Capítulo 82.

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1 mes después...

Narra Sara.

-Ana: si no te apetece acompañarme de verdad que lo entiendo, perdóname en serio, te lo he dicho sin pensar -habla deprisa mostrando su nerviosismo

-Sara: Ana -clavo mis ojos en los suyos- quiero acompañarte, ¿vale? No me has dicho nada malo, tranquila -le sonrío

Mi amiga suspira llevándose una mano a la frente.

-Ana: soy un desastre -continúa sintiéndose culpable- es que estoy agobiada porque no sé qué comprarle y solo quedan 2 días

Suelto una leve carcajada.

-Sara: no eres ningún desastre -me termino mi café de un sorbo- venga, vamos a por ese regalo -la animo levantándome de mi asiento

Estamos a 19 de febrero y en un par de días es el cumpleaños de los gemelos, pero antes de eso supongo que debo hacer un resumen de todo este mes.

Jesús y Ana han vuelto y no puedo sentirme más feliz por ello. Al final Álvaro y yo hicimos bien al ir a su casa aquel día. Estuvimos hablando con él, largo y tendido, cosa que todos necesitábamos. A Jesús también le estaba afectando demasiado toda la situación, hasta el punto de no querer ni siquiera hablar con Daniel. Había entrado en un bucle de pensamientos negativos y se sentía culpable. Se sentía culpable de lo que pasó porque él fue el último que nos vio, a Álvaro y a mí, justo antes de que pasara. Pensaba que debería habernos parado en aquel momento o que quizás debería habernos sacado de aquella casa, pero, evidentemente, él no tiene la culpa de nada.

Paula cedió a hablar conmigo y con Álvaro, y parece que también conseguimos algo. Ahora tenemos una simple relación cordial. No me gusta, pero me conformo. Supongo que poco a poco recuperaremos la confianza, aunque me duele saber que en un par de meses se marchará a Inglaterra y quizás no vuelva a saber de ella: si a mí me duele, a Álvaro le mata, pero no hay día en el que no se deje la piel en intentar (como mínimo) hacerla sonreír. Han quedado varias veces, aunque nunca a solas; siempre les acompaña Ana, e incluso Jesús en algunas ocasiones.

Con Dani todo sigue igual. No he pisado su casa en todo el mes porque Jesús cree que no debemos forzar nada, y tampoco voy a llevarle la contraria en eso. Solo lo veo en el instituto, sobre todo durante el recreo (los días en los que no sale a fumar). Apenas hemos hablado. Lo más cercano que hemos tenido a una conversación ha sido cuando él ha preguntado algo de forma general, yo le he respondido y me ha dado las gracias. "¿Hay mucha gente en la cafetería?", "¿qué día es hoy?" y preguntas de esa índole.

Según su gemelo, está bien. Además, ha aprobado el examen teórico del carné y ya ha empezado a dar prácticas con el coche. Cada vez que sacan ese tema se me forma un nudo en el estómago y lo único que puedo hacer es agachar la cabeza y guardar silencio. Me duele. Me sigue doliendo. No puedo evitar que me arda el pecho cada vez que lo veo, al igual que no puedo evitar que me duela no poder acompañarle en sus logros y tropiezos. Está haciendo su vida y yo no formo parte de ella: y eso duele.

Ana y yo hemos ido un par de veces a la autoescuela, pero he de decir que lo hemos dejado bastante de lado. Jesús también lo ha dejado porque está muy centrado en segundo de bachillerato: necesita nota alta y va a dejar el carné para verano.

En cuanto a Mónica y todo lo que respecta a Javier, no he sabido nada de ellos en este tiempo. Mónica falta a clase a menudo, pero los días que asiste ni siquiera me mira. A Laura me la he cruzado un par de veces en los pasillos, pero tampoco se ha pronunciado. Marcos y Sandra se quitaron de bachillerato hace un tiempo y tampoco les he visto, y con Javier más de lo mismo: no sé nada de él. Por una parte me alegra pero por otra me confunde. No sé si todo esto se ha acabado realmente.

