Classroom

By Andypgs

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Un típico reencuentro de la preparatoria. Una clase de estudiantes lejos de ser inocentes. Cada uno oculta su... More

Sinopsis
Nota previa
Prologo
Personajes
Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capitulo Cinco
Capitulo Seis
Capitulo Siete
Capitulo Ocho
Capítulo Nueve
Capitulo Diez
Capítulo Once
Capítulo Doce
Capítulo Trece
Capítulo Catorce
Capítulo Dieciséis
Capítulo Diecisiete
Capítulo Dieciocho
Capítulo Diecinueve
Capítulo Veinte
Capitulo Veintiuno
Capítulo Veintidós
Capítulo Veintitrés
Capítulo Veinticuatro
Capítulo Veinticinco
Capítulo Veintiséis
Capitulo Veintisiete
Capítulo Veintiocho

Capítulo Quince

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By Andypgs

Sábado 11:00pm ¿Listos para la primera clase?

«Yo soy su maestro»

Cuatro simples palabras.

Rebotaban en mi mente, anclándose en una perfecta cadena de sentimiento que formaba un ciclo infinito de terror; sin temor a ser olvidado, sin evaluar las marcas que creaba, sin ser consciente de lo que provocaba. En mí. En todos.

De un momento a otro, solo reinó un silencioso pero cargado caos.

Quisiera decir que alguien levantó su voz para callar la voz terrorífica, que alguien se atrevió a reírse o molestarse. Más aun, quisiera decir que todo era una broma pesada, como hace unas horas cuando Ty oscureció la habitación, pero lo cierto es que todo lo que pasaba era absolutamente real.

Se estaba cumpliendo nuestra peor pesadilla.

Alguien descubrió nuestros secretos, peor aún, quería que pagáramos por todos ellos.

Pero ¿De qué manera?

Aquella risa escalofriante volvió a inundar mis oídos devolviéndome a la realidad.

¿Preocupados?—soltó con sarcasmo—Yo también lo estaría. Fueron terribles personas, temo que decir que son peor que antes. Tienen mucho que aprender. Por eso estoy aquí.

Busque a Mel entre mis compañeros, tenía la mirada hacia el techo sin enfocar ningún punto igual que el resto de la clase, ya que no sabíamos de donde provenía la voz. El sonido parecía un eco, rebotando de todos lados. Enfoqué mi vista en Keith, al sentir el peso de mi mirada se giró para verme en confusión.

Esto es pura basura—exclamó Scott—¿No creerán toda esa mierda?

Scott se dirigió furioso a la puerta para intentar abrirla a la fuerza como Kilian hace unos minutos atrás, pero al igual que su amigo, sus intentos fueron en vano.

Amigo—llamó Kilian—No creo que sea una broma, esto parece serio.

Scott bufó.

Esto es una tontería, seguro es otro imbécil rencoroso por...

¿Por qué?—interrumpió la voz—Vamos Scott, dilo ¿Por qué alguien los odiaría tanto?

Scott tensó la mandíbula, frustrado. El silencio volvió a protagonizar el salón, pero no duró mucho. Las risas emanadas por el supuesto maestro llenaron cada rincón.

Ni siquiera pueden decirlo en voz alta ¿cierto?—Algunos bajaron la cabeza, confirmando la afirmación del maestro—No se preocupen, cuando se gradúen de mis clases sus conciencias estarán muy limpias.

¿Y si no qué?—Se atrevió a preguntar Amanda

Entonces, el mundo será limpiado de personas como ustedes—soltó—Así que es un ganar–ganar.

Scott resopló de nuevo para luego maldecir en voz baja.

Pero ha sido suficiente plática, empecemos con su primera clase—continuó sin prestar atención en la incredulidad de Scott—LA LECCIÓN ES: TODOS TENEMOS DERECHO A UNA SALIDA.

Mierda, esto no es bueno.

