Noche de Bodas

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Sentí los labios de Kentin acariciando suavemente mi oreja, mientras sus manos se cerraban en mi cintura. Cerré los ojos y me permití llevar por mi esposo.

Automáticamente, un cosquilleo bajó por mi estómago hasta mi ingle; los labios de Kentin estaban húmedos y calientes, suaves y tersos, contrastaban con su barba de tres días que tanto me gustaba, la cual provocaba un cosquilleo en mi oreja.

-Annie... -gruñó, en ese instante me derretí, ahogué un suspiro mientras sus manos me acariciaban, como un alfarero que le da forma a un jarrón.

La punta de su lengua se metió en los rincones de mi oído, mientras que sus dientes me mordían suavemente, su aliento caliente y su saliva provocaban más de una descarga eléctrica en mí y no podía evitar gemir débilmente.

De mi oreja pasó a mi cuello, dónde se entretuvo un rato largo, mis rodillas temblaban mientras Kentin mordía y besaba; su mano subió por mi pecho, mi cuello e introdujo dos dedos en mi boca, los movió dentro mientras jugaba con mi lengua y dientes.

Lo estaba empezando a sentir, sentía como su erección se manifestaba debajo del pantalón del smocking; sus labios bajaron por mi espalda mientras se aferraba con firmeza a mis caderas. Sus besos me estaban volviendo loca, no podía pensar con claridad ni mucho menos hacer otra cosa que no sea dar espasmos de placer, gemir y excitarme cada vez más y más.

Sus besos se localizaron en mis lumbares, descendió lentamente la cremallera del vestido y luego volvió a ponerse de pie para desabrochar el botón que había detrás de mi cuello; me giró con suavidad mientras que yo colocaba mis brazos sobre sus cabellos.

Le acaricié el rostro, lo observé... Mi muy amado esposo. Con cuidado le desarmé el moño del smocking, uno por uno desabroché los botones de su camisa mientras que él cerraba los ojos al contacto de mis dedos... Dejándose invadir por el placer de la presencia del otro, aquél placer del que nos habíamos hecho adictos.

Colé mis dedos en su camisa y se la quité lentamente, su pecho esculpido a mano por el entrenamiento militar, sus abdominales, su cicatriz a la altura del hígado... Sus placas de identificación...

Quise sacarle la camisa pero los gemelos en sus puños me lo impidieron, Kentin se rio y se los quitó con cuidado.

Posé mis labios en su cuello mientras que mis dedos iban acariciando sus orejas, con delicadeza y ternura, quería amarlo hasta saciarme de él; hasta ese momento no me había dado cuenta de lo mucho que amaba a mi esposo.

Fui devorando su cuello con lentitud, Kentin gemía y suspiraba con mis besos, mis dientes agudos lo mordieron con firmeza y dejó escapar un fuerte gemido.

-Déjame quitarte el vestido -susurró, yo obedecí y permití que sus manos me quitaran mi vestido de novia. Con delicadeza cayó por mis piernas al llegar al suelo y al verme con mi lencería, Kentin suspiró-. Jamás voy a cansarme de admirar lo hermosa que eres.

Me extendió su mano y yo la tomé, con cuidado de no enredar mis zapatos en el vestido, salí de él y dejé que Kentin me aprisionara con sus brazos.

Cerró sus labios sobre los míos mientras que su mano se dirigió a mi trasero, esa mano firme y de dedos largos y musculosos por los entrenamientos militares.

Continuó besándome mientras demandaba más de mí colocando su mano detrás de mi nuca y acercándome más a él. Ese era Kentin Thomas O'Connor, fuerte, decidido, demandante, posesivo... Pero tierno, lujurioso y dulce al mismo tiempo, era la mezcla perfecta de masculinidad y ternura.

Cuando su beso cesó, me senté en la cama y le acaricié la entrepierna, Kentin se retorció en mis manos mientras lanzaba un suspiro profundo.

Con cuidado le desajusté el cinturón, y desabroché uno por uno los botones de su pantalón, él se quitó los zapatos mientras yo lo desnudaba lentamente.

Corazón de Melón con Chocolate (libro #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora