Día 15. Con ropa

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Nadie creería que la escuela podía ser tan divertida. Mucho menos Fred que, siendo un empresario reconocido y con muchísimo dinero en el bolsillo, estaba muy entretenido escuchando la clase abierta de literatura en la universidad de Freddy. El chiquillo no se había dado cuenta de su presencia en esos largos 50 minutos de clase y, aunque a Fred le molestara un poco, no iba a quejarse. Después de todo quería sorprenderlo. 

El tiempo pasó muy rápido, Freddy no sabía que cuando sonara el timbre para el tiempo libre, se encontraría a Fred a su costado, saludándole con una sonrisa coqueta.

—¡F-Fred! ¡Q-Qué sorpresa! No esperaba encontrarte aquí tan temprano... ¿Qué haces por aquí?— Susurró el ojiazul mientras guardaba sus libros en su mochila y se la colgaba en uno de los hombros.

—Me he dado un descanso para venir a verte pero me han dicho que estabas en clase. Así que me dije "Mmm, ¿Porqué no entrar a ver la clase con mi pequeño?" y aquí me tienes— El menor rió por el pequeño relato del mayor, más no dijo nada para no parecer alterado.

La verdad era que le preocupaba un poco que Fred estuviera ahí. Con su pareja rondando los pasillos del instituto, no podría concentrarse en ninguna clase. Y mucho menos sabiendo lo caliente que se puede poner Fred de vez en cuando. 

—E-En ese caso, ¿Me acompañas a la biblioteca? Voy a por unos libros para la siguiente clase. 

—¡Claro! No pienso quitarte los ojos de encima así que vale, quizá sea divertido.— Freddy se levantó de su lugar para luego sonreírle a Fred, le tomó de la mano y ambos salieron del salón camino a la biblioteca.

En todo el camino, Freddy pudo sentir las miradas de sus compañeras comer con la mirada a Fred, quien ignoraba por completo a las jóvenes para centrar su mirar y atención en el menor. Sus reacciones eran tan adorables que a Fred lo ponían mucho. 

Llegando a la biblioteca, Fred soltó la mano de Freddy, quien casi corrió hasta las escaleras para buscar los libros que había mencionado con anterioridad. Mientras lo hacía, Fred recorría con la mirada curioso todo el lugar. Era enorme, en realidad. Tres pisos llenos de estantes de 5 o 6 estanterías cada uno. 

Entonces sus ojos negros se posaron en una pareja de enamorados besándose apasionadamente sin decoro alguno. Eso le dio una divertida y caliente idea al mayor, quien cuidando no hacer ruido ni llamar la atención, fue hasta donde se encontraba su novio. Al encontrarlo de espaldas y aprovechando la ventaja, lo tomó posesivamente por la cintura y lo atrajo a si mismo. 

—¡F-Fred! ¡¿P-Pero qué crees que haces?!— Gritó en susurro Freddy, quien al darse vuelta y observar con detenimiento la mirada deseosa de su novio, se ruborizó violentamente —¿Q-Qué ocurre para que hayas venido así de imprevisto hacia mi?

—Oh, nada. Solo me he encontrado a una pareja de tortolitos dándose amor y pensé que tú querrías un poco de amor— Susurró para luego comenzar a depositar tiernos pero calientes besos en todo el cuello de su pequeño. Freddy se estremeció al sentir las manos frías y grandes del pelinegro, más no hizo nada para detenerlo. Se sentía vulnerable y, por alguna extraña razón esa sensación le excitaba. —Bebé...— Su cuerpo se estremeció ante aquel susurro —¿Alguna vez te imaginaste... que te follaría en medio de una biblioteca?...— Rió socarronamente y casi como si fuese un animal sediento de sexo, rompió una parte de los jeans de Freddy, dando justo en la zona de su entrada. Rió al notar que el menor no llevaba bóxers —Qué delicioso te ves así, mi pequeño. 

Freddy quiso gritar, pero entonces Fred cubrió su boca con una de sus manos para evitar que emitiese cualquier sonido que pudiese delatar lo que estaban por hacer. —Si gritas, te azotaré tan fuerte que no podrás sentarte en una semana.— El pelicastaño asintió y cerró los ojos con fuerza. De su bolsillo, sacó un pequeño bote de lubricante que curiosamente había olvidado dejar en casa y, tras bajar la pretina de sus pantalones sin quitárselos y liberar su miembro de los bóxers, lo lubricó bien y, brutamente se introdujo en el rosado orificio del ojiazul.

El menor tuvo que contener todo lo que pudo sus gemidos para evitar ser descubiertos. Fred, ante la incómoda posición en la que se encontraban, buscó con la mirada una mesa vacía y al no ver a nadie cerca, tomó a Freddy en brazos y lo sentó sobre su regazo. Sus paredes se contraían, envolviendo deliciosamente el pene del mayor. —Toma uno de esos libros que tienes en frente y finge que lo estás leyendo. O levantaremos sospechas.— Obedeciendo, Freddy tomó uno de los libros delante suyo y lo abrió en una página cualquiera. 

Mientras tanto, Fred tomó por las caderas al menor y lo levantó. Saltando de vez en cuando y reteniendo algunos gemidos, Freddy cabalgó sobre el palpitante miembro del ojinegro, mientras mordía su lengua fuertemente para evitar gemir más alto. —M-Mmmm... F-Fred~— Gimió en voz muy baja, casi en un susurro sordo. Fred rió. 

—¿Qué ocurre? ¿Me dirás que quieres que me detenga?— Susurró mientras con sus manos estrujaba su culito por encima de la tela de los jeans. —¿No te excita tener un polvo en una biblioteca, con nuestra ropa puesta y en tú universidad? Imaginar que algún gemido tuyo o mío podría delatarnos me enciende tanto que me encanta— Un gemidito agudo fue acallado por un beso de Fred en sus carnositos y jugosos labios.

Sus caderas se movían al compás de las estocadas. Se podía escuchar el muy imperceptible sonido del choque de sus pieles, sus ropas estaban húmedas por el sudor y sus respiraciones eran agitadas.  Lentamente y luego de retener tantos gemidos, Freddy comenzó a dejar de pensar con claridad, al punto en que no reconocía ni en donde estaba. Solo quería que le follaran aún más fuerte.

—A-Aaah~ Fred~ M-Más~ P-Por fav- mmghm~— Gimió con ternura, importándole un carajo si alguien llegaba a escucharle. A pesar de sus respiraciones no ser tan ruidosas, cuando algún sonido lograba salir de sus tiernos labios, se escuchaba un ligero eco en el espacio. Fred comenzaba a desesperarse. Pero la tentación de correrse en el interior de su bebé le prendió tanto que sin siquiera pensar en las consecuencias, comenzó a gruñir y jadear mientras embestía cada vez más rápidamente el pequeño agujero de su amante.

A los pocos minutos y, tras darse unos cuantos besos fogosos, Freddy se corrió. Fred continuó embistiéndolo hasta que también logró correrse. Freddy gritó del placer, grito que fue acallado por los finos labios del mayor en un beso. Freddy se dio la vuelta para quedar cara a cara con Fred. Sonrió, sintiendo sus jeans húmedos por el semen de su corrida y sus nalguitas aprisionando el miembro del mayor.

—¿Podemos repetirlo en casa~?— Susurró tierno y abrazó a Fred, regulando su respiración. 

Mientras este escondía su rostro en el cuello del más alto, Fred vio a la distancia como una chica aparentemente menor que ellos dos los miraba congelada, sus mejillas rosadas y su falda mojada. Llevó su índice a sus labios y le hizo una señal de silencio mientras sonreía y le guiñaba el ojo.

Amaba ser visto por otros teniendo sexo con su osito. Así le mostraría a todas las zorras de su universidad que Freddy es solo suyo. 




30 Days of OTP |Frededdy|Where stories live. Discover now