Este mes se me ha hecho eterno. He intentado centrarme en mí y en quienes me rodean y me he dado cuenta de que no soy una mala persona por hacer lo que hice. Eso ha sido un gran paso, pero el sentimiento de culpabilidad no desaparece. Todavía no me he perdonado a mí misma y algunos días han sido muy difíciles por ello. A veces lo veía todo negro y no quería salir de mi habitación, pero otros días he paseado muchísimo con Ana y también hemos ido a la biblioteca. Incluso Álvaro y Jesús nos han acompañado en ciertas ocasiones. Necesitaba muchas risas y con ellos las tenía aseguradas.

La situación con Jesús era extraña al principio. Lógicamente no podíamos tener la misma relación que antes de la noche a la mañana, pero poco a poco vamos retomando esa confianza. He intentado olvidar que es hermano de Dani; aunque ya me dirás tú qué irónico porque son jodidos gemelos; pero de lo contrario estaría preguntándole por él a todas horas, y sería incómodo.

Volviendo al inicio: estamos a 19 de febrero y en 2 días es el cumpleaños de los gemelos. Van a hacer una fiesta en su casa y yo todavía no entiendo cómo han convencido a Eva y a Juan Carlos. Álvaro y yo pensábamos que no iban a invitarnos, pero lo han hecho. Bueno, Jesús lo ha hecho. A pesar de haber solucionado en cierto modo las cosas con él, creíamos que Dani iba a negarse a que fuéramos y por ello Jesús no iba a invitarnos, pero al parecer a Dani le es indiferente. Y no sé si es mejor o peor.

Me he estado machacando demasiado con ese tema durante estos días. En 2 días es su cumpleaños. Cumple 18, es un día especial para él y no nos hablamos. Me está matando el hecho de querer y no poder. Supongo que me di cuenta de que todo se había acabado el día en el que intenté hablarle y no sabía cómo hacerlo sin molestarle. Aún así, me encantaría hablar con él. No para pedirle que volvamos, porque sé a ciencia cierta que eso no va a pasar, pero me encantaría pedirle perdón. Pedirle perdón y explicarle mi versión de los hechos. Me he dado cuenta de que no le necesitaba, en absoluto, pero me complementaba; y eso no es cualquier cosa.

Mi madre estuvo en Sevilla hace apenas una semana. Me vino bien pasar tiempo con ella. La echaba de menos. Estuvo a punto de plantarse en la puerta de la casa de Daniel, pero no lo hizo porque le supliqué que no lo hiciera. No quiero ni imaginar qué habría pasado. En una de nuestras charlas sobre todo lo que había pasado me dijo que, si tan mal estábamos la noche de aquella fiesta, algo más debía haber ocurrido; algo más debía haber afectado a nuestra relación para llegar a ese límite. Yo, evidentemente, se lo negué. Mis padres no saben nada sobre Sandra ni sobre Javier ni sobre Mónica, y prefiero que así sea, pero las palabras de mi madre me hicieron reflexionar.

Daniel y yo empezábamos a ser tóxicos el uno para el otro. Me dolió en lo más profundo de mi alma reconocerlo, pero lo hice. Estábamos en un punto sin retorno en el que solo nos hacíamos daño mutuamente casi sin querer, aunque fuera a raíz de terceras personas. Todos los fantasmas del pasado que nos rodeaban terminaron destruyendo nuestra confianza. Podríamos haber solucionado las cosas aquella noche, pero ambos decidimos anteponer nuestro orgullo a nuestro amor, y míranos ahora.

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Feliz jueves, espero no estar haciéndoos sufrir demasiado con esta situación ❤️
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¡Edito el capítulo para pediros que me deis amor mediante votos y comentarios! No sabéis cuánto me motiva a seguir escribiendo 🙊💥

Llegaste tú 2 || GemeliersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora