO FINAL]
✿ Epílogo ✿
Anotaciones finales
El secreto de Margarita [Saga Margarita 2]

✿ Capítulo 13 ✿

36.8K 1.5K 155
Nozomi7 által

Nota de la autora:

Aquí continuamos con el punto de vista de Luis. En esta parte, con lo que él pensaba y sentía el día en que se confesó a Margarita. 

✿ ✿ ✿ ✿ ✿ ✿ ✿


Luis

Luego de besarnos Margarita y yo, se sintió desconcertada. Podía percibirlo, ya que, inmediatamente después, se fue del auto con dirección a su departamento, sin mirarme. Tanto era su nerviosismo, que me fijé que estaba buscando con desesperación en su cartera las llaves para entrar a su casa, sin éxito alguno.

¡Dios! Parecía una adolescente nerviosa a la que le hubieran dado su primer beso. ¡Cuánta ternura desprendía! Pero no podía quedarme ahí contemplándola. Tenía que seguir con lo que había comenzado. Ya no había marcha atrás.

A poco de llegar donde ella, se le cayó el bolso de la mano. Su nerviosismo era muy evidente. Hasta las manos le temblaban de solo darse cuenta de que yo estaba ahí, a pocos metros de ella. Un indicativo, de otros tantos ya, de que no le era indiferente.

Levanté su cartera del suelo y se la entregué. Me lo agradeció sin seguir dirigiéndome la mirada. Luego, decidí cambiar la situación.

Debíamos hablar de lo ocurrido de una vez y tenía que ser esa noche sí o sí. Al principio, se mostró renuente, pero no estaba dispuesto a aceptar un ‹‹no›› como respuesta.

Esa noche estaba yo muy impaciente, como nunca lo había estado con ninguna otra mujer. Y si las cosas con Margarita habían avanzado hasta donde estaban, debía saber qué era lo que podía obtener de todo lo ocurrido con ella: si un beso o algo más... Y no me malinterpreten.

Déjenme recordarles que llevaba más de diez años enamorado de mi Margarita.

Quisiera que cualquier persona, hombre o mujer, estuviera en mi situación y pudiera comprenderme. Más aún, si esa persona se diera cuenta de que ese gran amor de su vida empezaba a fijarse en ella, ¿cómo se sentiría? ¡Más que feliz, supongo! Y en mi caso era así. Una gran alegría, euforia e impulsividad estaban embargándome. Una mezcla de tantos sentimientos que me eran tan difíciles de asimilar y de describir.

Pero solo una cosa me quedaba clara: debíamos hablar sobre el beso que nos habíamos dado, sumado a que, esa noche quería soltar todo lo que había sentido por ella durante tantos años. ¡Estaba decidido a todo! Ya lo que viniese después se lo dejaba al destino, aunque albergaba la esperanza de que no me fuera adverso.

A tanta insistencia mía, subí al departamento de Margarita para conversar.

Su casa era un lugar sencillo, ordenado y limpio, adornado con un toque femenino tan característico en ella. Si algo me gustaba tanto de Margarita era lo delicada y femenina que era. Su departamento era una fiel muestra de eso. En especial, capturaron mi atención las pequeñas macetas de flores de margaritas que tenía colocadas en varios rincones de la sala y de las ventanas. Cuando las vi no pude evitar sonreír. Sonaba chistoso: ‹‹Margarita cultivando margaritas››. ¡Si hasta parecía un refrán!

Tuve que contener la risa al pensar en aquello, ya que no quería parecer descortés. No podía distraerme en pequeños detalles. Estaba ahí para hablar sobre lo ocurrido en mi carro y sobre nuestros sentimientos, no sobre flores.

Me senté en el sofá de dos cojines de la sala, esperando a que Margarita hiciera lo propio a mi lado. Pero, para decepción mía, se sentó en el sillón frente a mí, de un solo asiento.

Cuando dirigí la conversación hacia lo que yo quería, ella se mostró muy renuente y señaló que lo sucedido en mi auto era un error. Ante esto, decidí insistir.

Me senté frente a ella, a menos de un metro de distancia. Pude percibir que, de nuevo, al estar cerca de Margarita se ponía muy nerviosa. Aparte de temblarle las manos, tenía un gesto que se volvió muy característico cada vez que la miraba de manera fija.

Me acordé de que años antes, cuando un amigo de mi hermana de la academia venía a mi casa a estudiar, junto con Margarita y otros tantos, ella solía jugar con su labio inferior, relamiéndose los labios y mordiéndoselos con los dientes cada vez que el tipo le hablaba. Ese gesto suyo, más la cara de tontita y los ojos llenos de emoción, eran un indicativo de que se le caía la baba por él. Y para disgusto mío, obvio.

Recuerden que a mí empezó a gustarme ella desde que tenía ocho años. Podrá sonar prematuro, pero siempre me había caracterizado por ser más precoz y observador que el resto de los chicos de mi edad, y mi gusto por el sexo opuesto no fue la excepción.

Al poner mis ojos en Margarita siendo tan solo un niño, me fijaba en detalles de ella, que para el resto podían pasar desapercibidos. Fue así como ese gesto de labios de ella cuando le gustaba un chico hacía años atrás, volvía a repetirse ahora, frente a mí. ¡Qué alegría!

Con todas estas pruebas de mi lado, me confesé: le dije que me gustaba. Pero Margarita seguía en sus trece. Decía que no podía ocurrir nada entre nosotros, que si la diferencia de edad, que si malinterpreté todo... ¡Dios! ¡Me sacaba de mis casillas!

Ya tenía suficiente con haber esperado todo este tiempo por ella. Ya tenía bastante con todos estos sentimientos que me embargaban. Y lo mejor de todo: ¡ya estaba demostrado que yo le gustaba! ¿Por qué insistía ella en negarse ante lo evidente?

Ahí mismo, me levanté de la mesa de la sala y me dirigí a la ventana. Necesitaba respirar aire fresco, ordenar mis pensamientos y mis sentimientos, y repensar qué estrategia usar. Así que, decidí sincerarme: contarle todo lo que había pasado en estos años y lo que sentía por ella. Total, ¡qué más daba! Había soñado más de una vez con esta situación y, aunque las cosas no estaban saliendo a mi favor, debía usar todas mis armas.

Ella tenía que saber lo que me había pasado. Debía enterarse de que había estado enamorado durante todos estos años y lo que esto me había hecho sufrir. Si no se conmovía siquiera una pizca ante esta confesión, ya no insistiría más, pero no me iría de su departamento sin soltar todo esto que había guardado durante tanto tiempo.

Cuando le hablé de estos sentimientos y de todo el dolor que tuve que pasar al verla con otros hombres y, más aún, al enterarme de su matrimonio de hacía años, pude ver que se sorprendió mucho. Y no solo eso, se emocionó. Sus ojos brillaron como nunca le había visto antes, un buen indicativo de que las cosas marchaban bien, así que seguí adelante.

¿Qué podía decirle? Todo se resumía en cuatro palabras: ‹‹Me enamoré de ti››. Aunque no se lo confesé de ese modo, porque tenía miedo de que sonara muy cursi y no me considero así. Continué diciéndole que me alegró mucho que se estuviera divorciando de su marido. ¿Para qué negarlo? ¡Estaba más que encantado que hubiera decidido sacar de su vida al hijo de puta ese! Finalmente, le conté que estaba muy feliz, porque sentía que con el beso que nos habíamos dado hacía unos instantes, veía concretadas todas las ilusiones que había tenido con ella por tantos años.

Creo que hasta grité de la emoción. Y era que, ¡mierda! ¡Me era imposible contener toda esa felicidad que me embargaba! Si por mí fuera, me hubiera puesto a saltar esa misma noche encima de los cojines de sus sofás como un niño. Quizá, cogerla del brazo y ponernos a bailar un vals de esos de quinceañeros cursis de las mujeres. O, ¿quién sabe?, literalmente, lanzar por la ventana de su departamento cualquier cosa que encontrara a mi delante.

Yo que sé. ¡Estaba eufórico y ya!

Luego de tranquilizarme, me acerqué a Margarita y le hice hincapié en que sabía que mis sentimientos hacia ella me eran correspondidos. Y no se negó esta vez. De esta manera, decidí continuar con lo que habíamos dejado pendiente en el carro. La besé no una, sino varias veces más, y esta vez me correspondió sin chistar.

En ese momento, mi relación con ella comenzó. Y puedo decir que, desde esa noche, soy el hombre más feliz sobre la faz de la Tierra. Porque la mujer por la que tanto esperé, por la que tanto sufrí, por la que tanto me ilusioné, me correspondía, al fin. ¡Ella me quiere! Y yo a ella, como nunca quise a ninguna.

Pero, todo esto que cuento se ha visto empañado desde hoy en la tarde, cuando me enteré de algo que me confesó mi exnovia: está esperando un hijo mío.


✿ ✿ ✿ ✿ ✿ ✿ ✿

Anotaciones finales

Ya conocemos lo que pensaba Luis la noche de su confesión, cuando se reencontró con Margarita. Así termina de explicarse por qué actuó tan rápido en esa ocasión, ya que más de uno puede preguntarse "Oh, qué rápido se reencontraron Luis y Margarita, se besaron y empezaron su relación". Y sí, pero todo tiene un porqué en esta historia.

Olvasás folytatása

You'll Also Like

1K 422 9
ㅤㅤㅤ૮ - ﻌ-ა . . pompompurin lovers ! ! ୧ portadas pre-hechas que puedes adoptar ୧ solo portadas de k-idols, soft & cute ୧ algunas portadas están insp...
390K 43.7K 26
Hay tres formas de tomar una misión con el corazón roto: 1) No puedes mostrar tus sentimientos 2) Tienes que ser lo más objetiva posible 3) No puedes...
606K 34.3K 31
Dawn se entera de que está embarazada al mismo tiempo que descubre que su compañero y pareja le es infiel. Luego de eso, decide escapar para converti...
27.9K 1.6K 24
El peor día de tú vida, quizás, sólo quizás, pueda ser el mejor. Jamás dejar el teléfono en algún lugar había sido tan romántico. Quizás estamos en l...