La junta había terminado y con ello su jornada laboral, después de un día completamente cansado y agotador – pero que –, valió la pena completamente, gracias a sus esfuerzos por fin dejaba de depender de sus padres y ser sólo él.
Algo difícil pero era al acuerdo al que habían llegado hace muchos años, el acuerdo por el que había sacrificado toda su vida y felicidad.
Si bien, había sido completamente doloroso había obtenido lo que realmente quería, aunque el precio había sido demasiado alto a pagar.
Respiro con profundidad mientras observaba minuciosamente el acuerdo que le había entregado su abogado minutos antes, especialmente en el lugar donde la firma plasmada con total precisión descansaba junto a la de sus progenitores.
Tan legible y moldeada.
Nunca había cerrado un acuerdo como ese y eso que casi había crecido entre contratos y firmas, pero nunca algo tan similar o parecido al que sus manos sostenían en esos momentos.
¿Ambicioso?
Por supuesto si que lo era, todo en el lo era.
¿Millonario?
No existía una cuantía mayor a la que estaba por recibir una vez que la última cláusula se cumpliera, eso en dos meses.
Pero era un hecho, sólo faltaba esperar un poco más.
Aunque realmente dudaba que fuera como lo imaginó o planeo. Ya que la vida podía ser tan mierda como el lo era con mucha gente, especialmente con los que menos se lo merecían.
Entonces.. ¿Por qué se sentía así?
¿Por qué sentía que todo dentro de él había muerto?
¿Qué no existían razones por las cuales más luchar?
¿Qué nada había válido la pena después de todo?
Su libertad era la principal razón de ello y por la que había luchado todo este tiempo.. pero ahora que estaba a un paso de conseguirlo sentía que todos sus esfuerzos no habían válido la pena, que a pensar de todo había sacrificado lo más importante y maravilloso que la vida podía a ver le dado, sentía que había fracasado rotundamente.
¿Y qué podría esperar de un matrimonio sin amor?
¿De una pareja tan vana y miserable como él?
¿Una vida sin su otra mitad,su complemento?
Su omega cada día iba teniendo menos acto de presencia y realmente no le importaba, no, cuando su pareja se encontraba en brazos de otro.
Con una persona que pudiera cuidar, amar y ser uno mismo para la eternidad.
Sabía con exactitud que había sido su culpa, su codicia y miseria habían acabado por matar lo único que quizás habría válido la pena de su vida.
¿Podía reprochar?
No.
Nunca.
Y si tuviera la oportunidad jamás lo haría, no tenía la fuerza suficiente para mirarlo a los ojos después de todo lo que le hizo y él jamás le perdonaría, y tampoco buscaba su perdón.
Sólo mirar desde lejos y lamentarse entre su dinero y soledad.
¿Valió la pena?
¡Claro que lo valió!
Valió cada maldito segundo de tormento que vivió por verlo –ahora–, feliz, verlo sonreír desde las sombrías sabanas de su habitación y saber que a pesar de todo estaba bien.
Sin querer lo derramo una lágrima traicionera que osaba desarmar su duro y frío corazón, descongelar los años amargos de miseria y dolor convertidos en gotas frías de agua que sin su permiso se atrevían a salir de sus ojos.
Una lágrima que desencadenó otra y otra, lágrimas silenciosas que pintaban sobre sus mejillas el pasado que nunca va a poder cambiar en su vida y un futuro del que estaba orgulloso, porque aún que había sacrificando su felicidad podía tener lo que siempre sonó, aunque eso significará morir lentamente.
Llorar no solucionaba nada pero si desahogaba el dolor del corazón, refrescaba el alma y mitigaba la falta de compañía a la que siempre estuvo envuelto, ya ni siquiera debía importarle pero lo hacia, cada que la miseria lo rodeaba hacia eso, llorar a escondidas para después odiarse amargamente por ser débil entre copas de vino y wiski.
Cerró con fuerza sus ojos evitando que más lágrimas bajaran de sus ojos.
Reafirmándose que todo había válido la pena, que el sacrificio de años ahora estaba dando frutos de los que cosecharía en un futuro tanto buenos como malos, no había de otra, eso lo tenía muy en claro y lo aceptaba perfectamente.
Guardo los papeles del contrato con cuidado dentro de su caja fuerte y colocó la conminación, dando por cerrado su pasado, a partir de ese momento quería que fuera diferente y sabía que de cierto modo lo sería.
Se levantó de su asiento y avanzó a donde los grandes ventanales de cristal blindado se alzaban cubriendo gran parte de su oficina.
A través del cristal podía ver a los coches avanzar por las calles y avenidas principales de la ciudad con destino a sus hogares o aun destino diferente, no lo sabía y tampoco quería saberlo.
Levantando la mirada observó como las estrellas le hacían compañía a la luna llena que resplandecía en el firmamento, hermosa y pacífica, majestuosa e inalcanzable, como quisiera que su vida y destino fuera así, pero lastimosamente no era, la realidad había sido otra.
A pesar del aire acondicionado que su oficina proporcionaba no mitigaba el frío que su cuerpo percibía, sentía que se estaba congelado.
Quizás era su soledad o el frío de su corazón que sufría el dolor de su soledad y que ahora le cobraba rédito.
Realmente no quería saberlo, no quería saber que todo lo que le pasaba era producto de sus decisiones y acciones, aunque a cada momento ellas le gritaran lo ruin y miserable que era y había sido.
El silencio ensordecedor que lleno sus oídos no hacían más que burlarse de el y de su soledad recordándole que siempre estuvo sólo y que siempre lo estaría, o tal vez era su conciencia la que le recordaba lo bastardo que era.
No podía escoger solo uno de los calificativos pero entendía que más de uno lo describía.
Exhaló el aire que sus pulmones retenían y cerro los ojos dejando que su mente tratara de quedarse en blanco y pudiera estar en paz y dejarla de atormentar siendo imposible cuando algunos gritos fueron completamente escuchados en el eco de la soledad.
Ni siquiera le dio tiempo dar dos pasos en busca del alboroto cuando la puerta fue abierta con un rápido y furioso movimiento y después el sonido ensordecedor de la misma estampándole con la pared.
—¡Park! — la voz dura y potente del alfa Jeon resonó en sus tímpanos acompañando el sonido de la madera al estampar se.
Bufo cansado de su mala suerte y de la desgracia a la que había sido encadenado desde que lo conoció.
— ¡Joven Park, lo lamento tanto! — se disculpó su asistente con una reverencia detrás de Jeon que le impedía el paso con su atrevimiento y el cual había sido el culpable de ese alboroto y de muchos otros más de los que no quería recordar.
— No te preocupes, yo me encargo. — sin tomarle mucha importancia a su visita se giro a su posición anterior, antes de la interrupción de Jeon, a la ciudad iluminada que podía apreciar por la ventana, no tenía ánimos para aguantar los caprichos de Jeon en esos momentos y tampoco quería ser el centro de sus quejas como comúnmente lo era.
Apenas escuchó la puerta ser cerrada una vez más, pero con delicadeza Jeon fue el primero en gritar y sentir lo acercarse con rapidez a su lado.
— ¡Park, necesitó que me expliques que tienes tú que ver con mi omega! — bufo cansado, no existía forma alguna de que Jeon estuviera hablando en serio de ese tema en esos momentos o que si quiera esa fuera la razón de su enojo y que se desquitará con el, el que culpa tenía.
— Primero, no tienes porque gritar me en mi propia oficina ni mucho menos se quién es tu omega y porqué tengo que saber yo algo de él. — realmente no le molestaba ni le incomodaba que Jeon hablara de su omega con naturalidad, aún no eran esposos ni si amaban para importarle, Jeon podía hacer lo que quisiera con su vida y a el no le importaría nada lo que le pasara.
Además de que también el había hecho mención en ocasiones pasadas de su alfa aunque ni siquiera habían nacido para estar juntos, lo sabía a la perfección y se lo recordaba cuando el dolor se acumulaba en su pecho.
— Taehyung, Kim Taehyung, el paciente del hospital Nacional y del que prohibiste que se supiera nada de su caso — escucho con indiferencia, claro que lo conocía.
Era el omega de Yoongi, su destinado.
¿Así que Jeon era el culpable de la miserable vida de ese chico?
Por qué no le sorprendió..
Tenía sus sospechas pero no pudo afirmar las hasta ahora.
— ¿No vas a decir nada? — interrogó Jeon con voz estable y sin furia, algo desconcertante de entender pero fácil de descifrar.
—¿Qué es lo que quieres saber de él? Pregunta. — acepto con serenidad ya que jamás le negaría esa información al causante de la miseria de esos chicos, y a excepción del personal previamente autorizado de los expedientes clínicos de Taehyung y Yoongi.
A nadie más
—¿Asi nada más? ¿No preguntas porqué o para que necesitó saberlo? — A veces se preguntaba si en el cerebro de Jeon existía algo de sentido común cuando las cosas eran demasiado fáciles de lograr o de entender.
¿Probablemente su vida había sido así desde que era niño?
— No soy como tú o los tuyos Jungkook, así que pregunta, no tengo el derecho ha ocultarte esa información puesto que tú principalmente fuiste el causante de su desgracia y salvación. Ve lo como un premio Jeon, de mi parte. — con simpleza colocó las palmas de sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón, restándole importancia a lo que pudiera decirle Jungkook, sabiendo de ante mano que lo había dejado en shock y realmente confundido con su declaración.
— ¿De qué hablas? Explicate.— sonrió amargamente al detectar la interrogación y confusión en cada onda sonora de la voz de Jungkook.
¿Realmente era estúpido?
Aún tenía tiempo de cambiar de prometido, lástima que el contrato había sido firmado ya.
—¿De verdad preguntas eso? Había escuchado que querías saber de él.
— ¡Maldición, habla ya! No tengo paciencia para tus juegos psicológicos y absurdos. Quiero saber que fue lo que realmente le paso a Taehyung, ya que los médicos no me quisieron decir nada gracias a tu interferencia — pudo descifrar la poca paciencia que profesaba Jeon y el poco – casi nulo –, sentido de la gracia.
No respondió.
Su mente estaba buscando las palabras correctas para explicar su mayor secreto que estaba envuelto con el mismo caos que el de Jungkook.
Ambos con las mismas desgracias y errores lo que lo hacia sentirse más miserable de lo que ya era.
— Te escucho. — insistió Jeon a soy lado.
— ¿ Recuerdas al alfa que marco a tu omega? — sin poder evitarlo el recuerdo de Yoongi llegó a su mente moviendo el caos que inconscientemente provocó su recuerdo.
—Si, por supuesto que lo recuerdo. ¿Qué tienen e..
— El era mi destinado. — saboreó el amargo sabor que provocaba su recuerdo al ser mencionado.
En sus pensamientos no folía tanto su mención pero expresarlo con palabras eran dagas retorciéndose en su corazón, clavándose más y más profundo.
— Él al igual que Taehyung fueron ingresados al hospital con mínimas probabilidades de vida hace meses, sus análisis arrogaban el mismo resultado uno otras otro, las probabilidades eran nulas. Nadie, ningún médico se atrevió a apostar por que alguno de los dos sobreviniera. La causa. — cayó dejando el silencio lúgubre de la noche apoderarse de sus cuerpos.
—El abandonó y rechazó de sus propios destinados, sus lobos al igual que sus cuerpos colapsaron después tanto dolor y sufrimiento. La muerte estaba asegurada para ellos, en el mejor de los casos y si existía un milagro sobrevivían sin sus lobos. Cosa que no ocurrió cuando uno de los médicos propuso que ambos se unieran como pareja. — su omega gimoteo en su interior de dolor al recordar el dolor que sintió al sentir la unión de Yoongi con ese omega.
— Nunca me entere de eso..
—Y eso no es poco. Después de la marca las cosas empeoraron lo que fue un gran aporte para la ciencia, estaban dispuestos a documentar su caso y exhibirlos ante en mundo entero. El caso más extraño e innovador. — soltó molestó cuando aquella conversación que mantuvo con el encargado del hospital le expuso sus planes. —Pero lo peor de todo, fueron ellos. Su transformación aún sigue siendo un misterio del que... — sintió como sus ojos se llenaron de lágrimas informándole que estaba apunto de llorar nuevamente. — Sus lobos.. Tan indefensos y lastimados postrados en un camilla.. Fue insoportable de ver, su dolor, su sufrimiento, el daño irreparable que vivieron, todo.. A causa nuestra. — dos gotas saladas bajaron de sus ojos recorriendo sus mejillas hasta llegar a su mentón..
—¿Los viste? — la voz de Jungkook sonó ronca, rota y llena de culpa.
Pero era poco a lo que el vio y presenció ese día.
— Ojalá no lo hubiera hecho. Esa tarde tenía cita con un médico, mientras esperaba que terminará de atender unos asuntos recorrí algunos pasillos hasta que los vi llegar. Varios enfermeros rodeaban y corrían a urgencias con una camilla, dos lobos; uno negro y el otro café, se aferraban entre ellos, inconscientes y agonizantes luchaban por sobrevivir. La imagen más desgarradora que te puedas imaginar, mi omega en ese instante reconoció a su compañero; el lobo negro que se aferraba en su forma animal a su nueva pareja. Pero fue ahí que supe que él no era para mí, que nunca lo fue y que nunca lo sería...por qué su destino y mi destino no fue hecho para ser uno sólo. Ellos no fueron mandados para nosotros, mi corazón y lobo lo comprendieron perfectamente ese día y lo acento.
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Lloré cuando lo estaba escribiendo, me dolió.😢