La Stark

By agnespad

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Los primeros tres meses de Carey Stark junto a su padre después de haber decidido irse a vivir con él habían... More

Introducción
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118. - Final

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By agnespad

Al día siguiente en la mañana, Jerome hablaba con Peter sobre lo ocurrido. Era sábado, Carey había ido a dormir con Alan el viernes en la noche, por lo tanto el chico tenía tiempo por la mañana temprano para seguir hablando con Jerome acerca del misterio de sus padres.

Salvo que Carey, en realidad, no estaba en el cuarto de Alan.

—Buenos días, Care... —le susurró con cuidado Bucky, dandole un beso en la frente cuando sintió que Carey se despertaba.

Él, estaba en el suelo, y ella hecha un ovillo en su cama, parpadeando varias veces hasta terminar de despertarse.

hmm... —se estiró y parpadeó varias veces, mirándolo.— ¿qué hora es?

—No te preocupes, es temprano. Duerme un poco más si quieres. —le acarició la cara con el dorso de su mano, siempre siendo sumamente delicado y respetuoso.

La noche antes, Carey al final se había encontrado con él y, como de costumbre, le había pedido ayuda con la tarea de francés. Bucky la ayudó, naturalmente, y ella mientras hablaban se había quedado dormida. Él durmió en el suelo, como había de vez en cuando, y había vigilado cada vez que se despertaba en la noche que ella estuviera bien y cómoda.

No sabía cómo soportarlo, pero ya estaba demasiado enamorado. Aunque debía esperar y lo haría.

—Ven conmigo. —le pidió ella, haciéndole hueco. Él la observó y tras varios segundos asintió, acercándose a ella y metiéndose en la cama a su lado.

—¿Puedo abrazarte? —le pidió él, como siempre, pidiéndole permiso para totalmente todo. Ella asintió y él la envolvió con sus brazos bajo las sábanas.

Ella se acurrucó con él y respiró con tranquilidad, sus brazos y cuerpo eran tan grandes que la podía esconder fácilmente ahí. No había nada más reconfortante que un abrazo de Bucky, lo había descubierto esas últimas semanas.

—He estado pensando y... No me encuentro cómoda aquí. —susurró, Bucky se movió un poco y la miró desde arriba, esperando que siguiera hablando.— últimamente con mis padres y con Peter... me siento encerrada, ahogada.

—Bueno... Tienes muchas cosas dentro. —le acarició el cabello, tratando de hacerla sentir algo mejor.— solo tienes diecisiete años y aún así has vivido cosas horribles.

Ella sonrió un poco y asintió. Bucky había sido la única persona en su vida que le había preguntado por su pasado sin juzgarla, y el único que la había escuchado y se había preocupado.

—Mi padre siempre me dice que está decepcionado conmigo por... Haberme dejado vender. Eso me sienta tan mal que aunque el juicio haya acabado, estar aquí me duele. —Bucky suspiró mientras la escuchaba y sacudió la cabeza.

—No sabe de lo que habla. Tú no tenías la culpa, no te dejaste vender, eras pequeña y tu madre te vendió a hombres, te hicieron cosas horribles... —frunció un poco la expresión, tragando saliva.— recuerda que deberías de decirme los nombres de...

—Bucky, no. —le interrumpió ella mientras él refunfuñaba.— prefiero seguir diciendo que solo me he acostado con Peter y que todos piensen que soy una niña caprichosa...

—Pero si algún día...

—Te lo diré, tranquilo. —le dio un beso en la mejilla y tras un breve silencio, Bucky le dijo.

—Eres casi mayor de edad... Y sé que llevas pensando en irte para sanar desde hace un tiempo. —acarició su espalda, con cuidado y respeto mientras hablaba, relajándola cada vez más.— si te quieres ir, Carey, deberías. Te mereces un descanso.

Ella se quedó en silencio, y asintió. Bucky tenía razón. Con él, sentía que tenía un apoyo permanente y le encantaba.


Mientras tanto, en el mismo recinto pero en distinto lugar, se encontraban Jerome y Peter, aún conversando y debatiendo sobre los padre de Jerome.

—...No sé si estará viva, lo que sí sé es que Lucas no debe saber totalmente nada. —le advirtió una vez más Jerome. Peter era consciente de que el hombre era incapaz de hacerle daño a otro ser vivo pero aún así era mejor tomarse sus amenazas en serio, no tenía muy buen pasado como para confiar.

—Pero es su madre también. —le recriminó.— y tú ya me dijiste que Lucas la amaba y estaba muy unido a ella... Debería de saber. Además, tu hermano es bueno investigando.

Jerome que preparaba su café rodó los ojos. Se preguntaba si era normal en Peter llevarle la contraria a todo el mundo, porque comenzaba a irritarle demasiado esa característica rebelde él.

—Mi hermano tiene lo que en psicología se conoce como síndrome de Edipo. —comenzó a explicar.— Edipo en la mitología era un hombre el cual se casó con su madre y mató a su padre. En el psicoanálisis, partiendo del mito, se refiere a cuando un niño siente sentimientos hostiles hacia su progenitor del mismo sexo y un amor irracional hacia el del sexo contrario.

