Punto de vista de Anna.
Recordar en el estado que se encontraba hace unos minutos, hace que se me comprima el corazón. Pero ahora la tristeza se ha ido, de hecho está un poco más sonriente y metida en una cómoda camiseta de Hoper y unos pantalones largos de algodón de Chándal.
— ¿Vas a perdonarme? —Pregunta, y hay vergüenza en cada palabra que sale de sus labios.
—No tengo nada que perdonarte. —Le regalo una sonrisa mientras estoy haciendo tejidos en su cabello—. Pero si eso necesitas, te he perdonado desde el primer momento.
La abrazo por detrás y ella me corresponde.
—Nunca, jamás volveré a dudar de ti.
No respondo, pero asiento. No quiero que ese sea un tema de conversación.
—Voy a bajar, para buscarte una sopa que han mandado a preparar para ti. —Me pongo de pie sobre el suelo frio.
— ¿Quién?
—Hoper. —Al decir su nombre, hay un suave brillo en sus ojos que trata de ocultar con los pequeños flecos que caen por su frente.
Creo que ha llegado alguien que va a comenzar a cerrar esas heridas.
Hoper.
Bajo las escaleras y para tanta gente que vive aquí hay un silencio bastante temible y frio.
Busco con mi mirada a cualquier persona y veo a seis chicos sentados los unos frente a los otros sin decir nada, sus expresiones parecen dolorosas. Todos están bastante impactados por alguna razón. Pero ¿Qué? Prefiero no preguntar, ya que no tengo ninguna confianza con ellos. Sigo caminando por el pasillo y doy con una puerta de vidrio que da con la parte de atrás de la casa, todo se mira por los arboles el gran bosque que le rodea, observo a una figura sentada sobre la acerca que sobresale de la casa. Y puedo deducir que es Hoper.
Me empujo hacia afuera y la brisa fría me golpea con dureza. Me acerco a él y me siento a su lado, sin decir nada por varios segundos hasta el momento en que él lo hace.
— ¿Cómo esta ella? —Pregunta, casi en un susurro.
—Bastante mejor. —Arrastro las palabras y trago la bilis que se ha formado en mi garganta—. Te estamos muy agradecidas por lo que hiciste, ella me dijo que fuiste tú quien la salvo. Arriesgaste tu vida por alguien a quien no conocías y eso te lo estaremos siempre agradecidas.
El asiente cabizbajo pero no me da una respuesta, hay mucha tristeza en su expresión.
— ¿Pasa algo más? —Pregunto, porque es lo menos que puedo hacer después de todo.
—Hemos perdido a uno de nuestros hombres.
Un puñal atraviesa mi corazón y la vergüenza invade todo mi sistema.
—Y-yo lo siento mucho Hoper. —Digo, porque es cierto, realmente lo siento.
—No te preocupes, perdimos una vida. Pero salvamos otra, y eso es lo que nosotros hacemos.
¿Lo que ellos hacen? No logro comprender pero prefiero dejarlo así para otra ocasión, si es que llega a existir una, una vez que nos vayamos.
— ¿Sabes? Me caes bien. —Dice, y me regala una sonrisa verdadera.
Sé que está siendo sincero.
—Siempre he pensado que me odias.
—Y estas en lo cierto. —Me sorprende lo rápido que ha respondido—. Me caías como una patada en el culo, pero Harry te tiene confianza y para mí eso es suficiente.
La realidad se estrella contra mí como cristales rotos y recuerdo que estuve a punto de mandar a Harry al reclusorio y con él se iba toda su manada. Me hace sentir miserable, no importa lo que ellos hagan. Ellos salvaron la vida de mi mejor amiga, algo bueno tiene que haber en su corazón.
Me pongo rápidamente de pie y desaparezco de su campo de visión sin alguna explicación más que el silencio.
Voy por la sopa de Sam, y en mi camino no logro ver a Harry, me pregunto a donde pudo haber ido.
...
Cuentos los pasos que doy desde la habitación de Hoper, las escaleras y el largo pasillo hasta llegar donde Harry, estoy nerviosa de verle, de hablarle de que sus palabras sean un golpe duro a mis costillas. Y entiendo, yo también estaría igual si alguien huye de mí y no conteste mis llamadas.
Tomo un respiro armándome de valor, antes de encararlo.
Está de pie, junto a la ventana que da con toda la arboleada que le rodea a la casa. Es una vista excelente. Sus brazos están cruzados sobre su pecho y solamente puedo observar su perfil.
—Creo que es hora de que Sam y yo nos vayamos a casa. —Digo, porque es la única excusa que se me ocurre, aunque sea cierto. Debemos irnos.
Su cuerpo da un respingo y se gira a mirarme, con una expresión que no logro comprender.
—No pueden irse. —Dice y recuesta su cuerpo sobre la pared—. Al menos no por esta noche, sé que Finn trama algo y por cómo han ido las cosas, tú eres la carnada.
El miedo recorre mi sistema de una manera inmediata, trago el gran nudo que se ha formado en mi garganta que duele.
— ¿Por qué yo? —Pregunto, pero no estoy segura de querer saber la respuesta.
El baja la cabeza y no está dispuesto a mirarme, no está dispuesta a darme una respuesta, o por lo menos la que necesito.
—Ve a descansar. —Sé que probablemente este demasiado afectado por perder a alguien importante para él, así que no pongo resistencia y asiento.
Giro nerviosamente sobre mis talones dispuesta a irme, pero recuerdo que yo vine aquí con una sola intención, aclarar las cosas entre nosotros, lo que paso aquella noche, las llamadas.
Ya que no tuve el valor de hundirlo en un reclusorio, me gustaría saber qué es lo que está pasando conmigo, porque no es normal que mi cuerpo reaccione de esta manera cuando lo tengo así de cerca.
No es normal que mi corazón se acelere de esta manera, no es normal sentir una especie de mariposas revolotear en mi estómago, no es normal que mis piernas tiemblen con su presencia.
—Con respecto a lo de la otra noche Harry... —Me giro una vez más a él para verle pero sus palabras rompen las mías.
—No pasó nada Anna, tu misma lo dijiste, no pasó nada. —Dice, hay una expresión seca en cada palabra.
Y todo lo que pensé que sabía sobre el dolor, se ha convertido en una burla para lo que estoy sintiendo ahora, sus palabras han apuñalado justo en el centro de mi estómago, haciéndome vomitar realidades mezcladas con una pizca se amargura.
Lo miro directamente a los ojos y me siento humillada, me siento demasiado pequeña delante de él. La rabia tira de mi corazón pero me lo guardo para mí misma, me lo reprimo.
— ¡Claro! —Enarco las cejas y dejo salir una sonrisa hipócrita—, tienes toda la razón, no pasó nada. Es lo que pasa con los tipos como tú, hacen las cosas pero después no ha pasado nada. Si te he visto, no me acuerdo. —Cito aquella frase que encaja perfectamente con la situación.
Antes de darle la oportunidad de hablar me giro dispuesta a irme pero sus palabras golpean mi espalda.
—Que yo recuerde, tú fuiste quien lo dijo, tú fuiste quien dijo que no paso absolutamente nada. —Estoy asimilando cada palabra que me dice, como una pequeña aguja en mi corazón— Corrígeme si estoy equivocado.
Quiero golpear su cara con mi puño, pero siendo más débil que el probablemente lastime más mi mano que su cara.
—No estas equivocado. —Digo con la poca valentía que me queda—. Pero eso fue antes de sentirme así. —Explico más para mí que para él.
Pero el silencio es tan neto que él logra escuchar a la perfección.
Aprieto los ojos con fuerza y la expresión en su rostro no la comprendo en lo absoluto pero acelera mi pulso, se siente como si todo mi cuerpo se marchitara.
— ¿Antes de sentirte cómo? —Pregunta, y me niego a contestar, e incluso me niego a verle.
Quiero irme, quiero correr y no verle. Pero no me voy a comportar como una cobarde, no hasta saber qué es lo que me pasa con él.
He contado los segundos que han pasado y no respondo a su pregunta, ni siquiera me he dignado a ver su cara, pero lo hago en el momento que él se comienza acercar a mí, muy cerca, demasiado cerca.
Mi corazón comienza a latir con fuerza junto a mis costillas y casi he perdido la respiración, necesito aire, necesito su aire.
Quiero que me de respiración boca a boca. No puedo creer lo patética que estoy siendo.
El ahueca mi rostro en su mano y acaricia mi mejilla, hay una expresión serena en su rostro que me hace cerrar los ojos por un momento.
¿Va besarme? Lo tengo mucho más cerca que hace unos segundos, por lo que me preparo para el impacto y entre abro mis labios.
—No voy a besarte, no hasta que me lo pidas. —Dice, y se acerca un poco más a mí.
¡Bésame! Te lo pido Harry.
Estamos tan cerca, que nuestras narices rozan, y siento como mi corazón se desborda.
—Se supone que este es el momento en que me pides que te bese. —Se dibuja una sonrisa carente de humor en su rostro, pero no es capaz de llegarle a los ojos.
— ¿Vas a besarme? —Pregunto y mojos mis labios.
— ¿Quieres que te bese? —Me conteste con una pregunta.
Y en ese momento él estaba dispuesto a esperar que yo decidiera el momento, se ponía en mis manos sin saber que yo estaba en las suyas ahora mismo.
—Sí. —Responde la Anna frenética que llevo adentro, deseosa por volver a sentir sus labios sobre los míos.
Cierro los ojos y los abro al mismo tiempo cuando veo que se ha alejado de mí, me ha dado la espalda y aprieta sus puños a cada lado.
—No puedo. —Dice demasiado bajo, pero lo suficientemente alto para que yo pueda escucharle.
— ¿Por qué no? —Me he dado cuenta que mi voz se ha vuelto un hilo—. ¿Por qué encontraste todas las seguridades que yo no tengo en Lucrecia? ¿Por qué te cansaste de buscarme y que yo no contestara a ninguna de tus llamadas? ¿Por qué me hiciste sentir de esta manera para luego dejarme así? —Me he desmoronado con cada palabra que he dicho.
— ¡No! —Dice tan firme y seguro que me sobresalto—. No vuelvas a compararte con ella y con ninguna otra. —Se acerca todos los pasos que se ha alejado y toma mi rostro para que le vea más de cerca—, ella no es la cuarta parte de lo que tú eres, solo que son tantas cosas que me impiden hacerlo, y me he dado cuenta demasiado tarde.
—No lo comprendo. —Sé que se ha formado un delgado cristal en mis ojos porque mi vista se ha difuminado.
—Jacob está enamorado de ti Anna, tu bien lo sabes.
Suelta cada palabra con un dolor que me lo hace sentir y sé que le di alas a Jacob, sé que coquetee con él en algún momento, pero eso fue antes, eso fue antes de que Harry me hiciera sentir de esta manera.
—No puedes evitar la infelicidad de las otras personas Harry. —Digo, porque es cierto. Alguien iba a terminar sufriendo y me duele mucho por él, de verdad lo siento.
—Pasa que con él es diferente, pero no es simplemente eso Anna. Necesito mantenerte viva. ¿Puedes comprenderlo? —Su expresión y su voz triste casi que van de la mano—. Y la única manera de hacerlo es teniéndote lejos de mí.
Siento como si un balde de agua fría es vaciado sobre todo mi cuerpo, me siento débil y sus palabras hacen que mi corazón se estrelle contra el piso como cristales rotos.
—Tú me demostraste que puedes mantenerme a salvo. —Muerdo el interior de mi mejilla ates de continuar—. Hay demasiadas cosas que no comprendo, sé que probablemente estoy siendo patética, sé que hay muchas cosas de ti que no sé pero...
—Por favor Anna. —Corta mis palabras con el frio de las suyas—. No sigas, yo no quiero mentirte pero...
—Tampoco puedes decirme la verdad.
Puedo sentir como su corazón ha sido apuñalado y sé que he tocado en el punto.
—Ve a descansar, mañana las llevare a casa a primera hora. —Me da la espalda y sé que no está dispuesto a decir una palabra más.
Recojo la poca dignidad que me queda y subo a la habitación reprimiendo todas las ganas que tengo de lanzarme a la cama y escuchar música triste todo lo que queda de la noche.
— ¿Cómo estás? —Pregunto bajito una vez que tengo a Sam en mi campo de visión.
—Creo que mejor que tú. —Me toma las manos y sé que está buscando cualquier señal de rendición en mis ojos.
—Pasaremos aquí la noche, no podemos volver a casa por hoy. No después de...
—Lo sé.
Agradezco al cielo que ella lo sepa, porque soy consciente que llorare ahora mismo si sigo hablando.
Pasamos el resto de la hora viendo una película de acción intentando que ella olvide todo lo que paso, pero por otra parte soy consciente de que la que quiere olvidar muchas cosas soy yo.
— ¿Estas llorando? —Su pregunta me asalta y no supe de las lágrimas que caían por mis mejillas hasta que ella se dio cuenta.
—Es solo la película. —Miento, sin atreverme a mirarla.
— ¡Anna! Es una película de acción.
—Ellos también tienen sentimientos. —Trato de ser sensata, pero yo misma me estoy hundiendo.
—Ahora mismo vas a decirme que está pasando contigo. —Coge el control remoto y apaga la televisión y me obliga a mirarle.
No tengo otra escapatoria, y si no le cuento lo que sucede, voy a estallar.
—Yo siempre quise que todo en mi vida fuese perfecto, siempre quise el trabajo soñado, el esposo perfecto y la familia feliz. Desde que mi madre murió decidí que quería ser un vivo ejemplo de ella. Quería seguir con el trabajo que ella dejo, quería que ella desde donde estuviera se sintiera orgullosa de mi. Pero cada día que pasa siento que la decepciono, siento que todo lo que hago es incorrecto, siento que cada paso que doy es el equivocado. Desde el momento que deje entrar a Harry a mi vida personal la ruleta se ha volteado y ha estado haciéndome una mala broma, no sé qué pasa conmigo cuando lo tengo cerca, no fui capaz de entregar el reporte, porque de solo pensar que podría parar en el reclusorio me hacía sentir miserable, y hasta ahora me doy cuenta que lo acepto así, con todo lo que es. —Me desahogo y no era consciente de las lágrimas que se unían en mi barbilla y caían como gotas—. No sé qué está pasando conmigo, no sé qué él está haciendo conmigo.
—Pensé que a estas alturas ya te habías dado cuenta. —Dice, antes de regalarme una sonrisa alentadora.
Puedo sentir como la nuez en mi garganta sube y baja, puedo sentir como mi estómago se está revolviendo.
— ¿De qué hablas? —Pregunto, pero no sé si soy capaz de escuchar su respuesta.
—Te has enamorado de tu objetivo Annie, te has enamorado de Harry Styles.