Tenemos Una Boda Que Planear

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Me despedí de Annie con un semblante serio y apenas cerré la puerta dejé fluir mi sonrisa, esta sería la sorpresa más hermosa que le iba a poder dar a mi prometida, y si todo salía bien, quedaría en deuda de por vida con Gaeil. Esperé a que llegue el ascensor y entré tranquilamente para poder bajar hasta el lobby. Mi hermano seguramente iba a estar esperándome en la salida de la ciudad para viajar al pueblo con él, nos esperaba una noche larga y un mañana aún más agotador.

Estaba convencido de que esta vez iba a ser la definitiva, ya nada podía salir mal, las cosas se habían solucionado y por fin Annie y yo íbamos a poder ser felices.

Me dirigí a mi Jeep, tiré el bolso en el baúl y luego me puse delante del volante para salir con tranquilidad hacia la autopista.

Había poco tráfico, en la terminal de buses, Gaeil me estaba esperando, le hice cambio de luces y él me levantó un brazo, vi que en el otro llevaba un cachorro.

Con el ceño fruncido observé a mi hermano que lanzaba su bolso en los asientos de atrás y subía en el asiento del copiloto con un cachorro de pitbull dorado en los brazos que dormitaba a gusto.

-No te demoraste nada -dijo contento.

-¿Y ese cachorro? -pregunté, él me sonrió a sus anchas.

-Es un regalo de Helena, ¿te gusta? A que es hermoso -sonrió mientras acariciaba la cabeza del cachorrito-. Se llama Rocky, bueno en realidad la idea fue de Annie.

Yo giré la cabeza rápidamente mientras conducía.

-¿De Annie? -pregunté, Gaeil asintió.

-Helena le contó lo de Tyson y tu novia le dio la idea -dijo muy sonriente, ahora lo entendía todo. sonreí.

Rocky no molestaba para nada, solo estaba roncando plácidamente en los cálidos brazos de mi hermano mayor.

Mientras charlábamos entre nosotros, yo conducía con cuidado por la ruta de regreso al pueblo, teníamos cinco horas de viaje y para las una de la madrugada ya estaba bostezando y con lágrimas en los ojos.

-Kentin, deberíamos parar y dormir un poco -sugirió Gaeil, yo puse balizas y me puse a un costado del camino.

-Conduce tú -dije, Gaeil se envaró y me miró.

-¿Qué bicho te picó? -preguntó mi hermano, yo lo miré ceñudo.

-¿Vas a conducir o qué? -pregunté, él se rio, me dio a Rocky que solo se despertó para quejarse y luego al sentir mi calor siguió durmiendo.

-Bien, vamos a ver cómo se porta éste bebé -rio Gaeil frente al volante de mi Jeep-. Tú duérmete, pequeño Kentin.

-Vete a la mierda, imbécil -dije, me acomodé en el asiento y cerré los ojos.

-Hey, hermanito. Abre los ojos- dijo la voz de Gaeil en medio de las sombras, yo abrí los ojos y vi el resplandor del mar y sentí el sonido de las gaviotas-. Ya llegamos.

Acomodé el respaldar y observé las casas que pasaban, aún era de noche pero el brillo del amanecer teñía de rosado el cielo en el Este.

Gaeil condujo hacia la casa de mi padre, luego de unos minutos llegamos a la pradera y vi mi hogar, el portón de madera estaba abierto así que entramos sin problemas; vi la camioneta de mi padre estacionada y un poco de humo de la chimenea.

-Al parecer el abuelo se despertó -dije mientras reía, mi abuelo era muy friolento y le gustaba de estar cerca del fuego mientras leía.

Bajamos del Jeep y los bolsos para entrar en casa, saqué mi manojo de llaves y abrí la puerta; Winston se nos acercó moviendo la cola y al ver a Rocky se puso en dos patas, curioseando.

Corazón de Melón con Chocolate (libro #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora