Capítulo 74.

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Narra Dani.

Dani: Ana -suspiro cansado- discutimos y se fue a dormir con mi hermano -repito lo sucedido- por la mañana me vio fumando, y por mucho que intenté pararla para hablar, pasó de mi culo y se piró -resumo

Ana: vale, y qué, ¿ahora vas diciendo que lo habéis dejado? -me mira desafiante

Dani: ¿qué? -frunzo el ceño- claro que no, no lo hemos dejado -me encojo de hombros obviándolo- la quiero muchísimo, pero...

Ana: pero hoy te toca a ti pasar de su culo, ¿no? -me ataca- pues que sepas que se está bebiendo hasta el agua de los floreros -exagera

Ruedo los ojos y resoplo.

Dani: pues búscala y haz que pare -exijo molesto- mañana hablaré con ella

Le doy un sorbo a mi copa, tranquilizándome, y veo a mi hermano acercarse a nosotros.

Deja un beso en los labios de su chica y pone su mano en mi hombro.

Jesús: Sara me ha dicho que, supuestamente, vas pregonando que lo habéis dejado -alza las cejas- ¿es eso verdad?

Pongo mi mejor cara de confusión.

Dani: ¿me podéis explicar de dónde cojones ha salido esa información? -comienzo a enfadarme- yo no he dicho nada -niego rotundamente

Jesús: pues habla con ella, y de paso le quitas el vaso de las manos, que va como una cuba -informa- está en la cocina

Joder.

Vuelvo a beber de mi vaso, esta vez con un largo sorbo.

Jesús: ve con él -le dice a Ana- tu hermano está con ella y creo que eres la única persona a la que no le gritaría

La morena maldice en un susurro.

A pesar de ser la pequeña de los López, está claro que es la más responsable.

Hago un gesto con mi cabeza en señal de 'vamos', y ambos caminamos hasta llegar a la casa.

Dani: te llevas a tu hermano al porche y yo me quedo dentro para hablar con ella -propongo

La miro y veo como asiente, aprobando mis palabras.

Ninguno de los dos nos esperábamos la situación a la que íbamos a enfrentarnos en un par de segundos.

En medio de un silencio sepulcral llegamos a la cocina, y mi respiración se detuvo por un momento ante la escena.

La boca a la que siempre volvería había hecho las maletas, y parecía haber encontrado otro destino.

Todo mi ser se paralizó, y el vaso que sostenía en mi mano izquierda cayó al suelo rompiéndose en mil pedazos, siendo una perfecta metáfora de mi interior.

Sus ojos se encontraron con los míos y mi corazón se anuló automáticamente.

No podía sentir absolutamente nada.

Llegaste tú 2 || GemeliersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora