Corazón de Melón con Chocolat...

By SolCnavesDaz

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Pasáte por la playlist del fanfic en Spotify y escuchá toda la música que seleccioné especialmente para mi ob... More

Irlanda
Secretos Familiares
Gaeil O'Connor, el Bastardo
Congeniando con el Enemigo
La Motocicleta de Gaeil
Los Hermanos Sean Unidos
Preparativos de Bodas
El Vestido de Rosalya
Animate
Despedida de Soltera
Mi Última Noche Como Soltero
El Amor en los Tiempos de Bodas
Salven a la Soldado Rosa
Annie, creo que...
La Confesión de Alexy
Matryoshka!
Monster
Yo los Declaro... Marido y Mujer
Juegos de Seducción
El Don de la Vida
Nacido para Matar
La Leyenda de Armin
Maximum Trolling
Gritos
Aún Te Deseo
Convivencia
Los Juegos del Hambre
Cantos de Fuego
Nuevos Compañeros
Los Mini
¿Y Si Atrasamos la Boda?
Keep Calm and Vámonos de Vacaciones
Copos de Nieve
La Dueña de la Voz Misteriosa
Girlfriends
Los O'Connor
Una Rosa Victoriana
Luces
Arly
Legalmente Annie
Tengo Trabajo Que Hacer
Celos
Mea Culpa
Tenemos Una Boda Que Planear
La Familia Se Agranda
Pre-Boda
Señor y Señora O'Connor
Noche de Bodas
Luna de Miel con Gusto a Ramen
Una Suegra para Annie
A tu Lado

Exámenes, Estrés y Una Boda Que Planear

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By SolCnavesDaz

Ámber le sonrió a Kentin. Se la notaba cansada, pero feliz al mismo tiempo. Castiel se encontraba mirando a sus hijos, casi con asombro y temor, quizás dándose cuenta de que había dejado de ser un chico libre y sin muchas responsabilidades a ser un hombre de familia responsable de tres vidas.

-La niña se llama Catherine y el niño Dylan -dijo Ámber. Los observé detenidamente, la niña tenía el cabello negro como su padre y el muchachito era rubio como su madre. Catherine abrió los ojos, eran verdes como los ojos de Ámber, me miró con desconfianza y frunció el ceño, en cambio Dylan miraba a todos lados con sus fríos ojos grises.

-Son preciosos -dijo Rosa mientras se acercaba con cuidado, colocando su cabello plateado de costado.

-Gracias -agradeció Ámber y bostezó abiertamente.

-Oye, Ámber, ¿quieres que te dejemos descansar y volvamos más tarde? -pregunté. Los niños la tenían día y noche despierta, reclamándole el pecho, pañales o atención.

-Se los agradecería enormemente, estoy muy cansada -suspiró, nos despedimos de Castiel y Ámber y salimos de la habitación.

-Yo tengo que ir a la tienda con Rosa, chicos -anunció Alexy mientras se reunía con la albina.

-A mi me espera Lily en el centro comercial para ir al cine -dijo Armin mientras se despedía con una mano-. Luego nos vemos, muchachos.

-De acuerdo -les dije y me despedí de ellos. Lysan, Nath, Kentin y yo nos dirigimos hacia la salida del hospital; los muchachos y yo estábamos en completo silencio.

-Es raro ver a tu hermana menor convertida en madre -reconoció Nathaniel mientras se rascaba la cabeza, yo lo miré. Cierto que ahora Nathaniel se había transformado en tío, Lysandro lo miró también.

-Es algo raro la verdad... ver a Castiel como padre... -confesó el albino mientras se acomodaba el cuello de su camisa-. Creo que ahora deberá madurar a la fuerza, no puede seguir comportándose como un niño, tiene dos grandes responsabilidades, y una mujer que mantener.

Kentin desactivó la alarma del Jeep y todos ingresamos.

-En realidad la responsabilidad es de ambos -observó Kentin mientras se ponía el cinturón de seguridad y encendía el motor-. Ámber tuvo que haberse cuidado y Castiel también, esos niños no tienen la culpa de la falta de cuidado de sus padres. Ahora los chicos tendrán que dejar de lado muchas cosas y hacerse cargo de dos niños.

Nos dirigimos en silencio hacia el loft, el clima estaba empeorando, los días se hacían más fríos y poco a poco la temperatura iba acercándose a los cero grados; según el informe meteorólogo, para este invierno se esperaba nieve.

La Copa del Mundo había comenzado y la selección nacional no había clasificado; sin embargo, Nathaniel, Kentin y Lysandro seguían los partidos religiosamente.

-Inglaterra si sigue así se va a quedar afuera -masculló Nathaniel mientras escuchaba el resultado del partido, Kentin se rio con ganas.

-Mejor, se lo merecen -rio el irlandés, él quería que gane Argentina ya que Irlanda, nuevamente, había quedado fuera del Mundial.

Nathaniel lo miró ceñudo. Lysandro, en cambio, estaba dividido entre Inglaterra y Francia, a mí... me daba lo mismo.

Llegamos al loft y entramos por el garage subterráneo. Recordé nuestro encuentro caliente con Kentin hacía unos meses y me sonrojé de sólo recordarlo. Bajamos del auto e ingresamos los cuatro al ascensor. Finalmente, llegamos al penthouse y salimos al pasillo, Kentin abrió la puerta y todos entramos mientras nos sacábamos el calzado; Lalo dormía muy complacido encima de la nevera mientras que mi perro se encontraba refugiado en su caseta, miré ceñuda al gato usurpador mientras Nathaniel lo tomaba en brazos.

Kentin se acercó a la contestadora la cual tenía cinco mensajes sin escuchar, mientras se reproducían, mi prometido se dispuso a preparar la comida.

-Hola, hermanito, soy Gaeil -dijo la voz de mi cuñado, yo sonreí al escucharlo-. Voy a pasar a visitarte con el viejo y el abuelo en estos días, mas te vale que me prepares unas Guinness o verás lo que es bueno, saludos a Annie.

-¿Tienes un hermano? -preguntó Nathaniel, pero el segundo mensaje se reprodujo luego del de Gaeil.

-Este es un mensaje para Kentin O'Connor, llamamos del servicio de catering a fin de que nos confirme la fecha de la boda, por favor. Comuníquese con urgencia.

Kentin y yo nos miramos mientras el siguiente mensaje se reproducía.

-Señorita Sucrette, nos comunicamos desde el salón de belleza para confirmar su reservación para el día de su boda, esperamos su llamada.

Me senté en el sillón, todo se estaba derrumbando. Todo lo planificado con meses de anticipación, todo se estaba yendo al demonio.

-Annie y Kentin, soy Douglas, el DJ. Necesito que me confirmen el lugar y hora en el que tengo que brindar mis servicios, me salió una buena oferta de trabajo, llámenme cuanto antes.

Finalmente el último mensaje se reprodujo y los cabellos de mi nuca se erizaron.

-Todo vuelve, Annie -dijo la voz que me venía acosando desde hacía meses. Kentin se quedó duro, Nathaniel y Lysandro también, yo me cubrí el rostro con las manos dejando salir lágrimas de frustración.

¿Cómo carajos había conseguido el teléfono de la casa? ¿Cómo sabía dónde, cómo y cuándo habíamos buscado a Donna para que sea nuestra organizadora? ¿A quién dañaba casándome? ¿A quién le había hecho tanto daño como para que no pueda unirme a la persona que amaba?

Estaba pronta a la fecha de parciales y debía de sentarme a estudiar. Lysandro y Nathaniel también tenían exámenes dentro de poco y Kentin tenía exámenes de finales de semestre mientras al mismo tiempo intentaba evitar que la boda no se vaya por la cloaca.

Mientras Lysan, Nath y yo estudiábamos en el comedor, Kentin estaba sentado en uno de los sillones con un cuaderno y un bolígrafo en una mano y el teléfono en la otra, llamando a todos los salones que había en la ciudad y en los alrededores, teníamos límite hasta mañana para confirmar un lugar y fecha o de lo contrario nos iban a cancelar todo, absolutamente todo.

-¿Y no tiene una fecha disponible en el mes de enero, aunque sea? -preguntó mi prometido, tenía la guía de teléfono abierta y con todos los salones marcados con separadores adhesivos, pero todos nos daban la misma respuesta: está todo reservado hasta dentro de dos años. Se restregó la cara, cansado-. No, no. Esa fecha no me sirve, es demasiado pronto, bueno... Si le cancelan alguna fecha entre noviembre, diciembre, o principios de enero, por favor hágamelo saber. Sí... Sí, Kentin O'Connor, gracias.

Colgó, revisó el número otro de los salones y marcó en el teléfono. Yo suspiré, Nathaniel me puso una mano en el hombro y sonrió levemente, yo le sonreí e intenté volver a concentrarme en mis estudios pero no entendía nada de lo que el autor hablaba sobre obligaciones civiles; me presioné el puente de la nariz.

Kentin volvió a fracasar en su intento de encontrar un salón para nosotros, se apoyó sobre sus rodillas y suspiró molesto. Sonó el teléfono de la casa y Kentin atendió.

-¿Hola? Sí, soy yo -dijo Kentin, me miró fugazmente y movió los labios diciendo "el DJ"-. No, aún no tenemos fecha... Sí sé que tienes una oferta de trabajo. Sí, lo sé... No, te juro que no hab{ia previsto que esto pudiera pasar, por eso te pagué por adelantado... No, disculpa, no...

Suspiró y se quedó callado mientras el DJ seguía hablando con él, la vena del cuello de Kentin se empezó a marcar, se acercó a la pared y le dio una piña tan fuerte que vibró todo el loft.

-De acuerdo -dijo con voz oscura-. Está bien, entiendo perfectamente. Gracias por todo y disculpa. Adiós.

Colgó y tiró el teléfono contra uno de los sillones, lanzó un insulto y se quedó quieto como estaba, agarrándose sus castaños cabellos con ambas manos.

-Kentin... -susurró Lysandro pero él lo frenó en seco.

-No me hablen -advirtió con tono cortante. Lysandro guardó silencio. Kentin tomó sus zapatillas para correr y se las calzó, se acercó a la puerta, tomó su campera y sus llaves-. Voy a correr, no me esperen para cenar.

Y se fue dando un portazo.

Kentin volvió muy tarde en la noche, todo sudado y agotado, había pasado más de tres horas corriendo. Algo que yo no podría hacer ni en cinco vidas. Mientras se quitaba su camiseta toda sudada, me incorporé en la cama y encendí el velador.

-¿Estás bien? -le pregunté. Kentin gruñó mientras asentía levemente. Me mordí el labio pues no sabía si contarle lo ocurrido en su ausencia, pero decidí que merecía saberlo-. Kentin, llamaron del servicio de catering y del salón de belleza. Y de las flores. Y también... del servicio de bartender.

Él me miró, esperando a que continuara y le diera el golpe de gracia.

-Nos dieron de baja todas las reservaciones -terminé diciendo.

Kentin bajó la mirada y se sentó en el borde de su lado de la cama, se apoyó sobre sus rodillas y empezó a llorar. Me acerqué y lo abracé por detrás mientras guardaba mis lágrimas.

-Discúlpame -susurró. Tomó mi mano con la suya cubierta por sus guantes de cuero-. Perdóname... pero es que estoy tan cansado... La escuela militar, la boda, la casa... No puedo con todo...

-No tienes por qué encargarte de todo, amor mío -susurré. Verlo así me rompía el corazón-. Dejemos la boda de lado hasta que terminamos con los exámenes, ¿te parece? Total, ya no podemos hacer más nada sin las reservaciones.

Él asintió, se limpió las lágrimas y se dio vuelta para besarme; yo lo recibí con mis labios. Kentin se recostó sobre mí y empezó a subir mi camisón mientras apagaba la luz del velador.

Me levanté de mi banco en el examen de Derecho Penal Especial con la hoja de examen en una mano y mi cartera en la otra, me la colgué al hombro y tomé mi abrigo. Caminé entre medio del resto de mis compañeros mientras ellos me miraban pasar, me acerqué al escritorio del Doctor Jamón y le entregué el examen.

-Firme aquí, por favor -pidió y me alcanzó la planilla de asistencia. Grabé mi firma y me despedí de él; salí con cuidado de no hacer ruido y cerré la enorme puerta de madera.

Miré mi reloj, eran cerca de la una de la tarde. Podría hacerle una visita a Castiel y a Ámber, a quienes no veía desde que había empezado a estudiar fuerte.

Me coloqué mi abrigo y salí del edificio de la Facultad de Derecho. Estaba haciendo mucho frío y había pequeños copos de nieve que flotaban en el aire, me calcé mi gorro en la cabeza y me dirigí a la parada del bus. Me crucé con muchos niños, seguramente contentos ya que ese día era el último día de escuela, las vacaciones de invierno comenzaban hoy, para todas las instituciones educativas, incluida mi universidad. Alcancé el bus, pagué el boleto y me senté en uno de los asientos con ventanilla mientras me ponía mis cascos y reproducía mi música en el teléfono.

Las casas pasaban con velocidad. El departamento de Ámber y Castiel quedaba bastante alejado de la ciudad, recordaba el trayecto desde aquella vez que había ido con Nathaniel a la fiesta de cumpleaños de Castiel, pero era la primera vez que iba sola. Luego de media hora en bus, presioné el botón de parada y descendí a sólo media cuadra del departamento de los Rhodes. Los árboles estaban sin hojas y no había nadie en las calles, me acerqué al portero eléctrico y presione el botón del departamento de Castiel. Esperé a que levantaran el tubo, pero en vez de eso simplemente me dejaron pasar.

Con cara de extrañada empujé la puerta y subí las escaleras hasta el segundo piso. Toqué el timbre del departamento, escuché los cerrojos correrse y luego, tras la puerta, apareció una Ámber con ojeras y el cabello recogido en un rodete despeinado, un niño rubio en brazos y una toalla en su hombro. Ambas abrimos los ojos con sorpresa.

-¡Annie! -exclamó al verme. Yo no podía ni sonreír de la sorpresa de ver a Ámber de esa manera, la maternidad no le estaba sentando bien. Me imaginaba que tener dos niños iba a ser mucho, pero ver a esa rubia infartante, que hacía unos años rompía corazones en el Sweet Armonis, tan DEMACRADA era demasiado-. ¿Qué haces aquí? Pensé que era el chico del delivery, por eso te abrí sin atender.

-Hola, Ámber -la saludé con una sonrisa, la rubia mecía al bebé. La miré-. ¿Puedo pasar?

-Ay, sí. Disculpa -dijo y se hizo a un lado-. No solemos recibir muchas visitas, salvo mi hermano, Lysandro y la niñera.

Le eché un vistazo al departamento de Castiel. Había cambiado mucho, principalmente no estaba tan desordenado cuando Ámber y sus hijos no vivían aquí.

Castiel se encontraba roncando en el sofá, tirado completamente abierto, Ámber se acercó y lo golpeó en el pecho.

-¡Castiel! -le dijo. El aludido despertó casi de inmediato, secándose la baba-. Annie, está aquí.

-Asghh... Sólo estaba descansando los ojos -farfulló más dormido que despierto. Yo no pude evitar reírme-. ¿Annie?

-Sí. Sostén a Dylan, ¡y no te duermas! -le advirtió y le pasó al bebé, Castiel lo recibió intentando despertarse-. Tengo que darle el pecho a Catherine.

-¿Ya eructó? -preguntó en medio de un bostezo.

-Sí. Ponte cómoda Annie, ya vengo -dijo Ámber y corrió a donde era la habitación Lysandro. Miré a mi alrededor intentando buscar un asiento pero todo estaba cubierto por toallas, bolsas, juguetes, etc. Recogí una toalla con la punta de los dedos y me senté en el sillón, Castiel seguía bostezando.

-¿Quieres que te tenga a Dylan, Castiel? -me ofrecí.

-Si no fuese porque va a armar un escándalo infernal, te diría que sí -respondió el pelirrojo-. Pero mi hijo sólo puede dormir en mis brazos o en los de Ámber. Se altera si lo toma otra persona o si lo ponemos en el cochecito o en la cuna.

Ámber regresó de la habitación de los mellizos cargando a Catherine.

-Hubieras avisado que venías, al menos así Castiel habría tenido un pretexto de limpiar -suspiró Ámber mientras corría con impaciencia un abrigo de uno de los sillones y se sentaba con la niña en brazos; desprendió su camisa y sacó su seno lleno de leche a la vista de nosotros dos. Me sonrojé intensamente y bajé la mirada, era la primera vez que veía el pecho de mi amiga desnudo-. Oh vamos, Annie. Estas cosas sólo sirven para alimentar un bebé, nada más.

Yo tosí nerviosa mientras Castiel se reía con ganas.

-Pe-Perdón por no avisarles -tartamudeé mientras me acomodaba en mi asiento-. Acabo de entrar en vacaciones y decidí hacerles una visita.

-¿Cómo va todo para la boda? -preguntó Castiel, no quería entrar en ese tema, así que mentí.

-Va todo muy bien -respondí en pocas palabras-. ¿Qué tal la vida de padres?

-Un sueño hecho realidad -suspiró Castiel. Bostezó con la boca bien abierta-. Como verás, apenas puedo dormir. Estos dos tienen los horarios cambiados y no podemos hacer que duerman o estén despiertos los dos al mismo tiempo. Así que tomamos turnos para poder atenderlos. Yo duermo de noche y Ámber de día, aunque ayer ninguno de los dos pegó un ojo por los cólicos de Dylan.

-Bueno, apenas tienen unas semanas de nacidos -observé.

-¿Quieres tomar algo, Annie? -preguntó Castiel con Dylan aún en brazos, yo negué con la cabeza.

-Te lo agradezco -contesté. Aunque la verdad no me apetecía mucho tomar nada debido al olor a vómito y pañal sucio que había en el departamento. Me parecía mucho más sensato tomar agua de Chernóbil.

Continuamos hablando hasta que me despedí cerca de las dos de la tarde, ya que Ámber debía preparar el almuerzo para ellos dos y seguramente mis compañeros de piso debían de estar esperándome para comer. Efectivamente así fue, ya que cuando llegué, Alexy estaba sirviendo la comida.

Nathaniel estaba saliendo de la ducha, Kentin y Armin jugando a los videojuegos y Lysandro escribiendo.

-Annie, ¿dónde estabas? -preguntó Lysandro levantando sus ojos bicolor de su libreta.

-Estaba en casa de Ámber y Castiel -respondí en pocas palabras, me quité las botas y me puse mis pantuflas. Lalo se acercó ronroneado y mi perro ladraba del otro lado de la mampara de vidrio.

-¿Con mi hermana? -preguntó Nathaniel, yo asentí-. ¿Y llevaste traje radiactivo?

Lysandro se rio disimuladamente.

-Ese lugar es un desastre -suspiró.

-A comeeeer -anunció Alexy. Nos acercamos a la mesa del comedor.

-¿Qué cocinaste, Al? -preguntó Armin, pero al ver el plato se oscureció su mirada, había hecho tarta de brócoli.

-¡No pongas esa cara, debes comer vegetales y lo sabes! -dijo Alexy mientras lo amenazaba con la espátula de servir la comida.

-¡No voy a comer eso! ¡Sabes que no me gusta NINGUNA VERDURA! -masculló su gemelo.

-¡Las papas fritas están hechas de una verdura! -le recordó Alexy.

-¡Pero al menos tienen gusto! -replicó Armin.

Al final, el pelinegro se comió la tarta de brócoli de su hermano... Luego de ponerle papas fritas y cheetos encima. Luego de comer, Nathaniel limpió los platos mientras yo levantaba la mesa. Estaba terminando de pasar el trapo al mueble cuando sonó el timbre del departamento, me acerqué a la puerta, corrí los cerrojos y la abrí.

-Hello, Galway girl -dijo Gaeil del otro lado de la puerta cuando les abrí. No sólo estaba allí mi cuñado sino también Thomas y el abuelo Rick.

-Hola, pequeña -me saludó Rick, Thomas me guiñó un ojo.

-¡Rick! ¡Thomas! ¡Gaiel! -exclamé muy emocionada. Kentin, al escuchar las voces de sus familiares, salió de nuestra habitación, con una expresión de sorpresa en el rostro.

-¿Qué están haciendo aquí? -preguntó mi prometido, sorprendido pero feliz.

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