Señor y Señora O'Connor

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Sólo quedaban veinticuatro horas para casarme... Estaba en mi casa, maquillándome para recibir a Kentin que venía a cenar.

Usaba un vestido rosa pálido, con una cola en el cabello y poco maquillaje. Desde hacía una semana que me costaba comer a causa de los nervios... El timbre sonó alertando a mi perro y a todos en casa.

-¡Annie! ¡Kentin ya está aquí! -llamó la voz de mi madre desde la planta baja, yo me terminé de arreglar el rostro y salí del baño.

Bajé las escaleras con cuidado, en el salón estaban mis padres y mi prometido.

Kentin me escuchó bajar las escaleras y al verme me sonrió.

-Estás muy hermosa -dijo mientras una hermosa sonrisa iluminaba su rostro, yo me sonrojé.

Mamá llamó a comer; como la tradición irlandesa lo dictaba, un pavo esperaba para ser devorado.

Luego de una breve bendición de mi prometido, todos empezamos a comer.

El pavo estaba delicioso y la ensalada también, aunque apenas pude probar bocado y hablaba poco y nada. Kentin se percató de ello porque luego de la cena pidió que hablemos un momento.

Así que nos quedamos solos en mi habitación mientras afuera la luna iluminaba todo de plateado.

-¿Sucede algo, mi amor? -su mirada reflejaba... ¿Miedo? ¿incertidumbre, tal vez?

-Es sólo... Que tengo miedo. -mi susurro salió casi imperceptiblemente, esa era la verdad.

Se acercaba una etapa dónde todo para mí era desconocido y aterrador, dejaría de ser una joven para pasar a ser una mujer casada y eso me aterraba.

Iba a ser la dueña de mi casa, responsable de mi familia, mi marido y... Mis hijos... No quería crecer... Estaba aterrada.

-Yo también lo tengo -susurró mientras entrelazaba sus dedos con los míos-. Pero estoy feliz.

Yo sonreí, me acerqué a él y lo besé, el beso se profundizó mientras nuestras lenguas danzaban en el interior de nuestras bocas, pero cuando mi mano descendió por su pecho, Kentin me paró en seco.

-No, linda... Hoy no -susurró.

-¿Por qué? -pregunté, ¿qué ocurría aquí?

-Quiero... Que guardemos esto para nuestra noche de bodas.

-Llevamos un mes sin hacer el amor...

Kentin se rio por lo bajo.

-Veinticuatro horas más no te harán daño, preciosa -me besó en los ojos y se levantó de la cama-. Disculpa que te deje así pero... Ya es tarde, y si me quedo un segundo más temo arrancarte la ropa.

-Pues, quédate... -imploré, quería estar con él.

-No, bonita -sentenció con una sonrisa divertida-. Guarda energías para mañana, porque la noche será larga.

Yo me sonrojé intensamente.

-¿Me acompañas a la puerta? -preguntó, yo asentí y me levanté de la cama; salimos del dormitorio y lo acompañé hasta la puerta de salida-. Te veo mañana, ¿de acuerdo?

-¿Dónde más podría estar sino vestida de novia? -pregunté.

Mi prometido se rio, selló sus labios en los míos y se retiró.

-Te amo...-su susurro fue tan tierno y dulce que casi muero en ese instante.

-Te amo.

-Hasta mañana -dijo y salió a la calle para subirse a su Jeep, con un pequeño bocinazo, el vehículo partió.

Corazón de Melón con Chocolate (libro #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora