๐Œ๐š๐ฅ๐๐ข๐œ๐ข๐จฬ๐ง ๐๐จ๐ญ๐ญ๏ฟฝ...

Por Ignapotter

1.5M 151K 116K

๐Œ๐š๐ฅ๐๐ข๐œ๐ข๐จฬ๐ง ๐๐จ๐ญ๐ญ๐ž๐ซ|. ๐ƒ๐จ๐ง๐๐ž ๐’๐ข๐ซ๐ข๐ฎ๐ฌ ๐๐ฅ๐š๐œ๐ค ๐ฅ๐ž ๐ฉ๐ข๐๐ž ๐š ๐ฌ๐ฎ ๐ก๐ข๐ฃ๐š ๐‚๐š๐ฌ๏ฟฝ... Mรกs

โ”โ”๐ข๐ง๐ญ๐ซ๐จ๐๐ฎ๐œ๐ญ๐ข๐จ๐ง
โ”โ”๐ฉ๐ซ๐จ๐ฅ๐จ๐ ๐ฎ๐ž
โ”โ”โ”๐•๐Ž๐‹. ๐Ÿ โ ๐œ๐š๐ฅ๐ข๐ณ ๐๐ž ๐Ÿ๐ฎ๐ž๐ ๐จ โž
i. cassiopeia black
ii. la invitaciรณn de draco malfoy
iii. el hurรณn saltarรญn
iv. beauxbatons y durmstrang
v. campeรณn de hogwarts
vi. beso inesperado
vii. la primera prueba
viii. baile de navidad
ix. el huevo y la segunda prueba
x. el regreso de canuto y magnus saucet
xi. sentimientos de la tercera prueba
xii. "estรกn vivos"
โ”โ”โ”๐•๐Ž๐‹. ๐Ÿ โ ๐จ๐ซ๐๐ž๐ง ๐๐ž๐ฅ ๐Ÿ๐žฬ๐ง๐ข๐ฑ โž
xiii. los potter
xiv. reencuentros familiares
xv. discusiones
xvi. r.a.b
xvii. aclaraciones
xviii. umbridge
xix. los celos de cassie
xx. castigo con umbridge
xxi. una noche juntos
xxii. el juramento de la garrita
xxiii. michelle, the beatles
xxiv. el libro de rose mansour
xxv. a weasley vamos a coronar
xxvi. sala de menesteres
xxvii. seรฑor weasley
xxix. navidad
xxx. fuga en masa en azkaban
xxxi. expecto patronum
xxxii. perfecta
xxxiii. gemelos weasley
xxxiv. timos
xxxv. canuto
xxxvi. departamento de misterios pt.I
xxxvii. departamento de misterios pt. II
xxxviii. pรฉrdida
๏ฟผ โ”โ”โ”๐•๐Ž๐‹. ๐Ÿ‘ โ๐„๐ฅ ๐ฆ๐ข๐ฌ๐ญ๐ž๐ซ๐ข๐จ ๐๐ž๐ฅ ๐ฉ๐ซ๐ขฬ๐ง๐œ๐ข๐ฉ๐žโž
xxxix. la madriguera
xl. (des)ilusiรณn
xli. sortilegios weasley
xlii. club de las eminencias
xliii. la victoria de snape
xliv. amortentia
xlv. quidditch
xlvi. katie bell
xlvii. felix felicis
xlviii. fiesta de slughorn
xlix. feliz navidad
l. despacho de slughorn
li. nosotros
lii. aragog
liii. sectumsempra
liv. torre de astronomรญa
lv. el sepulcro blanco
โ”โ”โ”๐•๐Ž๐‹. ๐Ÿ’ โ๐‹๐š๐ฌ ๐ซ๐ž๐ฅ๐ข๐ช๐ฎ๐ข๐š๐ฌ ๐๐ž ๐ฅ๐š ๐ฆ๐ฎ๐ž๐ซ๐ญ๐žโž
lvi. los nueve potters
lvii. los delacour
lviii. el legado de dumbledore
lix. la boda
lx. grimmauld place
lxi. regulus black
lxii. huida
lxiii. adiรณs
lxiv. peligro
lxv. los mansour
lxvi. almas gemelas
lxvii. tenemos a potter
lxviii. el refugio
lxix. gringotts
lxx. el รบltimo escondite
lxxi. aberforth dumbledore
lxxii. hogwarts
lxxiii. batalla de hogwarts pt.i
lxxiv. batalla de hogwarts pt.ii
lxxv. batalla de hogwarts pt.iii
lxxvi. batalla de hogwarts pt.iv
lxxvii. batalla de hogwarts pt.v
โ”โ”โ”๐•๐Ž๐‹. ๐Ÿ“ โ๐ƒ๐ž๐ฌ๐ฉ๐ฎ๐žฬ๐ฌ ๐๐ž ๐ฅ๐š ๐ ๐ฎ๐ž๐ซ๐ซ๐šโž
- snitch.
- eternos
- Potter Black
- reuniรณn familiar
๐„๐ฉ๐ข๐ฅ๐จ๐ ๐ฎ๐ž
๐ž๐ฑ๐ญ๐ซ๐š
๐ž๐ฑ๐ญ๐ซ๐š ๐ข๐ข
๐ž๐ฑ๐ญ๐ซ๐š ๐ข๐ข๐ข
๐ž๐ฑ๐ญ๐ซ๐š ๐ข๐ฏ (๐๐ซ๐š๐œ๐จ'๐ฌ ๐ฏ๐ž๐ซ๐ฌ๐ข๐จ๐ง)
๐ž๐ฑ๐ญ๐ซ๐š ๐ฏ
๐ž๐ฑ๐ญ๐ซ๐š ๐ฏ๐ข

xxviii. san mungo

16.8K 1.6K 1.1K
Por Ignapotter

╔══════ ❀•°❀°•❀ ══════╗

«San Mungo»

╚══════ ❀•°❀°•❀ ══════╝

▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃

Cassie notó una fuerte sacudida en el estómago y el suelo desapareció bajo sus pies, pero seguía teniendo una mano pegada a la tetera; chocó contra los otros mientras salían despedidos a toda velocidad hacia delante, en medio de un torbellino de colores y una fuerte ráfaga de viento, arrastrados por la tetera... hasta que tocó bruscamente el suelo con los pies y se le doblaron las rodillas; la tetera cayó al suelo, y una voz cercana dijo:

—Ya están aquí esos mocosos traidores a la sangre. ¿Es verdad que su padre está muriéndose?

—¡FUERA! —gritó otra voz.

Habían llegado a la lúgubre cocina del sótano del número 12 de Grimmauld Place. Los únicos puntos de luz eran el fuego y una vela parpadeante que iluminaban los restos de una cena solitaria. Kreacher salía en aquel momento por la puerta que daba al vestíbulo; entonces giró la cabeza y les lanzó una mirada maliciosa al mismo tiempo que se colocaba bien el taparrabos. Sirius corría hacia ellos con gesto de preocupación. Iba sin afeitar y todavía llevaba puesta la ropa de calle; despedía un olorcillo a alcohol parecido al de Mundungus.

—¿Qué ha pasado? —preguntó, y estiró una mano para ayudar a Cassie a levantarse y la abrazó—. Phineas Nigellus me ha dicho que Arthur está gravemente herido.

—Pregúntaselo a Harry —sugirió Fred.

—Sí, yo también quiero enterarme —dijo George.

Los gemelos y Ginny miraban fijamente a Harry. Los pasos de Kreacher se
habían parado en la escalera.

—Fue... —empezó Harry; aquello era aún peor que contárselo a la profesora McGonagall y a Dumbledore—. Tuve una... especie de... visión...

Harry comenzó a relatar lo que había visto.

—¿Está nuestra madre aquí? —le preguntó Fred a Sirius.

—Seguramente ni siquiera sabe todavía lo que ha pasado —contestó Sirius—. Lo más importante era sacarlos de Hogwarts antes de que la profesora Umbridge pudiera intervenir. Supongo que ahora Dumbledore estará contándoselo a Molly.

—Tenemos que ir a San Mungo —dijo Ginny con urgencia, y miró a sus hermanos, que, naturalmente, todavía iban en pijama—. Sirius, ¿puedes dejarnos unas capas o algo?

—¡Un momento, no pueden ir todavía a San Mungo! —la atajó Sirius.

—Claro que podemos ir a San Mungo si queremos —le contradijo Fred con testarudez—. ¡Es nuestro padre!

—¿Y cómo van a explicar que sabían que Arthur había sido atacado antes incluso de que lo supieran el hospital o su propia esposa?

—¿Qué importancia tiene eso? —preguntó George acaloradamente.

—¡Importa porque no queremos llamar la atención sobre el hecho de que Harry tiene visiones de cosas que ocurren a cientos de kilómetros de distancia! —repuso Sirius con enfado—. ¿Tienen idea de cómo interpretaría el Ministerio esa información?

Era evidente que a Fred y George no les importaba cómo lo interpretara el Ministerio. Ron, por su parte, seguía lívido y callado.

—Podría habérnoslo contado alguien más... —insinuó Ginny—, o podríamos habernos enterado por otra fuente que no fuera Harry.

—¿Ah, sí? ¿Por quién? —preguntó Sirius con impaciencia—. Escuchen, su padre ha resultado herido mientras trabajaba para la Orden, y las circunstancias ya son lo bastante sospechosas para que encima sus hijos lo sepan sólo unos segundos después de que haya ocurrido. Podrían perjudicar gravemente los intereses de la Orden...

—¡Nos trae sin cuidado la maldita Orden! —gritó Fred.

—¡Nuestro padre se está muriendo! —añadió George.

—¡Su padre ya sabía dónde se metía y no va a agradecerles que le pongan las cosas más difíciles a la Orden! —replicó Sirius, tan furioso como ellos—. ¡Esto es lo que hay, y por eso no pertenecen a la Orden! ¡Ustedes no lo entienden, pero hay cosas por las que vale la pena morir!

—¡Qué fácil es decir eso estando encerrado aquí! —le espetó Fred—. ¡Yo no veo que tú arriesgues mucho el pellejo!

El poco color que le quedaba a Sirius en la cara se esfumó de golpe. Durante un momento pareció estar deseando pegarle una bofetada a Fred, pero cuando habló lo hizo con una voz decidida y serena.

A Cassie no le faltaron las ganas de alentar a su padre para golpear a Fred.

—Ya sé que es difícil, pero hemos de fingir que todavía no sabemos nada. Debemos quedarnos aquí, al menos hasta que tengamos noticias de vuestra madre, ¿de acuerdo?

Fred y George seguían encolerizados. Ginny, en cambio, fue hacia la silla más cercana y se sentó en ella. Harry miró a Ron, que hizo un movimiento extraño, entre un gesto afirmativo con la cabeza y un encogimiento de hombros, y los dos se sentaron junto a Cassie.

—Así me gusta —dijo Sirius alentándolos—. Bueno, vamos a..., vamos a beber algo mientras esperamos. ¡Accio cerveza de mantequilla!

Levantó la varita mágica mientras pronunciaba aquellas palabras, y media docena de botellas salieron de la despensa y fueron volando hacia ellos, se deslizaron por la mesa, esparciendo los restos de la cena de Sirius, y se detuvieron hábilmente delante de cada uno de ellos. Todos bebieron, y durante un rato sólo se oyeron el chisporroteo del fuego de la cocina y el ruido sordo de las botellas al dejarlas en la mesa.

Fawkes llegó con un mensaje de Molly Weasley.

–¿Papá, podemos hablar? –habló Cassie por primera vez a su padre, Sirius la miró– En privado.

Sirius hizo un mueca.

–No sé si dejar solos a los Weasley. Lo siento, cariño, ¿crees que pueda esperar?

–Cassie le sonrió y asintió con la cabeza– No te preocupes, no es algo importante.

–Harry, tus padres llegarán para la navidad, lamentan no poder venir antes, por temas de seguridad –el chico asintió con la mirada fija en su cerveza de mantequilla.

–Hazz, ¿quieres ir a dormir? –preguntó dulcemente Cassie, Harry asintió, pero la mirada acusadora de Sirius hizo que se retractara de inmediato.

–Oh, no. Ustedes no dormirán juntos, por ningún motivo –los apuntó Sirius completamente serio.

–¿Vas a decirme que Rose y tú jamás durmieron juntos en Hogwarts? –su padre guardó silencio– Exacto. Harry necesita un relajo en estos momentos.

Tomó a Harry por los hombros y lo sacó de la
cocina.

–Iré de inmediato.

–¿A dónde irás? –preguntó Harry.

–Necesito tener una charla familiar –Harry asintió y fue hasta el dormitorio que Sirius había arreglado para si hija.

Mientras, Cassie pasó por el retrato de Walburga. La vieja Black despertó con intenciones de comenzar a gritar.

–Shh, silencio, Walby –le susurró Cassie.

–Ah, eres tú. ¿Qué haces aquí, mocosa? –dijo Walburga Black aliviando su semblante.

–Regulus, él, ¿alguna vez habló sobre tener una hija?

–¡Pero qué ocurrencias dices, Cassiopeia! Eso es un secreto que me llevé a la tumba.

–Vieja loca –murmuró Cassie cerrando las cortinas. No tenía caso seguir insistiendo con su abuela.

—¡A desayunar! —dijo Sirius en voz alta y con regocijo mientras se levantaba—. ¿Dónde está ese maldito elfo doméstico? ¡KREACHER! —Pero Kreacher no acudió a la llamada—. Bueno, da lo mismo —murmuró, y se puso a contar a las personas que tenía delante—. A ver, desayuno para... ocho... Huevos con beicon, supongo, un poco de té, tostadas...

Cassie bajó las escaleras con entusiasmo, irían a San Mungo, era la única oportunidad que tenía para averiguar la verdad.

—Oh, Sirius, te lo agradezco muchísimo... Dicen que tendrá que quedarse un tiempo, y sería maravilloso estar cerca de él... Aunque eso quizá signifique que tengamos que pasar las Navidades aquí.

—¡Cuantos más, mejor! —exclamó Sirius con una sinceridad tan evidente que la señora Weasley lo miró sonriendo; luego se puso un delantal y empezó a ayudar a preparar el desayuno.

–¿Pasar la navidad aquí, contigo? –preguntó Cassie sorprendida.

–Sé que esta casa no es la más alegre, pero... –Sirius fue interrumpido por el abrazo y chillido de emoción de Cassiopeia.

–¡Siempre quise pasar la navidad contigo, papá! –la sonrisa de Sirius se hizo aún más grande.

–Merlín –dijo Sirius apartando a Cassie, rascando su cabeza: de la cual algunos cabellos se desprendieron– Las pulgas me están matando, ¡Se caen pelos todo el día!

–Es asqueroso, papá. Tienes una pulga ahí.

–¡Quítamela, quítamela! –chilló Sirius, Cassie se acercó a él y aprovechó de sacar un pelo del hombro de su padre. Lo necesitaba.

–Uy, qué mensa, me confundí. No había nada –se encogió de hombros.

Junto a Harry, Tonks, Moody y los
Weasley, Cassie fue hasta san Mungo, durante todo el camino, la joven Black no paraba de hacerle preguntas a Moody.

–¿Qué se siente que Barty haya visto sus cositas? –Moody rodó el ojo.

–Alejan a esta niña de mí –gruñó.

–Sabe, creo que es una persona fácil de imitar y suplantar. Sólo debe ser gruñón y ya, se llevaría bien con Walburga Black y Snape, pero no le diga a él que lo nombré.

–Ya veo por qué. No está lejos de aquí —gruñó Moody cuando salieron al frío invernal de una calle ancha, llena de tiendas y de gente que hacía las compras navideñas.

Finalmente, llegaron a la recepción.

—Hola —saludó—, esta mañana iban a cambiar de sala a mi marido, Arthur Weasley. ¿Podría decirnos...?

—¿Arthur Weasley? —repitió la bruja mientras pasaba un dedo por una larga lista que tenía delante—. Sí, primera planta, segunda puerta a la derecha, Sala Dai Llewellyn.

—Gracias —dijo la señora Weasley, y dirigiéndose a sus acompañantes añadió—: Vamos.

La siguieron a través de las puertas dobles por un estrecho pasillo que había a continuación, en cuyas paredes colgaban más retratos de sanadores famosos, iluminado mediante globos de cristal llenos de velas que flotaban en el techo y parecían gigantescas pompas de jabón. Por las puertas por las que iban pasando entraban y salían constantemente brujas y magos ataviados con túnicas de color verde lima; un apestoso gas amarillo llegó hasta el pasillo cuando pasaron por delante de una de aquellas puertas, y de vez en cuando oían gemidos lejanos. Subieron por una escalera y llegaron al pasillo de Heridas Provocadas por Criaturas; en la segunda puerta de la derecha había un letrero que rezaba: «Peligro. Sala Dai Llewellyn: mordeduras graves.» Debajo había una tarjeta en un soporte metálico en el que habían escrito a mano: «Sanador responsable: Hipócrates Smethwyck. Sanador en prácticas: Augustus Pye.»

—Nosotros esperaremos fuera, Molly —dijo Tonks—. Arthur no querrá que entren demasiadas visitas a la vez... Primero deberían entrar sólo los familiares.

Ojoloco gruñó en señal de aprobación y se quedó apoyado en la pared del pasillo, mientras el ojo mágico le giraba en todas direcciones.

Se trataba de una sala pequeña y muy sombría, pues la única ventana que había
era estrecha y estaba en lo alto de la pared opuesta a la puerta. La luz procedía de unas cuantas de aquellas relucientes burbujas de cristal, que estaban agrupadas en el centro del techo. Las paredes estaban recubiertas de paneles de roble y en una de ellas había colgado un retrato de un mago con pinta de malo que llevaba el rótulo: «Urquhart Rackharrow, 1612-1697, inventor de la maldición de expulsión de entrañas.» Sólo había tres pacientes más. El señor Weasley ocupaba la cama del fondo de la sala, junto a la pequeña ventana.

El señor Weasley levantó la cabeza cuando ellos entraron, y sonrió al comprobar quiénes eran.

—¡Hola! —los saludó, y dejó El Profeta a un lado—. Bill acaba de marcharse, Molly, ha tenido que volver al trabajo, pero me ha dicho que pasará a verte más tarde.

—¿Cómo te encuentras, Arthur? —preguntó la señora Weasley, y se inclinó para besar a su marido en la mejilla y lo miró con gesto de preocupación—. Todavía estás un poco paliducho.

—Me encuentro perfectamente —respondió el señor Weasley con tono alegre, y estiró su brazo sano para abrazar a Ginny—. Si pudieran quitarme los vendajes, estaría en perfectas condiciones para marcharme a casa.

—¿Por qué no pueden quitártelos, papá? —le preguntó Fred.

—Porque cada vez que lo intentan empiezo a sangrar a chorro —contestó el señor Weasley sin dar muestras de preocupación. Cogió su varita, que descansaba en la mesilla de noche, y la agitó para hacer aparecer seis sillas junto a su cama para que se sentaran todos—. Por lo visto, en los colmillos de esa serpiente había un veneno muy raro que mantiene abiertas las heridas. Pero están seguros de que encontrarán el antídoto; dicen que han visto casos mucho peores que el mío, y entre tanto sólo tengo que tomarme una poción de reabastecimiento de sangre cada hora. Pero a ese tipo de ahí —añadió bajando la voz y señalando con la cabeza la cama de enfrente, donde un individuo con un horrible color enfermizo contemplaba el techo— lo mordió un hombre lobo, pobrecillo. Eso no tiene remedio.

—¿Un hombre lobo? —repitió la señora Weasley en un susurro, alarmada—. ¿Y no es peligroso que esté en una sala compartida? ¿No debería estar en una habitación privada?

—Todavía faltan dos semanas para que haya luna llena —le recordó el señor Weasley en voz baja—. Esta mañana los sanadores han estado hablando con él y han intentado convencerlo de que podrá llevar una vida casi normal. Yo le he dicho, sin mencionar nombres, por supuesto, que conozco personalmente a un hombre lobo, un tipo muy agradable que se las apaña muy bien.

—¿Y qué ha contestado él? —le preguntó George.

—Me ha respondido que si no me callaba me mordería —repuso el señor Weasley con pesar—. Y esa mujer de allí —añadió señalando la otra cama ocupada que estaba junto a la puerta— se niega a decirles a los sanadores qué bicho la mordió, lo cual nos indica que debió de ser algo que manejaba ilegalmente. Fuera lo que fuese, se llevó un buen pedazo de pierna, y cuando le retiran los vendajes huele que apesta.

—Bueno, papá, ¿vas a contarnos lo que pasó o no? —le preguntó Fred acercando más la silla a la cama.

—Pero si ya lo saben, ¿no? —repuso el señor Weasley, y miró con una elocuente sonrisa a Harry—. Es muy sencillo: como había tenido un día muy duro, me quedé dormido; ese bicho se me acercó sigilosamente y me mordió.

—¿Sale tu caso en El Profeta? —le preguntó Fred señalando el periódico que el señor Weasley había dejado a un lado.

—No, claro que no —respondió su padre con una sonrisa un tanto amarga—, el Ministerio no quiere que nadie sepa que una enorme y asquerosa serpiente me ha jo...

—¡Arthur! —le previno la señora Weasley.

—... me ha... jorobado —terminó el señor Weasley atropelladamente.

Cassie soltó una risita y el señor Weasley le sonrió débilmente.

—¿Y dónde estabas cuando ocurrió, papá? —le preguntó George.

—Eso es asunto mío —respondió el señor Weasley, pero reprimió una sonrisa. Luego cogió El Profeta, volvió a abrirlo y dijo—: Cuando habéis llegado, estaba leyendo un artículo sobre la detención de Willy Widdershins. ¿Sabían que ha resultado que Willy estaba detrás de esos inodoros regurgitantes que me llevaron de cabeza durante el verano? Uno de los embrujos le salió mal, el inodoro explotó y lo encontraron inconsciente en el suelo, entre los escombros, cubierto de pies a cabeza de...

—Cuando dices que estabas «de guardia» —lo interrumpió Fred hablando en voz baja—, ¿qué hacías exactamente?

—¡Ya has oído a tu padre —intervino la señora Weasley—, eso no es algo de lo que debamos hablar aquí! Sigue con lo de Willy Widdershins, Arthur.

—Bueno, no me preguntéis cómo, pero el caso es que se salvó de que lo acusaran por lo de los inodoros —explicó el señor Weasley con gravedad—. Me imagino que debió de sobornar a alguien...

—Estabas vigilándola, ¿verdad? —insistió George con voz queda—. El arma, eso que busca Quien-tú-sabes, ¿no?

—¡Cállate, George! —le espetó su madre.

—Pues bien —prosiguió el señor Weasley subiendo la voz—, ahora a Willy lo han pillado vendiendo picaportes mordedores a los muggles, pero no creo que esta vez se libre fácilmente porque, según este artículo, a dos muggles les han seccionado varios dedos y están en San Mungo para someterse a un tratamiento urgente de restauración ósea y de modificación de memoria. ¡Imaginaos, muggles en San Mungo! Me encantaría saber en qué sala los tienen.

Miró con avidez a su alrededor, como si tuviera la esperanza de ver un letrero que lo indicara.

—¿No dijiste que Quien-tú-sabes tiene una serpiente, Harry? —preguntó Fred mirando a su padre para ver cómo reaccionaba—. Una serpiente enorme. La viste la noche que él regresó, ¿verdad?

—Basta —ordenó la señora Weasley con enojo—. Ojoloco y Tonks están esperando fuera, Arthur, quieren entrar a verte. Vosotros podéis esperar fuera, niños —añadió dirigiéndose a sus hijos y a Harry—. Después ya entrarán a despedirlos. ¡Vamos!

Los chicos salieron al pasillo y Ojoloco y Tonks entraron en la sala y cerraron la puerta tras ellos. Fred arqueó las cejas.

—Vale —dijo fríamente mientras hurgaba en los bolsillos—, como quieras. No nos cuentes nada.

—¿Buscas esto? —le preguntó George, que tenía en la mano una cosa que parecía una maraña de cuerdas de color carne.

—Me has leído el pensamiento —comentó su hermano con una sonrisa—. Vamos a ver si en San Mungo ponen encantamientos de impasibilidad en las puertas de las salas, ¿de acuerdo?

Los gemelos desenredaron la cuerda, separaron cinco orejas extensibles y las repartieron.

—¡Vamos, Harry, cógela! Le has salvado la vida a nuestro padre. Si alguien tiene derecho a espiarlo, eres tú.

–Yo, eh, iré a investigar un poco. El señor Weasley está en perfectas condiciones, ¡wow! Qué bien, así que, ya vuelvo –dijo rápidamente, besó la mejilla de Harry y se marchó.

Fue hasta la recepcionista y ella le indicó al piso y sala que debía ir. Al llegar, un medimago la atendió, el hombre le dio una poción; en aquel recipiente de vidrio debía depositar el cabello de su padre y uno de ella.

–El proceso es sencillo, debes depositar ambos cabellos en la poción; pasarán cinco minutos, si es positivo, los cabellos se transformarán en cadenas, si es negativo, saldrá un olor apestoso y los cabellos se volverán larvas.

–Eso es asqueroso –admitió Cassie mirando al medimago. El hombre rió y asintió con la cabeza.

–Lo sé, oh, soy Dominik, Dominik Bass.

–Un gusto, soy Cassiopeia Black. En otras circunstancias habría dicho "¿quién te preguntó?", pero mi ánimo no me lo permite.

Cassie depositó ambos cabellos en el recipiente.

Los cinco minutos se hicieron eternos para Cassie, caminó al rededor de la sala unas mil veces.

–Está lista, señorita Black –el medimago acercó, con ayuda de la varita, el recipiente a Cassie. La castaña miró dentro de él y abrió los ojos a más no poder.

–Por los calzoncillos de Snape.






maratón 1/3

Seguir leyendo

Tambiรฉn te gustarรกn

205K 24.8K 48
Por un caso que esta investigando la aurora Hermione Granger llega a la mansiรณn Malfoy en busca de su ex compaรฑero, llevรกndose la sorpresa de que el...
37.5K 2K 5
Todo prรญncipe necesita una princesa. Todo prรญncipe necesita una princesa que rescatar. ยฟPero quรฉ sucede cuando el prรญncipe es el que necesita ser res...
194K 22K 37
En donde Emma Larusso y Robby Keene sufren por lo mismo, la ausencia de una verdadera figura paterna.
590K 41.7K 76
Lara pensaba que Toni era el amor de su vida, pero dejรณ de serlo hace mucho, despuรฉs del primer golpe que recibiรณ por su parte cuando estaba embaraza...