Aquella noche las luces de la ciudad brillaban intensamente. La brisa fresca era un confort durante esos calurosos días de verano. No hacía demasiado calor ni demasiado frío. La ocasión era perfecta para salir a divertirse un viernes en la noche.
Eran alrededor de las 8:30 p.m. cuando el grupo de amigos arribó al club nocturno más popular de la ciudad. Aquel día el lugar estaba como siempre; atiborrado de adultos jóvenes y universitarios que en su vano intento por olvidarse de la recién concluida temporada de exámenes, se llenaban a tope con alcohol y, ocasionalmente, drogas.
Era la primera vez del castaño en un club nocturno, así que tardó un rato en decidir qué llevar puesto. Optó por un par de jeans negros ajustados que no dejaban nada a la imaginación, una camisa holgada con un cuello en V que dejaba a la vista sus clavículas y su acanelada piel, algo de joyería para complementar y un discreto pero perfecto maquillaje que le hacía ver como un ángel caído. Tan hermoso como peligroso.
Sin esperar mucho más, el grupo de jóvenes estudiantes ingresó al club. Un remix de la canción Animals de Martin Garrix sonaba estruendosamente en los parlantes que rodeaban el lugar, pero no sonaba lo suficientemente alto para que no pudiesen oír sus propias voces al gritar. El espacio, la iluminación y la ambientación, todo era perfecto para pasar una gran noche con sus amigos y olvidarse del estrés de sus exámenes.
Se dirigieron a una de las mesas libres, debiendo atravesar por una multitud de miradas indiscretas y piropos subidos de tono por parte de los demás presentes. Freddy no lo negaría, le gustaba ser halagado, pero no estaba acostumbrado al tipo de comentarios lascivos que los hombres en el club le lanzaban sin ningún tipo de decoro.
Para matar algo de tiempo y entrar en confianza, Freddy, Deuz y Bon se ofrecieron a ir por algo de beber. El más pequeño apenas podía seguirle el paso a los dos mayores. Su corta estatura y su complexión le hacían ver como un niño, algo que no jugaba muy a su favor cuando se trataba de estar en un lugar rodeado de alcohol.
Ordenaron las bebidas y el castaño dio un ligero sorbo, luego hizo una mueca.El sabor era algo fuerte, no estaba acostumbrado así que su reacción era algo normal. Sin embargo, no esperaba escuchar la risa burlona de alguien por haber hecho esa careta tan graciosa y adorable. Sintiéndose ofendido, Freddy se giró para encarar a quien él creía era quizás Deuz. Grande fue su sorpresa al encontrarse cara a cara con un alto hombre de cabello violeta, ojos cromáticos y sonrisa boba.
Su mirada se desvió a la bebida, pero el muchacho no se dio por vencido, así que se aproximó a él para entablar conversación.
—Creo que deberías beber algo más dulce. Así lo disfrutarás.— Entonces le extendió una copa con lo que parecía ser un coctel. —Bébelo, te gustará.
I Feel Like I'm Drowning de Two Feet comenzó a sonar de fondo, casi combinando con lo sensual pero tensa de la situación.
Dubitativo, Freddy tomó la copa cocktail y estuvo a punto de dar un sorbo cuando alguien le detuvo.
Un ligero escalofrío le recorrió cuando sintió una cálida mano posarse en su hombro y una suave pero grave voz susurrando a su oído —No lo bebas.
El apuesto extraño retiró la copa de sus manos con delicadeza y la colocó en la barra. Luego encaró al pelimorado. —Owynn, sabes que no puedes jugar con esta clase de cosas. La última vez casi te metes en un lío de los gordos.— Murmuró el mayor mientras sujetaba con algo de recelo el hombro del ojiazul. —Déjale en paz y vete a beber con los demás.
—Jo, no eres divertido Fred. Sólo quería jugar un poco...— Pero cuando se puso de pie para irse, el mencionado le detuvo —¿Y ahora qué?
—El frasco.— Y el joven, hastiado y cansino, le extendió el frasco de cristal antes de abrirse paso entre la multidud. Freddy aún no caía en cuenta de lo que había ocurrido. ¿Por qué le había detenido? Entonces el extraño misterioso tomó asiento frente a él y el castaño creyó perder el aliento por un momento.
Azabache cabellera, ojos rojos como la sangre, piel algo pálida, cuerpo bien trabajado pero no excesivo. Y su sonrisa, dios. Era la más hermosa que quizás vio nunca. Y su voz... grave y tentadora, pero relajante.
—Perdona por abordarte así. No fue la mejor forma pero... debía evitar que te bebieras eso— El contrario le extendió la copa al barman, quien desechó el líquido y se encargó de limpiar bien el vaso.
—N-No comprendo... ¿D-De qué me habla?— Y entonces el azabache mostró la etiqueta del frasco.
—GHB. Él intentaba drogarte con esta sustancia que... digamos te hubiese puesto en una situación muy vulnerable.— Freddy quedó atónito. Sólo era su primera vez y estuvo a nada de probar una droga. Qué gran anécdota. —Deberías tener más cuidado con aceptar bebidas de extraños...
—Y-Yo... no lo sabía, lo siento...— Desvió la mirada avergonzado. ¿Cómo pudo haber olvidado esa simple pero imprescindible regla? Se sentía tan... —Estúpido...
El mayor frente a él suspiró palmeó su hombro para intentar reconfortarle. Luego le dio una cálida sonrisa. —¿Es tu primera vez viniendo a esta clase de lugares, no?— Freddy asintió. El hombre rio ligeramente —Tu novia debe estar buscándote.
—Ah... No tengo novia... En realidad... No soy muy fanático de las... chicas.— Era la primera vez que lo admitía tan abiertamente. Y mucho más frente a un extraño.
—Compartimos eso. Yo también soy gay.— El hombre tomó de la barra un vaso con lo que parecía ser whisky y le dio un sorbo —Quizás desde que tenía tu edad.— Dejó escapar una pequeña risilla cansina. Quizás incluso incómoda. —Por cierto. Soy Fred. Lamento no presentarme antes.
El castaño negó con una sutil sonrisa y le miró a los ojos —Yo soy Freddy... Un gusto.
El azabache sonrió de vuelta y sin esperar que el menor extendiese su mano, en un intrépido movimiento tomó la delicada mano del menor y besó el dorso.
Quizás ese simple pero simbólico gesto había conquistado al menor. O quizás el guiño coqueto que le dedicó segundos después.
[...]
Sólo habían pasado unos días, era Martes al medio día cuando un BMW serie 7 se encontraba aparcando frente a la Universidad Nacional. El pelinegro llamaba mucho la atención, pero en realidad poco le importaba. Había logrado averiguar a qué universidad asistía aquel castaño del club sólo gracias a sus colegas. Y no iba a permitir que alguien le arrebatara la oportunidad antes de poder hacer algo.
—Gold, ¿Estás completamente seguro que este es el lugar?
—Fred, si tanto desconfías de mi, ¿Para qué me pediste ayuda en primer lugar?— Ambos llevaban sus gafas de sol puestas. Debían al menos disimular un poco su obvia presencia, no querían lidiar con los fisgones.
—Touché.— Esperaron unos minutos más hasta que por fin el pelinegro divisó a la distancia al adorable joven del club. Fred nunca daba el primer paso de acercarse, y no fue necesario hacerlo ya que el castaño al reconocer a los dos mayores se acercó a toda prisa siendo perseguido por sus compañeros.
—¡Fred, qué sorpresa! ¿Qué haces por aquí?— El corazón del mencionado dio un vuelco. Ese tierno chico recordaba su nombre.
—Pasaba por aquí y tenía la sensación de que nos encontraríamos aquí.— Retiró las gafas y le dedicó un guiño, sin segundas intenciones —Un gusto volver a verte, hermoso Freddy.
Y sus mejillas volvieron a enrojecer al escuchar aquel apodo. ¿Fred le consideraba hermoso?
—¿Quiénes son ustedes?— Ann, una compañera de la facultad del castaño, rompió el silencio con una pregunta que Fred y Gold realmente no deseaban contestar.
—A Fred le conocí en el club de la otra noche. Y...— Fred le interrumpió.
—Gold es un colega.— Silencio. Y uno muy incómodo. —Bueno, si me permiten, me llevaré a este adorable castaño por unos minutos.
—¿Para qué?— Ahí iba la lámpara con su escenita.
Fred hastiado por la actitud de ese chico extendió su mano y encaró a Freddy con una sonrisa —Pequeño osito de chocolate. ¿Me concederías el honor de una cita?
Quizás no era la propuesta más elaborada ni la más impresionante, pero en definitiva era muy romántica para el pequeño de acanelada piel, quien con un corazón alborotado y una resplandeciente sonrisa, asintió con la cabeza como si su vida fuese a terminarse ahí.
Y, como si el resto del mundo a su alrededor se hubiese desvanecido, Fred apresó entre sus manos la delicada cintura del menor y les unió en un corto roce de labios.
Dulce y cálido. Romántico.
Y aún sumidos en su burbuja, un adorable castaño de 19 años recién cumplidos y un sensual pelinegro de 24 se dedicaron una mirada y sonrisa cómplices.
Aquellas que marcaron el inicio de una relación llena de magia, pasión y un amor incomparable.
Aquellas que se plasmaron en 40 días a puño y letra.
No es el final... este sólo es el comienzo.
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Oficialmente se termina. Y quería cerrar con broche de oro mostrando cómo se conocieron estos dos tortolitos. ¿Recordáis el especial Q&A? Pues la mayoría de vuestras teorías sobre cómo estos dos se conocían terminaban en la cama. ¡Pero no! En realidad ha sido el encuentro más normal del mundo, con la única excepción del intento de violación del travieso Owynn hacia el hermoso e inocente Freddy.
Si os preguntáis que es GHB (La droga que menciona Fred) es una droga utilizada comúnmente para VIOLAR en las discotecas o clubs nocturnos. En México la conocen como "Viola Fácil". Traúmatico, ¿Cierto?
Por eso mis hermosos y hermosas, nunca aceptéis bebidas que no vengan directamente del barman o bebidas ya abiertas. (¡Aunque estemos en cuarentena, recordad bien eso!)
Y esto ha sido todo, esta vez es de verdad. No hay truco ni engaño.
Os agradezco a todos por seguir conmigo hasta el final, de verdad que me he tardado en idear este día. Estoy pensando volver a mi hiatus. No lo sé, problemas existenciales.
¡Os adoro a todos con mi corazón! Y oficialmente dentro de unas horas publico mi tercera edición del 30 days of OTP, AngelDust edition junto al AU Frededdy que os había prometido. Si habéis adivinado que la temática del AU es basada en el día 28. Furry, habéis acertado.
¡Os amo a todos y espero veros por aquí de nuevo!
Es todo por mi parte. Os adoro.
Este no es el final... este es sólo el comienzo.
𝐾𝑢𝑟𝑜𝑔𝑎𝑤𝑎 𝑌𝑢𝑟𝑖
🐙⭐️🌸❤️