Corazón de Melón con Chocolat...

By SolCnavesDaz

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Pasáte por la playlist del fanfic en Spotify y escuchá toda la música que seleccioné especialmente para mi ob... More

Irlanda
Secretos Familiares
Gaeil O'Connor, el Bastardo
Congeniando con el Enemigo
La Motocicleta de Gaeil
Los Hermanos Sean Unidos
Preparativos de Bodas
El Vestido de Rosalya
Animate
Despedida de Soltera
Mi Última Noche Como Soltero
El Amor en los Tiempos de Bodas
Salven a la Soldado Rosa
Annie, creo que...
La Confesión de Alexy
Matryoshka!
Monster
Yo los Declaro... Marido y Mujer
Juegos de Seducción
El Don de la Vida
Nacido para Matar
La Leyenda de Armin
Maximum Trolling
Gritos
Aún Te Deseo
Convivencia
Los Juegos del Hambre
Cantos de Fuego
Nuevos Compañeros
Los Mini
Exámenes, Estrés y Una Boda Que Planear
¿Y Si Atrasamos la Boda?
Keep Calm and Vámonos de Vacaciones
Copos de Nieve
La Dueña de la Voz Misteriosa
Girlfriends
Los O'Connor
Una Rosa Victoriana
Luces
Arly
Legalmente Annie
Tengo Trabajo Que Hacer
Celos
Mea Culpa
Tenemos Una Boda Que Planear
La Familia Se Agranda
Pre-Boda
Noche de Bodas
Luna de Miel con Gusto a Ramen
Una Suegra para Annie
A tu Lado

Señor y Señora O'Connor

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By SolCnavesDaz

Sólo quedaban veinticuatro horas para casarme... Estaba en mi casa, maquillándome para recibir a Kentin que venía a cenar.

Usaba un vestido rosa pálido, con una cola en el cabello y poco maquillaje. Desde hacía una semana que me costaba comer a causa de los nervios... El timbre sonó alertando a mi perro y a todos en casa.

-¡Annie! ¡Kentin ya está aquí! -llamó la voz de mi madre desde la planta baja, yo me terminé de arreglar el rostro y salí del baño.

Bajé las escaleras con cuidado, en el salón estaban mis padres y mi prometido.

Kentin me escuchó bajar las escaleras y al verme me sonrió.

-Estás muy hermosa -dijo mientras una hermosa sonrisa iluminaba su rostro, yo me sonrojé.

Mamá llamó a comer; como la tradición irlandesa lo dictaba, un pavo esperaba para ser devorado.

Luego de una breve bendición de mi prometido, todos empezamos a comer.

El pavo estaba delicioso y la ensalada también, aunque apenas pude probar bocado y hablaba poco y nada. Kentin se percató de ello porque luego de la cena pidió que hablemos un momento.

Así que nos quedamos solos en mi habitación mientras afuera la luna iluminaba todo de plateado.

-¿Sucede algo, mi amor? -su mirada reflejaba... ¿Miedo? ¿incertidumbre, tal vez?

-Es sólo... Que tengo miedo. -mi susurro salió casi imperceptiblemente, esa era la verdad.

Se acercaba una etapa dónde todo para mí era desconocido y aterrador, dejaría de ser una joven para pasar a ser una mujer casada y eso me aterraba.

Iba a ser la dueña de mi casa, responsable de mi familia, mi marido y... Mis hijos... No quería crecer... Estaba aterrada.

-Yo también lo tengo -susurró mientras entrelazaba sus dedos con los míos-. Pero estoy feliz.

Yo sonreí, me acerqué a él y lo besé, el beso se profundizó mientras nuestras lenguas danzaban en el interior de nuestras bocas, pero cuando mi mano descendió por su pecho, Kentin me paró en seco.

-No, linda... Hoy no -susurró.

-¿Por qué? -pregunté, ¿qué ocurría aquí?

-Quiero... Que guardemos esto para nuestra noche de bodas.

-Llevamos un mes sin hacer el amor...

Kentin se rio por lo bajo.

-Veinticuatro horas más no te harán daño, preciosa -me besó en los ojos y se levantó de la cama-. Disculpa que te deje así pero... Ya es tarde, y si me quedo un segundo más temo arrancarte la ropa.

-Pues, quédate... -imploré, quería estar con él.

-No, bonita -sentenció con una sonrisa divertida-. Guarda energías para mañana, porque la noche será larga.

Yo me sonrojé intensamente.

-¿Me acompañas a la puerta? -preguntó, yo asentí y me levanté de la cama; salimos del dormitorio y lo acompañé hasta la puerta de salida-. Te veo mañana, ¿de acuerdo?

-¿Dónde más podría estar sino vestida de novia? -pregunté.

Mi prometido se rio, selló sus labios en los míos y se retiró.

-Te amo...-su susurro fue tan tierno y dulce que casi muero en ese instante.

-Te amo.

-Hasta mañana -dijo y salió a la calle para subirse a su Jeep, con un pequeño bocinazo, el vehículo partió.

Cerré la puerta y me dirigí a mi dormitorio, tomé una remera vieja que usaba como pijama y un cullote. Me metí en mi cama y apagué la luz de mi mesita, me arropé con las sábanas y esperé poder conciliar el sueño.

Sin embargo... Las horas pasaban y no podía dormir, el dolor de estómago y los nervios me estaban matando... Ya eran las 1 de la madrugada.

Salí de la cama y a oscuras me dirigí hacia el pasillo, se escuchaban los ronquidos de mi padre en su habitación. Atravesé el pasillo en penumbras y con cuidado abrí la puerta del dormitorio de mis padres. Seguían durmiendo, ignorando que una intrusa había irrumpido en su habitación; con cuidado me trepé en la cama y busqué un lugar dónde acostarme.

-¿Qué... Qué pasa? -balbuceó mi padre, más dormido que despierto.

-¿Annie? -preguntó mi madre.

-Soy yo -susurré.

-¿Qué sucede?

-¿Puedo dormir con ustedes? -pregunté.

-Sí, cariño. Entra -accedió mi madre, corrió las sábanas y me hizo un hueco entre ella y mi papá.

-Ya estás grande para esto, hija -dijo mi papá.

-Rodolfo, basta -lo retó mi madre-. ¿Te sientes bien, cariño?

-Tengo miedo...

-Ay, princesita... Es normal... Ven, cariño, duérmete, no querrás salir con ojeras en las fotos de tu boda, ¿no?

Yo me reí por lo bajo, mamá pasó su brazo por encima mío, pero... Algo faltaba.

-Papá...

-¿Qué?

-¿Me abrazas?

Con un resoplido mi padre se dio vuelta y me abrazó, y como un pollito protegido, logré conciliar el sueño.

Quedaban sólo cuatro horas, nada más que cuatro y estaría casada.

Mis padres y yo nos encontrábamos en el monovolumen de mi papá, yendo a la casa de los O'Connor.

Mi vestido de novia lo llevaba mi dama de honor y mis madrinas ya debían de estar esperándome allí.

-¿Thomas? -preguntó mi madre hablando por teléfono-. Ya estamos yendo con Annie.

Intercambió unas palabras más y luego colgó. El paisaje estaba cambiando con rapidez, cada kilómetro que recorríamos aceleraba aún más mi corazón. El viaje a la casa de Kentin no solía tomarme más de quince minutos, pero esta vez, el recorrido fue eterno.

Y finalmente habíamos llegado.

Vi la motocicleta de Castiel, el C4 de Nathaniel, la Harley de Gaeil y otros autos que no conocía. La entrada estaba decorada con globos y guirnaldas blancas con flores, Rosamary me estaba esperando, al igual que Kim, Violetta, Iris, Àmber y el resto de mis amigas.

-¡Annie! -exclamaron mis amigas, muy felices de verme, se me bajó la presión de repente y un mareo me invadió.

-¡No te atrevas a vomitar! -me amenazó Rosamary.

-Mejor que vomite ahora y no cuando esté dando los votos -se burló Kim.

Con ayuda de mi madre y mis madrinas entramos a casa de los O'Connor, todo había sido cambiado: Habían puesto muebles nuevos, sillones, reposeras, sofás y mesas para los invitados.

Subimos las escaleras y entré al cuarto de Kentin, una rosa roja estaba depositada en la cama con una carta y un pequeño envoltorio.

Yo me acerqué a ella y tomé la carta, tenía la caligrafía de Kentin.

Mi amor:

Ya tienes algo nuevo, y algo viejo, estos aretes de diamantes le pertenecieron a mi madre cuando se casó, considéralos algo "prestado" a largo plazo.

Te espero en el altar,

Kentin

Abrí el envoltorio y vi unos hermosos aretes largos y sencillos, quedarían perfectos con mi vestido de novia.

Unos suaves golpes en la puerta provocaron que todas nos giremos, era mi mamá.

-Las estilistas ya están aquí -anunció.

Yo me senté en la silla delante del espejo de Kentin pero las que entraron fueron la abuela Mae y Helena.

-¿Helen? ¿Mae? -pregunté, sorprendida.

-Annie, si le permitieras a esta anciana peinarte para tu boda... Me harías un gran honor -susurró Mae, yo asentí anonadada, Helena me sonrió.

-¿No sabías que soy cosmetóloga profesional? -rio la argentina, yo la imité.

Primero la abuela Mae acomodó mis rebeldes bucles desenredándolos con cuidado, tomó dos piezas de las partes laterales de mi cabello, armó dos trencitas pequeñas y las colocó hacia atrás tipo media cola. Las afirmó en mi cabellera y luego con una planchita y una buclera empezó a darle estilo y forma a mi pelo. Finalmente, colocó unas flores en el costado izquierdo de mi cabeza; el resultado fue hermoso.

-Ahora me toca maquillarte -susurró Helena.

Yo simplemente cerré los ojos y dejé que la experta haga su magia; luego de una media hora, Helena me indicó que abra los ojos.

Al verme en el espejo no me reconocí, tenía un look tan natural pero romántico y sofisticado que parecía otra chica; sin embargo, unas seductoras líneas negras que hacían mi mirada más felina marcaban carácter y decisión, algo que me gustaba mucho.

Las chicas ya se habían maquillado y cambiado, todas vestidas de dorado, y con peinados distintos, todas emocionadas por verme casi lista.

Me ayudaron a desvestirme y me dejaron un momento a solas para que me ponga mi ropa interior nueva; había comprado un conjunto blanco perlado para la ocasión, con portaligas incluido y una liga azul; me puse la bata y mis zapatos de tacón blancos y llamé a mis amigas y mi mamá para que me ayuden con el vestido. Aunque también entraron Helena y la abuela Mae; me arrodillé para que la tarea sea más sencilla y con cuidado me pasaron el vestido.

Mi mamá lloraba al igual que Mae, ella usaba un bonito vestido rojo y mae un hermoso traje rosado pálido; Rosa subió la cremallera y me lo acomodó por detrás.

Me quedé un rato largo observando al espejo, no podía creerlo...

-Me voy a casar -susurré, todas estallaron en risas.

-¿Recién lo notas? -preguntó mi madre, se rio con ganas, se acercó a mí y me miró con dulzura-. Mi niña, mi pequeña... Te vas a casar...

Contuvo las lágrimas y vi cómo se secaba sus hermosos ojos amarillos.

-Te falta algo prestado a tu atuendo -dijo con una sonrisa.

-Los aretes, eran de la mamá de Kentin -susurré.

-Mejor entonces -dijo con alegría mi madre, sacó de su cartera un pequeña cajita, yo la tomé con dedos temblorosos-. Esto lo usó tu abuela cuando se casó, al igual que lo usé yo, y ahora lo usarás tú.

Adentro de la caja había un hermoso anillo plateado, sencillo y sobrio.

-Espero que tu hija también lo use -dijo muy alegremente.

Me lo puse con cuidado en mi mano con uñas esculpidas, y sonreí.

-Ya es hora, hija -dijo mi mamá, yo la miré y asentí, Rosa se acercó con un vaso lleno de líquido amarillo.

-¿Qué es? -pregunté.

-Aguamiel, es para que las hadas no te rapten -explicó, yo me reí.

-¿Hadas? Pero que...

-Sólo bébelo -insistió mi amiga, así que me lo bebí, estaba delicioso.

Con cuidado, me levanté el vestido y salí de la habitación de Kentin, bajé las escaleras y vi a todo mi cortejo de madrinas listas para acompañarme al altar; las puertas que daban al jardín tenían cortinas y estaban cerradas para que nadie pueda ver lo que pasaba dentro.

Àmber llevaba de la mano a sus dos hijos que estaban adorables vestidos para la ocasión. Mi padre estaba hablando con Rick y Thomas que al verme los tres se quedaron sin habla, yo me acerqué con cuidado y sonriendo.

-Annie... -susurraron mi suegro y Rick.

-Hija, estás... Estás -balbuceó mi padre, y sin poder evitarlo se largó a llorar delante de todos los allí presentes-. ¿En qué momento creciste, mi muñequita?

-¡Me vas a hacer llorar! -le dije, conteniendo las lágrimas, Rick y Thomas se rieron, me abrazaron y luego salieron hacia el patio dónde Kentin y los demás estaban esperándome.

Me aferré al brazo de mi padre y nos pusimos en paralelo a la puerta mientras mis madrinas me deseaban suerte y se colocaron delante de mí, una guitarra eléctrica sonó con Bed of Rosas, indicando el inicio de la boda, yo me quedé de una pieza, Àmber se giró y me guiñó el ojo.

Las puertas se abrieron y la primera en salir fue Àmber con Catherine y Dylan, luego le siguió Iris, Violetta, Kim, Helena y finalmente Rosa.

Esperamos a que nos den la señal para entrar mi padre y yo; empezaron los primeros acordes de "I don't want to miss a thing" y cuando Steven Tyler empezó a cantar mi padre y yo avanzamos.

El parque había sido acondicionado con una pequeña pasarela de alfombra roja, los presentes estaban de pie para recibirme, el altar estaba decorado con hermosas flores... Y Castiel tenía su guitarra, ¿qué hacía Castiel con una guitarra?

Pero allí estaba Kentin... Vestido con su uniforme de gala del ejército, al verme sus ojos verdes se iluminaron y una sonrisa se le dibujó en su rostro... Mi príncipe. No pude contener más las lágrimas y las dejé salir; Kentin me sonrió, lucía tremendamente guapo con su uniforme de gala del ejército.

Gaeil me sonrió con alegría, era el padrino de su hermano menor, Castiel sonreía, Nathaniel también pero Lysandro... Había dolor en los ojos de mi amigo, una mirada que nunca había visto antes.

Al llegar al altar, mi padre unió la mano de Kentin con la mía y se apartó, el sacerdote comenzó entonces con la ceremonia.

-Bienvenidos, hermanos; nos hemos reunido aquí para unir a Kentin y Annie en sagrado matrimonio, pero antes que nada... Que los novios aquí manifiesten su voluntad de unirse para siempre.

Tomó un libro bastante grande y lo abrió en una separación.

-Annie y Kentin, ¿es de su entera voluntad, sin presiones ni intereses de por medio, unirse en sagrado matrimonio?

-Sí -dijimos los dos al mismo tiempo mientras no nos soltábamos de las manos.

-¿Comprenden el camino que están a punto de recorrer? ¿Que el terreno será duro, austero y no será fácil por momentos?

-Sí.

-Habiendo manifestado su voluntad, podemos continuar.

La ceremonia transitó sin problemas, una de las tradiciones irlandesas que Kentin implementó en la boda, fue la unión de manos y prender el cirio en pareja. El sacerdote tomó nuestras manos, la mano de Kentin debajo de la mía, sosteniéndola, y las envolvió con su estola; luego nuestros padrinos nos acercaron una vela a los dos y ambos encendimos el cirio que estaba apagado.

Gaeil acercó los anillos, el sacerdote los bendijo e hicimos el intercambio, cuando lo tomé me percaté de que eran los anillos de Claddagh, miré a Gaeil que me levantó el pulgar, sonriendo.

Finalmente, llegó la hora de nuestros votos.

-Annie, ¿aceptas a Kentin como tu legítimo esposo, para amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y la pobreza, hasta que la muerte los separe?

-Sí, acepto.

-Y tú, Kentin, ¿aceptas a Annie como tu muy amada esposa, para amarla y respetarla, valorarla y cuidarla, en los buenos y malos momentos, en la salud y la enfermedad, hasta que la muerte los separe?

-Sí, acepto.

-Si hay alguien en este lugar que conozca de algún motivo por el cuál estos jóvenes no pueden casarse, que hable ahora o calle para siempre.

Se escuchó una tos pero nadie dijo nada, mi prometido y yo nos miramos y él me guiñó un ojo.

-Hermanos, que Dios Todopoderoso bendiga y ayude a estos jóvenes, y lo que Él ha unido no lo separe el hombre; yo los declaro, marido y mujer en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Kentin, puedes besar a la novia.

Los ojos de Kentin se fijaron en los míos y una sonrisa pícara se curvó en sus labios, me tomó con suavidad del rostro y posó sus labios sobre los míos, una lluvia de flashes nos bombardeó a los dos mientras que aplausos y gritos llenaban el lugar.

Finalmente, Kentin se separó y me sonrió.

-Damas y caballeros, les presento al Señor y la Señora O'Connor -dijo el sacerdote.

Ahora me llamaba Sucrette de O'Connor, había dejado de lado el apellido de mi padre para adoptar el apellido de mi... Marido, Dios, que raro sonaba eso.

Mientras nuestros padres y cortejos de padrinos y madrinas nos felicitaban, los compañeros de la escuela militar de Kentin formaron una fila y levantaron sus sables creando un túnel para que pasemos debajo de ellos.

Kentin me tomó la mano y corrimos debajo de ese túnel de armas mientras nuestros invitados nos arrojaban arroz.

Mientras los encargados del servicio de catering nos convidaban aperitivos, vino y champagne, Kentin se había ido a cambiarse para la ceremonia civil que ocurriría en sólo unos minutos.

-Te ves hermosa, Annie -dijo Thomas mientras abrazaba a su prometida, Lola estaba muy bonita con un vestido negro ceñido al cuerpo.

-Gracias, Thomas -dije con una sonrisa, sentí un abrazo muy fuerte y alguien que me levantaba en el aire.

-¡Cuñadaaaa! -exclamó la voz de Gaeil desde mis espaldas-. ¡Felicidades!

-¡Gaeil, bájame! -le dije mientras me hacía girar.

-Qué lindo portaligas que tienes -sonrió mi cuñado cuando me bajó con una mirada pícara, yo me puse roja.

-¿Qué? No me digas que se nota -dije colorada pero Gaeil se mató de risa.

-¡Así que tienes un portaligas! ¡Lo sabía!

-¡Te odio!

Helena se mataba de risa, yo estaba roja como una manzana, había veces que quería matar al hermano de Kentin; la novia de Gaeil se me acercó con una sonrisa.

-Te ves realmente hermosa, seguro que Kentin no puede esperar a que ya vayan al hotel. -luego bajó la voz-. Espero que uses los regalitos que te compré.

-¡Helena! -exclamé, ella se rio con ganas.

-¿De qué regalitos hablan? -preguntó Gaeil.

-De algo privado entre Annie y yo... Y Kentin -dijo Helena, Gaeil la miró extrañado.

-Solo espero que mi hermanito pueda sentarse -dijo, yo le metí un puñetazo.

Finalmente, Kentin había terminado de cambiarse, y cuando lo vi... Lo amé más que nunca.

Llevaba el mismo esmoquin de Tuxedo Mask y no sólo eso, la misma máscara también.

Se acercó a mí con una sonrisa en los labios y me tendió su mano.

-¿Me concede esta pieza, princesa? -preguntó yo me puse roja.

Nos casamos por civil en ese mismo lugar, nuestros testigos fueron Gaeil y Rosamary, ahora para el Estado ya estábamos casados.

El DJ nos presentó ante los invitados y nos dirigimos hacia la pista de baile para nuestro primer baile como recién casados.

El tema que habíamos elegido fue "Under my skin" cantado en dupla por Bono y Frank Sinatra, me dejé guiar y levantar en los aires por mi Tuxedo Kentin, era la mujer más feliz del mundo; luego vino el vals dónde todos bailamos y finalmente la cena.

Cuando todos terminamos de comer, llegó el brindis y unos pequeños discursos, mi madre y padre se emocionaron hasta las lágrimas y Thomas estaba inflado del orgullo al ver a su hijo menor desposado, pero fuimos Kentin y yo los que lloramos cuando mi suegro nos dio nuestro regalo de bodas: Las escrituras de la casa, Thomas había comprado un departamento en el pueblo y viviría con Lola mientras que la casa de la pradera había quedado para nosotros.

Pero lo que más me impactó fue cuando Lysandro tomó el micrófono y dio su discurso.

-Annie y Kentin, mis felicitaciones -empezó a decir mientras sostenía una botella de champagne en la mano-. Annie, ganaste un hombre que te protegerá con su vida y tú Kentin... Ganaste a la mujer más hermosa y valiente de todas, te envidio y no sanamente, hermano, acepto mi derrota y les deseo lo mejor a los dos. Por Annie y Kentin.

-Por Annie y Kentin -dijeron todos los invitados.

Yo bebí mi copa mientras dirigía mi mirada a mi esposo, sonreía.

Luego de los discursos vino el ramo y la liga, Àmber lo atrapó antes que nadie y gritó de emoción mientras los muchachos codeaban a Castiel; mientras que en la liga, el afortunado fue Gaeil.

Bailamos casi toda la noche, el DJ se comportó espectacular pasando buen rock, electro, dubstep, música disco de los 80', de los 90', algunos clásicos del 2000 entre otros.

Cerca de las 6 de la mañana, nuestros invitados se despidieron de nosotros mientras mi esposo y yo subíamos en el Jeep para ir a nuestra noche de bodas, había atado latas en las defensas del auto y atado un cartel de "Recién casados", y con esa pinta regresamos al pueblo dónde nos esperaban en el mejor hotel.

Subimos hacia el penthouse, Kentin abrió la puerta de la suite presidencial y me alzó en brazos, la pieza era una belleza, amplia con una decoración hermosa y con fresas, chocolate y champagne de cortesía por parte del hotel.

-Con todo lo que tomé creo que esa champaña se desperdiciará -dije, pero Kentin atrapó mi cintura en sus manos mientras me mordía la oreja.

-Tengo pensado otros fines para esa champaña, pero antes me muero de ganas por sacarte este hermoso vestido.

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