Catarsis

By AprilRussel123

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Han pasado cinco años desde que Catalaia habia desaparecido de la vida de Nathaniel y de su hija. Desde aquel... More

PROXIMAMENTE
ADVERTENCIA
Capitulo 1: Con el pasar del tiempo
Capitulo 2: Enterrada en el olvido
Capitulo 4: Se pierde la fe
Capitulo 5: El pasado en el presente
Capitulo 6: En lo profundo
Capitulo 7: Subastando un alma herida
Capitulo 8: Quebrantada
Capitulo 9: Quedan cenizas
Capitulo 10: Lo que la vida me robó
Capitulo 11: Los sentimientos llaman
Capitulo 12: Manipulaciones
Capitulo 13: Se abre una mazmorra
Capitulo 14: Se libera el pasado
Capitulo 15: Realmente nunca ha terminado
Capitulo 16: Posibles alianzas
Capitulo 17: Un viaje que podria cambiarlo todo
Capitulo 18: El deseo acecha
Capitulo 19: Resurgen pasiones
Capitulo 20: Rota y hermosa
Capitulo 21: Una llamada que lo cambia todo
Observacion
Capitulo 22: La mejor medicina
Capitulo 23: Pende de un hilo
Capitulo 24: Rencores unificados
Capitulo 25: Se fortalecen lazos
Capitulo 26: Fin de año
Capitulo 27: Arde el año nuevo
Capitulo 28: Parca
Capitulo 29: Heridas a la culpa
Aviso!!!!
Capitulo 30: Mujer de todo hombre
Capitulo 31: Dos dolores se enfrentan
Capitulo 32: El mal por el bien
Capitulo 33: El sexo en aprietos
Capitulo 34: guerra a la inseguridad
Capitulo 35: Morir por vivir
Capitulo 36: A partir de hoy
Capitulo 37: Lo inevitable
Aviso importante
Capitulo 38: Una en un millón
Capitulo 39: Desiciones Erradas
Capitulo 40: Cruel petición
Capitulo 41: Al final, queda el amor
Capitulo 42: Daño colateral
Capitulo 43: Caen las venganzas
La teoria del silencio (Nueva historia)
Capitulo 44: Sale el Sol
Capitulo 45: Catarsis
Capitulo 46: Un mensaje lo cambia todo
Capitulo 47: Una madre, para una hija
Capitulo 48: Gana el rencor
Capitulo 49: Intransigencias
Capitulo 50: Cae en su cauce
Capitulo 51: Se hace presente la justicia
Epilogo
¡Mil disculpas!

Capitulo 3: Sigue latente los recuerdos

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By AprilRussel123

Nathaniel Archer

Eso de intentar tener una vida normal estaba siendo un poco más difícil de lo que había pronosticado. Roxana oficialmente era mi novia ante todos y la prensa no había tardado en comentar y preguntar si ya había descartado la búsqueda de Catalaia. Una pregunta que cada vez que la hacían era como un puñal. Prefería evadirlas e intentar vivir lo más alejado de las cámaras posibles. Tomé un sorbo de café y al ver a Eleanor que no tocaba el desayuno pregunté.

— ¿Por qué no comes?

— Es que no tengo hambre.

— No podemos volver a lo mismo, Eleanor tienes que comer.

— Pero es que...

— Pero es que nada, termina tu comida.

— Papi...

— ¿Que?

Algo nerviosa dejó el vaso de jugo en la mesa medio lleno y moviendo las piernas con nervio y ansiedad respondió.

— Es que necesito una foto de mi mami. Tengo una tarea del colegio y ya tengo tu foto pero no tengo de mi mami.

— Lo siento, tendrás que hacer la tarea sin la foto de ella. No tengo fotos de tu mamá. Ahora ve y cepilla tus dientes que el chofer te está esperando.

Levantándose de la mesa se fue y Roxana mirándome algo indignada luego de llevarse un bocado a la boca arqueó una ceja y se quedó callada pero sabía que quería decir algo.

— ¿Qué ocurre?

— Eleanor no tiene tal tarea. Solo quiere una foto de su mamá. Y estoy segura de que debes de tener fotos de esa mujer.

— No tiene caso que Eleanor tenga la foto de su madre si nunca podrá tenerla a su lado. Es un dolor menos el que le estoy evitando.

— Dime una cosa, si esa mujer regresa a tu vida. Si después de todo este tiempo Catalaia regresa, aparece. ¿Qué pasaría entre tú y yo?

— Eso no va a pasar

— Esa no es mi pregunta.

Dejando los cubiertos sobre el plato un poco harto de tanta pregunta respondí.

— Nada pasaría. Nuestros caminos se separaron hace cinco años. Y aunque aún la amo no creo que volvería con ella. Ahora solo me resta olvidarla e intentar no volver a mirar hacia atrás.

Eso era lo que quería creerme. Pero era difícil compartir aquella casa con Roxana y tener tantos recuerdos de Catalaia en ella. Recordaba su risa, sus ocurrencias en la casa. Aún podía verla e imaginarla caminando por la casa y eso era desgastante. Conduje hasta aquella casa de ensueño que Catalaia había diseñado. El mandarla a construir y terminarla para mi era el mejor de los homenajes. Estaba vacía cómo si la casa aguardara la llegada de ella en cualquier momento. Entre a la casa y aquellos espacios tan inmensos eran igual de grandes de los que llevaba dentro. Caminé por la casa tocando las paredes mientras imaginaba cómo hubiera sido nuestra vida junto a nuestra hija. Prefería tener sus cenizas, al menos tendría el consuelo de saber que estaba muerta y no regresaría pero era peor el no saber si vivía o moría. Era desgastante y doloroso seguir una vida cuando sentía que aún no podía cerrar capítulo porque todo había quedado inconcluso. Salí al jardín y sentándome en una banca frente a las flores suspiré.

— A veces quisiera ser más fuerte cariño. Me duele amarte porque no te tengo aquí para hacerlo. Quiero rehacer mi vida pero por más que lo intento simplemente no puedo. Desde que te fuiste muero por morir y lo único que me detiene es Eleanor. Me duele aceptar que no volverás, que lo más posible sea que ya no estés viva. Eso es lo más que me desarma, que jamás tendré la certeza de eso.

Cortando una rosa roja no pude evitar recordar cuántas le daba a ella. Aquella rosa era lo más cercano que tenía a Catalaia.

— Te amo y te amaré siempre. Eres y serás el amor de mi vida y jamás podré olvidarte y mucho menos sacarte de mi corazón. Pero creo que debo hacer un esfuerzo en dejarte atrás, Eleanor crece cada día sin tener una familia y quiero que eso cambie. Prometo que sabrá que eres su madre y le hablaré de ti cuánto me sea posible.

No podía estar un solo segundo más en aquella casa porque representaba todas mis frustraciones y el amor que nunca se pudo realizar entre Catalaia y yo. Ahora solo me quedaba intentar tener una relación normal con Roxana y que Eleanor tuviera la figura materna que tanto le faltaba. Aunque en esa decisión Ellen no estaba de acuerdo en lo absoluto. Al regresar a la casa allí estaba esperándome en el despacho con los ojos achinados y con ganas de darme otro sermón.

— Me he enterado y no precisamente por ti.

— ¿De que?

— Roxana se muda a esta casa.

— Si, es normal en las parejas.

— Tu sigues casado

— Catalaia desapareció hace cinco años. Nadie ha estado ni cerca de encontrar pista suya. Me duele pero lo más probable es que esté muerta.

— Eso no te consta.

— ¿Qué más da?

Enojada refutó

— ¿Qué más da? No amas a Roxana, es más creo que no sientes más que agradecimiento por ella. Solo buscas conseguirle una madre sustituta a Eleanor y eso no se me hace Justo ni para ti ni para Roxana. La convivencia aquí va a ser un infierno.

Intentando seguir con el trabajo encogí los hombros.

— No veo porque

— ¿Cuando ella quiera hacer el amor? ¿Qué harás?

— Le he dicho que tengo problemas de erecciones. Creo que es más que suficiente. Y si insiste, bueno pues una viagra lo resuelve todo.

— No seas payaso, no necesitas una viagra. Necesitas ser sensato. Estoy de acuerdo en que rehagas tu vida pero no así. Con alguien que de verdad te interese.

— Ellen, todavía no entiendes una cosa. Nadie, ninguna mujer podría interesarme. Sigo amándola y eso no lo he podido cambiar en cinco años. He decidido iniciar una vida con Roxana y eso no está a discusión.

Ellen asintió con la cabeza algo sarcástica. Quitándome los papeles que estaba usando para captar mi atención, añadió.

— No solo es eso lo que está preocupándome.

— A ver, que te preocupa ahora.

— Tu condición, desde que desapareció Catalaia se ha descontrolado y eso ha repercutido en Eleanor. Te alejas de las personas, evitas socializar al punto de ser grosero. Te aíslas en ti mismo dejando atrás a tu hija. Entiendo tu dolor, pero tienes una hija que depende de ti. Ya que no tiene a su madre, te necesita por completo. Eso sin contar tu alcoholismo.

— No soy alcohólico.

— No se entonces como se le llama a beber más de cuatro botellas de vino al día. Tomando no harás que Catalaia regrese. Duele, y aunque no lo creas te entiendo porque pase por eso cuando perdí a mi hija. Nunca se supera ese dolor pero se aprende a vivir con él.

Casi con los ojos a punto de derramar lágrimas me recosté en el espaldar de la silla buscando la forma de no llorar, de no seguir sufriendo por ella.

— A veces hubiera preferido no conocerla jamás. Si Catalaia no hubiera entrado en mi vida, ahora no me dolería tanto su ausencia. Mi vida hubiera seguido tal y como era sin mayores contratiempos.

— Una vida solitaria, sin amor y gris. Con ella encontraste el amor. Con ella conocí un Nathaniel que jamás había visto antes.

Era cierto, Catalaia había logrado que mi vida cobrara un nuevo sentido. Pero ahora que no estaba todo volvía a ser como antes, gris y sombrío. Con la diferencia que tenía una hija que amaba pero verla me causaba mucho dolor porque me recordaba constantemente a su madre. Miré a Ellen y llevando el dolor entre piel y alma suspiré con un nudo en la garganta.

— Haré todo lo posible porque mi relación con Roxana funcione. Ella es una buena mujer y Eleanor está encariñada con ella.

— Eleanor la ve como una mamá, cosa que no me parece. Varias veces la he escuchado decirle "mami" y Roxana no la corrige.

— Ya he hablado con Eleanor y lo haré con Roxana también.

Aquel sería el primer día en que Roxana viviría con nosotros en la casa y aunque parecía algo sencillo, no lo era. Subí a la habitación y al ver sus maletas y ella instalándose rápidamente la detuve. No me creía capaz de alojarla en esa habitación. Pero tampoco sabía cómo hacer para que no se ofendiera.

— Creo que ha habido una equivocación. Esta no es la habitación que ocuparemos.

— ¿Cómo que no? Jade me dijo que esta es la habitación principal.

— Pero no usaremos esta

— ¿Por qué no?

— Por qué no y punto.

Su mirada estaba llena de enojo y algo de frustración. Agarrando las maletas salió de la habitación no sin antes preguntar qué habitación ocuparíamos. Deje que eligiera una de tantas vacías en la casa y buscando cualquier pretexto para evitar sus insinuaciones fui a ver a Eleanor a su habitación. Jugaba con sus muñecas pero lo hacía con desgano y poco interés.

— Hola cariño

— Hola papi

— ¿Cómo te fue en el colegio?

— Pues..., me fue bien papi. Hice nuevos amigos.

— Mmmm, ¿ Y esos amigos son niños como tú verdad?

Negó con la cabeza peinando una de sus muñecas.

— No, no tengo amigos niños como yo, solo Daliah.

— ¿Entonces que son?

— Una tortuga y un conejito bebé.

— Eleanor tienes que socializar más con los otros niños. Está bien que tengas amigos animales pero también tienes que tener con quien jugar.

— Pero yo juego con ellos. Además los niños de la escuela no quieren jugar conmigo.

Quería creer que sólo era timidez. No quería ni siquiera pensar en que había heredado lo que más detesto de mi persona. Cargándola en brazos la abracé y mirando su rostro, toque su nariz sonriendo.

— Te pareces mucho a tu mami.

— ¿A mi mami de verdad? ¿Soy cómo ella?

— Si, igual de hermosa. Ahora es tiempo de dormir. Ya después mañana no te quieres despertar.

Ella se metió en su cama y quedándome a su lado esperé a que se durmiera contemplando la belleza que mi niña poseía. Era un pésimo padre, quizá si Catalaia hubiera estado en su vida hubiera sido una niña más segura y menos tímida. Solo se sentía cómoda hablando y jugando con animales en vez de socializar con otros niños. Eso sin contar que para que comenzara a hablar tardó más de lo normal. Había cosas que yo no sabía cómo abordar. Nunca le cambie un pañal, nunca le di un baño, nunca le di el biberón por miedo a lastimarla o hacerlo mal. Ellen o Margaret se encargaron de eso y ahora comenzaba a resentirlo. Después de un largo rato con Eleanor, dejándola dormida subí a la habitación y Roxana ya estaba instalada. Me sentía extraño, Catalaia era la única mujer que había vivido en esta casa y ahora tener a Roxana aquí era de cierto modo chocante. Más aún cuando ella deseaba con desmedida que tuviéramos sexo. Llevaba puesto un fino y casi traslúcido camisón de seda el cual dejaba ver sus pezones debajo de la tela. Acercándose hacia mi beso mis labios reposando sus brazos sobre mis hombros.

— ¿Te gusta lo que ves?

— Si

— ¿Entonces porque no lo tocas? ¿Porque no haces que sea tuyo?

— Ya hemos hablado al respecto Roxana.

— Si no intentamos nunca sabremos si funcionará.

Era frustrante ver un cuerpo tan sensual y atractivo como el de ella y sin embargo no sentir absolutamente nada. Ya no recordaba lo que era una erección, lo que era estar cachondo con las ganas a mil, esa sensación ya la había perdido por completo el día en que Catalaia se había desaparecido y con ella mis deseos sexuales. No hayaba a como decirle que no deseaba tener sexo, aunque quisiera no tenia como responderle y esa era otra de las frustraciones que no lograba superar. Pero Roxana era decidida y no creo que se diera por vencida tan fácilmente. Sin pensárselo dos veces, metió su mano en mi pantalón agarrando mi pene y el momento no pudo ser más incómodo. Intenté sentir deseo por ella, verla como mujer pero incluso viéndola desnuda no lograba nada. Al darse cuenta que sus manos no lograban endurecerme se detuvo algo avergonzada.

— Creo que no te gusto lo suficiente.

— Roxana eres hermosa, creo que cualquier hombre estaría loco por ti. Pero el problema lo tengo yo no tú.

— Si, todos los hombres pero no el que yo quiero. No volveré a intentarlo, siento que es inútil, por más que intente acercarme te alejas.

Desganada se metió a la cama disponiéndose a dormir y yo sintiéndome cada vez peor. Odiaba ser como era, me jodia no poder follar, me frustraba vivir en una constante caída libre que nunca tenía fin. No sabía si estaba haciendo lo correcto teniendo a Roxana en la casa, no tenía idea si mi vida tenía arreglo. Solo sabía que ver a Roxana dormir me hacía sentir culpable, me hacía pensar cien veces más en Catalaia y era un infierno que no tenía fin.

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