SOULMATES ━Harry J. Potter

Av cinemaowner

260K 27K 9.4K

SOULMATES | Cuando dos almas se tienen que encontrar, los mundos se juntan, la distancia se borra y deja de e... Mer

SOULMATES
GRAPHICS
volume one; the prisoner of azkaban
01. the leaky cauldron
02. the dementor
03. new classes
04. the boggart
05. flight of the fat lady
06. werewolves
07. the defeat
08. best friends
09. christmas
10. face to face
11. the final
12. the truth, part I
13. the truth, part II
14. the truth, part III
15. freedom
volume two; the goblet of fire
16. growing up
17. the burrow
18. bagman and crouch
19. the quidditch world cup
20. the dark mark
21. return to hogwarts
22. the triwizard tournament
23. mad-eye moody
25. durmstrang and beauxbatons
26. the goblet of fire
27. the insult to snape
28. first date
29. the first task
30. invitations
31. the dance
32. rita skeeter
33. a family of two
34. the second task
35. hogsmeade
36. the strange girl
37, the last task
volume three; the order of phoenix
38, number 12 of grimmauld place
39, harry's anger
40, gray eyes
41, better person
42, the new professor
43, dolores umbridge
44, hermione's birthday
45, percy's letter
46, hogwarts high inquisitor
47, hog's head
48, dumbledore's army
49, victory and defeat
50, hagrid's return
51, the dream
52, the artist
53, the visit to San Mungo
54, night talks
55, the class of muggle music
56, daily prophet
57, double date
58, talks in the kitchen
59, the dismissal of trelawney
60, the centaur and the lion
61, father
62, fred, george and an apology
63, the o.w.l.s and the enemy of ron
64, red-handed
65, right to save prongs
66, department of mysteries
67, department of mysteries, part II
68, through the veil
69, soulmates
70, lord voldemort
71, the birthday letter
72, R.A.B
volume four; the half blood prince
73, talking to the moon
74, TIMOS
75, grandparents
76, weasley's wizard wheezes
77, the slug club
78, in an uncomfortable bed, again
79, the cat
80, the first class of snape like professor of DADA
81, harry reaches aries
82, the quidditch try-out
83, guilty
84, katie flies
85, between ron and hermione
86, invitation to the slughorn party
87, the christmas party
88, hugs
89, caught in action
90, the apparition class
91, love potion
92, the truth
93, parties, kisses and pacts
94, little talks
95, the apparition test
96, sectumsempra
97, the recognition
98, death knocking on the door
99, the man who helped her
100, the funeral
volume five; the deathly hallows
101, dreams
AVISO
102, the dursleys farewell
103, the seven harrys
104, bad feeling
105, the ring
106, harry's brithday
107, the wedding
108, sweet home
109, the founders

24. the unforgivable curses

3K 327 52
Av cinemaowner



24, LAS MALDICIONES IMPERDONABLES

Los dos días siguientes pasaron sin grandes incidentes, a menos que se cuente como tal el que Neville dejara que se fundiera su sexto caldero en clase de Pociones. El profesor Snape, que durante el verano parecía haber acumulado rencor en cantidades nunca antes conocidas, castigó a Neville a quedarse después de clase. Al final del castigo, Neville sufría un colapso nervioso, porque el profesor Snape lo había obligado a destripar un barril de sapos cornudos.

—Tú sabes por qué Snape está de tan mal humor, ¿verdad? —dijo Ron a Harry, mientras observaban cómo Hermione enseñaba a Neville a llevar a cabo el encantamiento antigrasa para quitarse de las uñas los restos de tripa de sapo.

—Sí —respondió Harry—. Por Moody.

Era comúnmente sabido que Snape ansiaba el puesto de profesor de Artes Oscuras, y era el cuarto año consecutivo que se le escapaba de las manos.

Snape había odiado a los anteriores titulares de la asignatura y nunca se había esforzado en disimularlo. No obstante, parecía especialmente cauteloso a la hora de mostrar cualquier indicio patente de animosidad contra Ojoloco Moody. Desde luego, cada vez que Aries los veía juntos (a la hora de las comidas, o cuando coincidían en los corredores), se llevaba la clara impresión de que Snape rehuía los ojos de Moody, tanto el mágico como el normal.

—Me parece que Snape le tiene algo de miedo, ¿no creen? —dijo Aries, pensativa.

—¿Te imaginas que Moody convierte a Snape en un sapo cornudo —dijo Ron, con lágrimas de risa en los ojos— y lo hace botar por toda la mazmorra...?

Aries iba acompañada del trío de oro todo el tiempo, los cuatro parecían haber formado una especie de amistad, y no se separaban en ningún momento. Aries se dió cuenta de algo que ellos no: Ron gustaba de Hermione. Para la pelinegra era muy obvio, pero ninguno de los tres parecía notarlo. El pelirrojo era más inteligente de lo que demostraba, pero su fiaca era más grande, por lo tanto no tenía las mejores notas, igual que Harry. Aries había sentido que ya no había necesidad de molestarlo, aunque a veces, cuando se aburría, le pedía citas a Hogsmeade y le hacía cumplidos. Había dejado de lado su disgusto hacia Hermione, la castaña era una persona muy amable, aunque a veces terca, y Aries la consideraba una buena amiga.

Los de cuarto curso de Gryffindor tenían tantas ganas de asistir a la primera clase de Moody que el jueves, después de comer, llegaron muy temprano e hicieron cola a la puerta del aula cuando la campana aún no había sonado.

La única que faltaba era Hermione, que apareció puntual.

—Vengo de la...

—... biblioteca —adivinó Ron—. Date prisa o nos quedaremos con los peores asientos.

Y se apresuraron a ocupar cuatro sillas delante de la mesa del profesor. Sacaron sus ejemplares de Las fuerzas oscuras: una guía para la autoprotección, y aguardaron en un silencio poco habitual. No tardaron en oír el peculiar sonido sordo y seco de los pasos de Moody provenientes del corredor antes de que entrara en el aula, tan extraño y aterrorizador como siempre. Entrevieron la garra en que terminaba su pata de palo, que sobresalía por debajo de la túnica.

—Ya pueden guardar los libros —gruñó, caminando ruidosamente hacia la mesa y sentándose tras ella—. No los necesitarán para nada.

Volvieron a meter los libros en las mochilas. Ron estaba emocionado. Moody sacó una lista, sacudió la cabeza para apartarse la larga mata de pelo gris del rostro, desfigurado y lleno de cicatrices, y comenzó a pronunciar los nombres, recorriendo la lista con su ojo normal mientras el ojo mágico giraba para fijarse en cada estudiante conforme respondía a su nombre.

—Bien —dijo cuando el último de la lista hubo contestado «presente»—. He recibido carta del profesor Lupin a propósito de esta clase. Parece que ya son bastante diestros en enfrentamientos con criaturas tenebrosas. Han estudiado los boggarts, los gorros rojos, los hinkypunks, los grindylows, los kappas y los hombres lobo, ¿no es eso?

Hubo un murmullo general de asentimiento.

—Pero están atrasados, muy atrasados, en lo que se refiere a enfrentarse a maldiciones —prosiguió Moody—. Así que he venido para prepararlos contra lo que unos magos pueden hacerles a otros. Dispongo de un curso para enseñarles a tratar con las mal...

—¿Por qué, no se va a quedar más? —dejó escapar Ron.

El ojo mágico de Moody giró para mirarlo. Ron se asustó, pero al cabo de un rato Moody sonrió. Era la primera vez que Aries lo veía sonreír. El resultado de aquel gesto fue que su rostro pareció aún más desfigurado y lleno de cicatrices que nunca, pero era un alivio saber que en ocasiones podía adoptar una expresión tan amistosa como la sonrisa. Ron se tranquilizó.

—Supongo que tú eres hijo de Arthur Weasley, ¿no? —dijo Moody—. Hace unos días tu padre me sacó de un buen aprieto... Sí, sólo me quedaré este curso. Es un favor que le hago a Dumbledore: un curso y me vuelvo a mi retiro.

Soltó una risa estridente, y luego dio una palmada con sus nudosas manos.

—Así que... vamos a ello. Maldiciones. Varían mucho en forma y en gravedad. Según el Ministerio de Magia, yo debería enseñarles las contramaldiciones y dejarlo en eso. No tendrían que aprender cómo son las maldiciones prohibidas hasta que estén en sexto. Se supone que hasta entonces no serán lo bastante mayores para tratar el tema. Pero el profesor Dumbledore tiene mejor opinión de ustedes y piensa que podrán resistirlo, y yo creo que, cuanto antes sepan a qué se enfrentan, mejor. ¿Cómo pueden defenderse de algo que no han visto nunca? Un mago que esté a punto de echarles una maldición prohibida no va a avisarles antes. No es probable que se comporte de forma caballerosa. Tienen que estar preparados. Tienen que estar alerta y vigilantes. Y usted, señorita Brown, tiene que guardar eso cuando yo estoy hablando.

Lavender se sobresaltó y se puso colorada. Le había estado mostrando a Parvati por debajo del pupitre su horóscopo completo. Daba la impresión de que el ojo mágico de Moody podía ver tanto a través de la madera maciza como por la nuca.

—Así que... ¿alguno de ustedes sabe cuáles son las maldiciones más castigadas por la ley mágica?

Varias manos se levantaron, incluyendo la de Ron, Aries y la de Hermione. Moody señaló a Ron, aunque su ojo mágico seguía fijo en Lavender.

—Eh... —dijo Ron, titubeando— mi padre me ha hablado de una. Se llama maldición imperius, o algo parecido.

—Así es —aprobó Moody—. Tu padre la conoce bien. En otro tiempo la maldición imperius le dio al Ministerio muchos problemas.

Moody se levantó con cierta dificultad sobre sus disparejos pies, abrió el cajón de la mesa y sacó de él un tarro de cristal. Dentro correteaban tres arañas grandes y negras. Aries notó que Ron, a su lado, se echaba un poco hacia atrás: Ron tenía fobia a las arañas.

Moody metió la mano en el tarro, cogió una de las arañas y se la puso sobre la palma para que todos la pudieran ver. Luego apuntó hacia ella la varita mágica y murmuró entre dientes:

—¡Imperio!

La araña se descolgó de la mano de Moody por un fino y sedoso hilo, y empezó a balancearse de atrás adelante como si estuviera en un trapecio; luego estiró las patas hasta ponerlas rectas y rígidas, y, de un salto, se soltó del hilo y cayó sobre la mesa, donde empezó a girar en círculos. Moody volvió a apuntarle con la varita, y la araña se levantó sobre dos de las patas traseras y se puso a bailar lo que sin lugar a duda era claqué.

Todos se reían. Todos menos Moody.

—Les parece divertido, ¿verdad? —gruñó—. ¿Les gustaría que se lo hicieran a ustedes?

La risa dio fin casi al instante.

—Esto supone el control total —dijo Moody en voz baja, mientras la araña se hacía una bola y empezaba a rodar—. Yo podría hacerla saltar por la ventana, ahogarse, colarse por la garganta de cualquiera de ustedes...

Ron se estremeció.

—Hace años, muchos magos y brujas fueron controlados por medio de la
maldición imperius —explicó Moody, y Aries comprendió que se refería a los tiempos en que Voldemort había sido todopoderoso—. Le dio bastante que hacer al Ministerio, que tenía que averiguar quién actuaba por voluntad propia y quién, obligado por la maldición.

»Podemos combatir la maldición imperius, y yo les enseñaré cómo, pero se necesita mucha fuerza de carácter, y no todo el mundo la tiene. Lo mejor, si se puede, es evitar caer víctima de ella. ¡ALERTA PERMANENTE! —bramó, y todos se sobresaltaron.

Moody cogió la araña trapecista y la volvió a meter en el tarro.

—¿Alguien conoce alguna más? ¿Otra maldición prohibida?

Hermione y Aries volvieron a levantar la mano y también, con cierta sorpresa para Aries, lo hizo Neville. La única clase en la que alguna vez Neville levantaba la mano era Herbología, su favorita. Él mismo parecía sorprendido de su atrevimiento.

—¿Sí? —dijo Moody, girando su ojo mágico para dirigirlo a Neville.

—Hay una... la maldición cruciatus —dijo éste con voz muy leve pero clara.

Moody miró a Neville fijamente, aquella vez con los dos ojos.

—¿Tú te llamas Longbottom? —preguntó, bajando rápidamente el ojo mágico para consultar la lista.

Neville asintió nerviosamente con la cabeza, pero Moody no hizo más
preguntas. Se volvió a la clase en general y alcanzó el tarro para coger la siguiente araña y ponerla sobre la mesa, donde permaneció quieta, aparentemente demasiado asustada para moverse.

—La maldición cruciatus precisa una araña un poco más grande para que puedan apreciarla bien —explicó Moody, que apuntó con la varita mágica a la araña y dijo—: ¡Engorgio!

La araña creció hasta hacerse más grande que una tarántula. Abandonando todo disimulo, Ron apartó su silla para atrás, lo más lejos posible de la mesa del profesor.
Moody levantó otra vez la varita, señaló de nuevo a la araña y murmuró:

—¡Crucio!

De repente, la araña encogió las patas sobre el cuerpo. Rodó y se retorció cuanto pudo, balanceándose de un lado a otro. No profirió ningún sonido, pero era evidente que, de haber podido hacerlo, habría gritado. Moody no apartó la varita, y la araña comenzó a estremecerse y a sacudirse más violentamente.

—¡Pare! —dijo Hermione con voz estridente.

Aries la miró. Ella no se fijaba en la araña sino en Neville, y Aries, siguiendo la dirección de los ojos de su amiga, vio que las manos de Neville se aferraban al pupitre. Tenía los nudillos blancos y los ojos desorbitados de horror. Moody levantó la varita. La araña relajó las patas pero siguió retorciéndose.

—Reducio —murmuró Moody, y la araña se encogió hasta recuperar su tamaño habitual. Volvió a meterla en el tarro—. Dolor —dijo con voz suave—. No se necesitan cuchillos ni carbones encendidos para torturar a alguien si uno sabe llevar a cabo la maldición cruciatus... También esta maldición fue muy popular en otro tiempo. Bueno, ¿alguien conoce alguna otra?

Harry miró a su alrededor. A juzgar por la expresión de sus compañeros, parecía que todos se preguntaban qué le iba a suceder a la última araña. La mano de Aries tembló un poco cuando se alzó por tercera vez.

—¿Sí? —dijo Moody, mirándola.

—Avada Kedavra —susurró ella.

Algunos, incluido Ron, le dirigieron tensas miradas.

—¡Ah! —exclamó Moody, y la boca torcida se contorsionó en otra ligera sonrisa—. Sí, la última y la peor. Avada Kedavra: la maldición asesina.

Metió la mano en el tarro de cristal, y, como si supiera lo que le esperaba, la tercera araña echó a correr despavorida por el fondo del tarro, tratando de escapar a los dedos de Moody, pero él la atrapó y la puso sobre la mesa. La araña correteó por la superficie. Moody levantó la varita, y, previendo lo que iba a ocurrir, Aries sintió un repentino estremecimiento.

—¡Avada Kedavra! —gritó Moody.

Hubo un cegador destello de luz verde y un ruido como de torrente, como si algo vasto e invisible planeara por el aire. Al instante la araña se desplomó patas arriba, sin ninguna herida, pero indudablemente muerta. Algunas de las alumnas profirieron gritos ahogados. Ron se había echado para atrás y casi se cae del asiento cuando la araña rodó hacia él. Moody barrió con una mano la araña muerta y la dejó caer al suelo.

—No es agradable —dijo con calma—. Ni placentero. Y no hay contramaldición. No hay manera de interceptaría. Sólo se sabe de una persona que haya sobrevivido a esta maldición, y está sentada delante de mí.

Todos miraron a Harry, que parecía perdido en sus pensamientos, miraba a la pizarra con los ojos fijos y sin parpadear.

—Avada Kedavra es una maldición que sólo puede llevar a cabo un mago muy poderoso. Podrían sacar las varitas mágicas todos ustedes y apuntarme con ellas y decir las palabras, y dudo que entre todos consiguieran siquiera hacerme sangrar la nariz. Pero eso no importa, porque no les voy a enseñar a llevar a cabo esa maldición.

»Ahora bien, si no existe una contramaldición para Avada Kedavra, ¿por qué se las he mostrado? Pues porque tienen que saber. Tienen que conocer lo peor. Ninguno de ustedes querrá hallarse en una situación en que tenga que enfrentarse a ella. ¡ALERTA PERMANENTE! —bramó, y toda la clase volvió a sobresaltarse.

»Veamos... esas tres maldiciones, Avada Kedavra, cruciatus e imperius, son conocidas como las maldiciones imperdonables. El uso de cualquiera de ellas contra un ser humano está castigado con cadena perpetua en Azkaban. Quiero prevenirlos, quiero enseñarles a combatirlas. Tienen que prepararse, tienen que armarse contra ellas; pero, por encima de todo, deben practicar la alerta permanente e incesante. Saquen las plumas y copien lo siguiente...

Se pasaron lo que quedaba de clase tomando apuntes sobre cada una de
las maldiciones imperdonables. Nadie habló hasta que sonó la campana; pero, cuando Moody dio por terminada la lección y ellos hubieron salido del aula, todos empezaron a hablar inconteniblemente. La mayoría comentaba cosas sobre las maldiciones en un tono de respeto y temor.

—¿Vieron cómo se retorcía?

—Y cuando la mató... ¡simplemente así!

Hablaban sobre la clase, pensó Aries, como si hubiera sido un espectáculo teatral, pero para ella no había resultado divertida. Y, a juzgar por las apariencias, tampoco para Harry, Ron y Hermione..

—Dense prisa —les dijo Aries muy tensa.

—¿Por qué? —preguntó Ron.

—Por eso —replicó, señalando a un pasillo lateral—. Neville.

Neville se hallaba de pie, solo en mitad del pasillo, dirigiendo al muro de piedra que tenía delante la misma mirada horrorizada con que había seguido a Moody durante la demostración de la maldición cruciatus.

—Nev... —lo llamó Aries con suavidad.

Neville la miró.

—Ah, hola —respondió con una voz mucho más aguda de lo usual—. Qué clase tan interesante, ¿verdad? Me pregunto qué habrá para cenar, porque... porque me muero de hambre, ¿ustedes no?

—Nev, ¿estás bien? —le preguntó Aries.

—Sí, sí, claro, estoy bien —farfulló Neville atropelladamente, con la voz demasiado aguda—. Una cena muy interesante... clase, quiero decir... ¿Qué habrá para cenar?

Ron le dirigió a Harry una mirada asustada.

—Neville, ¿qué...?

Oyeron tras ellos un retumbar sordo y seco, y al volverse vieron que el profesor Moody avanzaba hacia allí cojeando. Los cuatro se quedaron en silencio, mirándolo con aprensión, pero cuando Moody habló lo hizo con un gruñido mucho más suave que el que le habían oído hasta aquel momento.

—No te preocupes, hijo —le dijo a Neville—. ¿Por qué no me acompañas a mi despacho? Ven... tomaremos una taza de té.

Neville pareció aterrorizarse aún más ante la perspectiva de tomarse un té con Moody. Ni se movió ni habló. Moody dirigió hacia Harry su ojo mágico.

—Tú estás bien, ¿no, Potter?

—Sí —contestó Harry en tono casi desafiante.

El ojo azul de Moody vibró levemente en su cuenca al escudriñar a Harry. Luego dijo:

—Tienen que saber. Puede parecer duro, pero tienen que saber. No sirve de nada hacer como que... bueno... Vamos, Longbottom, tengo algunos libros que podrían interesarte.

Neville miró a sus amigos de forma implorante, pero ninguno dijo nada, así que no tuvo más remedio que dejarse arrastrar por Moody, que le había puesto en el hombro una de sus nudosas manos.

—Pero ¿qué pasaba? —preguntó Ron observando a Neville y Moody doblar la esquina.

—No lo sé —repuso Hermione, pensativa.

—¡Vaya clase!, ¿eh? —comentó Ron, mientras emprendían el camino hacia el Gran Comedor—. Fred y George tenían razón. Este Moody sabe de qué va la cosa, ¿a que sí? Cuando hizo la maldición Avada Kedavra, ¿se fijaro en cómo murió la araña, cómo estiró la pata?

Ron enmudeció de pronto ante la mirada de Harry, y no volvió a decir nada hasta que llegaron al Gran Comedor, cuando se atrevió a comentar que sería mejor que empezaran aquella misma noche con el trabajo para la profesora Trelawney, porque les llevaría unas cuantas horas.

Hermione no participó en la conversación de Aries, Harry y Ron durante la cena, sino que comió a toda prisa para volver a la biblioteca. Harry y Ron fueron hacia la torre de Gryffindor, y Aries, que no había pensado en otra cosa durante toda la cena, volvió al tema de las maldiciones imperdonables.

—¿No se meterán en un aprieto Moody y Dumbledore si el Ministerio se entera de que hemos visto las maldiciones? —preguntó, cuando se acercaban a la Señora Gorda.

—Sí, seguramente —contestó Ron—. Pero Dumbledore siempre ha hecho las cosas a su manera, ¿no?, y me parece que Moody se ha estado metiendo en problemas desde hace años. Primero ataca y luego pregunta... Fíjate en lo de los contenedores de basura. «Tonterías...»

La Señora Gorda se hizo a un lado para dejarles paso, y ellos entraron en la sala común de Gryffindor, que estaba muy animada y llena de gente.

—Entonces, ¿nos ponemos con lo de Adivinación? —propuso Harry.

—Deberíamos —respondió Ron refunfuñando.

Fueron por los libros y los mapas al dormitorio (Aries acompañó a Harry y Ron ya que su libro y mapa estaban en la sala común), y encontraron a Neville allí solo, sentado en la cama, leyendo. Parecía mucho más tranquilo que al final de la clase de Moody, aunque todavía no estuviera del todo normal. Tenía los ojos enrojecidos.

—¿Estás bien, Neville? —le preguntó Harry.

—Sí, sí —respondió Neville—, estoy bien, gracias. Estoy leyendo este libro que me ha dejado el profesor Moody...

Levantó el libro para que lo vieran. Se titulaba Las plantas acuáticas mágicas del Mediterráneo y sus propiedades.

—Parece que la profesora Sprout le ha dicho al profesor Moody que soy muy bueno en Herbología —dijo Neville. Había una tenue nota de orgullo en su voz que Aries no había percibido nunca—. Pensó que me gustaría este libro.

Decirle a Neville lo que la profesora Sprout opinaba de él, pensó Aries, había sido una manera muy hábil de animarlo, porque muy raramente oía decir que fuera bueno en algo. Era un gesto del estilo de los del profesor Lupin.

Aries, Harry y Ron cogieron sus ejemplares de Disipar las nieblas del futuro y volvieron con ellos a la sala común, encontraron una mesa libre y se pusieron a trabajar en las predicciones para el mes siguiente. Al cabo de una hora habían hecho muy pocos progresos, aunque la mesa estaba abarrotada de trozos de pergamino llenos de cuentas y símbolos, y Aries tenía la cabeza tan neblinosa como si se le hubiera metido dentro todo el humo procedente de la chimenea de la profesora Trelawney.

—No tengo ni idea de qué significa todo esto —declaró Harry, observando una larga lista de cálculos.

—¿Saben qué? —dijo Aries, que tenía el pelo de punta a causa de todas las veces que se había pasado los dedos por él llevado por la desesperación—. Creo que tendríamos que usar el método alternativo de Adivinación.

—¿Qué quieres decir? ¿Que nos lo inventemos?

—Claro —contestó Ron, que barrió de la mesa el batiburrillo de cuentas y apuntes, mojó la pluma en tinta y comenzó a escribir—. El próximo lunes —dijo, mientras escribía— es probable que me acatarre debido a la negativa influencia de la conjunción de Marte y Júpiter. —Levantó la vista hacia Harry—. Ya la conoces: pon unas cuantas desgracias y le gustará.

—Bien —asintió Harry, estrujando su primer borrador del trabajo y tirándolo al fuego por encima de las cabezas de un grupo de charlatanes alumnos de primero—. Vale. El lunes tendré riesgo de... resultar quemado.

—La verdad es que sí —dijo Ron con una risita—, porque el próximo lunes volveremos a ver los escregutos. Bien, el martes yo...

—Puedes perder tu más preciada posesión —propuso Harry, echando un vistazo a Disipar las nieblas del futuro en busca de ideas.

—Muy bien. Será a causa de... eh... Mercurio. ¿Qué te parece si a ti alguien que pensabas que era amigo tuyo te apuñala por la espalda?

—Sí, eso me gusta —dijo Harry, tomando nota—. Y ocurrirá porque... Venus estará en la duodécima casa celeste.

—Y el miércoles creo que me irá muy mal en una pelea.

—¡Eh, me lo has quitado! Bueno, no pasa nada: puedo perder una apuesta.

—Sí, puedes apostar a que yo gano la pelea.

Continuaron inventando predicciones (que iban aumentando en gravedad) durante otra hora, mientras se iba vaciando la sala común conforme la gente se iba a dormir. Crookshanks se les acercó, saltó con agilidad a una silla vacía y miró a Aries acusadoramente, de forma muy semejante a como lo habría hecho Hermione de haber sabido que no estaban haciendo el trabajo de un modo honrado.

Aries contempló la sala, intentando pensar en una desgracia que aún no hubiera puesto, y vio a Fred y George sentados uno al lado del otro contra el muro de enfrente, las cabezas casi juntas y las plumas en la mano, escudriñando un pedazo de pergamino. No era normal ver a Fred y George apartados en un rincón y trabajando en silencio. Les gustaba estar en todos los fregados y ser siempre el centro de atención. Había algo misterioso en la manera en que trabajaban sobre el trozo de pergamino, y Aries se acordó de cómo se habían puesto a escribir los dos juntos cuando habían vuelto a La Madriguera.

Entonces había pensado que debía de tratarse de otro cupón de pedido para los «Sortilegios Weasley», pero esta vez no le daba la misma impresión: en ese caso, seguramente habrían dejado a Lee Jordan participar en la broma. Se preguntó si no estaría más bien relacionado con el Torneo de los tres magos.

Mientras Aries los observaba, George le dirigió a Fred un gesto negativo de la cabeza, tachó algo con la pluma y, en una voz muy baja que sin embargo llegó al otro lado de la sala casi vacía, les dijo:

—No... así da la impresión de que lo estamos acusando. Tenemos que tener cuidado...

En ese momento George levantó la vista y se dio cuenta de que Aries los observaba. Aries sonrió con nerviosismo y se apresuró a volver a sus predicciones. No quería que George pensara que los espiaba.

Poco después, los gemelos enrollaron el pergamino, les dieron las buenas noches y se fueron a dormir, dejando a Aries con un amargo sabor en la boca y una molestia en el estómago.

Fortsätt läs

Du kommer också att gilla

107K 6.5K 20
❝¿Por qué no permites que el resto de las personas vean tu lado bueno?❞ ❝Porque no existe uno si no estás tú❞
53.9K 3.4K 44
──⏧·₊̣̇ 𝐒 𝐇 𝐘 ⏧·₊̣̇ ── →。゚・ ᴜꜱᴛᴇᴅ ᴘᴜᴇᴅᴇ ꜱᴇʀ ᴜɴ ʀᴇʏ ᴏ ᴜɴ ᴠᴀɢᴀʙᴜɴᴅᴏ, ᴘᴇʀᴏ ᴛᴏᴅᴏ ᴇʟ ᴍᴜɴᴅᴏ ʙᴀɪʟᴀ ᴄᴏɴ ʟᴀ ᴍᴜᴇʀᴛᴇ ↱ ᵕ̈ ───────────────────────────...
28.4K 975 41
ollie y mía se encuentran por decisión del destino y se enamoran que les deparará el futuro?
3K 374 31
Segunda temporada de "Für Dich" donde la vida de Yoongi y T/N ya no es la misma, pero cada uno deberá enfrentarse a su propia realidad. ¿Se puede viv...