115

2.5K 202 131
                                    

Al día siguiente en la mañana, Jerome hablaba con Peter sobre lo ocurrido. Era sábado, Carey había ido a dormir con Alan el viernes en la noche, por lo tanto el chico tenía tiempo por la mañana temprano para seguir hablando con Jerome acerca del misterio de sus padres.

Salvo que Carey, en realidad, no estaba en el cuarto de Alan.

—Buenos días, Care... —le susurró con cuidado Bucky, dandole un beso en la frente cuando sintió que Carey se despertaba.

Él, estaba en el suelo, y ella hecha un ovillo en su cama, parpadeando varias veces hasta terminar de despertarse.

hmm... —se estiró y parpadeó varias veces, mirándolo.— ¿qué hora es?

—No te preocupes, es temprano. Duerme un poco más si quieres. —le acarició la cara con el dorso de su mano, siempre siendo sumamente delicado y respetuoso.

La noche antes, Carey al final se había encontrado con él y, como de costumbre, le había pedido ayuda con la tarea de francés. Bucky la ayudó, naturalmente, y ella mientras hablaban se había quedado dormida. Él durmió en el suelo, como había de vez en cuando, y había vigilado cada vez que se despertaba en la noche que ella estuviera bien y cómoda.

No sabía cómo soportarlo, pero ya estaba demasiado enamorado. Aunque debía esperar y lo haría.

—Ven conmigo. —le pidió ella, haciéndole hueco. Él la observó y tras varios segundos asintió, acercándose a ella y metiéndose en la cama a su lado.

—¿Puedo abrazarte? —le pidió él, como siempre, pidiéndole permiso para totalmente todo. Ella asintió y él la envolvió con sus brazos bajo las sábanas.

Ella se acurrucó con él y respiró con tranquilidad, sus brazos y cuerpo eran tan grandes que la podía esconder fácilmente ahí. No había nada más reconfortante que un abrazo de Bucky, lo había descubierto esas últimas semanas.

—He estado pensando y... No me encuentro cómoda aquí. —susurró, Bucky se movió un poco y la miró desde arriba, esperando que siguiera hablando.— últimamente con mis padres y con Peter... me siento encerrada, ahogada.

—Bueno... Tienes muchas cosas dentro. —le acarició el cabello, tratando de hacerla sentir algo mejor.— solo tienes diecisiete años y aún así has vivido cosas horribles.

Ella sonrió un poco y asintió. Bucky había sido la única persona en su vida que le había preguntado por su pasado sin juzgarla, y el único que la había escuchado y se había preocupado.

—Mi padre siempre me dice que está decepcionado conmigo por... Haberme dejado vender. Eso me sienta tan mal que aunque el juicio haya acabado, estar aquí me duele. —Bucky suspiró mientras la escuchaba y sacudió la cabeza.

—No sabe de lo que habla. Tú no tenías la culpa, no te dejaste vender, eras pequeña y tu madre te vendió a hombres, te hicieron cosas horribles... —frunció un poco la expresión, tragando saliva.— recuerda que deberías de decirme los nombres de...

—Bucky, no. —le interrumpió ella mientras él refunfuñaba.— prefiero seguir diciendo que solo me he acostado con Peter y que todos piensen que soy una niña caprichosa...

—Pero si algún día...

—Te lo diré, tranquilo. —le dio un beso en la mejilla y tras un breve silencio, Bucky le dijo.

—Eres casi mayor de edad... Y sé que llevas pensando en irte para sanar desde hace un tiempo. —acarició su espalda, con cuidado y respeto mientras hablaba, relajándola cada vez más.— si te quieres ir, Carey, deberías. Te mereces un descanso.

La Stark Donde viven las historias. Descúbrelo ahora