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—Mira, eso es el bebé. —murmuró Peter lleno de curiosidad y señalando la pantalla.—

Steve apartaba una lágrima discretamente y Lucas... Bueno él curioseaba todo lo de la consulta.

—Es del tamaño de un guisante. —agregó Carey, que se encontraba bastante abrumada con la situación. Ahora la sentía más real que nunca.—

Tras terminar la ecografía el doctor, que ya estaba más tranquilo ahora que había conseguido que se creyeran la ecografía, hablaba con Steve sobre el estado del embarazo. Peter ayudaba a Carey a limpiarse el abdomen y Lucas, que no dejaba de toquetearlo todo, tomó de detrás de la puerta una bata de médico, poniéndosela.

—¿Pero qué hace? Suelte eso. —dijo el doctor regañando a Lucas.—

—Me he equivocado de oficio, el uniforme de médico me queda más sexy. —dijo Lucas con una sonrisa mientras se miraba.—

Steve hizo una mueca mientras negaba mirando a Lucas y Carey tapó su boca reprimiendo una risa. Steve no dejaba de pensar en que iba a ser muy difícil soportar a Lucas y no discutir con él durante los próximos nueve meses, apenas y lo aguantaba más de cinco minutos. Joel, por otra parte, desde su escondite maldecía el comportamiento de Lucas.

—No entiendo cómo puede ser hijo mío. —dijo entre dientes y en un tono casi inaudito de voz. Quería salir ya de allí y por las bromas de Lucas se estaba retrasando.— debí de haberlo retenido más tiempo en Hydra.


Por otro lado y bastante lejos de donde estos cinco estaban, se encontraba Tony, tratando de trazar un plan perfecto para recuperar a Steve. había ido a comprarle un regalo, no algo caro y extravagante porque sabía que al capitán eso no lo impresionaría, sino más bien algo que le hiciera compañía y además sabía que le encantaría; un perro.

Según él era un buen plan, al menos pensó eso durante los primeros diez minutos antes de que el cachorro comenzara a ladrar y a correr por todo el recinto.

—¡Perro, ven aquí! —gritó el millonario con algo de cansancio tratando de hacer parar al cachorro, pero era imposible. Tenía una energía inagotable.— mierda, a Steve no le va a gustar esta cosa peluda e hiperactiva.

El Capitán, que recién llegaba, entró en la sala y miró confundido a su ex prometido.

—¿Que no me va a gustar el qué? —preguntó Steve, tratando de no sonar muy interesado en el tema.—

Tony se giró y lo miró con una sonrisa nerviosa, había fallado con el regalo que le consiguió, ya que realmente había adoptado al perro, y tenía que evitar que lo viera y se decepcionara más con él.

—Que no te va a gustar... La cena. —mintió Tony rezándole a dios para que el perro ni hiciera ruido ni fuese hasta allí.— es McDonald's.

Steve negó suavemente mirándolo de nuevo con decepción, a estas alturas creía que el millonario se disculparía por su comportamiento y volverían a lo de antes, pero al parecer no tenía ni la más mínima intención de pedir disculpas.

—Como veo que te importa más el McDonald's que tu hija y yo, te dejo esto aquí por si te interesa al menos verlo. —dijo molesto el capitán dándole los papeles del médico al hombre.— ya veo que después de todo tu única prioridad eres tú mismo.

Tony lo miró con tristeza, quería pedirle que se quedara y explicarle todo, decirle que les quería a ambos y que podría rectificar su error. Pero no lo hizo, no le salieron las palabras. Su orgullo pudo con él y tan sólo pudo quedarse ahí parado mientras veía como Steve se alejaba.

Con la mayor de las tristezas se sentó y repasó todo lo que había pasado. Igual Steve tenía razón, a lo mejor se había pasado con Peter y con Carey.

Con un suspiro tomó los papeles del médico y se dispuso a observar todo con detenimiento, hasta que llegó a las múltiples fotografías en blanco y negro, donde ahí estaba, al parecer, lo que sería su pequeño nieto.

Las lágrimas brotaron de sus ojos y sin poder soportarlo más apartó los papeles de su vista. Sí, definitivamente Steve tenía razón, debía apoyar tanto a Peter como a su hija, debía recuperar su vida de antes. No quería ser abuelo, no quería que su hija por nada del mundo fuera madre, pero sentía que era verdad que se había centrado en lo malo y no supo ver la otra parte de la historia. El que estaba sufriendo un cambio en su vida y su cuerpo no era él, sino su hija.

—Stark, ¿este bicho diabólico es tuyo? —dijo una voz detrás suya, era Lucas.—

Tony se giró y centró su mirada en el pequeño perro que se revolvía en brazos de Murphy. Cada vez estaba más convencido de que a Steve no le gustaría ese regalo.

—Era un regalo para que Steve me perdonase... Ya no se quiere casar conmigo. No quiere entender que yo sólo estaba abrumado con la noticia, hace nada salimos del drama que teníamos con Marie y ahora me entero que está embarazada a los dieciséis... No quería que mi hija y mi prometido estuvieran decepcionados conmigo, solo necesito tiempo para encajar la noticia.

Lucas lo miró de una manera comprensiva y soltando al revoltoso cachorro se sentó a su lado.

—Conozco de alguien que estuvo felizmente casado, pero todo se arruinó porque ella no lo quería lo suficiente. —puso una mano en su hombro y lo miró.— Stark, tienes una familia y un prometido que te ama con toda su vida. Steve no necesita regalos, necesita tu apoyo. No seas como esa persona que conozco, ahora está tristemente divorciado y deambula solo por la vida sin saber exactamente cuál es su cometido. Él no consiguió tener hijos ni una vida genial, pero tú Tony sí puedes, porque a diferencia de él tú tienes una persona que te adora y una maravillosa hija que te necesita. —se levantó y miró a Tony, que parecía estar algo sorprendido por el discurso.— solo ve y dile como te sientes, estoy seguro que si lo haces habrá boda.

Tony sonrió algo más tranquilo y abrazó a Lucas por unos segundos, agradeciéndole el consejo. Este salió a toda velocidad de allí dejando al rubio solo.

—Con que... Fue eso. —dijo una voz femenina desde el lado izquierdo de la habitación, en una de las puertas.— tenía razón, te han roto el corazón.

Lucas giró lentamente su cabeza para encontrarse con el rostro angelical de Wanda, que lo miraba de una manera curiosa. El color rojo no tardó en hacerse presente en sus mejillas, normalmente era esa su reacción cada vez que veía a la chica.

—No se qué insinúas pero yo nunca he tenido ninguna relación seria con nadie, no soy de esos. —dijo Lucas tratando de sonar seguro de lo que decía.—

—Es una pena. —añadió ella mientras lo miraba. Sabía que mentía perfectamente, pero no seguiría insistiendo.— yo aún sigo creyendo en el amor, deberías de pensarlo más.

Lucas la miró y tragó saliva, comenzaba a ponerse muy nervioso. No entendía muy bien qué trataba de decirle Wanda, pero lo averiguaría en cuestión de segundos.

—¿Debería de pensarlo más? —preguntó con una sonrisita coqueta el rubio, comenzando a entender el pequeño juego de Wanda.—

—Opino que sí. —agregó ella sonriendo también mientras lo miraba.—

—Igual algún día lo pensaré más, pero no creo poder hacerlo solo. —dijo Lucas mientras se levantaba de su asiento.—

Wanda sonrió bajando la mirada y negando suavemente, Lucas había llamado su atención desde que lo vio por primera vez y que fuera tan directo en cierto modo le gustaba.

—Una forma muy discreta y elegante de pedirme una cita, Luke. —dijo ella dedicándole una sonrisa mientras se cruzaba de brazos.—

Murphy rió ligeramente y se encogió de hombros mientras la miraba.

—Sonreír es una forma muy bonita y discreta de aceptar  mi propuesta. —agregó él, haciendo que ella riera.—

Ese día iba a ser muy largo para todos, tanto para bien como para mal.

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