Sin City

Por AceiteyAgua

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-Lo sé, ¡¡Por el amor de Dios!! Pero no podemos hacer tonterías -protesta Aziraphale, preocupado. -Tampoco no... Más

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Por AceiteyAgua

Por cierto nos preguntábamos... Queríamos saber si... Gabriel... Necesita hablar con alguien o algo de cómo es que no pudo evitar que Belcebú se le cayó encima y milagrosamente no tenían ropa.

FUE UN ACCIDENTE. Está en la iglesia dando un montón de explicaciones y sí lo necesita.

Y no sabe cómo es que acabo A en B.

Uno muy complicado.

Nadie le cree. Le van a mandar a rezar por mentiroso, además de por impuro.

Uff... rezar y más latigazos, si ya lo sabemos.

Quizás debería usar un cinturón de castidad. O un Sicilio.

A lo mejor debería usar ambas, porque la verdad, ha prometido que no volverá a suceder y... vaya.

Pues hala. Lo que pasa es que... Belcebú no va a dejar de buscarle.

¿Ves? Por eso.

¡No está enamorada! Pero no va a dejar de buscarle.

Sí que lo está.

Ugh! ¡No! Es Belcebú, a ella no le pasan esas cosas.

Vale, pero lo está.

¡Ugh! ¡No! ¡Y si algo está lo está Gabriel también!

Mmmmm...

Lo que pasa es que se siente culpable y eso le preocupa.

Y va a conseguirse un cinturón de castidad, no sé cómo vas a volver a hacerle eso.

¡Pues quitándoselo! Ya que este excitado además...

No creo que se lo puedas quitar a chasquidos, no es tonto.

A mordidas si es necesario.

Se lo va a hacer de hierro para que no puedas con él.

Mierda.

Y bastante grande porque el chico es bastante impresionante. Aun le va a quedar mejor el pantalón de chandal.

Belcebú va a matarle la próxima vez.

¿Por?

Pues porque... ¿¡Cómo se pone eso?! Joder. Va a lastimarle hasta con besos y no va a querer ni besos.

Esta es una conversación para que tengas con él.

¡Ugh! Ella está esperando a que sea martes, ligeramente emocionada.

Ah... las vacaciones que se acaban rápido, Aziraphale.

Noooooo. Sigamos con ellos.

Besitos, besitos, besitos.

Pero además de besitoooos.

Oh, venga, es un buen resumen y lo sabes.

—No puedes estar hablando en serio... —protesta Aziraphale más tarde, taza de chocolate caliente en mano, mirando la sala tal como la ha propuesto Crowley y pensando que... es que esto no tien de acogedor. Hasta le asusta un poco y le da miedo.

—Ya te he dicho que la tele acabara de hacer el truco.

—No da calidez. Es como estar en una estación de metro.

—Nunca he visto sillones de cuero en el metro de Londres.

—Pero la atmósfera... ¿No quisieras una alfombra al menos? ¿o unos cuadros? Es que esto apagado a la media noche da miedo.

—Las alfombras cogen mucho polvo. Podemos poner una copia de ese en blanco y negro del caballo que grita —en serio, el Gernika. Para no da miedo. Claro, Crowley. Good choice.

—Eso se vería sumamente elegante, my darling... pero algo de color estaría un poco mejor, ¿no crees?

—Uno de esos que son enormes con un solo color plano.

—¿Un Rothko? Pensaba más en un... Renoir.

—No sé qué es un Renua, pero no quiero nada de antes de la segunda guerra mundial. No quiero paisajes bucólicos ni señoras gordas en cueros ni NADA RELIGIOSO.

Aziraphale suspira.

—No quieres nada romántico.

—Para eso te tengo a ti.

Aziraphale se sonroja un poco.

—Pero una mezcla de estilos... no conozco nada de después de la guerra. ¿Qué tal un Monet? O podríamos poner unas vitrinas con cositas dentro.

—No, no, no. Un cuadro. ¿Qué tal que traigo mi boceto de la Mona Lisa?

—Es muy bonito tu boceto de la Mona Lisa... pero esto se va a seguir viendo frío con él. Como el lobby de un despacho de abogados. O como el lobby del cielo.

—¿Qué tienen de malo los despachos de abogados? Me gustan los despachos de abogados. En el cielo no hay cuadros.

—¿Cómo para vivir en un despacho de abogados?

—Sería un bonito homenaje a gente que me ha enseñado tanto.

—No puede no haber NADA en la sala que me guste a mí —chasquea los dedos y pone una alfombra gruesa, de lana, de varios colores. Y un candil rococó con angelitos.

—¡Pero si los muebles son blancos por ti!

