Sábado, 21 de febrero
Narra Sara.
—Sara: sé que lo voy a pasar mal, Ana. No me apetece ir -repito por milésima vez
Mi amiga resopla mientras termina de alisarme el pelo.
—Ana: vamos a pasarlo genial, ¿vale? -trata de convencerme-. Estoy segura de que Dani quiere verte allí -suelta
Y sus palabras hacen que la mire a través del espejo con las cejas alzadas.
—Sara: yo estoy segura de lo contrario -admito
Llevo todo el maldito día deprimida. Lo único que he hecho ha sido pensar en Mónica y ver cómo todos nuestros amigos subían fotos con él y él respondía cariñosamente. Aún nos seguimos mutuamente en redes sociales, y no sé si eso me es favorable o perjudicial. Quería felicitarlo, pero me daba un miedo terrible su respuesta. Solo podía pensar en que iba a dejarme en leído o iba a bloquearme o... no sé. No lo he felicitado porque no quería hacerme más daño.
En medio de todo ese bucle, le he dicho a Ana que no iba a ir al cumpleaños. Estaba siendo más difícil de lo que pensaba. Me sentía peor de lo que pensaba. He cenado y he subido a mi habitación dispuesta a irme a la cama cuando de repente mi mejor amiga ha aparecido en mi casa. Le ha dado igual que me negara constantemente a ir a esa fiesta. Ella ha sido quien me ha maquillado y peinado, y casi me viste también; pero he cedido a hacerlo yo.
—Ana: tía, deja de darle vueltas -desenchufa las planchas-. Daniel no tiene absolutamente nada con Mónica y en el fondo lo sabes -acomoda mi melena con sus manos
Suspiro profundamente observando mi reflejo. Lo que vi ayer me rompió los esquemas por completo. ¿Y si realmente ha vuelto con ella? ¿Y si la ha perdonado? Puede ser por el hecho de pagarme con la misma moneda o porque nunca ha dejado de quererla.
—Ana: llevamos más de un mes ahogadas entre exámenes, apuntes y trabajos -me recuerda-. Necesito una dosis de reggaeton y tú también -me apunta con su índice-. ¿Te has visto, Sara? -pregunta- estás espectacular, así que deja de pensar estupideces y prepárate para brillar esta noche -me tiende la mano obligándome a levantarme
Una pequeña sonrisa aparece en mi rostro y la abrazo con fuerza. Siempre tiene buenas palabras para mí, al igual que yo para ella. Ella brilla todos los días de su vida sin necesidad de plancharse el pelo.
—Sara: quién quiero que me vea apenas me mira, pero supongo que no puedo ir en pijama -bromeo amargamente
Ana suelta una carcajada y se separa de mí.
—Ana: te aseguro que Daniel Oviedo te va a mirar esta noche -afirma- coge el bolso y el abrigo y vámonos, rubia -me indica con su cabeza
. . .
Llevamos aquí como 4 horas y no estoy disfrutando en absoluto. Al llegar, los gemelos soplaron las velas después de cantarles el típico cumpleaños feliz. Debo confesar que se me escaparon algunas lágrimas. Saludé a Jesús, e incluso a Paula, y Álvaro también lo hizo. Pero ninguno de nosotros se ha acercado a Dani, y no precisamente porque no queramos. Él tampoco se ha mostrado abierto a saludarnos, aunque supongo que es normal, y nosotros no hemos querido forzar nada. Me muero de ganas de darle un abrazo y felicitarlo, pero probablemente él no quiera, y mi intención no es joderle la noche.
Parece que se lo está pasando bien. La sonrisa no desaparece de su boca y, para ser sincera, me alegro muchísimo por ello. Me alegra verlo feliz, pero mentiría si dijera que no me duele que no comparta esa felicidad conmigo.
Lo han montado bastante bien. Tanto que su casa se ha convertido en una especie de discoteca. La puerta de la cocina está cerrada, pero han habilitado el salón y el jardín. Y el baño, obviamente. Objetos como la televisión no están, supongo que para evitar roturas y problemas. Han puesto dos mesas: una con algo de comida y otra con todo el alcohol. Además de un congelador para el hielo y los refrescos. Por otra parte, han puesto en el salón pequeñas luces y dos grandes altavoces: una auténtica discoteca.
—Jesús: claro, mi vida -lo escucho por encima del ruido
Después murmura algo en el oído de mi amiga, a lo que ella suelta una risa y golpea su pecho. Acto seguido el gemelo deja un beso en sus labios y me dedica una sonrisa que le correspondo.
—Ana: vamos -asiente
—Sara: ¿qué te ha dicho? -me intereso
—Ana: que él podía acompañarme -rueda los ojos divertida
Me río ante su comentario y nos abrimos paso entre la gente hasta llegar a las escaleras. Ana quería ir al baño, pero hay una cola considerable, así que hemos ido a preguntarle a Jesús si podíamos subir al baño de arriba. Daniel no estaba con él y eso me ha dejado pensativa. No lo veo desde hace un largo rato.
—Ana: Sara -susurra pellizcando mi brazo
La miro y posteriormente miro hacia donde sus ojos se dirigen. Mi corazón comienza a latir más deprisa. Es él. Es Dani. Viene caminando por el pasillo.
—Ana: es ahora o nunca, tía -me dice- tienes que felicitarlo y... puede que ceda a tener una conversación contigo -me anima hablando demasiado deprisa- te espero abajo, si algo va mal mándame un mensaje, ¿vale?
—Sara: no -niego rotundamente agarrando su brazo- Ana, no...
—Ana: sí -me contradice- confía en lo que te digo -besa mi frente- te quiero
Y aprieta mi mano, como dándome ánimos, antes de corretear escaleras abajo dejándome sola.
Trago saliva nerviosa (muy nerviosa) y sin saber muy bien qué cojones estoy haciendo termino de subir al piso de arriba. Él todavía no sé ha percatado de mi presencia. Va con su copa en la mano, a la cual le da un largo sorbo mientras camina. Lo noto tenso, reflexivo y agobiado; y acaba de verme.
Intento caminar firmemente, como si no estuviera temblando como un flan, pero se pasea con sus ojos por mi cuerpo y no me ayuda en absoluto. Aprieta la mandíbula con fuerza y yo solo quiero darme la vuelta y huir. Mi mente va a mil por hora ahora mismo.
Nos estamos acercando cada vez más y si no le digo algo continuará su camino y me quedaré como una imbécil en el baño sin hacer absolutamente nada porque yo en realidad no me hago pis, quien se hacía pis era Ana y me ha dejado aquí tirada enormemente convencida de que Dani está dispuesto a hablar conmigo.
—Sara: oye -interrumpo su paso
Alza las cejas levemente, casi sin querer, mostrándome su asombro.
—Sara: felicidades -suelto- puede que sea la última persona a la que querrías ver ahora mismo, pero... te deseo lo mejor del mundo, Dani, de verdad
Se humedece los labios, haciendo que inevitablemente me fije en ellos. Continúa tenso, ¿por qué lo está?
—Dani: gracias, Sara -asiente
Está guapísimo. Es guapísimo, pero el traje de chaqueta y la corbata lo hacen terriblemente atractivo.
—Sara: ¿puedo abrazarte? -habla mi subconsciente
Él permanece inmóvil. Imagino que no sabe qué decirme. E inmediatamente me siento imbécil. Acabo de quedar como una auténtica imbécil. Y, no teniendo suficiente con ello, una figura femenina sale de la que es su habitación; la de Daniel; y aparece por el pasillo.
—X: Dani -lo llama a sus espaldas
Y el corazón, la vida y el mundo se me desmoronan al ver a Mónica. ¿Qué hace Mónica aquí? ¿La ha invitado a su cumpleaños? Acaba de salir de su habitación. Acaba de salir de su puta habitación y él venía de allí.
Todos mis miedos y dudas se confirman. Él gira su cabeza para mirarla y después vuelve a mirarme a mí. Hace el amago de decirme algo pero retomo mi camino hacia el baño a paso rápido. Mis ojos están inundados en lágrimas, las cuales brotan al cerrar la puerta detrás de mí.
No puede ser. No puede ser. No puede haber vuelto con ella. Dani no la perdonaría nunca.
Pero acabas de ver cómo salía de su habitación. Probablemente se han acostado, Sara, asúmelo.
Sollozo sonoramente y cierro los ojos con fuerza. Mi cuerpo tiembla incluso más que antes. Se ha acabado. Lo nuestro se acabó hace tiempo, pero él no ha desaprovechado ni un minuto. Se ha olvidado de mí.
Saco mi móvil de mi escote y le mando un mensaje a Ana. "Necesito que subas al baño, por favor, urgente". Vuelvo a guardarlo en el mismo sitio y me arrepiento mil veces de haber dejado el bolso abajo y de no haberme bebido un par de copas de más. Si hubiera bebido no estaría aquí. Probablemente estaría con Ana, haciendo alguna de las nuestras, y no me acordaría en absoluto de Daniel. Sollozo de nuevo y me apoyo en la piedra del lavabo. La puerta del baño se abre y rezo mentalmente para que sea mi mejor amiga, pero no puedo ni gesticular al ver a Dani entrar. ¿Para qué viene? ¿No cree que me siento ya suficientemente derrotada?
Me cruzo de brazos y aparto mi mirada de él.
—Dani: Sara -escucho como cierra
—Sara: déjame sola, por favor -murmuro
Mis lágrimas continúan sin control. No quiero tenerlo cerca. No quiero mirarlo. No quiero estar aquí. Estoy justo en ese punto en el que piensas que ya el dolor ha sido suficiente.
Noto cómo se acerca a mí hasta dejar su vaso a mi lado, en la piedra del lavabo.
—Dani: escúchame -suspira
Frunzo el ceño, entre enfadada y dolida. ¿Quiere que lo escuche? ¿Pretende que lo escuche después de ver lo que he visto? ¿Pretende que lo escuche cuando él no me ha dado la oportunidad de explicarle cómo y por qué pasó lo que pasó en todo este tiempo?
—Sara: no -niego, y consigo el valor para mirarlo- escúchame tú a mí -absorbo por la nariz-. Haz lo que quieras. Bésala todos los días. Mézclate con otra gente y prueba otros labios y otras camas -lo animo a ello-. Deja que el tiempo pase si eso es lo que quieres -alzo las cejas sin parar de llorar-. Vive, experimenta y crece, pero nunca me olvides -le pido
Su mirada permanece fija en mí y podría jurar que tiene los ojos húmedos.
—Sara: no intentes tratar a otra como me tratabas a mí. Recuerda todo lo que nos transmitíamos solo con mirarnos y recuerda el brillo de mis ojos -mi voz comienza a quebrarse-. Recuérdanos, por favor -suplico-. Vive cómo y con quién te de la gana, pero no olvides nunca la persona que fuiste conmigo -niego abatida
Una lágrima se desprende repentinamente de uno de sus lagrimales y tarda apenas unos segundos en darme la espalda. Su gesto me sorprende y al mismo tiempo me duele. Me mantengo en la misma posición y cubro mi boca y mi nariz con mis manos. Sollozo.
Me ha reemplazado. Eso es todo lo que mi mente puede pensar ahora mismo. La persona de la que estoy profundamente enamorada me ha reemplazado, y todo es culpa mía. Ya no siente nada por mí, y me lo merezco. Voy a pasar los próximos meses odiándome tal y como he hecho durante este tiempo. He terminado de destrozar una relación que lo único que necesitaba era estabilizarse. No quiero seguir sintiéndome así. Necesito perdonarme, necesito que me perdone. Necesito quitarme de encima la culpabilidad que sigue acechando a mi subconsciente.
—Sara: no entiendo nada, Dani -vuelvo a hablar- pero lo respeto, y respeto que ya no sientas nada por mí -vuelvo a sollozar sin poder creerme lo que está ocurriendo-. Necesito que me perdones, necesito perdonarme para poder seguir adelante como tú lo estás haciendo -absorbo por la nariz y trato de limpiar el estropicio artístico que debe haberse creado en mis ojeras gracias al rimmel-. Álvaro y yo no sentimos nada el uno por el otro -saco el tema-. Si lo hiciéramos tendríamos una relación ahora mismo, y no la tenemos ni la vamos a tener -aclaro-. Me provocó mucha inseguridad el hecho de que quisieras quedar con Mónica y me dio mucha rabia tu comportamiento aquella noche -hago una pausa echándome a llorar inevitablemente- joder -mascullo
Supongo que ahora mi sensación de inseguridad tiene lógica.
—Sara: cuando llegué a esa maldita fiesta pasaste de mí por completo y David me dijo que le habías insinuado que lo habíamos dejado -hablo con dificultad por mi agitada respiración debida al llanto- ¿sabes lo que me dolió eso?
Todavía me da la espalda y no ha abierto la boca.
—Sara: ¿puedes mirarme al menos cuando te hablo? -me molesto
Se gira ante mi petición, mirándome de frente con ambas manos metidas en los bolsillos de sus pantalones, y me quedo sin palabras al verlo completamente hundido. Él no parece dispuesto a hablar.
—Sara: no soporto más esta situación -niego en un hilo de voz-. No te estoy pidiendo que vuelvas conmigo, te pido que me perdones. Te pido poder mirarte a la cara y poder darte los buenos días un lunes cualquiera de camino al instituto. Te pido perdón por el daño que he podido causarte, pero también te pido que entiendas que me arrepentiré toda la vida de ese beso porque fue un error, porque estaba dolida, porque había bebido y porque necesitaba cariño -explico-. No quiero que seas mi amigo, Dani, solo quiero dejar de sentirme culpable todos los días de mi vida. Quiero que no haya esta tensión de mierda entre nosotros, porque necesito perdonarme -continúo sincerándome-. Nuestra relación ha estado llena de altibajos, de discusiones y de idas y venidas, pero me hacías feliz -asiento- te juro que me hacías jodidamente feliz, y siempre te estaré agradecida por ello -absorbo por la nariz
A medida que hablo voy alzando la voz, para hacer insistencia en mi discurso.
—Sara: no voy a dejar de quererte como te quiero, nunca -cierro los ojos un par de segundos-, y me va a doler verte con alguien que no sea yo -me humedezco los labios-, pero supongo que con el tiempo me acostumbraré a ello -alzo las cejas no muy segura-. No lo sé -me encojo de hombros-, lo único que tengo claro es que no quiero estar así contigo -lo miro abatida con mi rostro bañado en lágrimas- no puedo, no puedo más
.
.
¡Este capítulo tiene dos partes! Que suba pronto la otra depende de vosotras 🙊. Gracias siempre por leerme ❤️.