Corazón de Melón con Chocolat...

By SolCnavesDaz

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Pasáte por la playlist del fanfic en Spotify y escuchá toda la música que seleccioné especialmente para mi ob... More

Irlanda
Secretos Familiares
Gaeil O'Connor, el Bastardo
Congeniando con el Enemigo
La Motocicleta de Gaeil
Los Hermanos Sean Unidos
Preparativos de Bodas
El Vestido de Rosalya
Animate
Despedida de Soltera
Mi Última Noche Como Soltero
El Amor en los Tiempos de Bodas
Salven a la Soldado Rosa
Annie, creo que...
La Confesión de Alexy
Matryoshka!
Monster
Yo los Declaro... Marido y Mujer
Juegos de Seducción
El Don de la Vida
Nacido para Matar
La Leyenda de Armin
Maximum Trolling
Gritos
Aún Te Deseo
Convivencia
Los Juegos del Hambre
Cantos de Fuego
Nuevos Compañeros
Los Mini
Exámenes, Estrés y Una Boda Que Planear
¿Y Si Atrasamos la Boda?
Keep Calm and Vámonos de Vacaciones
Copos de Nieve
La Dueña de la Voz Misteriosa
Girlfriends
Los O'Connor
Una Rosa Victoriana
Luces
Arly
Legalmente Annie
Celos
Mea Culpa
Tenemos Una Boda Que Planear
La Familia Se Agranda
Pre-Boda
Señor y Señora O'Connor
Noche de Bodas
Luna de Miel con Gusto a Ramen
Una Suegra para Annie
A tu Lado

Tengo Trabajo Que Hacer

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By SolCnavesDaz

Miré a mi alrededor en aquel imponente lugar, aún era temprano y seguramente la acción llegaría más adelante en la mañana, Chopin seguía sonando y mientras yo estaba allí, bastante perdida en lo que tenía que hacer.

De repente el teléfono sonó haciéndome dar un respingo, yo respiré hondo y tomé el aparato para responder.

-Jefferson-Fink & Asociados, ¿en qué puedo ayudarle? -pregunté al atender.

-Con el señor Jefferson -dijo una voz autoritaria de hombre del otro lado.

-Lo siento, señor, el Doctor Jefferson no está disponible -dije, siguiendo las instrucciones de mi jefe.

-¿Cómo que no está disponible? -preguntó de nuevo esa voz autoritaria-. ¡Exijo que me comunique con él!

-Señor, vuelvo a repetirle: el Doctor Jefferson no está disponible -repetí con paciencia y voz dulce-. ¿Le gustaría dejar un mensaje?

-¡Sí, dile a ese hijo de puta que no se las verá tan fácil cuando lo denuncie al Tribunal de Ética! -gritó aquel hombre del otro lado y colgó el teléfono, yo me quedé con el tubo en la mano, pasmada de la sorpresa y lentamente lo coloqué en su lugar.

«¿Dios, en qué me metí?», pensé.

La primer mañana de trabajo fue una masacre, no solamente la atención al público era lo que más detestaba, sino que mi jefe me había llamado a su despacho y me había regañado por unos 30 minutos que se me hicieron una eternidad; finalmente, Kentin me pasó a buscar a la hora de salida, yo entré al Jeep agotada.

-¿Cómo te fue? -preguntó Kentin muy contento.

-Sólo arranca el auto -dije mientras me llevaba la mano a la cabeza, Kentin frunció el ceño.

-¿Ocurrió algo? -preguntó mientras salía se dirigía a la calle.

-No, nada malo... Bueno depende del punto de vista en que se lo vea -dije mientras abría la ventana.

-Ya dime que pasó -dijo Kentin de malos modos.

-Sucede que ya me regañaron -respondí.

-¿Y eso? -rreguntó mi prometido.

-Mi jefe me dijo que no le pase llamadas de ningún tipo, excepto de su madre y de una tal señorita Leroy -le expliqué a mi prometido-. Sin embargo, hoy llamó un tipo por teléfono que quería que le pase con él a toda costa, ni su nombre dijo y yo me olvidé de preguntarle, era el abogado rival de un juicio billonario.

-Ah -dijo Kentin, ahora entendía.

-Mi jefe dijo que me perdonaba por ser el primer día de trabajo, pero que a la próxima iba a echarme e informar a la universidad mi desempeño -dije mientras contenía las lágrimas-. Y yo necesito una buena nota para poder graduarme dentro de dos años.

-¿Pero le explicaste a tu jefe que no tenías idea? -preguntó Kentin.

-Sí, pero no creo que no haya servido de nada -dije mientras él entraba al garage del edificio-. Hoy no iré a la Universidad.

-¿Por qué no? -preguntó Kentin.

-Te juro que no estoy de ánimos -respondí, Kentin y yo entramos al ascensor en silencio, yo marqué el piso catorce y subimos.

-Pues entonces no iré a la Academia -dijo mi prometido con una sonrisa, yo lo miré-. Llamaré y diré que estoy enfermo, que comí algo que me hizo mal y asunto solucionado.

-Pero perderás la asistencia perfecta -le recordé preocupada, el ejército premiaba a los reclutas y personal que tuvieran asistencia perfecta con dos sueldos enteros a final de año, además del aguinaldo.

-Son solo $25.000 de bono, no es nada. Más me importas tú -dijo con una sonrisa. En realidad era muchísimo.

El ascensor se detuvo y las puertas se abrieron, sentimos olor a quemado, nos miramos y nos abalanzamos sobre la puerta del loft, al abrirla vimos a Aren tirado en el piso, riendo, mientras Alexy abanicaba con una revista un pollo hecho carbón en una bandeja, a Lysandro con cara de susto y un delantal, mientras Nathaniel negaba con la cabeza.

-¿Qué ocurrió? -preguntó Kentin mientras se descalzaba.

-Sucede que el caballero aquí presente quiso hacer la comida para que su princesita no tenga que cocinar y se olvidó la comida en el horno -dijo Nathaniel señalando a Lysandro.

-¿A-Alguien quiere comida china? -preguntó Lysandro con una sonrisa de culpa.

Yo me largué a reír, después de una pésima mañana.

El chico del restaurante de comida china llegó luego de unos cuarenta minutos, nos sentamos a comer en silencio aún con el olor a pollo quemado; Kentin faltaría al ejército esa tarde y yo a la Universidad, teníamos una tarde completa para nosotros dos solos, algo que hacía mucho no podíamos compartir.

Después de comer nos acostamos en la cama a ver televisión, los dos abrazados; estar así con él me hacía sentir muy amada y cómoda, sobre todo en los fuertes brazos de mi sexy prometido, pero la calma duró poco cuando el móvil de Kentin empezó a sonar con The Trooper, era el ringtone de Castiel.

-¿Qué quiere el colorado? -se preguntó Kentin mientras veía la pantalla de su celular, atendió la llamada-. Castiel, ¿cómo estás?

Su cara de serio pasó en milésimas de segundo a una cara de "WTF?!"

-¿Una batalla de bandas? ¿Y yo por qué? -preguntó mientras yo lo miraba aún más extrañada-. Castiel, yo no sé tocar ningún instrumento, ahora si me necesitas de seguridad... ¿¡Cantar!?

Yo me incorporé mientras lo miraba con los ojos abiertos y una ceja levantada.

-Pero, a ver... No se cantar, se rapear que es distinto, algo de lo que mi viejo no está orgulloso -dijo Kentin, se escuchaba el vozarrón de Castiel del otro lado diciéndole "¡Maricóóóón!"-. ¿Pero para que quieres que rapee? Si Lysandro canta espectacular, es más, hasta Annie se moja escuchándolo.

Yo le di un puñetazo en el hombro, algo que ni cosquillas le hizo.

-Mira, Castiel, no te prometo nada, ahora estoy con Annie y quiero pasar una tarde con ella -dijo Kentin ya con el ceño fruncido-. A la noche te llamo y te digo si acepto o no, ¿de acuerdo? ¿Puedes esperar hasta la noch...? ¿Castiel? ¡Castiel! Me colgó.

-¿Sabes rapear? -le pregunté mirándolo extrañada.

-Al estilo de Fred Durst y de Steve Aoki sí, como Eminem, no -dijo mi prometido mirándome con sus ojos verdes.

-¿Y eso te pidió Castiel? -pregunté-. ¿Qué te unas a su banda?

-Es sólo por esa batalla de bandas, dicen que necesitan algo un poco más Nü Metal que la poesía que hace Lysandro de rock romántico -me explicó Kentin mientras se reía.

-Pero las letras de Lysandro son hermosas -dije mientras recordaba el poema que él me había regalado en el instituto.

-Para un público cursi y femenino sí, pero la batalla de las bandas a la que se presentan esta vez el público va a ser simpatizantes del Metal pesado y Nü Metal, como Korn, Linkin Park y Limp Bizkit -dijo Kentin, suspiró mientras se relajaba en la cama.

-¿Y por qué Castiel te pidió a ti? No lo entiendo -pregunté mientras me acomodaba en él.

-Porque en la despedida de soltero de Leigh hicimos una competencia de rapeo y les rompí el culo a todos, por eso -respondió mi prometido, yo gruñí, no me gustaba la idea que Kentin se exponga así.

-¿Y qué cantarías? -pregunté.

-Rapear -me corrigió mi novio-. Castiel dijo tres o cuatro canciones de Limp Bizkit y luego un poco de Korn.

-Eso no es nada el estilo de la banda de Castiel -dije.

-Lo sé, pero Castiel ya está harto de las letras cargadas en sacarina de Lysandro, por eso quiere innovar un poco, cosa que me parece bien -dijo mi novio, yo me quedé callada-. Le dije que lo llamaría esta noche.

-¿Tú quieres participar? -pregunté.

-La verdad que me es indiferente, pero si es por ayudar a Castiel en lo que pueda... -suspiró Kentin-. Imagínate, el premio es de $200.000 para la banda ganadora. Castiel necesita el dinero para sus hijos.

-Pero ¿y Lysandro?

-Yo creo que Lysandro va a entender, él no tiene que alimentar a tres personas -dijo mi novio, yo me quedé callada mientras pensaba.

Era al vicio hacerle una escena de celos a Kentin por algo tan tonto como ayudar a un amigo en una batalla de bandas, aunque sabía que los lugares donde frecuentaba Castiel y su banda no eran de los que las chicas mantienen las manos quietas ni mucho menos, y Kentin tenía un bonito trasero para que ellas le pongan las manos encima, yo fruncí el ceño.

-Ya deja de pensar estupideces -me retó mi novio, divertido mientras se acostaba encima mío y jugaba con mi cabello.

-No sé de qué me estás hablando -dije, pero Kentin me conocía demasiado bien.

-Sé que piensas que me expongo y eso es algo que a ti no te gusta, pero debes entender que no lo hago por vanidad -dijo mi novio con una sonrisa-. Es para ayudar a Castiel.

-Sí lo sé -dije.

-Entonces, ¿por qué estás así?

-Porque los lugares a los que va Castiel las chicas no son muy santitos que digamos.

-¡Tú tampoco eres ninguna santita! Si Caroline se enterara de lo que hace su nena... -rio Kentin.

-Ya lo sabe -dije mientras me sonrojaba, Kentin abrió los ojos.

-¿Lo sabe? -preguntó mi novio.

-Sí, de hecho se dio cuenta cuando perdí la virginidad contigo. No sé cómo lo hizo, pero cuando se lo confirme se largó a llorar porque su hija ya era una mujer -dije, Kentin se sonrojó intensamente.

-Tu padre me va a matar -susurró, yo blanqueé los ojos.

-¡Vamos, Kentin! Seguro que en tu familia todos saben que tú y yo tenemos relaciones.

-De hecho así es -dijo, mi cara se puso aún más roja en milésimas de segundos-. Es más, hasta mi hermano me preguntó que tal eras en la cama.

-¡Voy a matar a Gaeil! -exclamé, tapándome la cara con las manos, Kentin estalló en carcajadas.

Separó las manos de mi cara y empezó a besarme con delicadeza, sus besos eran muy seductores y tiernos, como cuando nos besamos por primera vez.

Enredé mis dedos en su cabello y lo atraje más hacia mí, no podía dejar de tocarlo, era tan sedoso y suave, olía a Ralph Lauren, olía a Kentin.

Sus manos acariciaron mi cintura y empezó a subir por mis costillas mientras sus besos se hacían aún más profundos y excitantes.

-Kentin... -suspiré mientras él abandonaba mi boca y se localizaba en mi cuello, mientras me mordía y besaba yo me embriagaba en él... Tan poderoso, tan varonil, su cuerpo era una droga para mí.

Mientras sus manos subían lentamente por mis pechos, podía sentir como su respiración se hacía más tranquila. ¿Cómo hacía para estar así de relajado cuando mi corazón latía a mil?

Lentamente me sacó la blusa que estaba usando y empezó a desabrochar la falda tubo, hundió su rostro en mi sostén y olió mi perfume.

Me fue besando con delicadeza mientras me desprendía botón por botón, finalmente llegó a mi falda y la bajó con cuidado para dejar a la vista mis pantimedias negras.

-Te ves tremendamente sexy así -gruñó Kentin mientras continuaba besándome.

Yo me reí nerviosa, tomó el elástico de las medias y jaló de él con cuidado mientras yo levantaba mis piernas y las sostenía en el aire para que él me las quite, las arrojó fuera de la cama.

Las prendas iban cayendo al piso como las hojas de los árboles en otoño, y nuestra temperatura y deseo iban subiendo.

Finalmente, sólo me quedaba la ropa interior; Kentin se quitó su uniforme de sargento, mirándome con esa mirada suya, tan tierna como lujuriosa, se notaba que estaba disfrutando la agonía por hacerme suya, como casi todas las noches.

Me incorporé y empecé a besarlo mientras él continuaba quitándose la ropa, pasé la mano por sus pectorales y sus brazos musculosos, sus abdominales se contraían y relajaban conforme respiraba; jamás me cansaría de babearme con el cuerpo de mi prometido.

Se acostó sobre mí, podía sentirlo, fuerte y poderoso, como sólo Kentin sabía serlo; me acarició con cuidado los senos, a diferencia de otros días, hoy estaba siendo dulce y delicado, me estaba degustando y tomándose todo el tiempo del mundo en saborearme.

Desabrochó mi sostén, me lo quitó y tomó uno de mis pezones mientras con la otra mano acariciaba el seno que quedaba.

Estabamos completamente solos así que le di rienda suelta a mis gemidos, Kentin también se dejó llevar. Dejó el pezón que estaba lamiendo para pasar al otro, sus dientes me sacaban espasmos de placer y su respiración calentaba y lubricada el torturado pezón.

Me sacó las braguitas y luego él se quitó el bóxer camuflado que estaba usando, colocó su boca en mi sexo y le dio un dulce beso, ese beso tierno pasó a ser mucho más demandante e invasivo, introdujo su lengua en mí sin dejar de acariciar mi clítoris con el dedo.

Yo me retorcía en sus manos, me estaba volviendo loca de placer, me dejé ir una... Dos... Tres veces... Al cuarto orgasmo ya estaba mareada y jadeante.

-Kentin... -suspiré, él se rio.

-¿Cuatro orgasmos es demasiado para ti? -preguntó divertido.

-No, pero si sigues así me vas a hacer adicta al sexo -reí, me puse yo en posición dominante, esta vez.

Lo recosté en la cama, él se acomodó en las almohadas y empecé a besarle el cuello mientras con mi mano le acariciaba su miembro, el cual ya estaba duro y listo para mí, pero aún no saciaba mi sed de degustarlo.

Fui creando un camino de besos en su piel, descendiendo la mano por sus brazos mientras que con mis labios iba sorbiendo su esencia.

Llegué a su bóxer y con cuidado se los bajé, su parte más deliciosa se liberó, listo para mí... Lo tomé con cuidado entre mis manos y empecé a acariciarlo con cuidado de no lastimarlo con mis uñas mientras que mi lengua iba dándole atenciones.

-Mmmm... Annie... -suspiró mi prometido, yo sonreí al mismo tiempo que introducía lentamente su pene en mi boca, Kentin tuvo un espasmo al sentirme.

Tomó mi cabeza y se aferró a mis cabellos, mientras mi cabeza subía y bajaba lo mismo hacía su mano. Pude ver esa media sonrisa de cínico que tanto me gustaba.

Estuve así un rato hasta que me detuve ya que no quería que mi novio se corriera ahí, el estrés del trabajo me estaba matando y necesitaba descargar tensiones.

Kentin me recostó en la cama y me separó de piernas mientras se acostaba encima mío; lentamente empezó a introducirse en mí, lo sentía vibrar encima mío mientras que sus gemidos se unían con los míos, desprovistos de todo pudor al estar completamente solos en el loft.

Lo estaba haciendo despacio, sin prisa, con calma y dulzura, no había nada mejor para mí que ese lado tierno en mi novio al momento de hacer el amor.

-Te amo tanto, hermosa -susurró Kentin pegado a mi oreja, sus labios rozaron los míos y nos fundimos en un beso mientras él no dejaba de amarme.

Podía sentir como nuestras almas se fundían en una sola, mis uñas se clavaron en su espalda cuando intensificó sus movimientos y su profundidad, mis piernas se engancharon en sus caderas, haciéndome que me pegue más a él.

Era tan delicioso estar así con él, sentirlo solo para mí, sus colmillos de zorro se clavaron en mi cuello y yo gemí aún más fuerte.

-Ohhh... Kentin... -gemí mientras dejaba que sus colmillos me dejaran marcas en mí.

-Así, nena... -gruñó Kentin.

Mis gemidos y los suyos estaban coordinados, continuó aumentando paulatinamente su intensidad, estaba a punto de explotar...

-Kentin... ¡Me vengo... Kentin! -grité, y me dejé ir... Cinco orgasmos.

Kentin me besó los ojos, yo me zafé de él y me puse arriba, su parte estaba duro y palpitante, mojado y resbaladizo por el producto de mi placer.

Me subí encima de él y empecé a moverme con cuidado para que no se salga de mi interior, luego fui aumentando la fuerza y profundidad de mis movimientos.

-Ahhh... Annie... Eres la mejor... -gimió Kentin, hoy quería hacerlo gritar de verdad, fui cambiando de ángulo de penetración cada cierto tiempo, animándome a posturas cada vez más osadas... Hasta que se me ocurrió una idea...

Planté las plantas de mis pies en la cama lo más firme que pude y me acomodé.

-¿Qué estás haciendo? -preguntó mi novio.

-Intentando algo nuevo -dije con una sonrisa, si esto funcionaba, era una "master fucker".

Cuando lo sentí dentro mío, coloqué todo el impulso en mis pies y piernas... Y empecé a subir y bajar mientras su pene entraba y salía completo de mí a buena velocidad.

-¡Ah! ¡Annie! -gritó Kentin. «Lo logré» pensé-. ¡Annie, me vas a hacer... Me vas a hacer acabar!

No podía ser que para él sea tan intenso como para acabarse solo con un par de movimientos.

-¡Eres increíble! ¡Annie, en serio, para o me voy a venir! -gritó Kentin, yo me reí.

-Vamos, soldado, yo tuve cinco orgasmos ahora te toca a ti -dije divertida de ver a mi novio en ese estado.

-¿Quieres que acabe? -preguntó, yo asentí mientras me mordía los labios-. Bien, pero antes yo también quiero probar una postura nueva.

Se levantó de manera tan brusca que me asusté, me puso en cuatro patas y se aferró con fuerzas a mis caderas.

Me penetró mientras mi boca no paraba de emitir gemidos, siguió así, dándome duro mientras yo clavaba mis uñas en la colcha de la cama, sentía que se venía, la sensación en mí también estaba torturándome.

-¡Me vengo, me vengo! -gritó Kentin, y dejó salir todo su placer dentro de mí al mismo tiempo que acababa.

Aún unidos, dando pequeños espasmos de placer, nos acostamos uno al lado del otro, nos abrazamos y cansados, nos dormimos.

Castiel, Lysandro, Nathaniel, Kentin y yo nos reunimos en el departamento del pelirrojo; él no sabía que yo iba con Kentin, pero me negaba a dejarlo ir sólo, cuando nos abrió la puerta, frunció el ceño al verme con ellos.

-¿Qué hace Annie aquí? -preguntó el pelirrojo, Kentin no respondió, solo se encogió de hombros-. Eres más dominado de lo que pensaba.

Nos dejó pasar, el departamento estaba mucho más ordenado que la última que vez que había visitado a Castiel, Demonio estaba acostado en su cojín, moviéndonos la cola, alegre de vernos.

-Bueno, a ver... -empezó Kentin mientras se sentaba en el sofá, yo me senté a su lado-. ¿Cómo es esta historia?

-Sucede que el lugar donde nosotros vamos a tocar va a hacer un tributo al Nû Metal -empezó Castiel, sentándose en el sillón del frente a nosotros-. Y lamentablemente, las letras de Lysandro no dan para una presentación así.

-Hasta ahí entiendo, pero ¿por qué tengo que ser yo? -preguntó Kentin.

-Porque yo no sé rapear, Lysandro tampoco y Nathaniel menos -dijo Castiel cruzándose de brazos-. Serías el vocalista solo por esa noche.

-¿¡El vocalista!? -dijo Kentin, sorprendido.

-No será mucho, solo un par de temas y luego todo regresará a la normalidad -dijo Lysandro serio y formal-. Estoy de acuerdo con Castiel, mis letras no dan para un tributo al Nû Metal.

-¿Nosotros que tendríamos que hacer el coro? -preguntó Nathaniel, Castiel asintió.

-Por suerte, son solo diez canciones, imagínate que se presentan dos bandas más y son un máximo de quince canciones por banda -dijo Castiel mientras sacaba el folleto de esa noche, donde estaban los nombres de las bandas que se presentaban-. Dark Hourze es una buena banda, pero tienen un problema: que la vocalista es una chica.

Yo fruncí el entrecejo al escuchar ese comentario de Castiel, él se rio al ver mi cara.

-No te confundas, Annie, no estoy en contra de ustedes -dijo riendo-. Pero el Nû Metal es cosa de hombres, y estos capullos quisieron imitar a Evanescense o Épica y no les salió bien la cosa; sus puntos más fuertes son el baterista y el bajista, pero la chica da asco.

-¿Qué hay acerca de Hell's Hunds? -preguntó Kentin señalando a un grupo de varones con aspectos intimidantes, cabellos largos y con la cara con tatuajes maoríes en el rostro.

-Estos son los verdaderos hijos de puta -dijo Castiel, con mala cara-. Estos tipos tienen un estilo muy fuerte y marcado, ya van ganando siete encuentros seguidos y parece que nadie los va a poder sacar del trono.

-¿Qué temas tienes en mente? -preguntó Kentin observando con ojo crítico a los chicos.

-Algunos temas de Limp Bizkit, Linkin Park, Disturbed, Papa Roach, quizás algo de Korn, Rage Against the Machine y Carajo -indicó Castiel, Kentin se envaró.

-¿Y esa banda? -preguntó Kentin.

-Es una banda argentina, pibe -dijo Castiel imitando el acento argentino, yo me reí.

-¿Cuándo sería la batalla? -preguntó Nathaniel.

-En dos semanas -dijo, Lysandro se quedó duro.

-¿Dos semanas para practicar quince canciones? -preguntó-. ¡No hay tiempo!

-Por eso hay que practicar ya -dijo Castiel mirando con seriedad a Kentin-. ¿Qué dices? ¿Estás adentro?

-Cuenten con ello -dijo Kentin, yo tragué saliva.

No hablamos de lo de la batalla de bandas, no me gustaba para nada el hecho que Kentin se exponga de esa manera, pero estaba ayudando a un amigo y debía de respetarlo.

Las dos semanas que quedaban para la noche de la batalla de las bandas pasaron en un parpadeo. Durante esas dos semanas, Jeff me había pedido que me quede a hacer horas extra en su firma luego de salir de clases, así que lo que normalmente en mi vida era regresar a toda prisa al loft para poder pasar tiempo con mi novio, ahora estaba encerrada tras el escritorio, preparando informes y tecleando a toda velocidad lo que me dictaba Jeff.

Llegaba todos los días pasadas las once de la noche, horario en el que Kentin regresaba de los ensayos con los chicos, y aprovechaba para hacerme sus escenas de celos.

-¿Por qué debes quedarte hasta estas horas? -preguntó Kentin-. ¡Tú sólo eres pasante, no estás contratada! ¡Ese tipo se está abusando de que necesitas una buena calificación para hacerte trabajar gratis!

-Necesito esa nota para poder graduarme, y por el título hasta me prostituyo -le dije, tarde medí lo que había dicho.

-Espero que no lo digas en serio -dijo Kentin, sombrío.

-Sabes que sólo es un decir -dije mientras ponía los ojos en blanco.

-Pero de todas formas, no me gusta para nada que ese tipo te esté haciendo trabajar gratis -dijo Kentin serio-. Yo que tú lo denuncio en la Universidad.

-Mucho me costó poder conseguir la pasantía en su firma y no voy a desperdiciarla -dije, poniendo fin a la discusión.

El viernes, último día de ensayo de los chicos, Jeff y yo habíamos terminado de hacer un largo alegato para un juicio muy importante, estábamos los dos exhaustos, ya se acercaba la medianoche, estaba tomando mi abrigo y cartera para regresar al loft cuando Jeff me detuvo.

-Oye, Annie, te invito a tomar un trago -dijo con una sonrisa seductora-. Por todo el esfuerzo duro que has hecho durante estas dos semanas.

Yo me quedé unas milésimas de segundo para pensar... Si aceptaba Kentin me iba a matar.

-Jeff, me encantaría, pero tengo que regresar a mi casa -dije sonriendo-. Mi prometido toca mañana y debe de estar nervioso.

-Vamos, es solo un trago, no te quitaré más tiempo -dijo sonriendo, esa maldita sonrisa manipuladora... Supongo que un trago no me hará daño.

-De acuerdo, ¡pero sólo uno! -dije en modo de broma, Jeff sonrió.

-Sólo uno, lo prometo -dijo Jeff, salimos del edificio y mi jefe cerró la pesada puerta de madera tras él, hizo accionar una alarma y un Ferrari hizo cambio de luces en la calle de enfrente.

Con la boca abierta me acerqué al convertible, Jeff me abrió la puerta del acompañante y me invitó a subir, yo me acomodé en el asiento de cuero del lujoso auto y me abroché el cinturón de seguridad en lo que Jeff se subía a su asiento.

-¿A dónde vamos? -pregunté.

-¿Te gusta el sushi? -preguntó Jeff.

-Me encanta -respondí.

-Pues entonces vamos a ir a un bar de sushi -dijo, encendió el auto que ronroneo debajo de mis pies y salimos disparados hacia adelante.

Las luces de la ciudad se movían con velocidad, luego de unas calles, llegamos a la zona más cara y exclusiva de la ciudad, el Soho.

Jeff estacionó en frente de un bonito bar llamado "Koi", había mucha gente esperando para poder entrar, pero Jeff me pasó la mano por la espalda y me guio derecho a la puerta, donde el puertas abrió el cordón de terciopelo y nos dejó pasar.

Adentro había luces y buena música, todo estaba hecho de madera oscura con colores verdes y pasteles, el lugar estaba lleno, se notaba que ahí hacían un buen sushi.

Jeff me guio hasta la barra donde nos sentamos en unos taburetes, el barman se nos acercó y pidió nuestra orden.

-Un whisky en las rocas -dijo Jeff mientras se quitaba el abrigo-. Y para la señorita...

-Un Cosmopolitan -dije, el barman asintió.

-¿Y para comer? -preguntó, yo miré a Jeff, ¿íbamos a cenar?

-Una orden de Nigiri y Maki y otra de Uramaki -dijo Jeff, el barman asintió y le pasó el pedido al chef que se prestó a prepararlo.

-Emm... Jeff, dijimos que solo un trago -susurré, mi jefe se volteó a mirarme y me sonrió.

-Debes de tener hambre, ¿no es así? -preguntó, yo asentí-. Pues entonces come tranquila, yo te invito.

El barman regresó con nuestras bebidas, brindamos por el trabajo duro y que genere frutos y bebimos, mi Cosmo estaba delicioso, luego de unos minutos regresó el camarero con nuestra comida.

Nos dejó sake de cortesía, wasabi y salsa de soja, mientras comíamos alegremente, Jeff y yo fuimos conociéndonos más íntimamente, se había casado y divorciado dos veces, tenía una hija pequeña de unos ocho años, sus padres tenían una empresa de joyas y viajaban a Sierra Leigha continuamente para conseguir diamantes.

Yo le conté que era hija única, hija de ingenieros navales, de un pueblo pequeño en la costa, que tenía un novio con quien ya llevaba casi cuatro años de novia y uno de prometidos, que aún no teníamos fecha para la boda pero que todo se iba a solucionar.

-Debe ser algo duro, casarse tan joven -dijo Jeff mientras sorbía su sake-. Sólo tienes veintitrés años, ¿estás segura que quieres renunciar a tu juventud por casarte con tu novio de Instituto?

La pregunta me dejó helada.

-Sí, es más, es mi primer novio y nunca conoceré a alguien como él -dije, el celular me vibró, me había llegado un WhatsApp.

-¿Es tu primer novio? Annie, creo que estás cometiendo un error -dijo Jeff, yo lo miré y desbloquee el celular, era un WhatsApp de Kentin y eran pasadas las dos de la madrugada. Se me bajó la presión de repente.

"Dónde estás? Si me dices que sigues trabajando voy y le rompo la cara a ese explotador"

Con dedos temblorosos, tecleé mi respuesta.

"Estoy tomando un trago con Jeff y comiendo sushi, disculpa no vi la hora"

La respuesta de Kentin no se hizo esperar.

"COMIENDO SUSHI Y TOMANDO UN TRAGO CON QUIEN??!!"

"Con Jeff, mi jefe"

"AHHH... AHORA LO LLAMAS JEFF??!! NO SABÍA QUE TENÍAS ESE GRADO DE CONFIANZA CON TU JEFE, DÓNDE CARAJOS ESTÁS?!"

"En Koi, entre la 90 y la 57"

"YA MISMO VOY A BUSCARTE"

"No te enfades, sólo es un trago"

"ESTA NO TE LA DEJO PASAR, ANNIE"

Yo tragué saliva.

«Mierda», pensé, «mierda, mierda, mierda, mierda... La que se me va a armar». Jeff se dio cuenta de mi estado.

-¿Sucede algo, Annie? -preguntó Jeff, yo lo miré.

-Yo que tú me iría ahora mismo -le dije mientras me agarraba la cabeza.

-¿Y eso por qué? -preguntó.

-Porque mi prometido viene para acá y está furioso conmigo -le respondí-. Y no quiero que te rompa la cara.

Jeff se rio con ganas.

-Soy abogado, Annie, ¿crees que voy a dejar que un mocoso me toque un pelo? -preguntó mi jefe con una sonrisa maliciosa; a pesar de lo mucho que lo intenté, Jeff no quiso irse, y cuando Kentin llegó ya era demasiado tarde.

Kentin entró al local hecho una furia, llevaba aún la ropa del ejército, llegó pisando fuerte, yo temblaba como una hoja al viento.

JAMÁS en mi vida lo había visto así como estaba, por primera vez temí que fuera a hacerme algo.

-Annie -dijo con la voz tan sombría y fría que temí que fuera a matarme solo con mencionar mi nombre-. Nos vamos. YA.

-Así que tú eres el prometido de Annie, un gusto soy Martin Jefferson -dijo Jeff tendiendo su mano a Kentin, él lo miró con asco y lo ignoró, tomó mi abrigo y mi cartera y luego me tomó con fuerza la muñeca y me obligó a levantarme.

-¡Kentin! -me quejé, me estaba haciendo daño.

-Nos vamos para casa ahora mismo -dijo mientras me arrastraba por el bar, todos nos miraban.

-¡Suéltame, me haces daño! -exclamé mientras intentaba zafarme de la garra de mi prometido pero me tenía bien sujeta.

-Te mereces algo peor que esto -gruñó Kentin, me abrió la puerta del Jeep y me arrojó dentro, cerró la puerta y rodeó el auto para entrar por el lado del conductor.

-¡No puedes tratarme así! -exclamé cuando él se subió al auto.

-¿Y tú piensas que puedes andar por ahí con tipos que no conoces teniendo citas? -preguntó, fuera de sí mientras arrancaba el auto y salía con violencia hacia adelante-. ¿¡Hasta que hora pensabas coquetear con él!? ¿O acaso pensabas ir luego a un hotel?

-¡No fue una cita! ¡Solo fue una reunión después del trabajo! ¡Solo fue un trago! -exclamé harta.

-¡NO FUE ESO Y LO SABES! ¡TE ESTÁ SEDUCIENDO, TONTA, DATE CUENTA! -gritó Kentin-. ¡APRENDE A SEPARAR LAS COSAS DEL TRABAJO DE LAS PERSONALES!

-¡Y TÚ ERES UN GILIPOLLAS QUE NO PUEDES TOLERAR QUE OTRO ME DESEE PARA QUE TE ACUERDES QUE TIENES NOVIA! -le grité, Kentin clavó los frenos, haciendo que casi salga disparada por el parabrisas si no fuese por el cinturón-. ¡¿Qué mierda te pasa?!

-Bájate de mí auto -gruñó Kentin con las manos apretando el cuero del volante tan violentamente que lo escuchaba crujir.

-Kentin... -susurré.

-¡¡¡QUE TE BAJES-DE MI PUTO-AUTO!!! -gritó, yo me envaré, tomé mi cartera y mi abrigo, me quité el cinturón y me bajé, Kentin se estiró a la puerta y la cerró con violencia-. Vuélvete caminando.

Dicho esto arrancó el auto con fuerza, dejándome de pie y sola en aquella esquina.

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