Día 14. Cambio de papeles.

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Freddy miraba por el ventanal que le regalaba una hermosa vista de la ciudad nocturna mientras escuchaba al menor de sus sirvientes entrar por la puerta del estudio.

—Llegas 5 minutos tarde, Fred...— Susurró el mayor mirando por el rabillo del ojo al pequeño maid, con sus piernas temblorosas mientras sujetaba el borde de su falda de encaje intentando mantenerse de pie. Su amo era de temer si le hacían enojar. Seguro se había enterado que se había estado tocando en su cuarto mientras él no estaba. 

Intentó retener el aliento mientras miraba a su amo girarse para encararlo. Exhaló con fuerza y lo miró a los ojos —L-Lo siento, amo...

—No lo sientas...— Aquello descolocó al pequeño ojicarmín, quien miró confuso a su mayor. Freddy tomó asiento en la silla de cuero negro mientras miraba expectante al maid. —Recibirás un propio castigo por tu falta de respeto— Susurró y juntó ambas manos mientras cruzaba su mirada con la de Fred. —Déjate las medias y las braguitas, quítate lo restante de ropa— Ordenó con voz ronca y demandante. 

Un escalofrío recorrió la espalda del más pequeño quien, obedeciendo sumisamente a las órdenes de su amo, se retiró la ropa y las zapatillas sin sacarse ni las medias, ni las braguitas de encaje blanco que llevaba puestas. Su pequeño miembro apretaba por dentro de la tela y hacía un esfuerzo por no retorcerse. El mayor notó esto y rió con sorna.

—¿Qué ocurre, Fred? Te noto inquieto— Susurró Freddy mientras se cruzaba de piernas y brazos frente a Fred. —De rodillas, tócate para mi pequeño.

El pequeño pelinegro no aguantó más y, tras ponerse de rodillas frente a su amo, tomó su miembro por dentro de las bragas de encaje para masturbarlo con torpeza. La sensación fría de sus manos contra lo caliente de su pene era tanto placentera como escalofriante. Aquel hogar, no, aquél hombre lo había corrompido. Él antes no era así de lascivo. Pero, ¿Siendo honestos? Le encantaba. Tocarse hasta alcanzar el placer máximo mientras su cuerpo aclamaba por ser llenado era la sensación más deliciosa del mundo. 

Mientras se masturbaba, acostó su pecho en el suelo, dejando su traserito al aire. Era su primera vez intentando esto, pero sabía lo que se venía así que sin rastro de pena, llevó tres dedos a su boca y los lamió y lubricó mientras sentía el líquido pre-seminal salir en chorritos de la puntita de su miembro.

—Pequeño malcriado... Te he consentido demasiado— Susurró Freddy mientras se levantaba lentamente de su silla y apoyaba su espalda en el borde de la mesa, acercándose más a Fred. —Ven aquí. Danos placer a ambos.

El menor, cegado por el deseo, a gatas se posicionó frente a Freddy, aún de rodillas le retiró el cinturón, los pantalones negros y los bóxers, dejando ver su marcado miembro ya despierto. Comenzó a salivar por probar aquello que llevaba deseando hace mucho ya, así que sin recibir orden alguna, sacó sus deditos y los reemplazó por el pene de Freddy, quien al sentir la boquita de su pequeño sirviente rodear el glande, dió un respingo de sorpresa, más no hizo nada por detenerlo. 

—Dios. Fred, tú boca es tan caliente.— Susurraba Freddy mientras embestía la boca de Fred. Curiosamente Fred lo había intentado antes con un dildo de unos 20cm y le habían dado arcadas, sin embargo con Freddy era algo completamente diferente. Sentía que el pene del castaño llegaba a su garganta, más no le provocaba asco o ganas de vomitar. 

Fred entre pequeños gemidos, insertó uno de los dedos que previamente había lubricado en su rosada entrada, dando un ligero respingo. La sensación era extraña y dolía un poco, pero podía tolerarlo. Comenzó a mover su dedo dentro suyo mientras con la otra mano masturbaba lo que no le cabía en la boca del pene de Freddy, viendo de reojo como los ojos de este se empañaban por el deseo. Aquellos orbes azules se veían oscuros y siniestros, pero a la vez perdidos en el deseo y el pecado. 

30 Days of OTP |Frededdy|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora