Aún Te Deseo

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No sé qué era más hermoso, si el atardecer coronando de rojo aquellas verdes praderas o Annie con ese bello vestido blanco bañado en dorado por la luz del Sol.

Tenía el cabello suelto, ondeando al viento, se lo veía sedoso y nutrido; el astro Rey le sacaba destellos cobrizos y sus ojos verdes contrastaban con el rubor de sus mejillas. Estaba descalza, sentada de costado, extendiendo sus piernas sobre el mantel que habíamos colocado para merendar; se había pintado las uñas de las manos y los pies de color rosado pálido y su piel brillaba como si fuese un diamante.

-¿Sucede algo, Lysandro? -me preguntó. Yo la miré a los ojos y negué con la cabeza mientras sonreía.

-Sólo que te ves muy hermosa -dije mientras tomaba su mano. Ni la mejor seda de toda Asia podía compararse con la piel de Annie, ella me regaló una sonrisa.

-Este sitio es muy bello -observó y era cierto, esas praderas no cabían en la imaginación, parecían salidas de un cuento de hadas.

Yo tomé una fresa y se la acerqué a la boca, ella tomó mi mano y con delicadeza mordió un pedazo; me mordí los labios, tratando de controlarme, pero eso era tremendamente erótico. Reí nervioso mientras ella masticaba la fresa, tomé un poco de jugo y lo sorbí; dejé el vaso vacío en el mantel, tomé un pedazo de durazno y le ofrecí a Annie, quien lo recibió con una sonrisa, pero el pedazo era demasiado pequeño así que tuvo que meter tres de mis dedos en su boca, y al sentir aquella cavidad húmeda y caliente dejé escapar un suspiro de gozo.

Annie tomó un poco de crema con la punta de su dedo y con una risa juguetona me manchó la nariz. Mirándome con esos ojos verdes se lamió el dedo y luego se acercó gateando hacia mí, mi corazón empezó a latir con fuerza al ver esa actitud tan felina en ella.

Se acercó con peligrosidad a mi rostro y atrapó en su boca la crema de mi nariz... y luego mis labios. Los suyos eran cálidos, tersos y deliciosos, tal como los recordaba de la primera y última vez que la había besado en el Palacio de Scone, en el bosque.

Mi mano acarició su espalda y la atraje más hacia mi cuerpo, mientras me recostaba sobre el mantel y ella sobre mí. Sentí sus senos sobre mi pecho, su corazón enloquecido como el mío, su respiración agitada, su perfume embriagador... De todas las mujeres de la tierra, no había ninguna como ella, ni siquiera Ariadne, con esa belleza casi vampírica y esa elegancia británica... Nadie podía comparársele a Annie...

Se subió sobre mí, pudo sentir mi excitación y sonrió con complacencia, mis manos subieron por sus piernas, acariciando la tersa y suave piel de la chica que había amado desde el primer momento en que mis ojos se cruzaron con los suyos, aquella de mañana de instituto con Castiel, y que el cretino de Kentin había logrado conquistar el corazón de la dueña de esos ojos... Sin embargo, allí estaba... sólo para mí. Muérete de envidia, soldado, esta vez yo seré quien le haga el amor, y créeme que me tomaré todo el tiempo del mundo para saborearla.

Continué acariciándola con la palma de mis manos mientras sus ojos me miraban con deseo, era la cosa más seductora que había visto en mi vida... tan sexy, tan poderosa, tan femenina... Ella movió su cadera sobre mi ingle, yo gemí al sentir el peso de su cuerpo sobre mis genitales, me senté y la besé con delicadeza, ella me mordió; riéndome por lo bajo la miré a los ojos.

-No te apresures, no voy a terminar pronto. No soy Kentin, yo te voy a hacer el amor de manera lenta y lujuriosa -le gruñí con voz gruesa y oscura, cargada de deseo carnal y lujurioso. Annie se sonrojó.

-Estoy malacostumbrada, disculpa -dijo en un susurro. Le corrí el cabello, atrapé su oído en mi boca y succioné, ella gimió.

-Kentin es un cretino por no sacarte hasta la última gota de placer -gruñí sobre su oído, provocando en ella un espasmo de placer contenido y un suspiro de éxtasis-. Pero, es entendible... Sólo estuvo con una chica, ¿quieres ver lo que puede hacer un profesional?

Corazón de Melón con Chocolate (libro #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora