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«almas gemelas»
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Cassiopeia perdió la cuenta de las noches que pasó en vela. Llevaba grandes ojeras bajo sus ojos verdes, su tez lucía más pálida de lo normal y había perdido peso.
–Drizella, si sigues así, morirás –el platinado entró a la habitación que Narcisa le asignó a Cassie, en sus manos llevaba dos tazas de café.
–Esa es la idea –masculló mirando a través del gran ventanal, los días no habían cambiado, de hecho, cada día lucían más tristes y melancólicos.
–¿Tan pronto me dejarás viudo? –bromeó tomando asiento junto a ella y le extendió el café. A Cassie no pareció hacerle gracia, limitó a mirarlo de reojo y a Draco le recordó la mirada de reproche de su madre.– Hoy es navidad, mamá dijo que debías bajar a cenar con nosotros.
–No iré, Draco.
Ninguno de los dos volvió a hablar, Draco sabía que Cassiopeia no cambiaría de idea. Luego de pensarlo durante unos minutos, habló:
–Entonces, yo tampoco –aseguró.
–Es navidad, debes estar con tu familia –a Cassie se le hizo un nudo en la garganta, era la primera vez que pasaba la navidad sin su familia.
–Eres mi familia, Cassiopeia. Me has ayudado mucho más de lo que crees, es hora de devolverte el favor –le sonrió y con la mano que tenía disponible, acarició la de la castaña.
Ninguno de los dos bajó a cenar aquella noche, ambos se quedaron en la habitación del platinado, practicando. Estaba nevando y el frío cada vez se volvía más insoportable, no pudo evitar preocuparse por Harry, ¿Estará bien? ¿Tendrá en quien contenerse, como ella lo estaba haciendo?
–¿Cómo aún puedes pensar en Potter, a pesar de lo que te hizo?
–Por un lado lo entiendo, digo, Dumbledore fue una persona muy importante para él. Se sintió solo y traicionado... Aunque, pensándolo bien, cuando nos reencontremos, lo golpearé.
– Pagaría por ver eso –Draco ahogó una risotada– ¿Aún crees que van a reencontrarse?
–Sí –afirmó con seguridad y una sonrisa se formó en sus labios– Somos almas gemelas, nos reencontraremos en algún momento, en este o en otro mundo.
Los días siguientes fueron los peores para Cassiopeia. Bellatrix lograba que Cassiopeia perdiera la cabeza, la mortífaga seguía sin creerle que no supiera el paradero de Potter, por lo que no dudaba en torturarla de vez en cuanto, la mujer recurría al daño psicológico también; le recordaba constantemente cómo fueron los últimos minutos de vida de Rose, y el cómo rogaba por su vida. Cassiopeia sentía que iba a volverse loca en cualquier momento, no tenía cómo defenderse y eso la ponía en una notable desventaja. No tenía idea de dónde se encontraba su varita, ya que, por obvias razones, negaban a entregársela.
Luego de cada conversación con Bellatrix, Lucius le hacía entrega de una poción como el agua, según él, para retomar fuerzas. Sabía que algo raro estaba pasando y que aún habían cosas que le ocultaban. La mayor parte del tiempo lo pasaba en la habitación, dando vueltas en círculos.
–No cometas una locura, no cometas una locura... –repetía, se miró al espejo, entrecerró los ojos y finalmente, bufó– Por los calzones de Snape, estoy perdiendo la cabeza.
Volvió a bufar. Sintió el sonido de unas agujas moviéndose, por un instante creyó que definitivamente estaba perdiendo la cabeza, pero sintió que el sonido provenía de su bolsillo. Era la brújula de Dumbledore. En el reverso de la brújula, se formaron unas palabras en griego: guía.
Cassie examinó la brújula, sorprendida, y esta comenzó a tener vida propia, era como si alguien la condujera hacia un lugar. Guardó la brújula en su bolsillo, sin soltarla, y fue guiada por esta. Se aseguró que nadie estuviera rondando por ahí, (cosa que sí ocurría, ya que constantemente la vigilaban) y caminó por los desolados y oscuros pasillos de la mansión. Entró en un cuarto en el que jamás había estado antes, se acercó hasta un estante y la brújula dejó de moverse. Aquel raro artefacto, la guió hasta su varita.
–Te extrañé, pedazo de madera –en el momento en que besaba a su varita, la puerta del cuarto fue abierta.
–Aquí estás, pequeña tra... –Cassie fue más ágil y aturdió el mortífago. Le quitó la varita y la partió en dos. Como fin, cerró la puerta con magia para que no pudiera salir.
Al día siguiente sería el peor de su vida, ya que la forjarían a contraer matrimonio con Draco. Llevaba un vestido largo y negro, este era mucho más elegante que el que usó para hablar con Voldemort. Escondió la varita en sus converse, las cuales no lograban verse gracias al vestido.
El salón de los Malfoy lucía igual que siempre, con la excepción que la familia de platinados, vestía elegantemente.
Uno de los mortífagos que trabajaba en el ministerio, era el encargado de convertirlos en un matrimonio. Los únicos presentes eran la futura pareja, Bellatrix y el matrimonio Malfoy. Narcisa lucía extremadamente nerviosa, su rostro no era el mismo inexpresivo de siempre; hasta ella podía notar que era un error.
Draco se encontraba en frente. Ambos se miraban con tristeza, ninguno de los dos estaba ahí por cuenta propia.
–Draco Lucius Malfoy, ¿Aceptas a Cassiopeia Black como tu legítima esposa?
–el rubio tardó más de lo esperado en responder– A-acepto.
–Cassiopeia Drizella Black, ¿Aceptas a Draco Malfoy como tu legítimo esposo?
Cassiopeia tomó aire, dispuesta a responder: pero fueron interrumpidos por unos gritos.
–¡Tenemos a Potter! –se escuchó– ¡Hemos capturado a Harry Potter!
Pido disculpas por la mierda de capítulo.
¿Pueden decirme apps o programas para crear portadas lindasss?😿
Gracias por comentar y votar, lqm💕