Peter guardó silencio durante unos segundos y asintió, Jerome a pesar de su pronunciado acento francés hablaba bastante bien, tan bien que siendo tan temprano y además un sábado, le había costado asimilar toda la información que acababa de escuchar.

Unos pasos lentos seguido de un olor perfumado muy característico hizo saber a Peter que detrás de él debía de estar Lucas. El hombre se sentó junto a Peter y sacudió con delicadeza su costoso traje, lanzándole una mirada directa y fría a su hermano.

—Otro café para mí, por favor. —pidió Lucas con un tono neutro, no era propio de él ser tan serio en las mañanas y eso comenzaba a extrañar al chico.

Jerome se fijó, más que en sus formas, en la apariencia de su hermano. Estaba bastante bien peinado, se había quitado la barba y además vestía todo de negro; Camisa de lino negro junto con un traje y zapatos del mismo color.

Ahora era cuando Jerome comprendía que sí que era verdad eso de que no le podían ocultar nada a su hermano.

—¿Puedo preguntar a dónde vas? —dijo Jerome algo desconfiado de su respuesta mientras le servía café.

—Al entierro de papá, claro está. —respondió Lucas con tranquilidad.— ayer me llamaron de una funeraria diciendo que el hijo primogénito insistía en tirar el cuerpo de nuestro padre en una fosa común y que él no se haría cargo. No pude evitar sentirme orgulloso de ti Jerome, siendo sincero. Pero me molesta que sepas que yo no soy un asesino y te hayas rehusado a decirme nada. ¿Sabes que mamá puede estar viva? Qué cosas pregunto... Claro que lo sabes. Por eso mismo no me has dicho nada.

Jerome sonrió algo forzado y asintió, dándole un gran trago a su café. No tenía ninguna gana de discutir con su hermano ni de explicarle la razón por la que le había mentido, así que se mantuvo en silencio.

—Menos mal que está Peter aquí que me entiende, él me lo hubiera contado. —añadió Lucas cruzándose de brazos.

—Peter, aunque pretendas que sí, no es tu hermano. —tensó la mandíbula.

—Pero bueno, no estamos aquí para pelear hermano, vayan a vestirse. Se abre una nueva investigación.

—¿Me vas a llevar al funeral de tu padre? —preguntó extrañado Peter. Aún no se había quitado el pijama y ya Lucas lo estaba reclutando para una de sus raras misiones.

—Claro que sí, cuanta más ayuda para la investigación, mejor. —se levantó y miró su reloj de muñeca.—. ale, si no bajan preparados en veinte minutos llegaremos tarde y nos perderemos a mamá.

—Es temprano para un entierro. —opinó Jerome.

—Bueno... Es un tanto lejos. —agregó Lucas con una sonrisa radiante.

Jerome frunció el ceño y negó. Eso era justo lo que quería evitar, que Lucas se hiciera ilusiones.

—¿Qué te hace pensar que estará mamá en el funeral? Puede que no esté viva Domi... —dijo Jerome esperando hacer entrar en razón a su hermano.

—Mamá no se lo perdería por nada del mundo. —dijo Lucas como si fuera algo obvio.— vamos, venga, alístense. Ya sabes que a mamá no le gusta que le hagan esperar. —añadió con ilusión.— Peter te he dejado un traje en tu habitación, si necesitas ayuda con la corbata, ya sabes.

—Pero...

—Parker, no es momento de preguntas.

Era un ambiente algo tenso para Peter y Jerome, quisieron engañar y proteger a Lucas y allí estaban, cada uno en su habitación preparándose para el funeral de un hombre que a ambos les importaba bastante poco. Jerome no quería asistir por nada del mundo, aún sufría ataques de pánico y tenía pesadillas recurrentes por la muerte de su padre.

En menos de quince minutos tanto Peter como Jerome habían llegado ya preparados. Jerome tardó dos minutos más que Peter ya que él sí se había puesto corbata y el chico se negaba a llevarla. Lucas ni si quiera le dio importancia al detalle "rebelde" de Peter y cuanto antes pudieron se pusieron en camino.

Al parecer Lucas había elegido como sitio para enterrar a su padre el cementerio de la zona más pobre y próxima al complejo. Jerome se dio cuenta de porqué eligió ese sitio pero Peter que luchaba por no aparentar el sueño que tenía se esmeraba más en no dormirse que en pensar qué hacían allí.

Los tres se colocaron cada uno unas gafas de sol, pues pese a que en teoría era un día triste hacía un sol radiante. El jardín descuidado del sitio donde caminaban rozaba la parte baja de los pantalones de los costosos trajes y eso a Jerome, un perfeccionista nato, le ponía de los nervios. Lucas sin embargo estaba tan entusiasmado que le faltaba dar saltos de alegría.