—¡Pero son lisos y fríos de piel!

—Yo solo digo que si fueran negros no te recordaría esto al cielo.

—Me parecería que esta es tu casa y yo soy un extraño en ella.

Ojos en blanco.

—Eso es lo que me hace a mí esa alfombra.

—Quizás podríamos ponerlo todo en un estilo que no sea ni el tuyo ni el mío.

—¿Para que nadie se sienta cómodo?

—Para que los dos nos lo sintamos.

—¿Y cómo sería eso?

—No lo sé... nada extremo.

—Esto va a ser un desastre.

—Esto ya es un desastre.

—Entonces digamos que no creo que mejore con el tiempo.

—Quizás descubramos que... es imposible.

—Vas a llorar, ¿verdad?

W-What? ¿Cuándo? —se sonroja.

—No lo sé, en el futuro próximo.

—Esperaría que no... —frunce el ceño.

—Yo también.

—Ahora tampoco puedo llorar...

Oooojos en blanco.

—Bueno, me consuela ver que a ti no te parecería grave que no encontráramos la forma de vivir juntos y ponernos de acuerdo.

Crowley le mira y arruga la nariz moviendo la cabeza.

—Quizás te sentirías aliviado.

—Quizás te lo sentirías tú, que no paras de insistir con el tema.

—¡No! Ugh, shut it! Si vamos a poder. Quizás deberíamos hacerlo todo... gris —le abraza, porque sí le agobia que la cosas salgan mal, pero no quiere que lo hagan. El demonio suspira con eso y la aprieta un poco—. Es más... pon lo que quieras en la sala. Solo deja mi lámpara de angelitos.

La mira de reojo... y chasquea los dedos. El techo aparece pintado como si hubiera nubarrones de lluvia.

—O-Ohhh.

No la mira y ella se muerde el labio.

—What?

Nothing. Es... imponente.

—No es liso.

—No, no lo es.

—¿Es... suficiente?

Asiente

—¿Podríamos ponerlo algún día... un poquito más soleado?

—Soleado no es gris.

—No... no lo es. Está bien... que sea gris —le sonríe.

Crowley le sonríe de vuelta.

—¿Ves? Todo estará bien.

—Esperemos.

—No, no... Todo va a estar bien. Estoy segura.

Asiente.

—El comedor lo decido yo.

Aprieta los ojos amarillos.

—Le pondré sillas negras —él la mira y ella le sonríe—. Y alfombra gris...

—Sillas con reposa brazos.

—Vale. Eso suena factible. ¿Algo más?

—Nada de porcelana dorada o floreada.

—Why?

—Porque no va a venir la reina a esta casa.

—Pero voy a venir yo.

—La última vez que miré no eras una anciana de ciento veinte años.

—No, tengo seis mil aquí, igual que tú. Y mejor gusto.

—No tienes ningún gusto.

—Blablablá... —chasquea los dedos y aparece un comedor, con sillas con reposabrazos... la mesa, con patas de madera, tiene unos leones dorados en la base.

Crowley traga saliva pero no dice nada, mirándolo. La verdad... es que es digno de un palacio. No de una casita de playa. Pero al menos no son querubines.

—Leones.

Otros chasquidos y aparece la consola, una vitrina y un mantel blanco que mejora un poco el ambiente.

—¿No te gustan? Puedo... —chasquea los dedos otra vez y vale, Leones y serpientes. No sé de donde sacas que eres un león tú, Aziraphale, la verdad. Hace gesto de cerrar la boca con cremallera—. Somos tú y yo... vas a ver qué vas a tomarle gusto —asegura sonriendo un poco, poniendo además unas cuantas velas por aquí y por allá, una estantería, un librero, libros...

—¿Tú y yo?

—Leones y serpientes.

—¿Tú eres un león?

—Pues... un poco... en una representación alegórica ya que no puedo ser un querubín.

—No eres un querubín, eres un principado.

—¿Quieres que ponga a un ángel en vez de los leones?—Arruga la nariz.

—No, no... Pero no sé qué tienes tú de león —sonríe.

—El corazón ardiente.

La mirada del demonio, sonriendo un poco.

—¿Crees que no?

—Creo que no, pero puedes ser lo que quieras.

—Gracias por darme permiso.

—De nada.

—¿Qué te parece que soy?

Él le mira con cara de ciertas circunstancias.

—What?

—Una palomita.

—¿Qué?

—Una palomita. Blanquita y pequeñita.

—Una... Paloma. Las palomas no son ni muy inteligentes ni muy hermosas. Son pacíficas... no tienen nada de malo, pero son...

—Un... Delfín entonces.

—Un delfín... es un poco mejor. Vale.

