El instante más hermoso de la...

By PalomaCaballero

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(LGBT+) Mikoto se encuentra sumido en una tristeza profunda después de que su novio, Harry, lo deja por otro... More

Notas Iniciales
Mikoto
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Notas de autor

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By PalomaCaballero


Mikoto salió como todos los domingos para hacer las compras. Llevaba ya un par de semanas sin encontrarse con Mars, aunque el hombre le enviaba mensajes regulares que Mikoto contestaba de manera educada. Podía decirse que mantenían el contacto, aunque no tanto como al principio, sobre todo sus encuentros frente a frente, que prácticamente desaparecieron.

La lejanía no hizo nada para aliviar su dolor, cada noche, cada día, cada segundo se intoxicaba más de añoranza, pensaba en Mars y en lo que debía estar haciendo esa mañana. A veces se preguntaba si estaría pasando un mal rato con el tema de su hermana o si sus sobrinos estaban adaptándose bien al nuevo entorno.

Aquellos pensamientos eran tan abrumadores que de vez en cuando era él quien le tomaba la iniciativa. A diferencia de otras interacciones, no le causaba culpa ser el primero en escribir, porque era él quien estaba preocupándose por Mars. Eso le dejaba una sensación satisfactoria, pero esta nunca duraba demasiado tiempo.

Unos días atrás tuvo una video llamada que no se prolongó más de una hora, pero que le hizo sentir tan bien como para disfrutar del resto de la semana sin problemas. Tristemente parecía que el efecto se gastaba rápidamente y a esas alturas ya lo estaba extrañando otra vez.

—Está cerrado —Demian señaló el supermercado, cuya cortina estaba abajo, mientras un cartel amarillo neón anunciaba la suspensión de labores. Aquella calle, normalmente bastante transitada, se encontraba prácticamente vacía. El día estaba gris, pero no era una tarde melancólica.

Aun así, se sentía un poco somnoliento.

—¿Qué dice? —preguntó Mikoto entornando la mirada. Demian, quien estaba más cerca del local asomó la cabeza.

—Creo que la dueña se casa —respondió, regresando su lugar y soltando un suspiro—. Supongo que tendremos que comprar en otro sitio —agregó, mirando su reloj de muñeca mientras hacía una mueca de desagrado. Demian era guapo, tenía cara de niño rico y transmitía una sensación de tranquilidad que lo relajaba—. Me gustan las verduras de aquí, es una lástima —comentó, mientras una hebra rebelde de cabello caía sobre su rostro, negándose a dejar que transmitiera toda aquella madurez que pretendía al vestirse con sacos caros.

—Por lo menos fue por una buena razón —Mikoto sonrió, mirando el local cerrado—. La dueña se casa —repitió, tratando de encontrarle el lado bueno al asunto. Aquello no se le daba muy bien, pero estaba tratando y le salía mejor cada día.

—Oh —Demian le devolvió la sonrisa, como si de repente hubiese caído en cuenta de ello—. Tienes razón —respondió.

Luego tuvieron que arrancar y buscar otro sitio donde hacer las compras. Mikoto trataba de no perderse en sus pensamientos mientras el auto estaba en movimiento. Quedarse sin suministros para la semana no era una opción, por lo que buscaron entre las calles algún lugar para reabastecerse. Antes Mikoto habría salido corriendo de vuelta a casa, culpándose por las molestias, pero a esas alturas había llegado a un acuerdo con su conciencia en el que pagaba la gasolina de Demian a cambio de que lo llevara en el auto. El chico le había dicho que no era necesario, pero él no se sentía bien siendo un lastre y el trabajo estaba ayudándole bastante con su economía.

Agradecía estar trabajando en aquella oficina, encontraba sumamente divertido realizar archivos y escribir informes, era fácil, mecánico y lo distraía de su caótica vida. Además, su jefe seguía queriendo llegar a su hermana a través de él, por lo que lo invitaba a comer seguido. A Mikoto no le gustaba que pagaran sus cosas, pero pronto también se dio cuenta que no le gustaba que coquetearan con su hermana, así que comenzó a aceptar las comidas mientras ignoraba las preguntas indiscretas de su jefe.

Había aprendido a ser malo con mucha facilidad.

—Ese parece un buen lugar.

Mikoto no se fijó muy bien a donde llegaron, pero siguió a Demian sin pensarlo mucho. Ellos recorrieron juntos los pasillos llenos de productos enlatados o cajones con verduras y grandes refrigeradores, revisando sus listas de compras y tomando algunas cosas de los estantes. Recientemente se había dado cuenta que tenía que comprar acompañado, si no, se ponía a pensar en todos los hábitos que había adquirido por culpa de Harry, en todas las cosas que nunca se irían porque se pegaron a él, hasta el punto en que las absorbió dentro de su personalidad, las hizo suyas.

Observando con atención los refrigeradores con vegetales avanzó distraídamente con el carrito, distrayéndose más de la cuenta. Cuando su carrito chocó contra otro delante de él, se vio obligado a salir de su ensimismamiento rápidamente.