Se acercaron a una aglomeración de gente, por mayoría mujeres de unos cuarenta y tantos años. Jerome reconoció algunas caras y comenzaba a extrañarle la presencia de aquellas personas seguramente invitadas por su hermano, pero aún así no intervino y dejaba que Lucas manejase la situación.

Peter cohibido se protegía detrás de los hombres, ambos eran tan altos que podía ocultarle sin problema. Pese a sus intentos de no ver nada no pudo evitar observar las diversas coronas de flores coloridas, estas resaltaban sobre el sombrío paisaje y parecían custodiar un ataúd que era observado por todos los presentes pero a la vez estaba algo alejado del resto, que parecía evitar acercarse mucho.

Lucas se acercó a un hombre y lo saludó con un apretón de manos, Peter que por fin salió de su escondrijo, pudo reparar en el detalle de que dicho hombre tenía un arreglo muy característico; un alzacuello blanco. Ese hombre era el cura.

—Ustedes deben ser los familiares del difunto. —dijo el cura con voz amable.— mi más sentido pésame.

Lucas ajustó las gafas de sol en el puente de su nariz y le echó una mirada rápida al panorama, le costaba mucho ocultar su alegría.

—Sí, es una pérdida inmejorable, digo irreparable. —dijo Lucas tratando de evitar reír mientras Jerome le daba "disimuladamente" un codazo.

—Perdón, somos franceses, nos equivocamos con el idioma. —añadió con excesiva amabilidad Jerome.— de hecho mi hermano sufre de risa nerviosa, la pérdida de nuestro padre ha hecho que pierda el control en sus emociones. —añadió al ver como Lucas seguía aguantando la risa, tanto que su piel comenzaba a enrojecer por el esfuerzo.— mmm... Estaban muy unidos y... Es duro para él.

Lucas con esa última frase dicha por Jerome estalló en una carcajada que llamó la atención de todos los presentes. El cura trataba de ser comprensivo con la situación pero incluso a él le parecía descabellada la idea de tantas risas en un acto como ese. Jerome ahora también sonrojado pero de la vergüenza tomó del brazo a Lucas con fuerza, llevándolo a un sitio apartado.

Auch, Jerome, me pellizcas.

—¿Podrías disimular un poco tu alegría? Nos estás dejando en evidencia... Primero como humillación lo entierras en una zona fea y pobre, luego haces burla de su muerte, ¿no tienes respeto por tu padre? —le regañó el hombre en susurro.— ¡para de reír! ¿acaso estás drogado?

—Drogado tienes que estar tú para decir que yo estaba muy unido a papá. —contestó con indiferencia el hombre, callando del todo sus risas.

Por la mirada fija que tenían el uno sobre el otro y la tensión horrible que volvía a sentirse, Peter entendió correctamente que en algún momento de ese día los hermanos iba acabar a golpes.

Harto de escuchar las discusiones o de sentir la tensión agobiante que los acompañaba, se alejó de ellos y del entierro. Habían ido allí a investigar y eso haría, o intentaría. Como un golpe de suerte, una mujer la cual estaba bastante tapada se le acercó a Peter, generándole cierta desconfianza pero a la vez sintiendo que hablar con ella era lo que necesitaba en ese momento.

La mujer, la cual Peter supuso que tendría entre cuarenta y cincuenta años, le pidió si podía buscarle por internet el hospital más cercano, ya que se encontraba mal. Una vez acabada la breve conversación, el chico fue directo a informarles a los hermanos, que recibían la noticia con cierta alegría e incertidumbre.

—Esa era mamá. —sentenció Lucas esperanzado.— ¿de qué color tenía el cabello Peter?

Peter entrecerró los ojos pensativo, la mujer se había tapado bien con un manto, pero recordaba perfectamente que sobresalían unos cabellos lacios y rubios de este.

—Rubio. —dijo Peter sonriendo, ahora se sentía muy útil en esa "misión".

Lucas abrió la boca con sorpresa y miró a su hermano con ilusión. Este parecía más molesto que emocionado.

—Era mamá Jery... ¡Era mamá!

—Era una de las amantes de Papá, que por cierto fuiste tú quien las invitó. —le corrigió Jerome rodando los ojos.— a Joel le gustaban rubias, no era más que una cualquiera. Tú sabrías esto de no ser que te escondía en el baño para que no vieras nada, de nada.

Comenzaron a alejarse de la escena, saliendo ellos tres del cementerio. No se quedarían para el entierro ahora que Lucas creía firmemente que Peter había hablado con Anette, nada en ese cementerio le retenía para quedarse, ni siquiera el entierro en sí.

—Los rubios le solemos gustar a toda la gente normal. —contestó Lucas aún ignorando lo que Jerome le estaba diciendo realmente.

—A mi no me gustan las rubias. —dijo Jerome desacreditando lo que decía su hermano, pasando una mano por sus hombros mientras caminaban.

—A mi tampoco me entusiasman. —añadió Peter.

—Bueno pero, ¿quién ha dicho que ustedes sean normales?

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