One Shots (Shawn Mendes)

By allitakesis1flight

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Historias cortas de Shawn Mendes. *Quiero aclarar que este libro es solo para entretenimiento. No tiene ningu... More

El hermano de Aaliyah
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Jamaica
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Meet & Greet y besos
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Feliz Cumpleaños
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Beso de mentira
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Celos
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Pelea
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Drop the mic
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Twice Broken Hearted
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Preguntas
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El hermano de Aaliyah (Parte II)
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Caliente entrevista
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Un poco zorra
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Party party donde Baldwin
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Sin título
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Sentimientos no correspondidos
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Los actos tienen consecuencias
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Se vuelve mi amigo
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Los actos tienen consecuencias (Parte II)
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Q & A
Preguntas (Parte II)
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Profesor
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Profesor (Parte II)
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¿B de Brian o B de baboso?
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Fan
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Mentiras y verdades
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Hockey
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Invitado especial
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Pijamada y Shawn
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Porque te tuve
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Falso
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Falso (Parte II)
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El mejor amigo y la novia
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Secundaria
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"Amigas"... Dicen
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Extremadamente Shawn
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Relaciones públicas
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Novios por un día
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Sobreviviendo a él
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Problemitas
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Mejores amigos (Parte I)
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iMessage (Parte VI)
Mejores Amigos (Parte II)
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Un dia como cualqueira
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iMessage (2)
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Una y otra y otra y otra vez
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Señorita
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Enséñame a amar
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Hermanastro
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Más privacidad, por favor
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New kid
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La apuesta
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Three empty words
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Preguntas (Parte III)
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Pequeña Horan
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Crush
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Ex's & oh's
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Livin' proof
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byebyeLittleButterfly

Pequeña linda mentirosa

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By allitakesis1flight

—¿¡Qué vamos a hacer!? —grito. El miedo que expresaban mis ojos, era astronómico. Las demás estaban igual, pero sabían esconderlo mejor que yo.

—¡Solo déjalo ahí, Sam! ¡Ayúdanos aquí!

Niego repetidas veces, sin apartar mi vista de aquella cosa.

—¡Sam! Concéntrate —Blair chasquea sus dedos frente a mí. Toma mi rostro entre sus manos y me obliga a mirarla —No es tu culpa, ¿de acuerdo? Todas estamos juntas en esto.

—Yo estaba manejando —pronuncio apenas —Voy... Voy a ir a la cárcel.

—No lo harás. Nos aseguraremos de eso —me asegura —Vamos, olvídalo por un segundo, y ayúdanos a cavar. Es la única forma cómo saldremos de esta.

Asiento un poco distraída, aún observando el cuerpo yacido en el suelo. ¿Cómo fui tan estúpida? ¿Por qué no me fije que había alguien corriendo?

Blair vuelve a llamar mi atención. La miró, temblorosa, dudando de lo que haría.

Termino excavando junto con las demás, temiendo de lo que podría pasar luego. Estaba en graves problemas. Un pequeño error, y mi vida estaba arruinada. Y si, mis amigas podían tener razón en qué tal vez no era solo mi culpa, pero es que... Si lo era. Yo estaba al volante. Yo iba distraída. Yo arrollé a una persona.

Un rato después, todas sucias, llenas de tierra y sudor, logramos hacer un hueco lo suficientemente grande para el cadaver. Entre Melanie, Blair y Sophie arrastran el cuerpo, y yo intento contribuir, pero me dicen que mejor lo deje, y que ellas podían.

Así que me paro ahí, viéndolas luchar contra el peso del hombre muerto.

Un aire provoca que tiemble de escalofríos. Me abrigo con propios brazos, y siento como la piel se me pone de gallina.
Escucho el crujido de una rama, pero proviene de dentro del bosque, eso hace que me voltee rápidamente, y mi corazón comienza a palpitar a una velocidad impresionante.

Definitivamente no había sido ninguna de nosotros. Aquel sonido había provenido de dentro del bosque. Y nosotros estábamos en la carretera.

—¿Escucharon eso? —pregunto, comenzando a sonar paranoica.

—No, ¿qué pasó? —Sophie dice.

—Creo que alguien nos está vigilando.

Entre ellas se miran, confundidas, pero parece que no me creen.

—Hay que apresurarnos. Sam, ve encendiendo el auto —Blair dice. Asiento sin decir nada más y me dirijo al coche.

Abro la puerta, y un segundo antes que pueda entrar, vuelvo a escuchar algo entre los árboles. Intento ignorarlo, y hago lo que Blair me indicó. Tomo asiento en el asiento del piloto, y espero a que mis amigas terminen de enterrar el cadaver.

Unos minutos después, vuelven todas al auto, llenas de suciedad, y el cabello un poco revuelto. Me paso para el asiento de atrás, junto con Blair, que seguía consolándome y tratando de calmarme.

Así pasan los días en el que la cosas entre las chicas y yo estaban un poco tensas. Ya nos veías a cada rato aturdidas por el tema, y alerta a cada cosa que pasaba a nuestro alrededor.

Habíamos prometido no decir ni una sola palabra a nadie. Absolutamente nada saldría de aquí. Y por mi parte, rogaba porque la demás cumplieran con su promesa. Sabía que ellas estaban protegiéndome, pero a veces el miedo nos gana, y hacemos cosas intencionalmente. Algo como soltar la verdad a la policía en medio de un interrogatorio donde estás en un apuro, con presión y toda la culpa sobre tus hombros, es de lo que estoy hablando.

Pasa que el cuerpo ya había sido encontrado, e identificado como Ian no se qué, un hombre de aproximadamente treinta años creo, un doctor soltero. La policía había abierto una investigación sobre lo que había pasado con aquel hombre. Ya se había determinado que había sido arrollado por un auto, pero los culpables aún no habían sido detenidos.

Es decir, las culpables...

O mejor dicho, la culpable.

Yo era la culpable.

Eso era lo que más temía. Que descubrieran quién lo había hecho. Al final del día, quién estuvo al mando, fui yo, pero no obtuve cuidado y terminé cometiendo un gran error.

Y si, ya había pasado casi una semana, ya no estaba tan mal como la noche que todo ocurrió, pero repetidas veces, antes de dormir, mi mente recreaba la escena.

Blair, Sophie, y Melanie se habían quedado a dormir en mi casa la semana entera. Para mamá fue un poco raro, y hasta llegó a sospechar que algo estaba pasando, pero con la ayuda de mis amigas, terminamos convenciéndola que solo estábamos cumpliendo "El reto de pijamada por una semana." 

Lo peor es que odiaba mentirle a mamá, pero de alguna forma, eso se había convertido en un hábito. Mi madre era la persona más bella del mundo, tan genuina y humilde. La mejor persona del universo... Pero mis estúpidas acciones me habían llevado a otro extremo en el que me había obligado a mi misma a mentir para no dañar a mi madre.
Todo empezó con pequeñas escapadas para fumar un cigarro a los catorce, salir a emborracharse hasta perder la conciencia, hasta atropellar un inocente hombre.

Aquella noche fue tan extrema y horrible, que aunque había estado con alcohol en mi sistema, recuerdo cada segundo como si hubiese sido ayer.

Esa noche, después de volver a casa, salí al bar. Tuve que mentirle a mamá otra vez, excusándome con que había olvidado mi móvil en el auto Blair, e iba a ir a recogerlo.

Tenía tanto que procesar, y lo mejor que pude hacer, fue tomar. Ahora sé que esa fue otra mala decisión.

El bar no estaba tan lleno como usualmente lo estaba. Habían unas diez personas en total, teniendo en cuenta que era un restaurante grande, y por las noches ofrecían servicios de bar.

—Un martini —pido.

El chico me mira alzando una ceja. Sé lo que quiere, así que se lo doy.

Deslizo mi identificación por la mesa. Él la mira, la analiza por unos segundos, dudoso, pero al final me la devuelve, y comienza a preparar mi orden.

Quizá tenga solo dieciocho años, pero como toda chica adolescente, siempre llevo mi licencia de conducir falsa que dice "Madison Smith" y que nací en el noventa y ocho. Si eso no hubiera funcionado, hubiera usado mis tácticas de mujer. Un poco de piel descubierta, y el barista ya estaría a mis pies.

—Aquí tiene —le sonrío a medias como forma de agradecimiento.

Miro el vaso pensativa, lo revuelvo antes de tirar todo el líquido a mi garganta y tragármelo de una. De un golpe medio brusco, pongo el vaso sobre la mesa, y miro al chico, le hago una seña con la cabeza, y él lo capta. Mi plan no era salir de aquí tambaleándome, pero necesitaba aliviar mi preocupación. Mi mente estaba llena de líos, ahora yo era un lío total.

Observo al bartender preparar mi bebida, cuando lo termina, pone el otro martini frente a mí. Le agradezco y repito la acción anterior. De una sola, me lo tomo todo.

—Un día difícil, eh.

—Yo diría, una noche —lo corrijo y apoyo la copita de martini vacía sobre la mesa —O tal vez solo unos minutos y un estúpido error —murmuro.

El chico se ríe —¿Disculpa?

—Nada. Me gusta hablar sola —finjo una media sonrisa, pero no lo miro aún.

Escucho que le pide algo al bartender, pero eso es todo. El sitio se queda silencio después. Tal vez había aburrido al tipo, y ya no quería decir nada más. Podría decirse que hasta se había ido, pero no, él seguía ahí. De reojo podía verlo en la silla de al lado, salteándose un asiento.

Carraspea la garganta, y escucho su potente voz nuevamente —Así que... ¿Qué estás haciendo aquí?

Suelto un bufido de cansancio, pero no por la pregunta que aquel hombre me había hecho, sino porque estaba cansada y volver a recordar la razón principal por la que estaba aquí, me provocaba náuseas.

Me paso la mano por la cara. Bufo de nuevo. Muerdo mi labio inferior. Miro al chico finalmente.

Me sorprende lo atractivo que es. Algo se revuelve en mí inmediatamente. Quizá el alcohol ya estaba haciendo efecto, y mis pensamientos estaban cambiando de dirección.

—Atropellé a alguien —suelto sin más. La verdad es que, no había pensado mis palabras, me había confundido. Eso no es lo que quise decir, pero él me había escuchado perfectamente. Su reacción me toma por sorpresa.

Suelta una risa ligera, y eso me confunde. Acabo de confesar un crimen, ¿y él se lo toma como si fuera un chiste? De todas formas, tomo eso como ventaja.

—¿Si? —yo asiento siguiéndole la corriente. Pongo mi mano sobre la mesa, y lo miro fijamente, con una sonrisa dibujada en mi rostro —Creo que esa sería una historia interesante.

Me muerdo el labio al darme cuenta de lo que él intentaba hacer. Estaba coqueteando conmigo, era obvio. Su postura, sus sonrisas, la forma cómo estaba mirándome... Todo apuntaba a una sola cosa, un solo objetivo.

—También creo eso —acuerdo con él. Le devuelvo los gestos coquetos que él me da. Me acerco un poco a él por sobre la mesa, y ensancho mi sonrisa.

—¿Quieres contarme cómo te sientes respecto a eso? Estoy aquí si necesitas a alguien —pregunta. Sé de sus intenciones, y eso me prende.

—¿Y si mejor te lo muestro?

Él me sonríe en respuesta. Una amplia y seductora sonrisa.

—Déjame invitarte un trago al menos —me ofrece.

—Ya tuve dos martinis. Creo que es suficiente.

—Entonces déjame pagártelo.

—No es necesario. ¿Por qué no mejor te invito yo el trago? —propongo —Y si el destino quiere que nos encontremos de nuevo, puedes invitar tú.

—Suena bien.

Le sonrío coquetamente, y saco mi tarjeta de crédito. La pongo sobre la mesa y espero a que el bartender se cobre.
Unos segundos después, el chico sin nombre y yo estamos dirigiéndonos al elevador.

—¿Qué piso?

—El diez —miento.

—Qué sorpresa. Yo también —comenta.

Apenas las puertas se cierran, la tensión sexual entre ambos aparece en el ambiente. Un lugar pequeño, pero tan caliente a la misma vez. Siento algo en el estómago. Él abre la boca para decir algo, pero mis ojos no se pueden concentrar en otros cosa que no sea ese bulto debajo de sus pantalones.

—¿Aún sigue en pie compartir conmigo una pequeña charla?

Asiento ligeramente. Rápidamente vuelvo la vista a sus ojos —Creí que te había ofrecido algo mejor —digo. Luego me fijo en sus labios, y cómo sería sentirlos y probarlos.

No espero su respuesta. Un impulso me lleva a tirarme sobre él, y besarlo desesperadamente. Si, es un total desconocido, pero era completamente atractivo y sexy y ya estaba contando los segundos para acostarme con él.

El chico me sigue los besos, los toqueteos y cada cosa a la que yo estaba dispuesta. Un timbre suena. Las puertas del ascensor se abren, pero a ninguno le importa. Seguimos besándonos un ratito más. Cuando las cosas parecen ir en serio, él se detiene. Maldigo mentalmente.

—Estamos en el pasillo.

—Es tarde. No mucha gente ronda por aquí —le respondo segura.

—Vamos a tu habitación y continuemos allí.

—Mejor a tu habitación, la mía está desordenada —invento.

Él asiente, y ya no dice nada. Me toma de la mano, y apresurados, nos dirijamos al final del pasadizo.

Él abre la puerta, entramos, y antes de cerrarla, ya estamos sobre el otro nuevamente.

Se podría decir que fue una de la mejores y más calientes noches de mi vida. Él fue tan duro y sexy, que tuvimos tres rondas. Me cogió como nunca nadie lo había hecho antes. Fue como si una de mis fantasías se hubiese cumplido, salvo que al chico no lo conocía de nada, y quizá nunca más lo volvería a ver. Pero sobre todo, me ayudó a olvidarme de lo que había sucedido en la carretera aquella noche, al menos por un momento.

(...)

El viernes de la siguiente semana, mis amigas y yo habíamos planeado una salida al cine, o tal vez a comer. No habíamos decidido exactamente qué hacer, pero recién estábamos saliendo del instituto, y pues, nos iríamos en mi coche.

Respecto al caso del atropellado, habían salido más evidencias a la luz. La policía había dado con una pista. El auto con el que se había cometido el crimen, era una camioneta, una Jeep, y no sé cómo, pero lograron obtener más información, diciendo que el homicida era una mujer.

—Okay, pero hay infinidades de mujeres en este pueblo. Las probabilidades que nos culpen a nosotras es una de un millón.

—Están buscando una aguja en un pajar.

—Exacto.

Me encojo de hombros. Miro a Sophie. Ella también se encoge de hombros.

—Chicas, escuchen. Si llegan a encontrar algo, si culpan a alguna de nosotras, al final del día, me arrestaran a mí. Yo soy la que mató a ese hombre, no ustedes.

—Sam, todas estuvimos allí.

—Lo sé, pero yo estuve al volante-

—Si, tú estuviste al volante, pero la policía no estuvo ahí, nadie más que nosotras cuatro estuvo ahí —Blair dice.

—¿A qué te refieres? —la miro confundida.