—¡Oh dios! ¡Lo siento! —se disculpó de inmediato, pero cuando levantó la cabeza para ver a la persona a la que había importunado se quedó si habla.

—Mikoto —Harry le sonrió, ladeando el rostro. Su expresión era indescifrable y su apariencia avasalladora. Por un momento no supo por qué estaba enojado con él, pero ese sentimiento de ignorancia duró poco—. No sabía que compraras aquí —a simple vista parecía un hombre inofensivo, serio, el tipo de persona a la que alguna vez le rompieron el corazón y necesitaba cariño. Era frío, lejano, pero también podía verse vulnerable y esa vulnerabilidad era una trampa mortal.

Harry siempre era el depredador escondido en la maleza.

—No compro aquí —respondió sin saber cómo consiguió pronunciar palabra, su corazón comenzó a latir con fuerza, mientras intentaba no salir corriendo. Tenía miedo de darse cuenta de que todavía lo quería, o por el contrario, notar que lo odiaba con las fuerzas de su alma.

—Oh ¿Y cómo has estado? El otro día te llamé, pero no contestaste —inquirió, sin parecer demasiado interesado, pero con intenciones de iniciar una plática. Aquella actitud le causó inmediato rechazo.

—Harry —un chico apareció de entre los pasillos con una caja de cereal que Mikoto recordaba muy bien. Era una marca lujosa que su ex comía en un pequeño tazón de vidrio todos los fines de semana, sin leche, ni yogur, ni ningún otro tipo de acompañamiento. Parecía ser una de las pocas cosas que disfrutaba realmente, pero no estaba del todo seguro, con Harry nunca se sabía.

Sus ojos se posaron en aquel chico desconocido. Había una sonrisa brillante en él, estaba embelezado ante la presencia de Harry, como si estuviera contemplando las estrellas en una tranquila noche de verano. Su expresión desapareció en cuanto vio a Mikoto. Sus labios se transformaron en un rictus y la mirada se le endureció.

No sabía cómo se llamaba, pero lo había visto, era uno de los hijos del dueño de la empresa donde trabajaba Harry. Mikoto había cocinado para el hombre un sin fin de veces y en alguna ocasión le había mostrado fotos del chico. Si mal no recordaba era el más pequeño de todos y su favorito.

El alma se le cayó al piso, pero no fue por Harry.

—Estuve ocupado —murmuró de manera escueta. Harry sonrió, había una sombra en su mirada gélida. Parecía estar tratando de descifrar un enigma.

—Él es Hazel, creo que lo conoces de su padre —su rostro se transformó de una manera que solo alguien que lo conocía podría interpretar. Estaba divirtiéndose, quería medir las reacciones de ambos al ponerlos uno frente al otro.

—Mucho gusto —Mikoto inclinó la cabeza, pero no le tendió la mano. Tendría que acercarse demasiado a Harry para esto y prefería parecer grosero que tocar por accidente a su ex.

El chico, Hazel, le dedicó una mueca desdeñosa, metiendo la caja en el carrito.

—Voy a buscar leche —dijo y se dio la vuelta con aire molesto. Harry no le hizo demasiado caso, pero cuando el joven desapareció en el pasillo se encogió de hombros hacia Mikoto.

—Hazel es caprichoso, su padre lo ha consentido un montón —explicó, como leyéndole la mente.

—¿Están saliendo? —preguntó sin poder evitarlo. No quería seguir aquella conversación, pero algo lo obligaba a continuar.

—No —La respuesta de Harry fue contundente, pero tampoco parecía preocupado por la impresión que podía darle a los extraños—. Su padre lo trajo la semana pasada al trabajo y se colgó de mí —explicó como si no fuera nada, pero cuando se trataba de aquel hombre, las cosas no solían ser fortuitas.

Mikoto se regañó a sí mismo, no estaba seguro de si estaba siendo paranoico, pero todo lo que hacía Harry le causaba sospechas.

—Pensé que no soportabas a las personas caprichosas —inquirió y se quiso golpear de inmediato por haberlo hecho. Harry, sin embargo, no parecía sorprendido por estar siendo cuestionado, de hecho, lo miraba con curiosidad.

—No lo hago —respondió finalmente de forma inflexiva y fría. Había ciertas implicaciones en sus palabras que le causaban malestar.

Los dos se quedaron en silencio.

—Mikoto —Demian apareció detrás de él empujando su propio carrito. Por un momento la presencia su amigo le pareció tan extraña que lo descolocó, pero reaccionó rápido.

—Me tengo que ir —dijo y pasó junto a Harry, sin mirarlo. Demian le siguió, haciendo un excelente trabajo fingiendo que no estaba incómodo.

—Creí que estabas divirtiéndote con Mars —Harry levantó la voz, consiguiendo que Mikoto se detuviera, molesto—. ¿Tan pronto lo cambiaste? —aquellas palabras estaban cuidadosamente dichas para que el antiguo Mikoto se pusiera a llorar, pero Harry estaba equivocado, porque él ya no era el mismo. Ya no sentía ni una gota de cariño por él.

Aquella verdad le puso triste y al mismo tiempo le hizo sentir libre.

Por un momento pensó en girarse y decirle un par de verdades, pero después se dio cuenta que esa clase de cosas solo alimentarían el ego de Harry, así que después de dedicarle una mirada finalmente decidió ignorarlo y seguir su camino. Estaba seguro de que aquello haría enojar al hombre y aquel conocimientro trajo consigo una extraña satisfacción que lo recorrió de pies a cabeza.

Al dar la vuelta en uno de los pasillos consiguió escuchar a Hazel hablarle a Harry.

—Traje la leche, es lo mejor que encontré en este lugar —espetó, había un dejo de orgullo en su voz. Se le notaba a leguas que era un chico consentido.

—Yo no tomo leche —respondió, casi podía ver sus expresiones.

—¿Qué demonios? ¿Por qué no me lo dijiste? —inquirió, pudo escuchar su voz alejarse, se estaban moviendo.

—Eres tú quien está interesado ¿Cierto? ¿Por qué no usas esa cabecita tuya para pensar un poco? —la voz del hombre sonaba divertida, seguro estaba sonriendo, pero no era una risa cálida.

—¡Eres un tonto! ¡Deja mi cabello! ¡Tardé mucho peinándolo! —aunque Hazel sonaba molesto, también había un dejo de felicidad en su voz. Seguramente estaba feliz por haber conseguido una sonrisa de alguien como Harry.

Mikoto observó a Demian y este señaló a la caja.

—¿Nos vamos? —espetó, para luego echar un vistazo por el pasillo.

Parecía un poco preocupado y a Mikoto aquello le pareció lindo, estaba seguro de que se llevaría bien con Nara.

—Está bien —respondió y ambos a pagar.

—No volvamos nunca más aquí —agregó el chico y Mikoto se río en respuesta.

—Está bien.





Mars estaba comiendo del cereal de los chicos. Le había tomado la gracia a toda esa mierda con exceso de azúcares que Aries y June utilizaban para desayunar, hasta el punto en que tenía que controlarse para no terminárselo y dejarlos sin nada. Últimamente se había sentido extraño, había entablado amistad con Joshua (cuyo muy occidental nombre siempre sorprendía a la gente) y pasaba el tiempo hablando de tonterías con él, pero eso solo conseguía distraerlo momentáneamente del tema de Mikoto.

—Ya estoy listo —June apareció por la puerta del cuarto, vistiendo una chaqueta de mezclilla, pantalones del mismo material y una playera que decía "fuck you".

—Yo también —Aries salió del cuarto de al lado, el que Mars acondicionó para él y que la chica usaba de vestidor porque tenía el espejo más grande. Ella frunció el ceño al darse cuenta que estaban usando ropa casi idéntica, de no ser porque ella vestía shorts habrían coincidido por completo—. ¿Porque estás vestido así? —espetó.

—¿Por qué estás tú vestido así? —se quejó él. Mars sabía que se venía una discusión, así que los interrumpió.

—¿Hay necesidad de ponerse tan guapos para un partido? —preguntó con tono jocoso—. Que yo supiera ni siquiera te gustan los deportes —agregó, dirigiéndose a June, quien se encogió de hombros con una mueca picara.

—Tengo nuevos intereses —se justificó.

—Él no va por el juego, va por los jugadores —aseguró Aries, cruzándose de brazos. Mars levantó una ceja.

—Iré por ustedes a las cinco —espetó, levantando su tazón y poniéndolo en el lavabo.

—Tío, no serás de la idea de que solo se puede coger en la noche ¿Cierto? —preguntó June en tono sabihondo. El chico se divertía haciendolo enojar.

—No creo que tengas tantas ganas de ir a ese partido después de todo—espetó a modo de amenaza. June se tapó la boca de inmediato.

—No te preocupes, yo lo cuidaré —aseguró Aries, dándose un golpe en el pecho. June la miró de mal humor.

—Claro, seguro que tu novio también ayudará a cuidarme —gruñó, dándole un empujón. Ella parecía lista para devolverle el golpe cuando Mars los detuvo.

—Basta ya, nada de peleas, vayan a ese juego y cuídense mutuamente ¿Quieren? —espetó, dando la conversación por terminada. Luego recogió su teléfono para ver la hora mientras los chicos se lanzaban miradas de amenaza.

Al ver la pantalla casi le da un vuelco al corazón, sus dedos se aflojaron dejando que el aparato se le resbalara y casi cayera al suelo.

Había un mensaje de Mikoto.

Las manos le temblaron cuando se apresuró a abrirlo. Aquel comportamiento no se les pasó por alto a los chicos, que contemplaron la escena con interés. Mars sonrió al ver lo que había escrito.

"¿Será que pueda ir a tu casa hoy? Preparé curry, pero no quiero comer solo"

Él se giró hacia sus sobrinos.

—¿Estaría bien que pasara por ustedes a las siete? —espetó. La cara de los chicos se iluminó.

—¿Podemos ir a comprar un helado después del partido? —exclamó Aries—. Irán Randall y Bee.

Mars soltó un suspiro.

—Está bien, pero estaré ahí puntual —agregó, después se giró para responder el mensaje. 

La última y nos vamos <3

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