Catarsis

By AprilRussel123

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Han pasado cinco años desde que Catalaia habia desaparecido de la vida de Nathaniel y de su hija. Desde aquel... More

PROXIMAMENTE
ADVERTENCIA
Capitulo 1: Con el pasar del tiempo
Capitulo 2: Enterrada en el olvido
Capitulo 3: Sigue latente los recuerdos
Capitulo 4: Se pierde la fe
Capitulo 5: El pasado en el presente
Capitulo 6: En lo profundo
Capitulo 7: Subastando un alma herida
Capitulo 8: Quebrantada
Capitulo 9: Quedan cenizas
Capitulo 10: Lo que la vida me robó
Capitulo 11: Los sentimientos llaman
Capitulo 12: Manipulaciones
Capitulo 13: Se abre una mazmorra
Capitulo 15: Realmente nunca ha terminado
Capitulo 16: Posibles alianzas
Capitulo 17: Un viaje que podria cambiarlo todo
Capitulo 18: El deseo acecha
Capitulo 19: Resurgen pasiones
Capitulo 20: Rota y hermosa
Capitulo 21: Una llamada que lo cambia todo
Observacion
Capitulo 22: La mejor medicina
Capitulo 23: Pende de un hilo
Capitulo 24: Rencores unificados
Capitulo 25: Se fortalecen lazos
Capitulo 26: Fin de año
Capitulo 27: Arde el año nuevo
Capitulo 28: Parca
Capitulo 29: Heridas a la culpa
Aviso!!!!
Capitulo 30: Mujer de todo hombre
Capitulo 31: Dos dolores se enfrentan
Capitulo 32: El mal por el bien
Capitulo 33: El sexo en aprietos
Capitulo 34: guerra a la inseguridad
Capitulo 35: Morir por vivir
Capitulo 36: A partir de hoy
Capitulo 37: Lo inevitable
Aviso importante
Capitulo 38: Una en un millón
Capitulo 39: Desiciones Erradas
Capitulo 40: Cruel petición
Capitulo 41: Al final, queda el amor
Capitulo 42: Daño colateral
Capitulo 43: Caen las venganzas
La teoria del silencio (Nueva historia)
Capitulo 44: Sale el Sol
Capitulo 45: Catarsis
Capitulo 46: Un mensaje lo cambia todo
Capitulo 47: Una madre, para una hija
Capitulo 48: Gana el rencor
Capitulo 49: Intransigencias
Capitulo 50: Cae en su cauce
Capitulo 51: Se hace presente la justicia
Epilogo
¡Mil disculpas!

Capitulo 14: Se libera el pasado

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By AprilRussel123

Catalaia Archer

Su rostro tenso y al mismo tiempo dolorido me comenzaba a acongojar el corazón. No quería que contara nada, ya había aceptado que habían cosas de él que no sabría pero él insistió. No sabía si eso sería bueno u ocasionaría que sus traumas volvieran más fuertes acentuándose gravemente. No me miraba, de hecho temblaba y su voz se había tornado estertorosa. Después de un largo silencio entre los dos, tras un profundo suspiro decidió comenzar.

— Después de que mi madre murió, todo fue peor. Era doble el infierno. Pero ya estaba acostumbrado a golpes, a insultos, y a más golpes. Pensé que sólo sería eso, solo golpes por parte de mi padre. Pero no fue así. Después de dos años de la muerte de mi madre, mi padre me dijo que era hora de hacerme hombre. A los once años me llevó a un prostíbulo. Debía tener mi primera relación sexual con mujeres que no conocía además de que ni siquiera sabía que era el sexo. No pude tener sexo con esas mujeres y pues tenía miedo de la reacción de mi padre aunque pensé que me daría una golpiza y ahí acabaría.

Volvió a quedarse en silencio y esta vez podía ver como sus ojos reflejaban un tormento que jamás había visto en él. Quería que parara, imaginaba cientos de cosas terribles. Cerró los ojos apretando su mandíbula tan fuerte que sus venas se habían  marcado en su sien.

— No fue una golpiza, me llevó a una habitación a rastras y en esa habitación estaba Margaret asustada. Se sentó en una silla con una fusta en las manos. Estaba borracho como de costumbre pero cuando estaba borracho era cuando más violento era. Obligó a Margaret a quitarse la ropa y lo mismo hizo conmigo. Me obligo a hacer cosas..., me hizo hacerle cosas que son aberrantes. Le supliqué que se detuviera, que no quería hacerle eso a mi hermana y él solo carcajeó y tras eso, me golpeó tan fuerte que me saco el aire de los pulmones. — Derramando lágrimas bajo la mirada— Ese día ese hombre me hizo violar a mi hermana. Y así fue por dos años seguidos. Me hacía tener sexo con ella mientras el miraba, se regocijaba porque según el había convertido a su hijo en un hombre y a su hija en una mujer. Durante dos años me daba drogas para poder sostener una ereccion porque por mi solo, no podía. Por eso me daba golpizas gritándome que era un mierda, un marica que no le gustan las mujeres. Un día me negué a seguir abusando de Margaret y pensé que él me golpearía a mi. Creí que me castigaría a mi pero no, sabía cuánto la quería y en lugar de castigarme a mí, lo hizo con ella. La golpeó una y otra vez hasta casi matarla. No llevaba ni dos periodos cuando había quedando embarazada. Cuando Ellen nos acogió, nos ayudó a deshacernos de ese error, abortó. Después de eso, no podía tener una mujer cerca. No sentía deseos de estar con ninguna. Tampoco podía tener erecciones, hasta que llegó Odette. Pensé que se había enamorado de mi pero no, solo me humillaba igual o peor que mi padre. Quizá la aguanté por tanto tiempo porque era la única mujer que me hizo sentir lo que las demás no lograban. — Secando sus lágrimas suspiró — Tienes razón al decir que soy un saco de problemas. Daño todo lo que está cerca. Destruí la vida de mi hermana, por mi culpa no puede hacer el amor con un hombre, por mi culpa no ha podido vivir una vida normal. Aunque ella se empeña en decir que no fue mi culpa, si lo es. Soy su hermano y debía protegerla pero no lo hice. Luego me enamore de una mujer a la que no he hecho más que daño y dolor. Por mi culpa has perdido dos bebés, por mi culpa esa infeliz te ha secuestrado y ha hecho que seas ahora quién eres. No tienes idea lo miserable que me siento. Quizá creas que no tengo idea de lo que pasaste esos cinco años. Pero si que lo se, porque fui yo quien violé, quien abuse de una mujer aún sin quererlo hacer y créeme que es algo que no me deja vivir en paz. Entiendo tu dolor, más de lo que crees, entiendo lo que sientes porque aún después de más de veinte años yo lo sigo sintiendo. Quizá por eso soy un mierda y salvaje en el sexo, tal vez por eso tampoco he sabido ser buen hombre para ti. Pero créeme que he dado lo mejor de mi, el problema es que no hay casi nada bueno en algo como yo.

Aún estaba en trance, me había imaginado tantas cosas menos esa. Es que no podía concebir como un padre le hace eso a sus hijos. Mucho menos podía entender como llevando eso consigo dormía por las noches o estaba tranquilo. El se veía culpable pero yo no veía la culpa por ningún lado. Era una terrible víctima de un canalla que no debió de ser padre, no debió ni siquiera de existir.

— ¿Cómo murió tu padre?

— Murió, qué es lo importante. Los detalles sobran. Son cosas que no deseo recordar. — Soltando otra lágrima, añadió. — A veces no se cómo mirarla a los ojos. Cada vez que la veo drogada con píldoras o borracha me siento como una mierda. Porque se que trata de olvidar todo eso dañándose a sí misma. Pero más me duele el que haya conseguido a un imbécil que en vez de amarla y protegerla solo abusó de ella por años. Desde que existo, mi vida ha sido caótica. No supe lo que era una familia, navidades junto a mis padres. Nunca supe que se sentía ser querido y deseado realmente por ellos. Siempre tuve el temor de dañar a otros con mis acciones, y quizá ese mismo temor me llevó a hacer daño. Llevo tiempo sufriendo en silencio por Eleanor, aunque intento fingir que no tiene nada, sé que es igual que yo. Por mi culpa es igual de anormal y los niños se burlan de ella en el colegio. En serio, quiero dejar de hacer sufrir a los demás, a las personas que amo pero creo que es mi naturaleza y como único se evita es yo alejándome. Ahora sabes quien soy, lo aberrante, repugnante y nefasto que es mi pasado. Piensas que no estás a mi altura..., no Catalaia. Quien no está a la altura soy yo.

Se levantó y se fue dejándome en aquella terraza llena de emociones encontradas. En aquel momento todo en mi mente había cambiado. No sentía pena, no sentía lástima, es que no se que sentía pero solo quería ir con él y abrazarlo fuertemente. Yo no había tenido familia, pero jamás mi padre hizo ni nada atroz como el padre de Nathaniel. El único pecado de mi padre fue ser uno ausente y no haberme dejado saber quien fue mi madre. Yo sufría en aquel momento, sufría demasiado, me dolía vivir pero ese dolor había sido en los últimos cinco años.  Entre a la casa y a escondidas vi como llevaba a Eleanor a su habitación y acostándose a su lado lloraba en silencio mientras la miraba dormir. Ver a Nathaniel llorar era raro, generalmente escondía sus emociones detrás de esa máscara impenetrable de hombre fuerte e implacable. Pero en aquel momento estaba destrozado, miraba a nuestra niña con dolor e inferioridad como si ninguna de las cosas buenas que le pasaran fuera merecedor de ellas. Quizá era orgullo, dolor o no se que demonios..., pero en mi corazón había una horrible brecha. En un lado estaba mi amor por él y en el otro estaba mi dolor. Pero en aquel momento mi amor estaba ganando. Había pasado los peores años de mi vida en aquel infierno, pero estaba cansada de ser la víctima, estaba cansada de ser una mártir y que Odette me viera como su puta. Le demostraría que aunque me jodio la vida, aún estaba de pie. Entre a la habitación de Eleanor y me recosté al otro costado mirándolos a los dos. Nathaniel secó sus lágrimas y comentó.

— Estaba despidiéndome. Ya me iré, no quiero despertarla.

— No se quien crees que soy. No se porque piensas por mi. Tampoco entiendo como es que crees que puedo sentir asco por ti. Nada de eso me describe.

— Catalaia, no hace falta que me tengas lastima. Si te conté todo es porque además de habértelo prometido, tenías derecho a saber quien soy. Al final, eres mi esposa y debí decirte antes de casarnos.

Comencé a acariciar el cabello de Eleanor y suspiré respondiendo en voz baja cuidando de que ella no despertara.

— Por cinco años quería morir, no veía el día en que mi corazón dejara de latir. No era esas cosas espantosas que me hacían los hombres lo que me hacía querer morir, era el saber que estabas acá fuera quizá con una nueva vida, con nuestra hija y yo no saldría de allí jamás. No se que me hizo seguir viva, pero ahora lo sé.

Me miró confundido pero aún avergonzado.

— No entiendo de qué hablas.

— Desde que soy chica, todo me daba miedo. Era muy tímida y todo me asustaba. Mi padre decía que era débil y al mismo tiempo testaruda. — Sonreí tenue — Si que lo soy, a veces creo que soy demasiado testaruda. El miedo en cambio era algo que me acompañaba a todos lados. Odiaba ser así, porque aunque intentaba ser fuerte por dentro me quebraba. Cuando te conocí por primera vez, te hice frente pero por dentro estaba muerta del miedo. Mostré alguien quien realmente no soy. Luego llega Odette a joderme la vida y también le tuve miedo. Siempre he salido jodida por tener miedo. Pero si algo he aprendido en esos cinco años es a coger de la mano el miedo y a seguir viviendo. No soy la misma de antes, y creo que quizá no vuelva a serlo, pero tú tampoco lo eres, nadie es el mismo para toda la vida. La gente cambia, las vivencias transforman el alma y a mi, me la secaron. Quiero que tengas claro que no te tengo asco, que jamás podría sentir pena por ti. También quiero que entiendas que no eres culpable de los traumas de Margaret. Ambos fueron víctimas de un pedófilo violador. — Apreté los dientes haciendo que me mirara a los ojos. — Tampoco eres culpable de nada de lo que Odette ha hecho. Estaba enojada cuando dije lo que dije. No dañas a las personas, te dañas a ti mismo al creer eso.

— Te he dañado a ti

— No, me ha dañado la vida desde que nací. Solo que ahora caigo en cuenta de ello. Solo en algo tienes culpa, y es la razón por la cual aún siento dolor en mi corazón. Tienes culpa en haber permitido que mi hija llamara a otra mujer "mamá" tienes culpa al no haber tenido el suficiente coraje para decirle a esa mujer que no la amas. Tienes la culpa de haber metido a nuestra casa a una mujer que solo ha confundido a Eleanor. Se que no la amas, lo veo en tus ojos y desde que te conozco, puedo ver la verdad o mentira en ellos. Te creo al decirme que la metiste a la casa tratando de darle una figura materna a Eleanor, pero fue una decisión errónea. — Volví a mirar a Eleanor y acariciando sus mejillas añadí — No tienes idea cuánto duele que tu hija te diga una y otra vez que no te quiere, que prefiere a otra mujer antes que a mi, que la lleve en mi vientre, que la di a luz, que desde que supe que estaba en mi vientre la protegí con mi vida. Eso es más horrible que cualquier cosa que haya pasado en estos cinco años. 

— No sé cómo hacer para que me disculpes por eso. Te juro que vivo atormentado. Pensé que lo hacía bien, pero cuando me di cuenta del error ya tenía a Roxana en casa y a Eleanor apegada a ella.

Tenía una confusión que iba más allá de mi razón o de lo que mi corazón era capaz de sentir. Me jodia, y mucho porque seguía amándolo como idiota. Mi amor por él seguía ahí intacto y pareciera que pasara el tiempo que pasara, seguiría igual. Pero aunque lo amaba, seguía lastimada y herida.

— Si puedes hacer algo, no quiero que Roxana esté cerca de mi hija. No quiero que tenga contacto alguno con esa mujer.

— ¿Que? Pero...

— Pero nada, es mi hija y no quiero que esté con esa mujer. Esta mañana, Eleanor intentó echar en mi café unas píldoras que le dio Roxana. Lo sé porque la escuché hablando por teléfono con ella. No se que pretendía hacer, pero no quiero a esa mujer con Eleanor.

Nathaniel asintió con la cabeza y no puso mayor negación a lo que le estaba pidiendo.

— Será como desees. Hablaré con ella y no verá más a Eleanor.

Era inútil que siguiera fingiendo que no me importaba. Moría de celos, moría de rabia al saber esa mujer en mi casa, tan cerca de él y de mi hija. Quería pretender que no me afectaba pero si me afectaba y más de lo que yo quería aceptar. Pero el orgullo y el dolor de las heridas aún frescas en mi corazón aún seguían.

— Mentirte sería como mentirme a mi misma. Sigo sintiendo algo por ti, pero no creo que ese "algo" sea más fuerte que mi decepción. Confío que con el tiempo ese "algo" desaparecerá y podré estar en paz contigo, conmigo misma y con la vida.

Dándole un beso a Eleanor en la cabeza me fui de aquella habitación con la idea de olvidar, olvidar el amor, olvidar el placer, el romance, olvidar el ser mujer. Dejarlo ir aunque me llevara toda una vida acostumbrarme a ello. Estaba rota, y hay ciertas cosas que cuando se rompen, simplemente no tienen reparación y yo no lo tenía.

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