El instante más hermoso de la...

By PalomaCaballero

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(LGBT+) Mikoto se encuentra sumido en una tristeza profunda después de que su novio, Harry, lo deja por otro... More

Notas Iniciales
Mikoto
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Notas de autor

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By PalomaCaballero


Mikoto fue muy ingenuo al pensar que no sabría nada de su madre en lo que restaba del año, porque la mujer se apareció el domingo como si nada hubiese ocurrido, mirándolo con el mismo rostro severo de siempre.

A su lado, detrás de ella y con la expresión perdida estaba su hermana Natsuki, quien al parecer gustaba de usar ropa confusa. Por ejemplo, en ese momento tenía puesto un abrigo muy sobrio, guantes de cuero y una blusa color pastel debajo. Ella parecía perderse constantemente en sus propios pensamientos, lo cual hizo que Mikoto se preguntara cómo eran las cosas en casa.

—Necesitas remodelar el departamento pronto, te daré el número de mi decorador de interiores —su madre miró a su alrededor y entró a la casa.

Mikoto supuso que la mujer prefería pasar de cualquier formalidad, así que él también lo hizo. Todavía seguía un poco molesto por el último encuentro, aunque trataba de no enfrascarse en emociones violentas era difícil, porque no podía evitar pensar en Mars y la forma en que lo trató.

—Soy pobre —dijo, sabiendo que eso la molestaría. No pudo evitarlo, nunca había tenido tantas ganas de desafiar a su madre—. No puedo pagar un decorador de interiores.

Su madre, Mizuki, se giró a verlo y soltó un jadeo de sorpresa, parecía que no sabía cómo actuar ante esa respuesta, sin embargo, después de un segundo recuperó el control.

—Deja de decir tonterías —espetó mientras Natsuki pasaba de largo y se dirigía a la cocina, al parecer tenían la intensión de desayunar en su casa, pero Mikoto no tenía ganas de comer.

—No son tonterías, es la verdad —agregó, mirando a su madre con el ceño fruncido, era muy raro, no estaba acostumbrado a aquella mueca. Mizuki lo miró un instante y optó por ignorarlo.

—Vamos, apúrate que Natsuki tiene un compromiso en una hora y tiene que estar todo listo para el desayuno —por alguna extraña razón ella se apresuró a servir la comida y acomodar las cosas en la mesa. Mikoto no lo había notado, pero ella traía flores en las manos y las colocó en un bonito jarrón que recordaba haber comprado en algún punto de su vida, pero cuya existencia olvidó hasta ese momento.

Aquello le causó malestar, estaba confundido y enojado. Mikoto no sabía lidiar bien con aquel estado anímico, sentía que en cualquier momento podría enfermarse.

—Vamos, ponte algo decente —espetó la mujer cuando ya casi estaba todo listo—. No puedes venir a la mesa en pijama.

—Es mi casa, puedo hacer lo que yo quiera —incluso para sus oídos aquello sonó, como mínimo, insolente.

—Mikoto no seas altanero —dijo, dedicándole una mirada furibunda, ella estaba a punto de agregar algo más cuando el timbre sonó. Mikoto no se detuvo a pensar en el tema, dio por hecho que se trataba de Mars y se apresuró a atender, no quería que su madre se le adelantara como la última vez.

Estaba tan seguro del rostro que encontraría al otro lado de la puerta, que no pudo contener su sorpresa cuando una expresión fría lo miró en respuesta. Mikoto se sobresaltó más de lo que debería, sin embargo, ni en sus más improbables sueños se imaginaba que en algún punto, Harry iría a su casa por voluntad propia.

El hombre se veía más guapo que de costumbre, mucho más que la última vez que se encontraron. Cuando sus miradas se cruzaron fue como si la sangre se congelara en sus venas, no sabía qué hacer o que decir. En cambio, Harry sonrió y le miró con una expresión que pocas veces había visto en su rostro, parecía casi feliz.

—Oh... —Mikoto abrió la boca, pero las palabras se le escaparon. Desde la cocina su madre se asomaba con una sonrisa satisfecha. Mikoto debió haberlo adivinado, pero no se imaginaba que ella fuera capaz de traerlo a su casa sabiendo lo mucho que la presencia del hombre podría afectarle.

Mirarlo otra vez lo dejó sin respiración.

—Cuanto tiempo —Harry dio un paso hacia él y le besó la mejilla. Sorprendido, Mikoto retrocedió, pero no pudo evitar el contacto.

Cuando su corazón saltó, una parte de él se inundó de felicidad, la otra se odió por ello.

—Harry, querido, ven acá, hace mucho tiempo que no nos vemos —su madre consideró que la buena educación le exigía saludar al hombre de la manera más afectuosa posible. Harry le sonrió con ese rostro que tanto les gustaba a las personas como su madre.

—Demasiado diría yo.

Ellos se enfrascaron en una plática banal, que duró varios minutos hasta que terminaron arrastrando a Mikoto a la mesa. El chico estaba tan sorprendido que no opuso resistencia alguna. Casi no notó que su acogedora mesa se había transformado en un mueble elegantemente decorado. Incluso había un cubo con hielo y una botella de vino, estaba tan ensimismado que no supo que decir.

Harry lo tomó de la mano y le sentó a su lado, el roce fue tan suave que su corazón se estrujó. Apretó los labios, de repente había perdido toda su valentía.

—Te cortaste el cabello —Natsuki se le quedó viendo, mientras interrumpía sin ningún reparo la conversación entre Harry y su madre.

Mikoto se llevó una mano al pelo, acomodándose un mechón detrás de la oreja.

—Necesitaba un cambio —comentó bajando la mirada. La atención de todos en la mesa se centró en él. Harry ladeo el rostro.

—Es un lindo corte —dijo, pasando el dorso de su mano por la mejilla de Mikoto—. Aunque el anterior pegaba más con tu personalidad.

Mikoto se sintió automáticamente avergonzado y cohibido, tuvo ganas de correr hacia los espejos y mirarse para comprobar si el corte le hacía ver extraño.

—Aunque Mikoto es lindo de nacimiento, como su madre —explicó y la mujer sonrió alagada, a ella le encantaba que le hicieran cumplidos, mucho más que al resto de la gente.

—Oh, que caballero —dijo, haciendo un gesto con la mano. Mikoto no pudo evitar estar de acuerdo con ella, Harry era un especialista haciendo cumplidos y a veces daba la impresión de que podía encontrar algo bello hasta en la persona más horrenda.

—Es la verdad —el hombre le acarició la cabeza—. Eres como una figurita de porcelana —prosiguió, maravillando a su madre. Harry tenía un acento inglés tan sensual que Mikoto casi se derritió en su lugar—. Tu personalidad también es un sueño, dulce, sencillo y muy elegante.

—Es que Mikoto recibió la mejor educación, por supuesto que sabe cómo comportarse —su madre sonaba muy feliz, pero él no podía escucharla, estaba demasiado ocupado tratando de que su corazón se calmara—. Aunque, al parecer también es fácil de engañar, si no, no veo otra razón por la que terminaría relacionado con un hombre tan desagradable como el de la última vez —su madre no dio nombres, pero era obvio a quien se estaba refiriendo.

El hechizo se rompió, Mikoto la miró con el ceño fruncido. Natsuki, ajena a la conversación estaba comiendo de manera bastante ruidosa una pieza de pollo.

—Mikoto puede llegar a ser ingenuo a veces —Harry no negó ni agregó nada, su respuesta fue ambigua y respetuosa. Apesar de que Mikoto sabía que no le caía bien Mars, tampoco se aventuró a hablar mal de él delante de Mizuki. Aquello le gustó, siempre le había fascinado su faceta diplomática, era muy bueno cayéndole bien a la gente.

—Bueno, debería tener un poco más de cuidado con las personas que frecuenta —ella resopló—. ¡Su papá murió en la cárcel! ¿Y has visto las pintas que tiene? Seguramente termina como él en algún punto.

—¡Mamá! —Mikoto frunció el ceño, estaba molesto otra vez.

—No quieras negar la realidad, algunas personas solo pueden aspirar a una cosa —espetó, mirándolo como si estuviera hablando con un niño ingenuo. Su madre era el tipo de persona que solo conocía una verdad en la vida y esta se volvía su realidad absoluta.

—¿Quiere un poco de vino? —Harry tomó la botella que ya estaba abierta y puso un poco en la copa de la mujer.

—Yo también quiero, hasta arriba —Natsuki extendió la mano hacia Harry y su extremidad se interpuso entre su madre y Mikoto. Su gesto no parecía ser grosero a propósito, pero si fue chocante.

—Por supuesto —Harry le llenó la copa, pero Mikoto pudo notar que estaba un poco crispado. El hombre no soportaba los comportamientos vulgares, sin embargo, estaba siendo muy amable.

—Mikoto —su madre suspiró, calmándose un poco, pero adquiriendo una nueva resolución—. Voy a ser directa, quiero que dejes de frecuentar a ese hombre —de nuevo evitó nombrarlo, parecía que incluso eso le desagradaba.

Mikoto apretó los puños sintiendo la sangre arder. Pero no dijo nada, estaba demasiado molesto como para articular palabras. Natsuki miró su reloj de pulsera y continuó comiendo, la manera en que masticaba era lo único que se escuchaba en la sala.

—¿Quieres parar? —su madre volteó a verla, pero ella se hizo la desentendida y comenzó a cortar la carne en su plato causando un ruido extremadamente molesto. La loza y el metal estaban taladrando los oídos de Mizuki, pero, sobre todo, Mikoto notó que Harry se ponía de mal humor.

—Déjela, las mujeres con apetito son muy atractivas, es lindo ver que disfrutan de la comida —dijo, tomando un sorbo de vino para engañar a su lenguaje corporal. Mikoto se dio cuenta que estaba mintiendo y se sintió mal por Natsuki.

—No voy a dejar de hablar con Mars —espetó, frunciendo el ceño. De nuevo tenía ganas de buscar pelea. Él nunca lo había hecho antes, pero trató de mantenerle la mirada.

—¡Mikoto! —su madre levantó la voz con los nervios de punta. Parecía que tenía ganas de darle una cachetada, sin embargo, inspiró fuerte y se contuvo—. ¿De verdad quieres compórtarte de manera tan irrazonable? ¿No puedes escuchar una pequeña petición hecha por tu madre? ¿Acaso no me he preocupado siempre por darte lo mejor? ¡Si fuera otra persona tu padre y yo te habríamos echado de la familia! —consciente de ello o no, le había lanzado un golpe bajo.

Por supuesto, cualquier familia respetable no habría querido que Mikoto continuara llevando su apellido o apareciendo en los registros familiares. La mayoría se hubiese desecho de él de inmediato, sin embargo, sus padres siguieron manteniéndolo durante años e incluso le dieron varias cartas de recomendación para su primer trabajo.

Al recordarlo sintió ganas de llorar.

—Mars no es una mala persona, él siempre ha sido bueno conmigo, me ha cuidado, aunque no me conocía de nada —espetó apretando los puños, pese a su resolución, no pudo mantener la cabeza en alto.

—Y por supuesto, no tiene segundas intenciones —inquirió la mujer, soltando un resoplido. Ella estaba erguida y orgullosa, mientras Mikoto se encogía en sí mismo.

—No hay nada que él pueda obtener de mí —se justificó, sintiendo que todos en la mesa estaban siendo muy injustos con Mars. Ellos ni siquiera le conocían, pero estaban realizando juicios sobre él.

Harry le tocó la mejilla con el dorso de la mano, bajando hasta acariciar superficialmente su cuello.

—Bueno, eso puedo discutirlo —comentó, sorprendiendo a Mikoto por la insinuación.

Harry pareció darse cuenta de su expresión y soltó un suspiro.

—Eres adorable Mikoto, siempre me ha gustado eso de ti, que vives en tu mundo y nunca te das cuenta de las intenciones de los demás —él lo observó un momento antes de continuar hablando—. Por eso necesitas a alguien que te cuide.

Mikoto se quedó atónito por la intervención del hombre.

—Puedo cuidarme solo —espetó, sintiendo que la seguridad lo abandonaba al pronunciar aquellas palabras. Harry le tomó de la mano.

—Me preocupas a muerte, no puedo dejarte ni un solo momento a solas porque podrías terminar en un lío —agregó, sus palabras estaban cargadas de ternura, Mikoto se emocionó un poco al escucharlo, era como un sueño—. Deja al menos que vea por ti, será mejor de ese modo, evitará que te lastimes a ti mismo.

Natsuki tomó la botella de vino, el hielo se revolvió cuando la sacó de la cubeta, un rastro de agua quedo en el mantel. Ella destapó la botella y se sirvió la copa hasta arriba, luego bebió ruidosamente y soltó una exclamación cuando se terminó el contenido de la misma. De inmediato se volvió a servir.

—No quiero que te pelees con Mars, sé que no se llevan bien, y no quiero tener problemas con Chris —cuando lo dijo sintió ganas de llorar. No pretendía sonar tan lamentable, pero ya estaba recuperándose de su ruptura y si volvía a frecuentar a Harry terminaría hecho pedazos.

—Yo no soy quien inicia las peleas, además Chris no debería molestarse, él sabe que tú eres especial, formaste parte de mi vida muchísimo tiempo y no solo fuimos una pareja, fuimos amigos y tendrá que aceptarlo —explicó con mucha calma, como un profesor lo haría con un niño pequeño.

Las palabras de Harry lo llenaron de esperanza y las cenizas de su amor se encendieron por un momento, pero algo le estaba haciendo ruido. Aunque aquello sonase hermoso y calentara su pecho, lo había escuchado antes. Trató de no pensar en ello, pero le fue imposible.

No podía soportarlo, no quería ser la persona incómoda de la relación.

—Vamos Mikoto, Harry se preocupa mucho por ti —su madre trataba de no intervenir, pero era imposible, porque consideraba que su hijo estaba siendo extremadamente tonto al no querer reconciliarse con Harry.

—Está bien, estoy bien, no necesito que me cuiden —le costó muchísimo pronunciar aquellas palabras, pero las dijo porque lo creyó necesario. En realidad, era consciente de que las demás personas gastaban una gran cantidad de energía cuidándolo, aquello lo hacía sentir terrible, no quería seguir viviendo tan lleno de culpas.

—¿Has visto la casa en la que vives? —Su mamá soltó un resoplido—. Me enteré de que dejaste tu trabajo y ahora estás en un fast food ¿Cómo es posible que niegues la ayuda cuando te la ofrecen?

Mikoto se quedó en silencio, sorprendido y avergonzado por la manera en que su madre le habló de su trabajo. Ella a veces lo llamaba a la oficina para ver qué estaba haciendo, seguramente así se enteró que ya no estaba ahí. Sus mejillas se sonrojaron, se sentía muy humillado.

Sin poder evitarlo se giró hacia Harry en busca de ayuda, pero él le acarició el cabello y suspiró.

—Deberías dejar renunciar a ese lugar, hablé con tu madre, sé que fue mi culpa que te echaran de tu anterior trabajo así que puedes venir conmigo, el jefe aceptó añadir un puesto como ayudante al departamento, no tendrás que hacer nada. Te lo dije, cuidaré de ti —el hombre lo miró con intensidad, Mikoto se sintió intoxicado.

Luego negó con la cabeza, no podía quedar atrapado otra vez en medio de Chris y Harry, menos ahora que las cosas habían mejorado tanto en su vida.

—Ya terminé —Natsuki puso los tenedores en la loza, la cual produjo un tintineo exagerado. Luego miró su reloj de muñeca—. Nos vamos —ella miró a Harry—. Pagaré por tus servicios cuando lleguemos a la fábrica.

Harry frunció el ceño.

—Natsuki no seas grosera, Harry no es tu chofer y justo ahora estamos en medio de una conversación —espetó furiosa. Trataba de no levantar demasiado la voz, pero era casi imposible teniendo en cuenta lo mucho que le frustró la intervención de la chica.

Ella se le quedó mirando, sus ojos eran como dos pozos profundos, su rostro inexpresivo la hacía parecer muy lejana. No era el tipo de rostro que se apreciara en una mujer. Mikoto la miró con atención por primera vez, quizás ella era la única persona de su familia de quien guardaba algún buen recuerdo, pero nunca consiguieron llevarse bien, a Mikoto le intimidaba.

—No me importa, yo no puedo darme el lujo de perder el tiempo como tú—ella lo dijo de una manera tan irrespetuosa que en otros tiempos su madre le habría dado una bofetada, pero por alguna razón se contuvo.

Mikoto vio con asombro la expresión de amargura en el rostro de su madre y como se tragó la rabia y suspiró.

—Perdón Harry, pero tiene un compromiso importante —ella hizo a un lado el plato con comida, a penas y había probado bocado.

Harry asintió.

—No se preocupe, entiendo.

Y toda la habitación se sintió inusualmente tensa.

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