»En sus años de escuela fueron buenos para acorralar a los demás. Sus burlas e insultos fueron el motor para orillar a muchos al abismo de la desesperación. Se concentraron en dejar a todos sin opciones más que las que ustedes mismos imponían.

»Destruyeron sueños, pisotearon esperanzas, lastimaron a todo el que se interponía en su camino al reconocimiento. Observaron el dolor ajeno y se regocijaron en él, orgullosos de nunca tener que pagar por sus actos. Buscando un lugar alto para ser vistos hundieron a todos los demás ¿Me equivoco?

Nadie respondió. Ni la lengua venenosa de Cassey, ni las burlas de Ty, ni siquiera la prepotencia de Scott.

»Bueno hoy serán ustedes los que tendrán que buscar una salida, quizás no les guste cuando la encuentren. A veces las opciones no son placenteras, si quieren salir de esta situación deben estar dispuestos a entrar en lugares poco agradables

»Solo les advierto que todas las búsquedas están plagadas de dolor, pero descuiden su sufrimiento no será mayor al de sus víctimas. Tomen decisiones con cuidado y no tarden demasiado. Mucha suerte mis queridos estudiantes.

La voz se despidió y quedamos solos de nuevo. Es extraño como una voz puede acompañarte, pero esta se sentía así. Cuando todo estuvo en silencio entendimos que el maestro ya no hablaría con nosotros, al menos por ahora.

¿Qué se supone que haremos ahora?—preguntó Marvin

Tú eres el genio aquí ¿no?—respondió Scott con sarcasmo provocando que Marvin lo mirara furioso.

Me crucé de brazos dispuesta a intervenir antes de que comenzara una pelea.

Hay que buscar la salida—alegué

Cassey soltó su típica risa burlona.

¿Disculpa? Creo que no te escuché bien pordiosera—Llevó uno de sus dedos con manicura a su oreja—¿Le seguirás el juego a este loco?

¿Tienes una mejor idea?—contraataqué

Lo pensó unos minutos mientras me miraba enojada, finalmente abrió su boca para aportar algo pero un pitido la distrajo.

Todos seguimos el sonido, el cual provenía de las paredes, casi tocando el techo. En cada muro se abrieron unas compuertas de las cuales salía un extraño artefacto compuesto por una especie de brazo mecánico con un agujero en la punta.

Llámenme loca, pero esas cosas parecían ser... ¿rifles?

El pitido dejo de sonar y el salón se llenó de una luz roja.

¿Qué es eso?—escuché que alguien preguntó, pero mi asombro me impidió averiguar quien hablaba.

Luego, sin ningún aviso, los cañones empezaron a disparar.

Mi piel ardía ante el contacto de las «balas», aunque no sabía cómo llamar a los pequeños proyectiles. No perforaban mi piel, solo la golpeaban con tanta fuerza que podía sentir el dolor calar hasta mis huesos.

La ráfagas eran rápidas, desde que los disparos comenzaron no se detuvieron ni un solo segundo, como si tuvieran municiones infinitas. Corrí de un lado para otro, tropezando con varios de mis compañeros que intentaban huir igual que yo, pero era inútil. Las armas nos seguían como si detectara nuestros movimientos, además lo dificultaba todo correr protegiendo nuestros rostros.

En un momento mi cuerpo no lo soportó más y me desplomé en el suelo con la cabeza debajo de mis brazos. Aun vencida, el fuego no se detuvo, continuó disparándome sin piedad impidiendo levantarme.

Cerré mis ojos, solo oía el grito desesperado a mi alrededor mezclado con el dolor que sentía. Esto no iba a matarte pero podía alargarse tanto como este enfermo lo quisiera.

No quería ni preguntar cuánto más le bastaría para parar las detonaciones. Tal vez nunca se detengan. Necesitaba salir de aquí cuanto antes.

Salir. Salida.

Mi mente trajo a la memoria sus palabras. Existía una salida solo debíamos encontrarla.

Si al menos pudiera levantarme.

De la nada, sentí un extraño peso sobre mí, las balas dejaron de impactarse en su mayoría, pero seguían los gritos alrededor. Con cuidado elevé mi vista para encontrarme con Keith. Me estaba protegiendo, usando su propio cuerpo de escudo para resguardarme.

No entendía las razones de Keith para hacer todo esto, pero no tenía mucho tiempo para pensar en ello. El salón se convirtió en una fábrica de quejidos de dolor, si alguien no estuviera viendo nos confundiría con una presa lastimada a punto de ser cazada.

Lo peor es que alguien si nos observaba.

Mi cabeza giro en todas la direcciones buscando una pista, una herramienta, algo que pudiera ayudarnos, pero solo encontré vidrios rotos, flores despedazas y mesas esparcidas.

Con mi último pensamiento, mi mente se encendió como un árbol de navidad.

¡Usen las mesas!—grité sin saber si alguien me escuchaba—Todos debajo de las mesas ¡AHORA!

Tomé a Keith por el cuello de su camisa para arrastrarnos hasta uno de los mesones, quedamos bajos los manteles escuchando las balas estrellarse contra la mesa.

Ambos nos miramos con la respiración agitada, teníamos múltiples puntos rojizos en la piel expuesta. Cada vez que intentaba moverme el dolor se manifestaba con potencia, no podía evitar contraer mi rostro.

Los gritos fueron descendiendo poco a poco hasta que solo se oyeron pasos y los constantes disparos. Ambos aguardamos una respuesta de nuestros compañeros sin saber qué hacer.

¿Salir?

¿Esperar que las detonaciones se detuvieran?

¿Buscar la salida arriesgándonos de nuevo?

Como ya es costumbre, ninguna de mis preguntas fue contestada. Mis luchas internas fueron interrumpidas por la llegada abrupta de dos personas.

Tanto Keith y yo nos alarmamos al sentir la presencia de alguien, pero al observarlos mejor confirmamos que solo se trataban de Kilian y Scott.

Tenían la misma apariencia que nosotros; desarreglados, heridos y agitados. Ambos apoyaron sus espaldas mientras expulsaban un quejido.

¿Y los demás?—preguntó Keith.

Usaron las mesas más cercanas—respondió Kilian—¿Qué mierda era eso?

Keith pensó unos segundos antes hablar.

A juzgar por los hematomas y la falta de profundidad en las heridas, diría que son balines.

De pronto las detonaciones se detuvieron para dar paso a la calma de nuevo.

¿Todos están bien?—llamó Keith preocupado

Por unos momentos nadie respondió, hasta que escuchamos los alaridos a la distancia.

Define lo que es estar bien, por favor—escuché a Ty

Los demás resoplamos en molestia ante la poca seriedad de su respuesta.

Además de los moretones, nadie parecía herido de gravedad. Eso era lo más extraño. No creo que golpearnos sea el objetivo principal del maestro, no podía sacar de mi cabeza esos aparatos tan extraños.

Nos siguieron mientras corrimos, se detuvieron mientras caímos al piso. Eso solo se traduce en una posibilidad.

Con lentitud me removí en mi lugar para exponer mi rostro fuera de los manteles, me percaté que las máquinas emitieron el agudo pitido y de nuevo comenzaron a disparar en mi dirección.

Retrocedí rápidamente, algunas detonaciones llegaron hasta mí, pero pude esquivar la mayoría. Algunos gritaron debido a la sorpresa.

¿Estás loca?—me reclamó Scott

No lo estaba, mi cerebro estaba procesando la información y confirmaba mis teorías.

Sensores de movimiento, reconocimiento facial—murmuré. Los tres chicos me miraron como si fuera alguna paciente esquizofrénica—Las máquinas están programadas para dispararnos en cuanto nos vean o nos movamos.

Scott se burló incrédulo.

¿Y qué haremos entonces?

Lo observé desafiante a punto de decir la mayor locura de mi vida.

Lo que dijo el maestro. Vamos a aprender.

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