Highlands ( #PGP2020)

By sarahcpalcn

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Trailer en el Cap. 6 ; Gracias por 120 K :) Tras perder todo lo que c... More

Huida
The Woods
Change of Curse part 1
Change of course part 2
Costessey
Trailer
Scottland
The Nairn Wood
Aching heart, troubled soul
Atención
Robin Hood
Come and pick me up at midnight
Gromarty Part 1
Gromarty Part 2
Gromarty Part 3
Secrtetos en las Highlands.
La tierra conoce tu nombre
Lost Dreams In the Highlands.
Dinner
Mensaje
Noches de Bohemia.
Love or Hate?
Recordando Noches de Bohemia
Treason
Ain't no cure for love
A medianoche en mi balcón.
Confesiones
Aviso
Preparativos
Boda en Piperhill
Redcoat
Descubrimientos.
Las cartas sobre la mesa.
Próximamente
La liebre y el ciervo
Confesiones
Finales inesperados
La sombra de la verdad
El callejón
Decisiones
Jugando con fuego
Recuerdos
Cena con el diablo
Cómo derretir el hielo
El muelle
No ha habido ni un minuto

El ojo de la tormenta

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By sarahcpalcn

3 persona

-Maldito escocés –lo maldijo ella.

Se quedó en silencio, con una terrible ansia de lanzar contra la pared el jarrón de su mesa.

Alaster bajó como pudo la escalera, furioso.

Tal vez si ambos se hubieran podido explicar, se hubieran entendido.

Bajó sin precaución y pasó por delante del despacho del tío de Aylin, que pase a ser bien entrada la madrugada estaba en su despacho, intentando solucionar las amenazas que le habían lanzado tan sutilmente. Se quedó pálido al verle bajar por su escalera, cojeando y con cierto aire altivo.

En el fondo no se sorprendió, tanto su hico como su sobrina llevaban semanas comportándose de maneras extrañas, sabía que su hijo le ocultaba algo y era extraña la forma en la que perseguía a su prima, siempre con la mano en la espada, como si estuviera preparado a defenderla en cualquier momento.

¿La defendía de aquel escocés?

Robb ya le había advertido de que la seguían.

Resultaba extraño, puesto que les había visto hablar animadamente en un par de ocasiones. No debía ser él quien la siguiera y tampoco los escoceses. Eso sólo dejeba una opción.

Aunque todos pensaran que él no se enteraba de nada, precisamente por permanecer siempre en silencio escuchaba cosas que los demás ni oían, veía cosas que otros ni visualizaban. Era muy observador, como los halcones que se encaramaban en las montañas horas, y planeaban, observando las rutas de sus presas.

Todo aquello comenzaba a írsele de las manos igual que se le fue a su hermano.

Sabía que Godfrey había vuelto.

Sabía que tarde o temprano Aylin sabría la verdad.

Sabía que los ingleses son tardarían en llamar a su puerta con una orden de arresto.

Recordó el lobo sobre la mano de su sobrina, casi le recordó a su madre, con aquel mismo lobo tallado en sus finas manos.

Era insano ocultarle la verdad y dudaba si era peor que ella buscara por su cuenta las respuestas que él podría darle.

La única solución a todo aquello era que su sobrina se casara con aquel estúpido inglés al que él no soportaba.

Si se casaban, protegería a Aylin, tal vez ella nunca supiera la verdad. Los escoceses dejarían de rondarla y el honor de la familia estaría a salvo.

Pero él no era nadie para obligarla a casarse.

Debía detener la marea, pero no podría durante mucho tiempo.


----


Ahora ya tenía claro hasta el punto en que Alaster estaba metido en la dichosa rebelión.

La pasada discusión hacía las cosas más fáciles sin duda alguna. Se casaría con Kent. Fin.

Es lo que debía hacer, y haría, pues al menos Kent no lo había mentido.

Su tío la estaba esperando cuando bajó la escalera.

- Buenos días-  le dijo, intentando ser simpático, pues sabía que algo había pasado aquella noche, hacía una semana, pero ella se mostraba lúgubre y pensativa.

Ella le sonrió y le devolvió el saludo.

- Vienes al pueblo conmigo? Tengo algunos recados que hacer.

Aylin se quedó sorprendida.

- Claro, desayuno y nos vamos.

- Por supuesto.

El tío de Aylin estaba buscando la forma de pregutnarle qué había hecho con las cartas.

Aylin las había escondido bajo la cama y había dejado el lobo sobre la mesa, pero eso él no lo sabía.

Aylin había decidido leer las cartas, pero todavía no tenía los escrúpulos para hacerlo.

- ¿Y Robb?

- Eso quisiera saber yo. Le ha llegado un aviso y se ha marchado temprano.

¿Un aviso?- pensó Aylin.- Qué extraño.

Supuso correctamente que se había ido porque le había llamado Sarah. Con tanto jaleo, no se había ni molestado en preguntar a su primo sobre su relación con la joven de la realeza y aquello era francamente egoísta. Se sintió fatal por todo.

" No hago nada bien"

- Y ese silencio?- inquirió su tío.

- Nada, pensaba en qué podría haberle hecho partir tan pronto, no es de madrugar.

Otra cosa que le ocultaban.

....

Robb corrió al encuentro de Sarah, de la que llevaba un mes sin saber nada, pues habían acordado no hablar, pues había un grave riesgo de que los mensajes fueran interceptados. Fue por eso que se sorprendió enormemente que el siriviente de ella li hiciera llegar una carta que tuvo que quemar nada más leerla.

En ella, le instaba a quedar en las afueras de Nairn, bajo el roble donde una vez se besaron. Debía contarle algo con urgencia.

Cuando llegó, ella ya le esperaba. LLevaba un velo blanco que cubría su precioso pelo y un vestido de flores blancas.

- Sarah.- le llamó él, preocupado.- ¿Estáis bien?

Ella se giró y caminó hacia él.

Se quedaron un minuto en silencio.

Ella le sonrió con dulzura y sin pensarlo le besó.


Robb se quedó sorprendido, pero al instante le devolvió el dulce beso.

Se apartaron pronto.

- Lo siento, no debí hacer eso.

Él la miró con ternura.

- No importa. Ahora ya tengo algo con lo que soñar.

Ella esbozó una sonrisa.

- Robert. No debemos estar juntos. Lo sabéis.

- Lo sé. 

Hubo un silencio, en el que sus cabezas estaban apoyadas la una sobre la otra.

Podían sentir su aliento y auqneu no debían vovler a besarse, sentir el aliento sobre el otro, era reconfortante.



- Qué ocurre?- le preguntó él.

Ella tragó saliva e intentó pensar en cómo explicarle la situación.

- En la corte se rumorean algunas cosas, Robert.- empezó. - Se dice que habrá porblema si Aylin no se casa con Kent, que sería una deshonra para él y que tu familia quedaría aún peor, aún más marcada, que quedaría claro el lado del que sois pues sería la segunda deshonra contra la corona e Inglaterra.

" estos desobedientes del Norte lo pagarán caro como sigan sin escuchar las advertencias " - habían dicho.

Pero, ¿qué es lo que habían desobedecido?

- ¿ Cómo que la segunda ?

- Yo tampoco lo comprendí- negó con la cabeza. Insegura.- Escuché un trozo de conversación tan solo Robert. Desconfían de vuestro padre y son ellos quien vigilan a Aylin. Bueno, a todos, A ti también te siguen y a tu padre le vigilan. Dicen que las relaciones que mantenéis con lso escoceses son un insulto y que deben acabarse o que las acabarán ellos. 

- ¿ Qué ?

- Robert, no sé qué ocurre, pero tu padre y tu tío hicieron algo que cabreó al rey y los ministros.

Se quedó en silencio.

No sabía cómo decírselo a Robert, pues era una deducción que ella había hecho de la siguiente frase que había escuchado:

" se ve que aquel castigo no fue suficiente para ellos.... habrá que castigarles de nuevo para que comprendan... esta vez deberemos acabar...."

- RObert.

- ¿ Sí ?

-Dijeron, dijeron que ya habñian castigado a tu familia.

Se hizo un silencio.

- ¿ Cómo que castigo ? ¿ Y cuál fue el castigo ?

Sarah temía cuál había sido el castigo, pero era una acusación muy grave.  Decidió callarse, debía invesigar. No tenía sentido que aquel hubiera sido el castigo, pues no habían sido ellos, habían sido los franceses.

¿Entonces cuál fue el castigo?

- No lo sé, Robert. Pero está claro que están muy cabreados. Debeís tener cuidado, la guerra con Francia les ha asalvajado. He venido a dvertirte que debéis alejaros de los escoceses, que os viigilan y que Aylin debe casarse con Kent. Él podrá protegeros.

Robert estaba confundido. ¿ Ya les habíanc astigado por desobedecer? ¿ Desobedecer el qué ?

Robb recordó al inglés que pillaron. " el rey" había dicho antes de morir. Era cierto entonces.

- Debo averiguar qué es lo que hemos desobedecido, y qué tienen contra nosotros.

- Os acusarán de traición Robert. De confabulación con los esoceses.

- Traición....- repitió.- ¿ Por qué ?

- Saben que os lleváis con los rebeldes.

- ¿Qué rebeldes ? ¡Yo no sé quiénes son los rebeldes! ¿ Acaso debo saberlo ? Ya no uedo hablar ni con mis vecinos....- gritó, cabreado.

- Yo sé que no sois traidores. Pero ellos piensan que sí, la pregunta es por qué.

- Está claro que algo hemos hecho para que nos tachen de eso. Mi padre sabe más de lo que dice. Sin duda, por eso mandó fuera a mi hermana. Somos esoceses en parte, ¿ nos hace eso menos ingleses ?

- Robb...- le cogió la mano. - No lo sé. Debéis hablar con vuestro padre y advertirle. Tened cuidado por favor, no sé qué haría si os ocurriera algo.

- Está bien, andaré con cuidado.

Ella asintió.

- Sarah, no debéis vovler a arriesgaros por mí.

- Robert, si se da la rebelión... ¿ qué hareís ?

- Apoyría a Inglaterra, pero visto que nos dan la espalda. No lo sé, priemro debo saber la verdad.


- Lamento traer tan malas noticias.

- Todavía no son malas, pueden evitarse.

Sarah miró a su alrededor, angustiada.

- Debo partir, Robert.

Se miraron un largo instante, deseando decirse muchas cosas, pero sólo se dijeron adiós.

- Si todo decae, no vengáis por mí, no os arriesgéis a venir, Sarah.

Ella se quedó mirándole un largo instene y asintió.

- No sé si podré veros de nuevo.

- Lo sé.

- Debo irme.

- Lo sé.- dijo él, observnado como llamaba a su caballo.- Sarah-  le dijo.- Encontraremos la manera de vernos. Lo juro.

Ella le sonrió y acarició su mejilla.

- Soñaré con vos.

- Y yo. ¿Nos vemos en el sueño de siempre? - respondió él, bromeando.

- Estaré esperando.

La ayudó a subir a su caballo y esperó hasta que vio que había desaparecido por compelto en la maleza.

Se quedó largos minutos quieto, osbervando el lugar por donde había desaparecido.

Debía encotnrar a Aylin.


-------

Nota:

Durante esta escena os recomiedno escuchar esta preciosa música.

Aylin y su tío fueron al pueblo, hablaron de cosas superficiales, pero fue agradable porque por un instante a ambos les pareció que su vida era normal y que todo marchaba bien.

Era como los viejos tiempos. Casi parecía un sueño.

Su tío encargó al herrero varias armas que más tarde le entregaría. Era día de mercado y hacía mucho sol, el viento corría caprichoso entre los puestos, albortando las tiendas y las ropas y cabellos de los asistentes.

Fue casualidad o tal vez destino que en aquel momento al otro lado del mercado llegara Alaster.

Había una brisa extraña en el amibente, una brisa de leyenda. 

Galopó hacia el puente, dejó el caballo atado, parecía distraído, y al girarse, vio a Aylin, que ya había reparado en él, desde el otro lado del mercado. Tras ella, el lago. Se quedó quieto, y pestañeó varias veces, como si fuera un sueño lo que veía. Desde la distancia vislumbraba los ojos verdes de ella, que se mezclaban con el paisaje que la rodeaba.



No pudo sino quedarse mirándola en la distancia, con cierto asombro, lucía igual de hermosa que la mañana y aunque hubiera querido mirar a otra mujer, no hubiera encontrado a una más hermosa. Se le asemejaba a una de las ninfas de las que hablaban las leyendas. Algo dentro de él dolió como una puñalada.

Aylin se quedó petrificada, desde el otro lado del mercado, junto al puente. Dejó de escuchar a su tío, y sólo oía la voz de James en su cabeza. El viento jugaba con el pelo color cereza de Alaster. Había algo salvaje en aquel viento, en aquellos labios que la provocaban desde la distancia.

Se quedaron largo rato mirándose en la distancia, el suficiente para ver que aún se querían.

El tío de Aylin, que se había enamorado de una caja tallada, se giró a enseñársela a su sobrina, y fue entonces que se dio cuenta de que algo había captado su atención.

Siguió la absorta mirada de su sobrina hasta aquel jovene scoces, que la miraba herido y silencioso, y si un hombre miraba así a una mujer era porque ella le había roto el corazón. Ella no le miraba mucho mejor, parecía querer decirle muchas cosas, parecía enfadada, le miraba con ansias, ansias de abrazarle o tal vez pegarle, pero al menos tocarle.

No hacía falta ser un genio en amores para darse cuenta que aquella mirada silenciosa contaba una historia, y si quien le seguían la veían podría estallar algo. 

Una joven llamó al escocés, él sin embargo tardó en girarse. Estaban ambos en un trance.

Jean, viendo lo que iba a ocurrir, llamó a su sobrina, que tampoco se giró. Suspiró y se puso delante de ella.

- ¿ Hay algo que quieras comprar ? - le preguntó con sarcasmo. Ella, distraida al principio no entendió la pregunta.

- ¿Cómo ?- los ojos de su tío se clavaron en los suyos.- Mierda.

- ¿ Mierda ?- repitió él.- Ese no es..

- Lo lamento tío. No, no quiero comprar nada. - dijo, mirando de reojo por encima del hombro de su tío, dándole tiempo a ver cómo una muchacha, con más bien poca ropa se abalanzaba sobre los brazos de Alaster. Él la abrazó, pero siguió mirando a Aylin.

Aylin comprendió que tenía sustituta. Y sintió una daga en el pecho.

Ya la había olvidado.

Pues eso haría ella, mejor, mejor si le odiaba, así podría estar con Kent sin pensar en él  y su estúpida sonrisa.

- Olvídate del highlander, por favor.- le suplicó su tío, que veía las lágrimas de ira en los ojos de su sobrina. Ella le miró.

- Está olvidado tío. Quería anunciarte que, me casaré con Kent.

El tío suspiró aliviado, aunque no sin cierta culpa.

- Me alegro querida. Ven, voy a comprarte tela para que te hagan un vestido.

Aquello alegró a Aylin.

- ¿ En serio ?

- Por supuesto, ven vamos, te dejo elegir.

- ¡ Estupendo !- sonrió. Era casi como si todo fuera bien. Decidió que lloraría más tarde. Eos si lloraba, porque en aquel momento, estaba tan enfadada que solo deseaba cruzarle la cara a Alaster. No le daría el gusto de verla molesta.

- ¡ Ayla !- escuchó que la llamaba alguien.

Era la irreconocible voz de Sohnia.

Su tío y ella se giraron, con una amplia sonrisa.

- Señor- saludó ella.- Aylin.

- Me voy, que si me ven contigo tu padre vendrá a reñirme.

- Lo entiendo.

- ¿Necesitas dinero o algo?

- No, no, no os preocupéis Jean, de verdad.

- Está bien niña, me voy.

Hasta que su tío no se marchó Sohnia no se la llevó a un callejón.

- ¿ Qué ha pasado en la plaza ? ¿ No estáis juntos verdad ?

Aylin no sabía cómo explicarselo.

- No estamos juntos no.

- Le he visto, le he visto emborracharse muchas noches y besar a desconocidas, con rabia y con ira, con un deseo que no parece saciarse. En el clan no dicen nada, pero sé que, todos sabemos que tiene un mal que con poco se cura.

- No quiero saber más de ese embustero.

- Aylin él parece dolido...

- Allison.- le dijo, por su antiguo nombre.- Me echó en cara lo de Kent, vino a insultarme y llamarme furcia. ¡ Él que me ha mentido desde el principio ! ¿ Soy yo la furcia ? ¡Sino ha tardado ni una semana en buscarse a otras!

Sohnia comprendió que no era el momento de hablar de él. Y comprendió su dolor y no quiso meter el dedo en la llaga.

Ella entedía por qué Alaster se había enfadado, estaba celoso de Kent. Pero Aylin tenía razón, le había mentido siempre.

- Perdona, amiga, no debo insitir. Tienes mi apoyo.- le abrazó.

- Gracias.

- Será mejor que me vaya, tu tío parece impaciente.

- Pobre hombre, no gana para disgustos.

Ambas sonrieron.

- Sohnia.

- ¿Si?

- Voy a aceptar la propuesta de Kent, esta tarde mismo escribiré la carta.

Sohnia permaneció en silencio.

- Me alegro. - mintió.

- He de irme , amiga.

- Nos vemos pronto Ayla.


----

- Gracias por la tela, tío.

- De nada querida.

- Voy a mandarle una carta a Kent.

Jean asintió.

Llamó a un sirviente y le entregó la carta.

En aquel momento entró Robb hecho una furia y cerró la puerta tras de sí.

- Robert, hijo. ¿ Qué formas son esas de entrar ?

- No es momento para andarse con formas, padre.

Jean le miró, preocupado.

- Mejor me voy.- dijo Aylin.

- No.- Debes quedarte. Esto nos concierne a los tres,

- ¿ El qué ?

- Creo que es el momento de sacar la verdad a la luz, es momento de tomar conciencia de la situación. - sentenció Robert. Su padre se sentó en el sofá con un largo suspiro y Aylin pensó en las cartas, los escoceses, su padre.

Su tío sabía algo.

Robert sabía algo.

Y ella tenía unas cartas demasiado peligrosas como para tan solo estar bajo su cama.

- Está bien. Hablemos.- dijo Jean.



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He decidido incluir algunos gifs para hacer las cosas más visuales.

Gracias por la espera.

Espero que la cuarentena os vaya bien.








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