Pues... ¿qué han hecho esos tres días?

Intentar poner una casa, pelear y... besuquearse.

¿Y va a... volver al tercer día?

Solo si es estrictamente necesario. Si no lo es, pretende... quedarse ahí hasta que sea posible o hasta que se pelee con Crowley o hasta que le riñan o hasta que Crowley le diga que es buena idea ir a armar la librería pero de ser por él... Mientras todo vaya bien, querrá quedarse de vacaciones haciendo una cantidad un poco más moderada de milagros.

Tal vez le deje más días...

Puede que a la semana si sea como... Crowley... quizás deberíamos intentar volver.

No, bueno, no una semana, ha quedado con Belcebú el martes, así que...

El martes es UN día más. Vale, vale ¿Qué va a hacer Gabriel?

Aparecérsele en... algo reflectante.

El refrigerador ¡TE DIJE CROWLEY QUE NO COMPRÁRAMOS ESE!

Espero que estén vestidos.

Buff... Aziraphale sí. Al menos en bata.

Tal vez Crowley no.

Aziraphale tener una bata de esas de batik o con una serpiente bordada de esas muy de los 50s que debe haber conseguido en un mercadillo en estos días.

Crowley tiene calefacción.

Aziraphale desnuda abajo de la bata y con cara de completa satisfacción, preparando un omelette.

—Aziraphale? —pregunta Gabriel en la nevera y la nombrada pega un SALTO y se le cae... la cuchara y... un huevo al suelo. Joder.

—Oh...

Crowley deja de reirse de lo que fuera que se estaba riendo de golpe. Aziraphale pone una sonrisa falsa y se sonroja. Es que está hasta despeinada aún y Crowley...

—G-Gabriel. Q-Que sorpresa...

—Ah, Aziraphale... ¿Dónde estás?

—Estoy... en... la cocina.

—¿Has hecho una cocina en tu librería? —mira a Crowley de reojo y luego a ella con cierta mirada reprobatoria.

—E-Estoy... He-He... no. Estoy trabajando en lo de la librería aún.

—¿Se te ha alargado el proceso?

—Está siendo difícil.

—Ya imagino que has estado siendo distraido.

—Sí. Sí... bastante se ha alargado, pero... no, no, no es por eso. Es...

—¿Aja?

—Unos permisos que no estuvieron a tiempo y... no he querido forzarlo por no parecer sospechoso —mira a Crowley de reojo igualmente, nerviosita porque estas cosas... no ha sometido los permisos aún, claro que no iban a estar a tiempo. Aunque no ha especificado.

—Claro, claro, claro... igualmente te necesito de nuevo en activo.

Crowley carraspea un poco por ahí detrás escondiendo la risa y un "mentirosa" entre tos

—¿De... verdad? Tan pronto? Pero Gabriel... —replica FULMINANDO a Crowley. ¡No es mentira!

—No puede demorarse más. Puedes venir ho... mañana. Por la tarde. O noche.

—Mañana. ¿No podría ser el jueves mejor, Gabriel? Me da tiempo de terminar.

—Jueves... no. Mañana miércoles. No puede demorarse más.

—Ugh! Vale, vale... mañana.

—Organízalo todo y sube sin... el demonio, esta vez.

—Nunca más... —susurra.

—Ooooh —Crowley protesta.

¡Ahora protestas! Con el drama que hiciste la última vez!

Protesta por molestar.ļl

La fulminación igualmente.

—Solo es que echo de menos a la estrellita —sigue Crowley en burla. Gabriel parpadea con eso sin saber de qué hablan.

Esta vez la fulminación es absoluta.

—¡Le echas de menos! ¿Quieres venir y hablar con él? Si quieres te dejo.

—Solo si promete enseñarnos los latigazos

—¡Crowley!

—¿De qué está hablando, Aziraphale? —protesta Gabriel frunciendo el ceño.

—No... él... yo... —Aziraphale balbucea.

—¿Tú?

—Está intentando molestarme.

—Mmmm...

—Es un demonio. Estas cosas... pasan —se aclara la garganta—. Tú quizás debas saberlo.

—¿Saber qué?

—Cómo son los demonios.

—Sé... como son... los demonios, Aziraphale.

—Demasiado bien... —susurra Aziraphale para si—. ¿Algo más que necesites, Gabriel?

—Sí. Ha venido Azrael a vernos y está interesado en conocer sobre este asunto tuyo, así que lo mandaré hoy a verte.

—A-A... what? No...

—No creo que tarde mucho en llegar.

—P-Pero... no... yo... ¡yo estoy de vacaciones!

—Tus vacaciones acababan ayer.

—Vale, vale... lo que tú digas. ¿A dónde va a venir a verme?

—Pues a tu biblioteca.

—No hay mucho que pueda decirle... no es que esté pasando algo tan sorprendente. Ugh... vale. Vale. A-Ahí lo busco.

—Mira... si no tienes nada que contarle, pues te lo inventas, ¿de acuerdo? Lo que no lo quiero es hoy rondando por aquí, así que entretenlo.

Aziraphale levanta las cejas y parpadea varias veces.

—Quieres que... le distraiga.

—Exacto. Tengo mucho trabajo hoy, así que enséñale la tierra o whatever.

—Trabajo... Ehm... entonces lo distraigo en la tierra. ¿Algún lugar específico al que no quieres que vaya?

—Oh, ¡dile a Lord Belcebú que se acuerde de lo que hablamos! —suelta Crowley por ahí atrás. Aziraphale pone cierta carita culpable pero sonríe de lado.

—Oh, ¿vas a ver a... Lord Belcebú otra vez?

—No hay ningún sitio al que no quiera que vayas, solo no lo quiero rondando en oficinas —se sonroja un poco—. No.

—Anda. Ya. —protesta Crowley y se acerca a la nevera.

—Pensé que... se veían con frecuencia.

—No veo de dónde sacas esa conclusión.

—Dicen que ella está de buen humor —Aziraphale se encoge de hombros.

—Ha hablado con nosotros, idiota —suelta Crowley. Aziraphale levanta las cejas y mira a Crowley sorprendido. La verdad, Gabriel también—. Sí, como has oído, caraculo. Nos lo ha contado todo, así que... a lo mejor queremos unos cuantos días más de vacaciones a cambio de no ir por ahí esparciendo tu secretito.

Aziraphale abre la boca incrédulo. Vale. Él... iba a hacer esto solo de ser indispensable.

Ya, bueno, querida, tú eres un ángel.

Vacila mirando a Crowley y luego a Gabriel... y luego a Crowley.

—Aziraphale... —se vuelve a ella como si Crowley no acabara de decir eso—. Estás en activo otra vez. Cíñete a las órdenes. Y echa de ahí a ese... demonio.

Aziraphale traga saliva y... asiente, mirándose los pies.

—Bien. Nos vemos pronto. Quiero un reporte de actividades con Azrael.

El suspiro de Aziraphale

—¿Esto es en serio? ¡No puedes nada más ignorarme! ¡Se lo voy a contar a todos! —protesta Crowley porque Gabriel es INSUFRIBLE.

—Ehm... hablamos luego, Gabriel —Aziraphale intenta cortar, nervioso

Gabriel se marcha y Aziraphale respira otra vez.

—Joder —protesta Crowley.

—Ven —estira los brazos hacia él.

—No soporto a este tío —se acerca—. No sé cómo puede ella...

—Lo sé, lo sé... pero... ¡¿cómo le dices que ella nos dijo eso?! ¡Es traición!

—¡Esperaba sacarle algo!

—Ahora que va a... es que ahora va a decirle a ella que le dijimos... —le abraza con fuerza porque Gabriel le da miedo.

—Ya lo sé... —aprieta los ojos.

—Y va a venir Azrael y... hay que ir a casa. Y... Crowley, Belcebú va a querer matarte.

—Eh... ya... ya veremos, tal vez vaya bien lo que le dije. ¿Qué vamos a hacer con Azrael?

—¿Por qué va a ir bien? —le da un beso en el cuello—. No lo sé. ¿Deleitarlo con la vista de nuestros besos?

—¿Quieres que vaya yo también?

—¿A casa? Sí. Si todo el mundo ya sabe que...

—Pues sí, pero...

—Quizás... sea mejor que no —decide después de pensarlo un poquito.

—¿No?

—No le conozco tanto... no sé qué quiera hacer... pero no les demos la oportunidad...

—¿De qué?

—De pedirnos "a ver si es verdad, bésense..." Ya bastante será lo que le habrá contado Gabriel

—¿Y no quieres besarme? —sonríe

—Siempre... excepto cuando parecemos parte de un circo, my darling —le da un beso en la mejilla—. Ya Gabriel nos... Hizo hacerlo una vez.

—¿Y crees que este quiera verlo también?

—Deseo pensar que no... ¿Quieres enseñarle? —pregunta buscándole un beso igual.

—Nah, prefiero sin público.

—Seguro Gabriel iba a verla... —le da un beso.

—Pues claro, porque si no iba a querer una niñera.

—Pero por lo visto... Azrael sabe algo.

—¿De qué?

—¿Por qué iba a revisar lo que hiciera si no?

—¿Lo que hiciera quién?

—¡Gabriel! ¿Por qué querría quitárselo de encima? ¿Por qué Azrael querría revisar lo que hace?

—¿Crees que todo el mundo lo sabe, entonces?

—No, no creo. De hecho creo que Gabriel no quiere que Azrael sepa más...

—¿Por qué mandarlo contigo? Solo quiere tener vía libre, si no fuera a ir con ella no necesitaría quitárselo de encima.

—No, no, en eso estoy de acuerdo. Lo que no se es por qué tiene que quitárselo de encima.

—Pues porque debe ir ella a verle o algo así.

—Ahora resulta que medio cielo tiene asuntos con Lord Belcebú.

—Nah, no creo que ella se esté tirando a Azrael también.

—Menos mal.

—O sea, lo habría dicho, ¿no? ¿Por qué decir de uno y no del otro?

—Sí, sí... sería bastante absurdo.

—Además, bastante enamoradita está ella.

(Belcebú se retuerce cada vez que lo dices)

(Ya...)

Aziraphale sonríe un poquito.

—Pobre chica. Aunque Gabriel vaya a verla de nuevo...

—Lo que me hace pensar esto, es que tal vez Azrael sabe algo. Corrían chismes por el cielo, ¿no? Porqué si no iba a estar tan interesado en seguir a Gabriel como para que este quiera que tú lo distraigas, no te ha pedido que distraigas a... los otros.

—Ese Justo era mi punto desde el principio. Gabriel cree que Azrael tiene especial interés en él... y si sabe algo no quiere que por accidente vaya a saber más. Azrael suele hacer su vida lejos de la burocracia institucional de Gabriel.

—¿Crees que les hayan visto o así?

—No lo sé... pero piensa que, si yo les doy curiosidad...

—¿Es por eso?

—¿Por curiosidad? Pues... yo se las doy, eso lo sé. Ya me imagino lo que les daría Gabriel si todos se enteraran. Sería un poco escandaloso.

—Mmmm... Ahí abajo lo estamos vendiendo diferente.

—¿Cómo?

—Pues... de hecho las ordenes son HACERLO. Todo el mundo. Con todos los ángeles. Seguramente a ti nadie te va a hacer nada... o tal vez sí, la gente es MUY idiota ahí abajo, pero todos tus compañeritos no me extrañaría que empezaran a sentirse un poco asediados por todos lados.

Aziraphale inclina la cabeza.

—Eso... no me lo... oh. ¿Y por qué querrían...?

—Pues porque yo les dije que estaba haciendo esto para hacerte caer y fastidiar al cielo y... a Belcebú le pareció una buena excusa y a todos los otros los convenció ya que no tuvimos guerra. Destruir el cielo ángel por ángel.

—Hmm... O redimir al infierno demonio por demonio.

—No es así como el cielo lo plantea —se encoge de hombros.

—Pero es lo que les puede pasar. Quizás deberíamos convencer de eso a Gabriel.

—Ah, sí, claro. Espera, voy por mi aureola, está en los otros pantalones.

—De que te estás haciendo bueno, sí.

—Claro, claro. Mira mis alas, cada vez más blancas. Permíteme ir a rezar un rato.

—De qué haces obras buenas de caridad.

—Ah, sí, claro. Vamos a ir a un comedor social más tarde, ¿no te lo he dicho? Parece un buen plan.

—Sabes a que me refiero... —igual sonríe.

—Y a leer cuentos a los niños del orfanato.

—Si quieres hacer todo eso para ayudar a convencer al mundo está bien.

—Y ir a visitar a los enfermos a un hospital... fuck. Whatever —protesta porque ahora si le apetece ir a lo de los cuentos, a lo mejor va si no le lleva con Azrael. ¡Pero no como buena obra! Aziraphale le sonríe.

—Ve todas las buenas ideas que tienes.

—He visto muchas películas —se sonroja—. Y en esta ciudad no hay gatos en los arboles

—Aun así, se te ocurren muy rápidamente las ideas bonitas —le da un beso en la mejilla.

—T-También se me ocurren malas.

—Esas no te hacen hermoso —otro beso.

—¡Las otras tampoco! —protesta.

—Claro que sí.

—Ugh... eres tan tonta...

—Naaaah, soy adorable...

Crowley la mira apretando un poco los labios.

—Pero no más adorable que tú...

La besa para que se calle y Aziraphale sonríe en el beso porque mira que MONO es.

Ugh.

¡Pues lo es!

¡Que no!

MONISIMO.

¡QUE NO!

Que ni se queje porque estoy segura de que en el beso ni se acuerde.

Bueno, se separa cuando ya... bien. Cuando ya se siente bien.

Aziraphale se relame y Crowley quita un hilito de baba que aun une sus bocas.

—Hum... bueno, entonces...

—Mmmm... I love you.

El demonio sonríe tontamente y ella le acaricia la mejilla con la nariz.

—¿E-Entonces?

—Yo también te quiero.

—¿Mucho? —ella sonríe.

—Sí.

—Dime cuánto.

—Más de lo que te mereces con lo mucho que me molestas.

—¿Te molesto yo a ti? Esa no es una cantidad...

—Te quiero más de lo que me molestas. Eso debería impresionarte.

Aziraphale se ríe.

—Todo con tal de no decir cosas bonitas.

—¡Nada te parece bonito!

—Te quiero más que a las crepes.

Casi se atraganta y ella le sonríe, haciéndole un cariñito en la cara.

—I do...

—Igualmente, no puedes comerme.

—Sí que puedo.

—Claro que no.

—Claro que sí —Baja la mano hasta la entrepierna del demonio y la pone ahí. Él da un salto—. Veo que la idea te asusta...

—No me... asusta, claro que no me asusta, no seas ridícula —responde en tensión igual.

—Vamos a ver si eso es verdad o no... —le empieza a acariciar el abdomen, porque sigue desnudo—. Quizás debas... recargarte en algún lado

—No vas a... ehm... —pasito atrás.

—Sí que voy —ni siquiera parece dudarlo. Otro pasito hasta darse contra la barra—. Eso es —le toma de la cintura.

—¿No deberíamos volver a Londres? —manos a los hombros.

—Cuando termine de comer —ahí va, a ponerse de rodillas.

Crowley da un saltito y suelta un sonidito pero para nada la detiene

—¿Te lavaste bien? —pregunta sonriendo de lado, la verdad, solo para molestarle un poco, poniéndole las manos en los muslos

—Excuse me?

Ella se ríe un poco abriendo la boca y yendo a hacer lo que pretende, con bastante dedicación.

—Aziraphale —vuelve a aparecer Gabriel en la nevera, a la mitad.

JODER. Casi se atraganta.

Crowley tiene miedo que le muerda ahora que está súper sensible. De hecho se atraganta un poco. No, nada de mordidas, pero... si hay demasiadas babas, todo muy... resbaloso.

—Aziraphale, ¿Qué estás haciendo?

Really, Gabriel? Really? Que bloody quieres, ¿ideas? Es que además está ahí JUNTO el puto refrigerador. Saca todo lo que tiene que sacar de su boca y... se gira a Gabriel, limpiándose la comisura de los labios, con los ojos cerrados y la boca negra. Para colmo, maldita sea con el DEMONIO.

Crowley tiene que darse la vuelta y tomar aire porque ya casi estaba, maldita sea.

Hello, Gabriel...

—¿Puedes no hacer... esas cosas en mi presencia, por favor?

—No estaba haciendo nada en tu presencia —se defiende—. Estaba a solas con mi...

—Esto es muy irregular, Aziraphale —sigue echándole la bronca.

—Disculpa, Gabriel, pero estaba en... estaba a solas.

—Aun así...

Aziraphale se relame volviendo a limpiarse los labios... y es que está hecha un vergonzoso desastre.

—Medio desnudo, con la boca negra, todo despeinado. Y te he dicho que te deshicieras de él.

Solo hasta que lo dice nota que en efecto, la bata o tiene medió abierta. Se la cierra, sonrojándose y mirándose los pies.

—Azrael va a llegar en cualquier momento —añade—. Si esta es tu idea de mostrarle...

—No, no es esta mi idea de mostrarle nada a nadie.

—Entonces más vale que te vistas.

—Sí, Gabriel —aprieta los ojos porque esto cada vez es humillante.

El Arcángel se humedece los labios, vacilando. La principado le mira, la verdad, a ver si se ha ido. Suspira un poco al notar que no.

—¿Hay algo más en lo que pueda ayudarte?

—Es... cierto que...

Aziraphale le mira sin poderse creer que de verdad... de verdad vaya a preguntarle algo. Luego le llaman a él cínico

—Mjm...?

—¿Que ella habla con vosotros?

—Ella... habla con Crowley. Y a veces, si estoy yo ahí, me pregunta alguna cosa

Gabriel vacila otra vez. Aziraphale se humedece los labios.

—Quiero saber lo que dice.

—Hmm... Sé que ha preguntado algunas cosas sobre ti... y qué hay algo que le preocupa.

—¿Qué le preocupa?

—Por lo visto... sabe que... te sientes culpable y arrepentido de las actividades qué haces con ella. Y que te lastimas por ello.

Gabriel aprieta los ojos y toma aiiiiire con profundidad porque JODER.

—Es... información bastante tergiversada, no te creas nada de todo eso.

—¿No debo creerme qué parte?

—Casi ninguna, ella es un demonio también después de todo. Pero quiero también un informe sobre esa conversación. DETALLADO.

—Me dio la sensación de sentir... amor en ella.

El Arcángel se detiene y se sonroja un poco.

—No seas ridículo, Aziraphale, no sería la primera vez que un demonio te engaña con esas cosas.

Aziraphale se sonroja con eso porque siempre es muy sensible a esas burlas.

—N-No. No. No me engañan. Especialmente a tu mención... Ella se... se... algo sentí.

—¿Qué?

—Amor.

Gabriel le mira intentando no cambiar de expresión.

—Quizás tú lo sientas también...

—Tú haz el reporte.

—Lo haré, pero...

—¿Qué?

—No lo sé, me gusta la idea de que Belcebú te quiera.

—¿Por qué? —se le oscurece un poco la mirada.

—P-Porque quiere decir que no solo Crowley p-puede querer.

Gabriel le mira, serio. Aziraphale cambia el peso de pie, nerviosa.

—L-Lo siento, no debí decir eso...

—Limítate a obedecer que bastante se te complica.

Aziraphale asiente, todo regañado además, mirándose los pies de nuevo. Gabriel se humedece los labios y se va otra vez.

—Dios mío... —susurra Aziraphale cubriéndose la cara con las manos. Crowley está por ahí atrás habiéndose fingido desaparecido.

Es que quisiera hacerse bolita y morir. El demonio carraspea un poco. Aziraphale salta pensando que quizás otra vez sea Gabriel. Levanta las cejas cuando nota que es él.

—¿Estás bien?

—No... Soy el peor ángel.

—¡Claro que no!

—Sí que lo soy, Gabriel tiene razón —es que sieeeeempre le hace sentir fatal.

—Qué razón va a tener si no ha sido capaz de admitir que se va con Belcebú.

—Quizás no lo hace... Él tiene mucha más fuerza de voluntad que yo —para que veas que Gabriel sí ejerce su influencia sobre ella.

—¡Anda ya!

—Tiene razón, no debería... no deberían pasar... Ugh. No sé.

—¿Deberían?

—Las cosas... lo que te he... cielos, es que ha llegado en el peor momento. Ese refrigerador NO puede seguir aquí. ¡Ni nada que refleje!

—Pero es que es tan bonito —se pasa una mano por el pelo.

—¿El refrigerador? O que te haga... eso.

—Ambas —sonrisita. Aziraphale suspira y no puede evitar hacerle una sonrisita cómplice.

—Tengo que irme.

—Voy contigo.

Le sonríe un poquito igualmente porque... él le tranquiliza y el demonio le sonríe de vuelta.

Así que igualmente chasquea los dedos y se pone su ropa de siempre, camisa y pajarita. Pelo corto... podría pasar por un hombre de no ser por los pechos

Crowley decide que mejor también se viste.

Lo siento, pero sí... no va a terminar eso hoy por lo pronto.

—Lo siento, darling... quieres que...

—Tranquila, iré al baño y... lo arreglaré.

Ella se relame un poco. Podrías ser un poco menos obscena, querida. Sé que no lo haces a propósito...

—Está bien...

La mira.

—¿Puedo hacer una cosa?

—¿Qué cosa?

El demonio chasquea los dedos y saca un pintalabios. Primero le limpia la boca y luego se la abre para ponérselo.

Sonríe un poquito y le deja hacer. Él se lo aplica con cuidado y sonríe cuando acaba.

—Ahora parezco más aún el southern pansy.

—¿Por?

—¿No parezco yo con los labios pintados?

—Pareces... tú porque eres tú.

—Ahora pienso en ponerte un beso en algún lado

—Pues hazlo.

—No se supone que lo haga... Gabriel dijo que te echara —le abraza igual y le da un besito medio en los labios, medio fuera de ellos.

Tengo que decirte que el pintalabios es... negro.

—Gabriel se equivoca.

Levanta las cejas cuando lo nota porque pensaba que era rojo.

—E-En que. ¿Esto es negro? Oh, Crowley —se sonroja pensando en la implicación de ello

Es que tenía la cara manchada de negro por haber estado... Y pensó que le quedaría bien.

—No lloriquees.

—¿En qué se equivoca Gabriel? —pregunta igualmente sonrojada, pero sin quitárselo. Aunque esto GRITA, según ella, "mis labios tienen demonio en ellos" Lo cual no es malo... del todo, pero... le da vergüenza.

—En todo, es un idiota.

—¿Lo has dicho por algo? —pregunta igual... acariciándole el pecho porque está otra vez cerca y la distrae completamente.

—Por reñirte, por hacerte sentir mal, por no ser sincero y fingir que nada le importa.

—Tiene razón... soy muy malo para seguir instrucciones, soy rebelde y no... No debí decirle que me tranquiliza que Belcebú le quiera y él pueda notarlo.

—Sí alguien puede ayudar a Belcebú, eres tú diciéndole esas cosas a él.

—¿Yo? Lo dudo... has visto la cara que ha hecho. Se ha enfadado.

—Una cosa es la reacción que tenga contigo y otra la que tenga cuando piense en ella.

—Quisiera sentirlo.

—¿Sentir qué?

—A Gabriel... en persona, hablando de ella. Quisiera saber si él está enamorado.

Crowley suspira.

—Pero no sé si... Gabriel es tan... cada vez que tengo una pequeña posibilidad de tener algún tipo de acercamiento con él...

—¿Aja?

—Cada vez que podríamos hablar REALMENTE de algo... Se enfada y me calla.

—No es tu amigo, Aziraphale.

—Debería ser... mi familia.

—No lo es, yo soy tu familia.

You are my... everything —Sonríe un poquito con eso.

—Ugh, no seas cursi.

—¿Yo? Si el que lo ha dicho eres tú.

—Pero yo no lo he dicho de modo cursi.

—¿Así que ahora la forma es más importante que el fondo? —sonríe de lado.

—Siempre.

—Estoy completamente en desacuerdo.

—Estas completamente equivocada.

—No, tú estás completamente equivocado —sonríe y es que le guuuusta pelear así con él.

—No, tú estás absolutamente equivocada —sonríe y se le acerca

—TÚ no tienes ni idea de lo que es no estar equivocado porque nunca has estado en lo correcto —sonríe de lado.

—Tú no tienes ni idea de lo que es estar en lo correcto porque siempre has estado equivocada—levanta la barbilla

—Yo no sé lo que es estar equivocada, darling, porque siempre he estado en lo correcto. Tú eres el... perdido.

—Y solo después de perderme es que pude encontrar la verdad.

—Que implica que yo tengo la razón y tú no tienes ni idea.

—Implica que como tú no te has perdido nunca, nunca has sido capaz de abrir los ojos.

—Yo lo que he hecho es perderme en tus ojos... Y en tus besos.

Crowley se sonroja.

—Y lo dulce que eres.

—Manipuladora.

Just a little —se ríe.

—¡Y lo admite!

I'm an angel. No puedo decir mentiras.

—Y ahí va la primera.

—¡No! ¿Cuál?

—Que no puedes mentir.

—No, no puedo. Bueno, poder... No debo.

—Ahí lo tienes.

—Eso no es una mentira, es un error.

Crowley la mira por encima de las gafas

—Un inocente error.

—Del que voy a aprovecharme.

—¿De qué forma?

—Para molestarte.

Oh, come on! —protesta y él se ríe—. Anda pues... vámonos. Y si dejamos el Bentley aquí y venimos por él... el fin de semana.

—¿Y qué esperas que haga toda la semana? ¿Andar?

—¿Ir en autobús como todos?

—Ni siquiera sé conducir un autobús.

—No tienes que conducirlo... de hecho, por Dios, no conduzcas un autobús.

Ojos en blanco y Aziraphale se ríe un poco.

—Puedes ir en... moto. O puedes no ir a ningún lado y quedarte a ayudarme. Al infierno no vas en el Bentley.

—¿Quieres ir... en moto?

—Quiero que tú vayas en moto esta semana. Yo pretendía ir con un chasquido a... la cosa que supuestamente es mi casa.

—Que mal te sienta lo de los milagros gratuitos.

—¿Perdona?

—Ni siquiera quieres subirte al coche.

—No más de lo que quiero habitualmente.

—Pero ahora tienes otras opciones.

—En concreto si quiero ir rápido a la casa, sí. Pero no es que el Bentley deba ofenderse... quiero dejarle aquí a cuidar la casa.

—No es un perro.

—¿Quieres que lo lleve con un milagro?

—No.

—¿Quieres volver conduciendo?

—No, porque llegarás tarde.

—¿Entonces qué quieres, my love?

—A ti —y la besa porque solo protesta y ya quería un beso cuando peleaban.

Aziraphale sonríe en el beso, cerrando los ojos y así es como. No hacen nada. Nunca. O sea, muchachos, vosotros acabáis de descubrir esto pero nosotras llevamos muchos años sabiendo que esto no lleva a nada. Así que... Prisita.

Vale, chasquido de Aziraphale y están en su librería pero aun besándose.

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