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«snitch»
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–¡Me corriste de la tienda, en medio de una guerra mágica!
–¡Estaba procesando la información! –exclamó Harry mientras miraba con exaltación a Cassie, quien se encontraba sentada en su cama, con los brazos cruzados.– ¡Creí que ya me habías perdonado!
–¡Pero lo recordé y volví a enfadarme!
Ambos giraron la cabeza en dirección a un sonido proveniente de la puerta.
–Papá, sé que estás ahí –dijo Cassie, un poco más calmada.
–Andrew quería saber por qué estos bobos peleaban, ¿verdad? –el bebé pelirrojo picó los ojos de Sirius. El hombre lo apartó un poco.
–Sí, claro –Cassie rodó los ojos y con su varita comenzó a armar una maleta.
–¿A dónde vas, jovencita?
–Me iré a casa –murmuró, Harry miró a Sirius, para que la detuviera.
–Cassie, esta es tu casa.
–No quiero ver a Harry –tomó su maleta y comenzó a arrastrarla mientras caminaba hacia la puerta.
–Sigo aquí, Cassiopeia –el azabache rodó los ojos.
–¡Sí lo sé, te recuerdo que el míope eres tú! –salió de la habitación evitando dar un portazo, no quería asustar a Andrew.
–Creo que está en sus días, Harry... –susurraba Sirius.
–¡QUE ESTÉ ENOJADA, NO SIGNIFICA QUE ESTOY EN MIS DÍAS! –gritó mientras bajaba las escaleras– ¡SÍ ESTOY EN MIS DÍAS, PERO NO ES EL CAUSANTE DE MI ENOJO!
Dos meses habían pasado desde la segunda guerra mágica. Los Black y los Potter vivían en una mansión, no muy lejos de La madriguera. Aquella mañana de julio, Cassie despertó realmente enojada con Harry; se sentía boba, ¿por qué lo había perdonado tan fácilmente?
Sentía un gran vacío desde la muerte de Magnus, ya no tenía a su mejor amigo, no tenía a alguien que le dijera "Hey, definitivamente es una mala decisión". Acudir a Hermione no era una buena opción, ya que se encontraba buscando a sus padres junto a Ronald.
Vaya, pensaba Cassie, en ese momento sí que necesitaba un consejo de madre.
Se materializó frente a la mansión Mansour, sabía que sería el último lugar en el que la buscarían. Los recuerdos inundaron su mente, en el vestíbulo se encontraba una gran pintura; estaban sus abuelos, Edward, Rose y ella, de tan sólo unos meses de nacida, ¿En qué momento su vida cambió tanto?
–¡Kreacher! –el elfo apareció frente a ella.
–¿Sí, ama Black?
–¿Puedes llevar una sopa a mi habitación? No me importaría si la envenenas –dramatizó y subió por una de las escaleras de la mansión.
Pasaron dos días desde que Cassie decidió pasar un tiempo en la mansión de su familia materna. Todos sabían dónde se encontraba, todos menos Harry. El azabache se hallaba realmente confundido, no sabía dónde se encontraba su novia. Al menos no estaba muerta, ya que Sirius estaba de muy buen humor escuchando a Abba en el salón, junto a James.
Harry sabía bien que lo hacían por Jane, escuchar a su grupo de música favorito era como estar cerca de ella.
–Todo es más fácil siendo un bebé –le decía Harry a su hermano menor– Aunque, no en mi caso, un maniático quería asesinarme... Quizás no sea una buena idea volver a ser un bebé.
El pelirrojo reía, sin entender lo que decía su hermano.
–¿Tuvimos un hijo y no lo supe? –bromeó alguien a sus espaldas.
Ronald llevaba una sonrisa de oreja a oreja, se acercó hasta su mejor amigo.
–¿Encontraron a los padres de Hermione?
–Exactamente, mi míope amigo –Harry lo miró mal– Ahora mismo está con ellos, así que pensé: ¿Por qué no visitar a mis queridos amigos? Por cierto, ¿Dónde está la chiflada?
–No tengo idea... ¡No le digas así! –con la mano que tenía disponible, le lanzó una almohada.
Harry le comentó a Ron lo que había sucedido, y para su sorpresa, el pelirrojo parecía bastante comprensible. El azabache creía que la causante de su nuevo tacto era Hermione.
–... Tomó una maleta y se desapareció, Sirius dice que es un arrebato de inmadurez y que espere, mi padre opina lo mismo.
–Ron, con ayuda de su varita, depositó al somnoliento Andrew en su cuna– Ya veo por qué Jane se enfadaba tanto con ellos.
Harry no pudo evitar sonreír al escuchar el nombre de su madre.
–Por cierto, ¿Cómo estás respecto a eso?
–Bien, dentro de lo que puedo, claro. Sé de buena fuente que se encuentra bastante feliz –los recuerdos del bosque prohibido aparecieron en su mente.
Ron sabía que Harry no se encontraba del todo bien, pero optó por no insistir.
–Debes admitir que metiste la pata, ¿Quién abandona a su novia...?
–... En plena guerra, lo sé –suspiró Harry.
–¡Y por una estupidez! –Andrew se removió en su cuna– Y por una estupidez... –comenzó a susurrar– El viejo chiflado tenía todo planeado, Malfoy sólo era un peón en su juego de ajedrez.
Los ojos verdes de Harry miraron a Ron, como si no pudiera creer que aquellas palabras salieran de él.
–¿Qué carajos te hizo Hermione?
–Me enamoró –respondió con una sonrisa boba.
Harry sabía lo que debía hacer. Al otro día, comenzó a buscar a Cassie; comenzó por La Madriguera, Ron le dio un golpe en la nuca por hacerlo, ¿Por qué Cassie iría hasta allá?
Buscó por todo Londres muggle, tampoco estaba en Grinmauld Place, ¿Entonces, dónde estaba la chica de sonrisa traviesa y cabello arañado?
No iba a darse por vencido, pero tampoco tenía muchas opciones. La última opción que tenía era la mansión Mansour.
Harry no recordaba haber estado ahí antes, pero sabía muy bien dónde estaba ubicada. Tocó la puerta.
–¿Quién es, Kreacher? Dile a los niños exploradores que se jo... –la barra de chocolate que Cassie estaba comiendo, cayó al suelo– No eres un niño explorador –arrugó la nariz.
–¿Existen niños exploradores en el mundo mágico? –preguntó cruzándose de brazos y apoyándose en el umbral de la puerta.
–Sí, yo fui una –susurró, esperando que Harry no la haya escuchado, pero para su mala suerte, sí lo hizo– ¿Qué deseas? Uh, no respondas, sé que a mí me deseas –aclaró la garganta– La pregunta es, ¿Qué haces aquí?
–Sé que me comporté como un inmaduro de mierda. Jamás me hubiera perdonado si algo te pasaba. Te buscamos, con Hermione te buscamos, a Ron y a ti, pero no tuvimos suerte. No podía dormir, no sabía en qué condiciones estabas, pero sí sabía algo: estabas viva. Lo sabía porque lo sentía, sentía que mi Ivy se encontraba con vida... –se fue acercando a Cassie, hasta quedar frente a frente; verde contra verde.
–¿Sería muy horrible de mi parte, decirte que ya no estoy enfadada? –susurró con una pequeña sonrisa.
–Iba a decirlo de todas maneras –sonrió y se alejó un poco; de su mochila sacó dos escobas– ¿Qué te parece si pasamos el día juntos?
–No creas que me subiré a ese trozo de madera –arrugó la nariz.
–En la sala de menesteres lo hiciste muy bien –Harry enarcó una ceja e hizo entrega de la escoba a Cassie.
–Fue un caso de vida o muerte –dijo entre dientes y comenzó a volar en la escoba. Harry rió y la siguió.
Ambos fueron hasta el campo de Quidditch más cercano.
–¿Y cómo planeas jugar, Popotter? Sólo somos dos.
Harry sacó de su bolsillo una Snitch.
–El que la encuentre primero, gana.
La snitch dorada comenzó a volar con velocidad alrededor del campo de Quidditch.
–¡Pero eres el mejor buscador de Hogwarts!
–¡Vamos, Ivy. No será tan difícil! –gritó el azabache yendo en busca de la snitch.
Cassie voló lo más rápido que pudo, maldiciendo a Harry internamente. Sabía que era casi imposible ganarle a Harry Potter en el Quidditch, pero no iba a darse por vencida tan fácilmente. La castaña aprovechó que los lentes de Harry se encontraban torcidos y fue en busca de la snitch, y por alguna razón, se le hizo extremadamente fácil cogerla.
–¡La tengo, la tengo! –chillaba de emoción mientras aterrizaba en el césped, Harry la siguió.
Notó que la Snitch comenzaba a abrirse, y dejó ver en su interior un objeto brillante, se trataba de un anillo. Quedó paralizada y pudo jurar que comenzaba a ponerse pálida. El azabache tomó la snitch, se posicionó frente a ella y se arrodilló.
–Cassiopeia Drizella Black Mansour... Cuando te vi, pensé: que niña tan pesada. Siempre estabas pendiente de mí y de lo que sucedía a mi alrededor, y fue en tercer año en que comenzaste a tener una verdadera razón para hacerlo. Creía que el nombre Drizella era perfecto para ti, ya sabes, la malvada hermanastra de Cenicienta –se les fue imposible no reír– En cuarto todo cambió. No sabía qué estaba pasándome, de un día a otro, creía que eras la chica más interesante de Hogwarts y quería saber todo de ti. Y lo supe, estaba completamente enamorado de ti. Estoy lo suficientemente cuerdo como para saber que quiero pasar toda una vida a tu lado, no importa cuán jóvenes seamos. Una vez, una persona sabia me dijo: Somos almas gemelas, el destino se encargará de juntarnos. Siempre. Eres el amor de mi vida, Ivy... ¿Quieres casarte con este míope, aunque siempre me encuentre en peligro?
–Sólo si estoy ahí para rescatarte –aceptó Cassie lanzándose a los brazos de su futuro esposo, con lágrimas en sus ojos, causadas por la emoción.