—La policía tiene la cuarta parte de información que necesita para resolver el caso, y nosotras somos adolescentes de secundaria. Si decimos que alguien nos estuvo persiguiendo aquella noche, en caso que nos tomen como sospechosas, o nos inventamos algo mejor, nos creerán. Sam, tú vas a estar a salvo, ¿de acuerdo? Te prometimos que te cuidaríamos.

—¿Estás diciendo que tenemos que mentirle a la policía? —cuestiono.

Si, yo podía ser algo rebelde la mayoría de las veces, pero mentirle a las autoridades en la cara, era un paso peligroso.

—Es la única opción que tenemos.

Quizá tenía razón. Era la única forma de salvarnos el pellejo, sobre todo el mío.

Solo asiento. No estaba convencida del todo, pero confiaba en que nos iría bien, y saldríamos de esta sin sufrir las consecuencias.

Más tarde ya estamos saliendo de comer. Habíamos decidido ir a un nuevo local que había abierto cerca del instituto. La comida estuvo bien, pero el mismo tema se volvió a tocar, así que no terminé mi plato, y luego de un rato, me dieron nauseas. Corrí al baño, y expulsé todo lo que había consumido desde hace una semana. Melanie vino y me ayudó, me sobo la espalda, y mientras yo temblaba, ella me confortó.

Por un momento me alarmé, les comenté a las chicas que quizá podía estar embarazada, y rápidamente fuimos a una farmacia para descartar la idea. Así que, ahora estoy en el baño de mi casa. Mamá no está, así que no teníamos nada que ocultar. Después salgo del baño con la prueba en mano. Ya había pasado más que suficiente para ver los resultados. Y por si las dudas, había conseguido tres paquetitos.

Suelto el aire, e inconscientemente sonrío. Las chicas también se despreocupan y me regañan por el susto que les había dado.

—En serio, Sam. Ya estamos cargando con un problema gigante, y ahora quieres otro con brazos y piernas, y que respire.

Me río de su comentario, pero si, Sophie tenía razón. Había sido muy descuidado de mi parte follar con aquel tipo en el bar, aunque estaba buenísimo, pero estuvo mal. Y tal vez ya había aprendido la lección. Un buen susto el que me llevé.

—Si, lo sé, y lo siento —me disculpo.

—¿Cómo pasó si quiera? ¿Cuándo te has enrollado con alguien?

Me encojo de hombros. No tenía ganas de contarles la verdad, así que trato de desviarla del tema —Solo pasó. Ahora, ¿quién quiere ver una película? Voto por Enredados.

—Uh, el live action de Mulan ya salió —Blair dice contenta.

Así les cambia el ánimo a todas, incluso a mí. Al final terminamos viendo Mulan, y luego Enredados. Las chicas se van más tarde, cuando ya es de noche. Mamá ya había vuelto y ya estaba durmiendo porque estaba agotada por "Un largo día de trabajo", según ella.

Y ahora, me encontraba sola en mi habitación, la puerta con llave, las luces apagadas, y entre las sábanas.

Cierro los ojos, e intento normalizar mi respiración, pero ya llevaba unos buenos minutos con mi mano entre la piernas. Recuerdo algunos momentos con ese chico del bar, la noche del accidente. Eso provoca que algo más se encienda en mi interior. Arqueo la espalda, y retenga un gemido cuando mi dedo toca un punto débil.

Sigo así, sudando, mis piernas temblando, y yo retorciéndome de placer cada segundo que pasa. Vaya que yo sola estaba haciendo un excelente trabajo. Pero si tan solo tuviera a alguien para que me dé una ayudita allí abajo... Sería genial. 

Pero como toda chica independiente que no necesita de nadie para obtener unos buenos orgasmos, termino la sesión por mí misma. Me muerdo el labio inferior, y suelto un último aliento de placer, antes de retirar mi mano.

La mañana del lunes, luego de unos minutos en el baño, y decidiendo qué ponerme, salgo camino a la escuela. No sabía qué me preparaba el día, pero estaba segura que sería diferente. Tal vez toda esa ansiedad que tenía acumulada en el cuerpo debido al accidente, estaba empezando a desaparecer, y quizá ya no tendría de qué preocuparme.

La clases comienzan bien. Son aburridas, si, pero ya qué. Solo me tenía en pie el hecho de que las dos ultimas horas las compartía con Melanie y Blair.

Bostezo en medio de la explicaión de la maestra. La única solución para que el sueño y aburrimiento desapareciera, era que caminara un poco, así que pido permiso para ir al baño, y unos segundos después, ya estoy en el pasillo, de camino a los servicios.

—Vaya vista que tengo —me sobresalto con su voz, pero sonrío al reconocerla —¿Vas al baño?

—Tal ves. ¿Por qué quieres saber? —me encojo hombros, y sonrío coquetamente, haciéndome la interesante.

—Yo puedo ofrecerte algo mejor —Luke me sigue el juego, y se acerca peligrosamente a mi cara.

Hago una mueca, pero no me resisto a sus encantos. Me muerdo el labio cuando mi vista recae en sus labios. Es que ustedes simplemente no han visto a este chico, creanme, de solo verlo, creerán que están en el paraíso.

—¿Qué tienes en mente? —pregunto con ganas.

Pero él, sin decir nada, me empuja contra los casilleros, provocando un resonante y fuerte sonido. Honestamente, me parecía sexy, pero también me había dolido la espalda.

—¡Auch! —me quejo. Me alejo de Luke y lo miro con mala cara —¿Qué carajos?

—Lo siento, nena. No pensé que la fuerza se me fuera. Vamos, tenemos que irnos a otro lado, sino alguien nos va a ver.

Ruedo los ojos, aún adolorida, pero lo sigo al baño de los chicos. Una vez dentro, sin cuidado ni nada, me besa desesperadamente y con ganas. Se las arregla para ponerle seguro a la puerta, y luego sigue manoseando mi cintura.
Deslizo mis manos por sus hombros, hasta llegar a sus manos, y dirijo éstas hacia mi pantalón, hago que me toque ahí mismo, y él no se niega. No soporto el placer, y suelto un par de gemidos en su oreja, mientras me sostengo de su cuello.

Seguimos en esa posición por un corto tiempo, los dedos de Luke se sentían tan bien dentro mío, sobre todo porque él era un experto en estas cosas, y vaya que- ¡Oh Dios mío!

Clavo mis unas en su hombro cuando siento aquel líquido salir sin previo aviso.

—Sam, acabas de venirte en mi mano —murmura.

—Lo sé, lo siento —digo un poco avergonzada.

—Para nada. ¿Sabes cuánto me enciende esto?

Sonrío para mis adentros. El retira su mano de mi entrepierna y se las lava. Luego vuelve a mí y se abalanza a besarme de nuevo. No lo detengo, solo quiero disfrutar el calentón y de él. Sus manos me acarician otra vez, provocándome escalofríos. Van a parar a mis pechos, pero nomás encima de la camiseta que llevo. Luego comienza a descender sus besos por mi mandíbula, y finalmente, deja besos calientes en mi cuello. Toca mis puntos débiles, haciendo que yo me debilite bajo su tacto.

Después se desabrocha los pantalones, y ahí mismo me detengo.

—¿Qué haces? —cuestiona.

—Tengo que volver a clase —me excuso.

Luego del susto del otro día, no podía arriesgarme que se hiciera realidad. Es decir, si saben de lo que hablo, ¿no? Cuando pensé que estaba embarazada.

—¿Ahora? Estamos en medio de esto, y estoy muy excitado.

—Lo sé, Luke, pero de veras tengo que irme.

—Sam, tienes que ayudarme. Mi pene se ha puesto duro.

—No puedo, pero gracias por darme un mano ahi abajo.

—Saman-

—Me tengo que ir —lo interrumpo —Adios.

Me doy la vuelta sin esperar otra respuesta de su parte, y salgo del baño. La verdad es que, yo quería más, pero como ya había dicho, no podía comprometerme otra vez.

Vuelvo a la clase de Historia, y cuando atravieso la puerta, quedo perpleja. Observo a los dos hombres..., mejor dicho, a los dos oficiales, y a la maestra también, que me mira preocupada. Me asusta el hecho de que los policías me están viendo con cara de matones, y sospecho de qué se trata esto.

—¿Ella es Samantha? —uno de los oficiales le pregunta a la profesora. Ella solo asiente, como si el gato le hubiese comido la lengua —Señorita, tiene que venir con nosotros.

Me hago la desentendida, y bueno, en parte, si lo estaba. Ósea, me habían cogido desprevenida, y necesitaba una explicación.

—¿Qué sucede?

—Le explicaremos luego, pero tiene que venir con nosotros.

—¿Qué mierda? Claro que no —espeto —¿Qué hice?

—Señorita, por favor —habla el otro policía.

—Sam, solo ve. Estoy segura que solo es un malentendido.

Frunzo el ceño, y veo a la maestra. Es que ella no sabe que todo esto realmente tiene sentido, y que la razón por la que me están deteniendo en la escuela, es porque he asesinado a alguien.

Miro a mis compañeros totalmente avergonzada. Un pequeño ataque de ansiedad me invade el cuerpo, pero logro mantenerlo oculto por un rato.

Solo cedo, y sigo a los tipos con uniforme fuera del aula. Afortunadamente, no me han esposado, pero todos me estaban viendo ya. Para mí sorpresa, el pasillo está lleno de alumnos chismosos, pero no por mí, sino que Blair, Sophie y Melanie están en las mismas condiciones que yo.

Las cuatro nos miramos las caras de la misma forma al darnos cuenta de lo que esta ocurriendo. Esto me hace entender perfectamente que es por el accidente de coche.

Avanzamos por el pasillo, con todas las miradas puestas en nosotras, y yo soy la última en salir de las instalaciones. A Blair y a mí nos meten al mismo auto, mientras que Sophie y Melanie están en dos diferentes vehículos.

Ninguna dice nada por unos minutos, y ni siquiera soy capaz de voltear a mirarla. La situación era intimidante.

Me pongo a pensar en las diferentes maneras que esto podría ir, pero decido quedarme con una y jurarme a mí misma que me apegaría a ella, cueste lo que cueste. En otras palabras, negaría todo para poder salir libre.

—Hey —escucho a mi amiga al lado, así que volteo mi cabeza lenta y disimuladamente en su dirección, pero la mantengo la gacha —¿Qué vamos a hacer?

—Cállate —murmuro.

—¿Qué? —dice desconcertada, pero con el mismo tono que yo.

—Me está mirando, cállate.

—¿Quién? —pregunta. Solo señalo con mi cabeza ligeramente al oficial que iba de conductor. Blair no dice nada más y se pega para su puerta.

No volvemos a compartir ni una palabra, y unos minutos después, ya estamos aparcando frente a la estación de policía. Veo los otros vehículos estacionar a nuestro costado, en donde Mel y Sophie estaban. Los oficiales se bajan del coche, y en esos cortos segundos, la castaña y yo aprovechamos para armar un plan.

—¿Qué vamos a decir? —dice rápidamente.

—Si te preguntan donde estuvimos esa noche, solo dices que estábamos en mi casa, que habíamos salido de comer en el centro y-

Pero no me alcanza el tiempo, y amabas puertas se abren. Me callo inmediatamente y Blair y yo nos miramos preocupadas. Los policías nos hacen salir de su auto, y nos llevan adentro. En lo que avanzamos, Sophie y Melanie se nos unen.

—Chicas- —intento decir, pero uno de los hombres me interrumpe nuevamente.

—No hablen, y síganme.

Hacemos caso, y honestamente, yo ya me estaba comenzando a cagar los pantalones. Estaba asustada, ósea, por Dios, podía terminar en la cárcel por el error que cometí. No podía imaginarme en una celda, con la vida arruinada por un accidente, porque eso fue, un accidente. Y además, no solo sería yo. Las chicas también pagarían por mi culpa.

Nos llevan por un pasillo, pasando varias oficinas, hasta que llegamos a una pequeña salita, donde hay asientos, un televisor colgando de la pared, y una mesita para servirse café, soda, y agua.

El oficial que nos escolta, nos dice que esperemos ahí, y luego se retira.

—¿Qué carajos? —suelto todo el aire en mis pulmones. Creo que estaba temblando —Estamos jodidas.

—No, escuchen, Mel y yo tenemos un plan —Sophie dice.

—Yo también —respondo —Solo digan que todas estuvimos en mi casa ese día, y que solo habíamos salido a comer en la tarde.

—Pero estuvimos en la fiesta de William.

—Solo digan lo que les estoy diciendo. Tenemos que repetir exactamente lo mismo, sino van a sospechar.

—Ya sospechan, Sam. Sino ¿por qué estamos aquí?

Ruedo los ojos y bufo. Bueno, si, ella tiene toda la razón.

—Entonces, ¿qué?

—Solo... —se calla, y nos mira abrumada —Ya, miren. Habíamos salido de la casa de Will antes que oscureciera, y fuimos directito a la casa de Sam, ¿de acuerdo? De ahí, no salimos para nada.

—Okay, dicen eso, ya, pero luego van a preguntarles si se fueron. Estuvimos en el auto de Blair.

—Entonces les diremos que usamos la camioneta de Sophie, que ella nos dejó en nuestras casa a mí y a Melanie, y luego se fue para la suya. Fin de la historia.

Todas acordamos en decir esa historia, y repasamos unos minutos para poder creerla al cien porciento, y además, para no cometer ningún error. Los minutos pasan, y parecen horas las que esperamos a lo que sea que tienen preparado para nosotras.

Repentinamente, dos hombres y una señora en traje aparecen, y se llevan a Sophie. Mi amiga nos da una última mirada, antes de desparecer con ellos. Luego, otros dos hombres vienen, y nos hacen ponernos de pie a las tres. Dicen que los sigamos, pero Blair se va con uno de ellos y luego Melanie desaparece también. Al final, me meten a un cuarto.

Un cuarto de interrogaciones.

Me hacen sentarme en la silla de plástico, frente a la mesa, y otra vez, dicen que espere a la investigadora. Así que espero.

Observo la miseria que hay a mi alrededor, porque realmente no hay nada, más que la mesa, dos sillas, y ese estúpido espejo o ventana o como sea que se llame. Sé perfectamente que hay al menos una persona que está viéndome por ahí, estudiando mi comportamiento, y tratando de descifrar si estoy nerviosa o no.

La puerta se abre, y entran dos personas. Un hombre y una mujer.

—¿Cómo estás, Samantha? Soy la detective Dwan; y mi compañero, el detective Rogers. Lo único que te vamos a pedir es que digas la verdad y cooperes, ¿bien? Estás segura con nosotros.

—Es Sam —respondo neutra.

—De acuerdo. Sam. ¿Algo más que quieras dejarnos saber antes de proceder con las preguntas?

—No tengo ni puta idea de qué hago aquí —suelto de mala gana —Están haciéndome perder el tiempo y aún no me han dicho la razón por la que me han detenido.

—Está bien, no te preocupes. Nosotros estamos aquí para informarte. ¿Bien?

—Solo haz las malditas preguntas de una vez.

Oigo su suspiro. El hombre también parece harto de mi comportamiento, pero yo creía que parecer aburrida era la mejor forma de convencerlos que yo era inocente. Aunque en verdad no lo fuera.

—Okay, Sam. Estás aquí por hace unos unos días la policía encontró el cuerpo de Ian Stevenson, de treinta años, enterrado en el bosque, cerca de la carretera. Según la autopsia, se determinó que fue atropellado y luego el asesino procedió en esconderlo bajo tierra. Se determinó también que el automóvil utilizado para cometer el crimen, fue una Jeep.

Solo asiento, pareciendo desinteresada, pero realmente me estaba cagada de miedo. Pero ya saben: Niega todo.

—¿Sabías sobre eso? —pregunta.

—Lo he visto en las noticias —respondo simple.

—Bien, pues, tú y tus amigas son sospechosas del crimen.

No me digas.

—Solo para que lo sepan, nosotras no hemos matado a nadie —digo convencida, mirando a ambos.

—Eso es lo que estamos tratando de averiguar.

—Pues, te digo que somos inocentes. Yo soy inocente y quiero irme ya.

—Queremos creerte, pero tenemos algunas pistas y evidencias que te culpan a ti y a tus amigas.

—Pura mierda —suelto bufando.

De esa forma, me tienen largos minutos en la habitación, esperando por un "Si, soy culpable" de mi parte. Pero no se los doy, no, ni muerta. Niego absolutamente cada alegación contra mi y mis amigas, y repito la historia que habíamos planeado anteriormente.

Intento convencerme de que soy inocente, de que yo nunca pasé el coche sobre aquel hombre Ian no se qué, y que esa noche, yo estuve en mi casa, con mis amigas, hablando de chicos.

Logro creérmelo un ochenta por ciento, pero sirve lo suficiente, porque los detectives se dan por vencidos. Me observan hastiados, como si quisieran tirarme un golpe en la cara porque no les puedo dar el "yo lo hice" o la mierda que quieren escuchar de mí.

—¿Sabes qué? Hay que llamar a Mendes. Él hace esto mejor que nosotros —dice la mujer, mirando a su compañero —Y créeme, querida, ese hombre no va a tener mucha paciencia contigo.

—Lo que digan —murmuro.

—¿Disculpa?

—Llevo aquí un buen rato. Les sigo repitiendo que lo que sea que quieren de mí, no se los puedo dar. Soy inocente y no sé cuantas veces más quieren que lo diga. Ni mis amigas ni yo tenemos nada que ver con el hombre que atropellaron.

—Ya lo veremos, Sam —dice ella.

Ambos se retiran del cuarto, y vuelven a dejarme sola.

Sea quien sea ese tal detective Mandel, no voy a cambiar ninguna versión de la historia. Diré todo al pie de la letra, y me aseguraré-

—Sam, ¿no es así? —la puerta se abre y puedo ver al dichoso hombre entrar con unos papeles en la mano.

Pero la mandíbula se me cae al suelo cuando me doy cuenta de quién es.

La puta madre. ¿En qué carajos me he metido?

—¿Qué mierda? —dice él, no sé si igual de sorprendido, o más que yo —¿Qué haces aquí? —murmura por lo bajo.

—No. ¿Qué haces tú aquí? —replico.

Se acerca a la mesa rápidamente, deja los papeles y se asoma, apoyándose sobre sus codos.

—No digas nada, y espérate aquí —dice serio, con el mismo tono de antes. Se aleja y sale del cuarto.

No es como si yo pueda irme a otra parte ¿no? Ruedo mis ojos y solo lo espero. No sé qué es lo que hace, pero vuelve en segundos. Toma asiento en la silla de al frente y se me queda mirando.

—¿Qué has hecho?

—Le acabo de decir al personal que se vayan.

—Claro, y te van a hacer caso —me burlo. ¿Por qué se irían, si su trabajo es observarme, y hacerme pensar que estoy segura en este cuarto? Cuando la verdad es que, están ahí afuera, observando cada uno de mis movimientos.

—Lo harán. En este sitio, se hacen las cosas que yo ordeno.

Lo que digas, Mandel.

—Voy a empezar con las preguntas de una vez. Estoy seguro que mis compañeros ya te dijeron la razón por la que estás aquí.

Me encojo de hombros y sonrío, haciendo parecer no tener ni idea de lo que habla.

—No bromeabas cuando dijiste que habías atropellado a alguien. —junta sus manos.

—No lo hubiera hecho de haber sabido que tú eras un maldito policía.

—Soy detective, no policía.

—Es la misma mierda —suelto de mala gana.

Él bufa —Dime, Sam. ¿Cuántos años tienes?

—¿Cuál es tu nombre? —pregunto, ignorándolo.

—Soy Shawn.

—Genial. Entonces te llamaré Shawn —sonrío de lado.

—Me parece bien, pero debes responder lo que te pregunto —habla sereno.

Ruedo los ojos y suelto un bufido —Diecisiete.

Su rostro se transforma inmediatamente apenas sale la respuesta de mis labios. Me río internamente y muerdo mi labio inferior para no hacer notar que la situación me parece divertidísima.

—¿Me estás diciendo que... —deja la oración al aire, y me mira medio consternado —¿Me acosté con una menor de edad?

—No, oficial Shawn. Usted ha tenido sexo conmigo.

—¿Ah?

—Ugh, solo estoy bromeando —blanqueo los ojos otra vez. ¿Qué acaso los adultos no entienden mi humor? Eso me lleva a cuestionarme su edad —A propósito. ¿Cuántos años tienes tú?

—Sam, respóndeme la pregunta.

—Bien, bien. Tengo dieciocho, mañana cumplo diecinueve. No follaste con una mocosa. ¿Contento? Ahora, responde tú mi pregunta.

—Tengo veinticuatro.

—Interesante, eh —esbozo una media sonrisa inconscientemente. Estaba impresionada de mí misma, ¿Había llevado a un hombre mayor a la cama? Bueno, no taaan mayor, pero si me entienden. Yo seguía en la secundaria.

—Interesante va a ser cómo tu familia te ve detrás de las rejas.

—¿Perdón?

—Has cometido un delito, Sam.

Bajo la mirada, pero no por culpa. Es decir, él se creía mejor que yo, o al menos yo lo sentía así. Y me había prometido salir de esta sea como sea.

—Me ofreciste alcohol, a una menor de veintiuno, y te me insinuaste, Shawn.

—Tú empezaste.

—Y tú no me detuviste.

—¿Cómo carajo iba a saber yo que tenías dieciocho? —espeta con enojo.

—No me interesa lo que pienses —arrugo la frente.

—No cambies las cosas, ¿quieres?

—No estoy cambiando nada. Estoy recordándote los hechos.

Se queda mudo por unos segundos, y eso me deja saber que ya había ganado lo que sea que era esto.

Inhala profundamente y luego me mira —¿Y qué piensas hacer, eh?

Me encojo de hombros y le sonrío a medias, haciéndome la loca.

—Tú sabes perfectamente lo que pienso hacer.

Pongo mis manos sobre la mesa y me levanto. La silla rechina, pero no me importa. Rodeo la mesa y me acerco al detective. Pongo mis manos sobre sus hombros y automáticamente siento cómo se tensa.

—Esto ya no se trata solo de mí, Shawn. También se trata sobre ti —me inclino un poco, dejando mi rostro cerca al suyo, y pego mis labios a su oreja —¿Dices que detrás de ese vidrio no hay nadie? —le señalo la única ventana en la habitación, pero no obtengo respuesta de su parte. Lamo su lóbulo con la punta de mi lengua y mi agarre en sus hombros se vuelve un poco más intenso —No quieres que se enteren de lo que hicimos, entonces mantén tu boca cerrada. Haz lo que tengas que hacer, pero sácame de ésta situación.

Lo suelto y vuelvo a mi sitio.

—Tú no te tomas las cosas con seriedad, ¿no? —me ve con el ceño fruncido.

—Oh, entonces quieres que vaya y le diga a tus compañeros que el detective Shawn me folló en su habitación, me ofreció alcohol y-

—¿Qué hay con esa forma vulgar de hablar tuya? —me interrumpe.

—Te gustó cuando estuvimos en tu hotel —sonrío macabramente, pero es que era la verdad —Relájate, ¿quieres? —le digo cuando lo veo más tenso —Ya te dije. No hablaré, si tu tampoco lo haces.

Me la pienso un momento, mientras espero su respuesta, pero realmente tenía que hacer la pregunta.

—Te ofrezco un oral, si quieres.

—Estás loca.

—No niegues que no estás excitado. Se le nota en la cara, detective.

—Parece que no entiendes la gravedad de lo que has hecho.

—Lo hago, por esa misma razón estoy-

—No, Samantha. No lo haces. Hay testigos, la gente te ha visto a ti y a tus amigas en ese coche, esa noche, en la carretera del bosque. ¡Solo admítelo! —alza la voz, lo cual provoca un escalofrío en mi espina dorsal —Solo admítelo y el castigo será menor.

—No lo haré —doy por sentado. Pongo mis manos sobre la mesa y miro al detective Shawn fijamente —O me sacas de esta, o pierdes tu trabajo.

(...)

Me pega a la pared, mientras besa mi cuello con desesperación. Nos saltamos varios pasos del ejercicio y de frente me penetra, sosteniéndose con sus palmas contra la pared, embistiéndome repetidas veces, y soltando maldiciones.

—Maldita seas, Sam —Shawn dice en mi oído antes de que se le escape un gemido.

—Lo sé.



jelowwww
Hace varias semanas terminé de ver pretty little liars y para los que han visto la serie, hay un episodio donde spencer conoce al oficial (no me acuerdo su nombre) pero ella no lo sabe y al final cuando revisan su caso de haber atropellado a alguien (cuando estuvo con las demás chicas), el detective y ella se encuentran y están como wtf 😧Así que me inspire de ahí pero luego lo hice más mi estilo creo? Desafortunadamente éste es el último capítulo pero aún faltan otros caps de iMessages. espero que les haya gustado. Los amo demasiado y gracias por el apoyoooo ‼️❤️❤️

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