118. - Final

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—Te lo dije. —repetía una y otra vez Jerome, no paraba de decirlo durante todo el camino.

Lucas no sabía si tenía ganas de matarle, de llorar o de reírse por la ironía de la situación. Peter observaba todo con sorpresa y mientras tanto rezaba por poder escaparse para irse con Carey, o con quien fuese mientras no fuera al lado de los Murphy.

—Lo vuelves a decir y te vas a la tumba con papá y mamá. —dijo Lucas entre dientes. Se había mantenido en silencio y había aguantado su enfado hasta que volvieron al complejo pero comenzaba a quedarse sin paciencia.

—Yo te dije que estaba muerta, vivíamos mejor sin saber qué pasó. —le recriminó su hermano una vez más, cruzándose de brazos.— ahora sabemos que seguramente murió sola... Y es nuestra culpa.

Peter se puso entre medio de ellos dos, separándolos antes de que las palabras se convirtiesen en algo más.

Lo que había pasado exactamente era que Anette sí había sido paciente de ese hospital, pero hacía un año. La mujer había padecido cáncer de páncreas y cuando fue diagnosticada le dejó todo su dinero y pertenencias a Lucas, razón por la que él creía firmemente que la había matado. Creía que lo que le habían dado era su herencia por su muerte pero en realidad se le había sido entregado antes de que ella falleciera. A pesar de que no había acta de defunción y que no constaba que hubiera muerto, que no hubieran informes de ella de un día para otro les decía que estaba muerta.

—No es nuestra culpa, es culpa de papá, es culpa de los médicos, es culpa de las enfermedades. —le corrigió Lucas hablando con rapidez, se comenzaba a poner nervioso.

—Será mejor que vayas a relajarte. —le aconsejó en tono suave Peter, empujándolo hacia su habitación.— tienes razón, no fue culpa de nadie. —trató de animarle, pero este parecía no querer cambiar su humor.

Se había desilusionado de la manera más radical y cruel posible. Él ya se había imaginado abrazando a su madre, enseñándole que era abogado y que tendría un hijo. Mostrándole todo lo que había conseguido, presentándole a su preciosa prometida y llevándole a conocer a Peter para que se volvieran a ver tras tantos años. Pero no, las cosas no habían cambiado y ella al igual que su padre había muerto.

—¿Crees que... Se murió con tristeza? —preguntó casi en un murmullo Lucas, parando en frente de su habitación.— se murió sola, sin mi. ¿Tú crees que...?

—No te castigues. —dijo Peter poniendo una mano en su hombro.— seguro que murió orgullosa de haberte tenido de hijo, no te culpes de eso, tú no sabías. La muerte nos llega a todos y esta causa es cruel, pero no culpa de nadie.

Lucas lo miró en silencio y asintió ligeramente, acercándose para abrazarle. Debía tomarle la palabra a Peter, sabía que él no era el responsable de la muerte de sus padres, sabía que después de todo sí que era cierto que nada había sido su culpa. Era su momento de pasar página y aunque le doliese, dejar atrás su pasado.

Peter se separó y con una sonrisa se despidió de Lucas, yendo directamente a hablar con Carey. Necesitaba hablar con ella, decirle lo que sabía y preguntarle qué pasaría después, pues no creía que fuera algo positivo para su relación, si es que seguía existiendo algún tipo de relación entre ellos.

Tocó en la puerta de la chica y esperó dando una bocanada de aire. Quizá estaba buscando la valentía que él para esas situaciones no tenía, quizá estaba buscando la relajación que no tendría, quizá sólo buscaba la fuerza para poder enfrentar un adiós único y definitivo.

La puerta que tenía frente a él se abrió, dejándole la vista de una Carey tan perfecta y delicada como siempre. Se quedó segundos observándola, queriendo grabar en su memoria ese momento. Quería suplicarle que se quedase, decirle que lo sabía todo y que seguía queriéndola, pero solo sonrió un poco y le pidió pasar.

La Stark Where stories live. Discover now