BESTIA ©

By Itssamleon

40.6M 2.5M 1.3M

Harry Stevens grita peligro en cada poro del cuerpo y no precisamente por las escandalosas cicatrices que lle... More

BESTIA
ADVERTENCIA
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
EPÍLOGO
Siempre ha sido por ti [EXTRA]
MONSTRUO
¡Sigue leyendo!...
¡Gracias! (Especial 300k)

Capítulo 18

736K 45.3K 32.3K
By Itssamleon



Mi estómago se revuelve con violencia cuando el hombre de la entrada clava sus ojos castaños en los míos.

Todo se siente incorrecto respecto a él. Es mucho más alto que yo y su masa muscular lo hace lucir mucho más aterrador de lo que ya es. Su cabello está a rape, y la tinta de los tatuajes de su piel sobresale por el cuello y las mangas de su playera. Todo dentro de mí grita que me aleje, pero no puedo mover un solo músculo.

—¿Te comió la lengua el ratón, cariño? —una sonrisa lasciva se dibuja en sus labios—, ¿o es que Stevens no les permite hablar a sus putas?

La repulsión me invade debido a la forma en la que me ha llamado.

—Él no está aquí —me obligo a responder. Sueno firme, pero hay un destello asustado en mi voz.

El tipo chasquea la lengua y niega con la cabeza, pero sé que el pesar en su expresión no es sincero. Realmente, no lamenta que Harry no se encuentre.

—Supongo que tendré que entrar a esperarlo entonces —da un paso dentro del apartamento y mis brazos parecen reaccionar por voluntad propia, ya que arrastran la madera de la puerta para cerrarla. Su mano empuja con brusquedad para impedir que la cierre en sus narices y reprimo un grito de terror.

Es mucho más fuerte que yo, así que no le toma mucho esfuerzo abrir la puerta, a pesar de mis intentos por detenerlo.

—¿A qué le tienes miedo, cariño?, yo solo quiero entrar a esperar a mi amigo.

«¡Por favor, vete!, ¡por favor, por favor, por favor!».

—No volverá pronto —sueno aterrorizada, pero ya no me importa hacerle saber cuán alterada estoy.

—Tengo todo el tiempo del mundo —me regala una sonrisa radiante, pero el gesto no toca sus ojos.

Entonces, camina dentro del apartamento.

Sus pasos lentos y perezosos son amortiguados por la alfombra y su mirada se pasea por la estancia con lentitud.

Luego, me mira por encima del hombro.

—Jamás había estado aquí antes. Es un bonito lugar. ¿Vienes seguido?, ¿eres de sus recurrentes? —habla como si fuésemos los amigos más íntimos.

Me siento asqueada por sus palabras. Me rehúso a pensar que Harry llegó a traer prostitutas a este lugar, a pesar de que llegué a escuchar la voz de una alguna vez.

—Debo admitir que no eres mi tipo —la voz del hombre me saca de mis cavilaciones. Mis ojos encuentran los suyos, y la repugnancia se apodera de mí cuando me mira de pies a cabeza—. Me gustan las mujeres con curvas. No sabía que a Harry le venía bien la pedofilia.

Mi mandíbula está apretada con fuerza y el coraje se cuece a fuego lento en mi torrente sanguíneo. La humillación y la ira parecen mezclarse dentro de mi cuerpo como el peor de los monstruos, pero no me atrevo a decir nada.

—¿Por qué no vienes aquí y me complaces un poco? —se deja caer en el sillón donde besé a Harry por primera vez y quiero gritarle que se levante de ahí. Quiero gritarle que se vaya y no regrese nunca.

—No soy una prostituta —mi voz suena más determinante de lo que espero—. Harry va a tardar. Deberías marcharte ahora mismo si no quieres que llame a la policía.

Las cejas del hombre se alzan con asombro.

—¿Me estás amenazando? —la amabilidad en su tono, se siente equivocada. Es como si hubiera un tinte iracundo debajo de la miel que cubre su voz.

De pronto, se pone de pie. Yo retrocedo cuando avanza en mi dirección. Puedo escuchar el ritmo de mi pulso detrás de mis orejas. Puedo sentir cómo el horror me estruja el pecho con una fuerza demoledora y mis oídos zumban de pura ansiedad.

—¿Sabes qué le pasó a la última persona que me amenazó, perra? —sisea. De pronto, suena furioso.

Mi espalda golpea contra una de las paredes y mi mandíbula se aprieta cuando noto que solo está a unos pasos de distancia. Un grito se construye en mi garganta conforme se acerca. Mi cuerpo tiembla sobremanera y mi corazón acelera su marcha un poco más.

—¿Qué demonios crees que estás haciendo? —la familiar voz ronca y arrastrada viene a mí y trae un golpe de alivio a mi cuerpo.

La mirada del hombre se desvía hacia el pasillo y yo aprieto mis ojos con fuerza. Cubro mi boca con una mano y reprimo el gemido asustado que tengo atascado en la garganta antes de atreverme a mirar la escena.

El hombre ha tomado distancia de mí. De pronto, su postura amenazante se ha convertido en una errante e insegura. Su mandíbula está apretada y sus ojos están clavados en un punto a mi izquierda.

Entonces, me atrevo a mirarlo...

Harry está ahí, parado a pocos pasos de distancia. Su ceño está fruncido con enojo profundo y su mirada está fija en el hombre. Su espalda está erguida completamente y sus hombros están cuadrados, de modo que luce más imponente que nunca. Es como si el enfado despertara algo salvaje e intimidante en él.

Su mirada se posa unos segundos en mí y un atisbo de alivio recorre sus facciones. Entonces, vuelve su atención al hombre.

—Ve a la habitación, Maya —escupe.

Me toma por sorpresa el tono glacial con el que se dirige a mí. Casi no puedo reconocer su voz debido a la dureza que ha impreso en ella.

¿Qué?

La frialdad en su mirada me pone la carne de gallina.

—Que vayas a la habitación —suelta, con más fuerza. No me atrevo a moverme, ni a decir nada—. ¡Ahora, Maya! —su voz truena en la estancia y pego un salto en mi lugar.

La humillación me invade por completo, pero me obligo a avanzar en dirección a donde se me indica.

El silencio se apodera del lugar, hasta que cierro la puerta detrás de mí. No puedo reprimir el impulso que tengo de pegar una oreja a la madera para tratar de escuchar lo que dicen, pero lo único que logro escuchar cuando lo hago, son sonidos roncos y profundos.

Harry suena molesto. Muy molesto. El hombre, por otro lado, suena asustado.

Mis intentos por escuchar la conversación son inútiles. No soy capaz de oír nada por más que trato, y maldigo para mis adentros antes de girar la perilla con cuidado. Es entonces, cuando logro escuchar las voces un poco más nítidas y claras.

—No vuelvas a poner un pie en mi jodido apartamento si no quieres que te vuele la tapa de los sesos, Tyler —la voz de Harry llega a mis oídos. Suena tranquilo. Demasiado tranquilo para mi gusto.

Me toma unos segundos darme cuenta de que no está amenazándolo. Está avisándole que va a hacerlo...

«Nunca he matado a nadie». Sus palabras retumban en mi cabeza, y trato de aferrarme a ellas a pesar de la inquietud que me embarga.

—¡No respondías tu maldito teléfono, Bestia!, ¿qué demonios se suponía que hiciera?, el jefe no está nada contento contigo —la voz de Tyler, el hombre aterrador, llega a mí. El tono amenazante de su voz, se ha esfumado por completo. Ahora suena como un adolescente a la defensiva.

—Eso no te da derecho de venir aquí, imbécil —escupe Harry—. Yo iré con Rodríguez cuando tenga oportunidad, no te metas donde nadie te llama.

—¡Me meto porque está mi cabeza en juego, Stevens!, ¡no has ido a reportarte en una semana!, ¡yo te recomendé!, ¡yo te metí en todo esto! —el tono de voz de Tyler es cada vez más fuerte y desesperado—. Te lo advertí. Te dije que una vez dentro no había salida.

—No quiero que vuelvas a venir a mi casa, Tyler, te lo advierto —Harry ignora las protestas del hombre e imprime un tono frío y lacónico cuando añade—: Y, por favor, no vuelvas a acercarte a ella de esa forma si quieres conservar tus malditas bolas.

Mi corazón se salta un latido en el momento en el que me doy cuenta de que está hablando de mí. Una extraña emoción calienta mi pecho, y quiero sonreír como idiota.

—¿Es eso? —la incredulidad tiñe la voz de Tyler—, ¿es por ella?, ¡mierda, Bestia!, sabes que no puedes dejarlo todo así como así; menos por una chica. No se juega con estas personas y lo sabes.

—Te lo advierto, Tyler. No estoy jugando —Harry sigue ignorando las palabras del hombre. La tranquilidad en su voz suena extraña. Calculada—. Vuelve a acercarte a ella, y me encargaré de arrancarte los testículos con unas pinzas.

—Solo te advierto una cosa, Bestia. Si abandonas el barco, Rodríguez va a venir a buscarte; y no voy a poder hacer nada para evitarlo —Tyler dice, al cabo de unos segundos.

—No voy a abandonar nada, ¿de acuerdo? —de pronto, Harry suena irritado—. Llamaré a Rodríguez mañana mismo.

—Bien —Tyler suena un poco más satisfecho. Las pisadas lentas y perezosas resuenan por todo el apartamento, antes de que diga—: Y, ¿Harry? —es la primera vez que lo llama por su nombre—, no dejes que esa chica te ciegue. No puedes ablandarte ahora. Es solo una chica, ¿de acuerdo?

—Soy Bestia, ¿recuerdas? —la frialdad en el tono de Harry, hace que mi corazón se estruje—. Yo no me ablando.

El hombre masculla algo que no soy capaz de entender, antes de que el silencio inunde la estancia. Me toma unos instantes darme cuenta de que el tipo se ha marchado y que estoy aquí, con la puerta medio abierta, escuchando conversaciones que no debería.

Es entonces, cuando me apresuro a cerrarla para correr hasta la cama y sentarme sobre ella con aire tranquilo.

Harry abre sin llamar, pero se detiene en el umbral. Mi mirada encuentra la suya y soy capaz de mirar la vacilación en su expresión. Sus manos se hunden en los bolsillos de sus vaqueros y muerde la parte interna de su mejilla.

—¿Estás bien?

Mi corazón aún no ha recuperado su ritmo habitual, pero me obligo a tragar duro y asentir con la cabeza. No confío en mi voz para hablar.

El silencio se apodera de la estancia, antes de que Harry dé un paso vacilante en mi dirección.

—Lamento mucho haberte hablado como lo hice —dice. La calidez en su voz hace que la sensación enfermiza que experimenté hace unos instantes, termine de disolverse—. De verdad, lo lamento mucho.

—Está bien —digo, en voz baja, antes de regalarle una sonrisa suave. Él corresponde a mi gesto.

Está a punto de decir algo cuando, de pronto, su mirada me recorre de pies a cabeza. Puedo notar cómo su expresión se transforma en un gesto que no puedo descifrar.

—Dios mío, estás hermosa... —dice, pero suena como si lo hubiese dicho más para sí mismo que para mí.

Siento el rubor calentando mi rostro, y sonrío aún más. Desvío la mirada de la suya para posarla en mis manos, las cuales están apoyadas en mis rodillas flexionadas.


Una pregunta vaga por mi mente mientras miro las líneas suaves en mis palmas. Quiero armarme de valor para decirla en voz alta, pero me toma unos instantes conseguir la confianza y el coraje para hacerlo.

—¿Quién era él? —mi voz suena más firme de lo que espero, tras un largo momento.

No quiero arruinar el momento, pero tampoco quiero quedarme con la duda. Sé que no debo pronunciar esas palabras si no quiero saber la respuesta, pero simplemente no puedo pasarlo por alto.

Harry desvía la mirada y cierra los ojos, como si le diera vergüenza que yo estuviese preguntando algo así.

Le toma unos segundos volver a encararme, pero luce sereno cuando lo hace.

—¿De verdad quieres saber? —habla, en un susurro ronco y profundo.

—No realmente —me sincero—, pero necesito hacerlo.

—Es una de las personas con las que trabajo. Su nombre es Tyler —dice—. No te preocupes por él. No va a volver a acercarse a ti.

La sensación de protección que traen sus palabras, es maravillosa. Harry Stevens me hace sentir más segura que nunca; es quien ha devuelto mi fe en la humanidad. Es el chico que puede hacerme olvidar todo lo que me angustia en un segundo...

Quiero saber a qué se dedica exactamente. Quiero saber qué hace en realidad. Por muy aterradora que sea la verdad completa y sin filtros, deseo saberla; pero no me atrevo a decir nada ahora. No quiero arruinar lo que tenemos planeado para hoy, así que decido guardar mis preguntas para después.

—¿Saldremos más tarde? —sueno nerviosa, pero a él no parece importarle.

—Por supuesto —asiente—. Solo me doy una ducha rápida y nos vamos.

Una sonrisa radiante se apodera de mis labios y asiento, mientras él se apresura a tomar ropa del armario y salir en dirección al baño. De pronto, se detiene a medio camino. Vuelve sobre sus pasos y trota de forma graciosa hasta mí.

Se inclina hacia adelante, y toma mi barbilla entre sus dedos para depositar un pequeño beso en mis labios.

—Hola... —susurra contra mi boca y vuelve a presionar sus labios contra los míos.

—Hola —susurro de vuelta, cuando se aparta.

—No tardaré —me guiña un ojo y se encamina hacia el baño.

—¿A dónde quieres ir? —Harry habla mientras enciende su viejo cacharro.

Me mira de reojo y no me pasa desapercibida la sonrisa fácil que tira de sus labios. La sombra de sus hoyuelos lo hace lucir amable y juguetón, y se siente como si estuviese conociendo una faceta de Harry completamente nueva para mí.

—Mi amiga Kim me habló de un lugar de comida brasileña. Ella y su novio van ahí todo el tiempo y dice que es bastante económico —sueno muy entusiasmada. Aunque no lo admita en voz alta, deseaba que esto sucediera entre nosotros desde hace mucho tiempo.

Harry asiente, pero su sonrisa vacila. De pronto, luce nervioso. Mi ceño se frunce ligeramente, pero no me atrevo a preguntar qué sucede.

—¿Por dónde está? —trata de sonar fresco y tranquilo, pero hay un filo tenso en el tono de su voz.

—Por Mission Street —mi entusiasmo previo se tambalea un poco. No quiero que piense que soy una entrometida, y tampoco quiero incomodarlo, pero su actitud me inquieta demasiado, así que me atrevo a preguntar—: ¿Está todo bien?, era solo una sugerencia. Si quieres que vayamos a otro lugar, yo...

—No —me corta, pero no despega los ojos del camino ni un segundo—. No es eso, Maya. Es que...

Espero en silencio, pero las palabras no vienen.

—¿Qué? ¿Qué ocurre? —insisto.

El silencio que se apodera de nosotros es tenso y tirante. Avanzamos por las calles repletas de tráfico y Harry se detiene cuando una luz roja nos alcanza. Entonces, toma una inspiración profunda.

—No suelo ir a lugares así, Maya —dice.

Me toma unos instantes darme cuenta de cuál es el trasfondo de sus palabras.

Harry no va a lugares como ese por sus cicatrices. Por esas marcas que son naturales para mí ahora. Él sabe que pueden ser impresionantes cuando las miras por primera vez. Debe recibir muchas miradas curiosas y escandalizadas por eso.

—Podemos ir a otro lugar —sugiero, pero me siento un tanto desanimada ahora. A cualquier lugar a donde vayamos va a sentirse incómodo.

—Quiero llevarte ahí —dice, tras un momento, con determinación—. Está bien, Maya. Estoy acostumbrado, es solo que... —fija su vista en el camino y niega con la cabeza—. Es solo que no quiero que te sientas incómoda por eso. La gente va a mirarme. Mucho.

—No me importa, Harry —digo, firme y segura—. Lo único que quiero es pasar tiempo contigo.

No responde, pero su mandíbula se tensa considerablemente. Sé que no está convencido de esto aún y me siento impotente por no saber qué hacer para hacerlo sentir un poco más tranquilo.


El estado de ánimo de Harry cambia conforme nos acercamos al lugar, así que empiezo a hablar acerca del trabajo, en un intento de aminorar la tensión que comienza a hacerse presente en su lenguaje corporal.

Hablo sobre Kim y Will, Fred y su infidelidad. Incluso, hablo sobre mis funciones en el restaurante. Sueno patética, pero él parece relajarse con el paso de los minutos.

Al llegar al restaurante, lo primero que hago, es entrelazar sus dedos con los míos. Trato de demostrarle que no me importa lo que la gente piense, pero no estoy segura de que esté recibiendo el mensaje como me gustaría.

De pronto, parece tomado por sorpresa cuando soy yo quien guía nuestro camino por el estacionamiento hasta la entrada principal.

El mesero de la recepción palidece en el momento en el que nos ve llegar, pero se apresura a desviar la mirada del rostro de Harry para posar toda su atención en mí. Puedo sentir la incomodidad que irradia el cuerpo del chico con el que vivo, pero trato de no hacerlo notar.

El tipo de la recepción nos da la bienvenida sin apartar la vista de mí. Evita a toda costa mirar a Harry mientras habla, y no sé si quiero golpearlo o agradecer la indiferencia que trata de mostrar.

Nos encamina hasta una de las mesas vacías del fondo —por petición de Harry—, y se aleja una vez que una de las meseras se acerca a dejar un par de menús.

La chica menciona los especiales del día y se retira sin darnos una segunda mirada. Durante todo ese tiempo, Harry ha permanecido con la cabeza agachada. Una vez que la mujer se retira, alza la vista y me observa. Luce torturado, agobiado y arrepentido. En ese momento, mi pecho se contrae con una emoción apabullante.

Estiro mi mano para alcanzar la suya por encima de la mesa, pero él la retira. Una punzada de dolor escuece en mis venas, pero trato de mantener mi expresión neutral. Quiero decir algo —lo que sea— para disminuir la tensión, pero nada viene a mi mente. Pruebo con un comentario acerca de la bonita iluminación del lugar, pero él no parece haberme escuchado.

Su vista recorre la estancia una y otra vez, y eso me hace sentir cada vez más incómoda. que no quiere estar aquí. que está concentrado en la multitud a nuestro alrededor a pesar de que nadie está mirándonos; y, sobre todo, que esto va a ser un fracaso si no se olvida de todos sus complejos ahora mismo.

—Harry, no tenemos que estar aquí si no quieres —digo, tras un largo silencio.

Sus ojos encuentran los míos.

—Estoy bien —me regala una sonrisa tensa.

—No luces bien —apunto.

De pronto, su mueca se transforma en una expresión exasperada y molesta.

—Estoy haciendo esto por ti, Maya —sisea, con coraje—, dame un poco de crédito.

Sus palabras son como una bofetada y la ira se apodera de mi cuerpo con rapidez.

—No necesito que hagas nada por mí —siseo de vuelta—. Creí que querías salir conmigo, pero si vas a estar al pendiente de un puñado de personas que ni siquiera te miran, entonces vámonos.

Por un doloroso momento, creo que va a levantarse y va a pedirme que nos marchemos, pero no lo hace. Se limita a cerrar los ojos con fuerza, e inhalar profundamente.

—No quiero pelear contigo —su voz suena inestable y ronca... derrotada—. No hoy. No cuando luces así de bonita.

Sin pensarlo dos veces, me pongo de pie.

Luce aterrorizado por mi acción, pero no me importa. La expresión asustada en su rostro, se transforma en una cargada de confusión.

No sé muy bien qué estoy haciendo, pero no me detengo. Él recarga su espalda en el respaldo de la silla y alza la vista para mirarme. Me inclino hacia adelante y ahueco su rostro entre mis manos antes de besarlo. Mi lengua busca la suya en ese momento y un gemido ronco brota de su garganta.

No reacciona de inmediato, pero, cuando lo hace, corresponde a mi beso con avidez. Una mano grande se coloca en la parte trasera de mi cabeza y me presiona contra él.

Cuando nos separamos, une su frente a la mía. Sus ojos están fijos en los míos, y soy capaz de notar cómo el miedo se disipa de su expresión.

—Necesitaba eso —su voz suena más ronca que de costumbre.

Una pequeña risa me asalta, y presiono mis labios contra los suyos una vez más.

—Podemos irnos en el momento en el que lo desees —susurro contra su boca—. Solo quiero estar contigo, Harry. No importa dónde.

—Estoy bien —asegura mientras aparta un mechón de cabello lejos de mi cara—. Ahora estoy bien.

Mojo mis labios con la punta de mi lengua y él mira la acción. Sus ojos se oscurecen notablemente, pero no dice nada. Se limita a sonreír y a acariciar mi pómulo con la yema de su pulgar.

De pronto, su vista hace un recorrido fugaz por todo el lugar y una risita ronca lo asalta.

—¿Tienes idea de cuántas personas nos miran ahora? —dice con aire reprobatorio, pero luce divertido.

Me encojo de hombros mientras me aparto. Trato de lucir casual, pero estoy más allá de lo avergonzada. Acabo de dar un espectáculo, pero no me arrepiento en lo absoluto. Jamás me arrepentiría de algo que hiciera que Harry Stevens sonriera como lo hace ahora mismo.

Miro de reojo alrededor y me doy cuenta de cuántas personas nos observan con curiosidad y diversión. El rubor sube por mi cuello hasta apoderarse de mi rostro, pero hago acopio de toda mi dignidad para volver a sentarme en mi lugar.

—Podría acostumbrarme a este tipo de atención —Harry observa. No ha dejado de sonreír. Los hoyuelos están profundamente marcados en sus mejillas y me siento satisfecha por haber sido yo quien ha puesto esa sonrisa en su rostro.

—Yo podría acostumbrarme a tu sonrisa —las palabras salen de mi boca antes de que pueda procesarlas y siento cómo el rubor en mi cara incrementa.

La calidez invade su expresión, y estira su mano para alcanzar la mía por encima de la mesa.

—Eres la mujer más hermosa que existe —dice, en un susurro dulce—, lo sabes, ¿cierto?...

—No lo soy —niego con la cabeza, pero estoy eufórica.

—Lo eres para mí —su ceño se frunce con fingida indignación—, y no me importa lo que digas.

Una sonrisa idiota abre su camino en mis labios solo porque nunca nadie me había hecho sentir de esta manera. Nunca nadie me había hecho sentir así de bien conmigo misma.

—¿Estás listo para ordenar? —mi voz suena cargada de emoción reprimida, pero no me importa.

—Estoy listo ahora —me guiña un ojo y levanta mi mano para depositar un beso justo en el dorso.

Continue Reading

You'll Also Like

84.5K 6.8K 18
Ella sabía que tenía una mala vida, sabía que había tenido malas decisiones y que la habían dejado sin nada por lo que luchar. Se dejaba llevar por l...
9.2K 254 6
La oscuridad siempre reinará... ¿Serías capaz de darlo todo por amor...? Ahora que Scott asume como rey del Infierno, las cosas se vuelven un poco...
142K 6K 26
Katy odia a Pablo, y Pablo odia a Katy. Por cosas de la vida sus madres son mejores amigas y los han obligado a convivir juntos desde pequeños, ¿que...
1.1K 144 23
Jamás creí que la palabra Diablo, existiera de tal manera. No conocía en extensión su significado, al menos no en la vida real. No hasta qué la con...