Nuevos Compañeros

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Una vez que llegamos a casa, Fuser me derribó de la emoción. Sólo había estado fuera cuatro días y mi perro ya se comportaba así. Lo que más nos costó del viaje fue desarmar los bolsos y guardar todo en el lavadero, en el armario.

El loft estaba igual que siempre, parecía que esos días en los que nos alejamos de todo y de todos hubieran sido en realidad treinta años. Me sentía cansada y con ganas de dormir, pero antes había algo mucho más importante: La voz misteriosa.

Armin me hizo pasar al dormitorio que compartía con Alexy, abrió su computadora y seleccionó los archivos que iba a escuchar; me pasó sus cascos.

-Este es el audio original que me pasaste -dijo y lo reprodujo, ahí estaba esa voz de nuevo, luego seleccionó el otro archivo-. Y esta es la voz decodificada.

Al escuchar la voz la encontré extrañamente familiar... demasiado familiar. Ese acento tan marcado... lo había escuchado antes pero no podía recordar dónde o en qué momento. Era una mujer y hablaba bastante extraño. Reproduje el audio varias veces hasta que me empezó a doler la cabeza y decidí dejarlo para otro día, pero esa voz no paraba de repetirse en mi mente.

Una vez que desarmamos los bolsos, nos pusimos en acción para ultimar detalles de la casa, ya que Lysandro y Nathaniel venían a vivir con nosotros mañana y la casa seguramente iba a ser un laberinto de cajas. Nos fuimos a dormir temprano y nos levantamos casi al alba. Los chicos estarían llegando a primera hora de la mañana.

Cerca de las ocho, Lysandro y Nathaniel nos esperaban abajo junto con todas las cosas que no habían podido mudar antes. Ahora sería la única mujer entre cinco hombres; tendría que haber faltado ese día a la universidad pero era imposible ya que iban a dar los temas para los parciales de dentro de un mes.

Kentin había pedido permiso en el trabajo para faltar y Alexy y Armin también se habían quedado.

Lo más difícil fue hacer entrar la cama de Lysandro en el ascensor, pero la de Nathaniel no entraba porque era una doble, y tuvimos que subirla catorce pisos por las escaleras, aunque de eso se encargaban mi prometido y el dueño de la cama.

Una vez que estuvieron arriba en el loft, Armin y yo nos dispusimos a colocarlas dentro de la habitación, los muchachos decidirían que lado de la habitación querían, las cajas seguían subiendo y las energías empezaron a descender. Por fin llegaron Nathaniel y Lysandro con una caja cada uno y Kentin completamente transpirado y con cara de sufrimiento.

-¡Ni todo el entrenamiento de la academia se compara con esto! -se quejó mientras cerraba la puerta del loft y se quitaba la remera para limpiarse el sudor de la cara.

-Vamos, Kentin no era para tanto -rio Nathaniel. Fuser se le acercó olfateándolo y gruñendo. Cuando el vio eso, empalideció de golpe-¡Quieto!

-Fuser, ¿qué... -empecé, bastante sorprendida de que mi perro le gruña a mi amigo, considerando que los dos lo rescatamos. Pero no era el rubio el motivo de su disgusto, sino una cara peluda cara blanca con dos pequeñas orejitas que se asomó entre los pliegues de la caja que llevaba Nathaniel y bufó molesto. ¡Un gato!

El gato saltó de la caja de Nathaniel y empezó a corretear por todo el loft, siendo perseguido por mi perro, volteando cajas y adornos, por más que lo llamaba no había caso, no respondía.

El felino se subió al refrigerador y le bufaba agresivamente desde allí, mientras mi perro le ladraba y pegaba de saltos con tal de alcanzarlo. Aproveché la situación, lo tomé en brazos y lo puse en el balcón, cerré la puerta mientras Nathaniel bajaba al gato de la nevera.

-¿Un gato? -pregunté mientras veía como el animalito se temblando y con el pelo muy erizado entre en los brazos del rubio.

-Estaba abandonado, es solo una cría -dijo mientras lo acariciaba.

Corazón de Melón con Chocolate (libro #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora