Mars recibió una llamada de su hermana, Natty, justo cuando estaba con la peor resaca de su vida. Ella lo puso al día sobre su nuevo trabajo, al parecer había conseguido un puesto en una especie de huerto en un pueblecito a dos horas de ahí. Mars no tenía idea de cómo había pasado aquello, pero ella le explicó que la paga era semanal y le iba mucho mejor que en su puesto como cajera en el restaurante donde trabajaba durante las noches. Probablemente el dejar a Antonio también fue se ayuda, ya no tenía a nadie quitándole el dinero.
—¿Cómo es que de repente decidiste marcharte? —le preguntó, sorprendido por la manera en que su hermana había dejado aquella relación tan tremendamente restrictiva como si nada. Él ya había perdido las esperanzas de que Natty se separara del hombre, así que aquella información le sorprendió bastante.
—No fue de repente —le explicó ella. Su voz se escuchaba lejana al otro lado de la línea, como si estuviera contemplando el cielo y le costara concentrarse en hablar con él—. Llevaba mucho tiempo pensando en ello, pero si me preguntas, creo que me decidí por esta locura cuando me di cuenta de lo de June —Natty no agregó nada más, su tono de voz al pronunciar el nombre de su hijo fue suficiente para que pudiera entenderla.
Tenía miedo por el chico, por eso ya se había preparado para sacarlo de la casa, quizás cuando se vio sola con Antonio se dio cuenta que aquella relación no tenía sentido, pero no podía estar seguro, no podía ver lo que había en su cabeza, aunque quisiera.
De todas formas, él trató de convencerla de que regresara, le dijo que entre todos podían ayudarse y que ella no necesitaba dejar a los chicos, pero Natty se negó. Mars pensaba que era testaruda y egoísta, pero al mismo tiempo entendía un poco su necesidad de encontrar un camino propio y tratar de sostenerse con su propia fuerza. Él quería regañarla y abrazarla al mismo tiempo.
—De todas formas, pásame a los chicos, quiero hablar con ellos.
Natty pasó una hora entera hablando con Aries y June, quienes se metieron en el cuarto para tener un poco de privacidad con su madre. Cuando salieron se veían tristes y resignados al mismo tiempo.
—Mamá dijo que está ocupada, pero que vendrá a vernos para Navidad.
Cuando Aries pronunció aquellas palabras había un dejo de añoranza en su voz. Mars se dio cuenta lo mucho que esos niños necesitaban una resolución. Él saber que había una fecha probable para marcar en su calendario parecía haberlos tranquilizado un poco.
La incertidumbre ya no era tan abrumadora.
Mars miró su celular, dándose cuenta de que estaba anocheciendo. Tenía ganas de llamar a Mikoto para contarle lo que estaba pasando con su hermana, pero no había manera de que hiciera eso después de la charla que tuvieron el día anterior. Mientras fruncía el ceño estuvo bajando en sus números de contacto y se dio cuenta que no tenía a nadie a quien llamar. Él era un tipo solitario y por lo regular eso le daba lo mismo, pasaba la mayor parte de tiempo divirtiéndose, trabajando o ayudando a su hermana en alguna cosa absurda.
En esos momentos se arrepintió de no haber hecho ningún amigo cercano durante la universidad.
Estaba siendo un domingo de mierda.
—Tío, vamos a tener un maratón de todas las temporadas de RuPaul ¿Quieres venir? —los gemelos se estaban acomodando en el sillón cuando dijeron eso. Los dos sonreían, sus planes para la tarde parecían haberlos animado un poco, también era obvio que intentaban encontrar una manera de distraerse de la tristeza.
Mars les sonrió, sabiendo que tenía buena compañía, aunque aquellos dos fueran unos bravucones la mayor parte del tiempo.
—Está bien —dijo, acomodándose en el sillón, mientras los chicos permanecían en el suelo. Tenía que asegurarse de comprar más cojines—. No sabía que les gustaran las drags —agregó, mientras los chicos tenían una pequeña riña por el mando a distancia.
—Nos encantan —espetó Aries, ganando la batalla—. Además, era eso o ver algún musical de mierda —agregó, haciendo cara de ascos.
—¡Oye! ¡No te metas con mis musicales! —espetó June, dándole un empujón en el brazo que ella le devolvió casi de inmediato.
—Vamos, no peleen —dijo, soltando un suspiro—. Les compraré pizza.
Los gemelos celebraron agitando las manos hacia el cielo.
—¿En serio? —Nara sonaba muy sorprendida al otro lado de la línea—. ¿No me estás mintiendo? —ella tenía la boca abierta y parecía que se le había olvidado como cerrarla. Mikoto había tardado gran parte de la tarde explicándole todos los líos en los que se había metido la última semana, pero a Nara sólo le importaba la parte en la que se acostaba con Mars.
—Es en serio —respondió, avergonzado. La reacción de su amiga lo estaba abrumando.
—¿Y luego lo rechazaste? —inquirió, soltando una risita que no pretendía ser burlona, pero que Mikoto no pudo evitar sentir de esa manera—. ¿Es por Harry? —la pregunta se escapó, aunque ella hubiese querido aguantarse. Los problemas amorosos de Mikoto siempre le parecían abrumadores porque nunca sabías a que grado podían afectarle las cosas.
Mikoto la miró a través de la pantalla. Su expresión se quedó en blanco y luego se dio cuenta que no había pensado en el hombre ni una sola vez. Sin embargo, todavía sintió una alteración en su pulso cuando escuchó que lo mencionaba.
—No —dijo con sinceridad—. No estaba pensando en Harry —y sintió que aquello era importantísimo.
Después de su charla con Chris, cuando se había puesto tan mal como para tener un ataque de pánico, Chris se había alterado hasta el punto de parecer casi tan afectado como él y trató de ayudarle a calmarse, pero no tenía idea de cómo hacerlo. Mikoto nunca iba a olvidar lo asustado que se veía, parecía que tenía ganas de llorar y le explicó entre sollozos que era mentira, que él nunca estuvo con Harry mientras este salía con Mikoto, que solo estaba tratando de hacerlo sentir mal.
Para él Chris era una persona alegre, simpática, de bonitos ojos y risa fácil, pero esa tarde se había transformado en un monstruo, estaba lleno de ira y sus palabras eran cuchillos que lo atacaron sin piedad.
Mikoto no sabía por qué Chris lo odiaba tanto, parecía un animal herido y le dio muchísima tristeza verlo. Sobre todo, cuando June salió y metió a Mikoto en la casa.
Nunca se le iba a olvidar la manera en que dijo que seguiría esperando afuera y cómo recobró enseguida su máscara de dureza. A Mikoto le dio la impresión de que nunca volvería a ser el Chris que se reía de tonterías y se enamoraba cada mes, su silueta era tan solitaria, estaba destruido.
De inmediato pensó en Harry y se dio cuenta de la manera en que los había jodido a los dos. La forma en la que deseaba mantenerlos atados e intentaba hacer que miraran al otro como un enemigo. Después de ver la expresión mezquina de Chris cuando le insinuó que Harry lo había engañado se dio cuenta de lo que pasaba, no enseguida, pero lo notó.
Se reconoció a sí mismo en Chris.
—A Harry no le gustan los tatuajes.
Y darse cuenta de ello fue horrible, sentía que los últimos años habían sido una mentira. Harry era un hombre de sangre fría. Su mirada era la de un depredador y cualquiera podía convertirse en su presa.
Alguna vez Mars le había preguntado si había tenido sexo casual, él había dicho que no, pero después de la noche anterior se dio cuenta que incluso aquello era una mentira. Sí había tenido sexo casual, para Harry lo suyo era sexo casual.
Mars le había hecho darse cuenta cómo era estar con alguien a quien de verdad le importabas, alguien que te quería y te respetaba. Harry no tenía eso, a él le daba igual la satisfacción de Mikoto mientras él pudiera terminar, la daba lo mismo si estaba haciendo cosas que podían resultarle incómodas o si estaba cansado o si simplemente no tenía ganas. Harry sólo se preocupaba por sí mismo y por su satisfacción y no veía a Mikoto como nada más que un medio para poder llegar al orgasmo.
Sin darse cuenta comenzó a llorar.
—Mikoto ¿Estás bien? —Nara se acercó a la pantalla para verlo mejor. La imagen no tenía la mejor calidad, así que tenía dudas de si era sólo su impresión. Mikoto se secó las lágrimas.
—Lo siento, es sólo que no puedo hacer esto —él no quería arruinar las cosas con Mars. No quería echar a perder lo que habían construido y no quería transformarlo en un salvavidas emocional. Él no se lo merecía, no era todavía lo suficientemente fuerte como para estar con Mars y quererlo y poder cuidarlo cómo Mars lo cuidaba a él. No quería transformarse en su Harry y verlo sólo como una forma de consuelo.
—¿Qué ocurre? —Nara hablaba al otro lado de la pantalla, pero él no podía escucharla, solo pensaba en lo bonito que sería estar bien, poder ir a ver a Mars en ese mismo momento y que le diera un abrazo. Pero no se sentía capaz de hacerlo.
En cuanto las lágrimas rodaron por sus mejillas, no fue capaz de detenerlas.
Cuando uno piensa que Harry no puede ser peor... XD