Corazón de Melón con Chocolat...

By SolCnavesDaz

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Pasáte por la playlist del fanfic en Spotify y escuchá toda la música que seleccioné especialmente para mi ob... More

Irlanda
Secretos Familiares
Gaeil O'Connor, el Bastardo
Congeniando con el Enemigo
La Motocicleta de Gaeil
Los Hermanos Sean Unidos
Preparativos de Bodas
El Vestido de Rosalya
Animate
Despedida de Soltera
Mi Última Noche Como Soltero
El Amor en los Tiempos de Bodas
Salven a la Soldado Rosa
Annie, creo que...
La Confesión de Alexy
Matryoshka!
Monster
Yo los Declaro... Marido y Mujer
Juegos de Seducción
Nacido para Matar
La Leyenda de Armin
Maximum Trolling
Gritos
Aún Te Deseo
Convivencia
Los Juegos del Hambre
Cantos de Fuego
Nuevos Compañeros
Los Mini
Exámenes, Estrés y Una Boda Que Planear
¿Y Si Atrasamos la Boda?
Keep Calm and Vámonos de Vacaciones
Copos de Nieve
La Dueña de la Voz Misteriosa
Girlfriends
Los O'Connor
Una Rosa Victoriana
Luces
Arly
Legalmente Annie
Tengo Trabajo Que Hacer
Celos
Mea Culpa
Tenemos Una Boda Que Planear
La Familia Se Agranda
Pre-Boda
Señor y Señora O'Connor
Noche de Bodas
Luna de Miel con Gusto a Ramen
Una Suegra para Annie
A tu Lado

El Don de la Vida

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By SolCnavesDaz

Los últimos días que nos quedaban de vacaciones se fueron volando y finalmente teníamos que regresar a la Capital para poder continuar con nuestras vidas universitarias. Nuestro loft nos esperaba, igual que siempre, a diferencia que ahora Rosa se había casado y ya no vivía con nosotros, entonces su dormitorio estaba vacío. Durante las vacaciones en el pueblo, Armin había recogido las cosas que habían quedado en su casa luego de la pelea con sus padres y las había llevado a casa de Kentin, no había sanado lazos con su familia todavía, al parecer por vergüenza, de manera que volvimos cargado de cosas, igual que cuando nos mudamos a la Capital, hacía ya un año.

Subimos con Fuser por el ascensor hacia el penthouse, nuestro loft seguía igual que siempre: Los tres dormitorios, el balcón terraza, el lavadero, dos baños, living-comedor-cocina y una vista espectacular a la ciudad. Quedaba cerca de la Facultad de Derecho y de la escuela de corte y confección a la que asistía Alexy con Rosa, aunque esta última estaba en su luna de miel con Leigh, recorriendo las principales capitales de la alta costura: Paris, Viena, Milán, Londres y Nueva York.

-Guau, qué callado está todo sin la gritona de Rosa -observó Armin cuando dejó su equipaje en el dormitorio que compartía con Alexy, había querido usar el de Rosa pero su hermano gemelo se lo impidió diciendo que sería ocupar su lugar.

-La verdad que cambia bastante sin Rosalya criticando a Annie como vestirse para ir a la universidad -se burló Kentin, eso me recordó que debía inscribirme en las materias de ese año, para mi tranquilidad podía cursar todas las materias excepto dos que era correlativas con las otras tres que había suspendido el año pasado. Tomé mi portátil e ingresé al sitio web de la universidad.

Kentin abrió el refri y sacó una Guinness, la destapó con su navaja y sorbió un poco.

-¿Qué haces, linda? -me preguntó mientras me veía con la computadora.

-Me inscribo para las materias de este año -le dije mientras seleccionaba las que iba a hacer, cuando me inscribí apagué la laptop y la cerré-. Listo, ¿tú tienes que seguir en el internado?

-No, ya no -dijo con una sonrisa-. Por suerte me gané el derecho de venir a dormir con mi prometida todas las noches.

Sin soltar la botella, me rodeó la cintura con los brazos y besó mis labios, yo le devolví el beso mientras me reía.

-Eso me recuerda... Hay que poner fecha -me dijo mientras me acariciaba el cabello-. ¿En qué época quieres que vayamos a Japón?

-Estaba pensando en ir para diciembre, después de mi cumpleaños -le dije con una sonrisa.

-A ver, ven organicemos esto -dijo Kentin mientras me guiaba a los sillones, tomó una hoja del cuaderno de anotaciones que teníamos al lado del teléfono, un bolígrafo y se sentó-. Si quieres que nos casemos en Diciembre, vamos a tener nieve en Japón, ¿te parece bien?

-Por mí sin problemas -le dije mientras le ponía los pies en el regazo, Kentin hizo de olerme los pies y puso cara de asco.

-Oshtia tía, pero que olorcillo que tenemos en los piesh -dijo imitando el acento de los españoles. Abrí los ojos sorprendida mientras me reía.

Posh mira quien habla, chaval! El que al regresa' del ejército, se saca la' bota' y nos morimos to' aquí -le respondí mientras él estaba tentado de la risa-. ¡Y olé!

A Kentin le agarró un ataque de risa y a mí también, me acarició las piernas y continuamos verificando todo mientras yo jugaba con las manos.

-¿Qué lugares quieres conocer de Japón? -me preguntó Kentin-. O sea, tú eres la otaku aquí, conoces más de Japón que yo.

-Tokio, por supuesto, Kyoto, Nara, Osaka, Hiroshima, Nagasaki... -empecé a enumerar, pero Kentin me interrumpió.

-¿Los lugares de las bombas nucleares? -preguntó con una cara de sorpresa-. ¿Por qué quieres ir allí?

-Es parte la historia de la humanidad, quiero ir a presentar mis respetos por todos aquellos que murieron. -expliqué con seriedad. Ahí iba mi espíritu loco y altruista, nunca le había dicho a Kentin que el mayor de mis deseos no era conocer el mundo, sino entrar en la ONU y contribuir a la paz mundial.

-Muy bien, linda. Entonces Hiroshima y Nagasaki, ¿qué más?- preguntó Kentin mientras anotaba todo en el cuaderno.

-Miyajima, Sapporo y Okinawa -dije mientras veía como Kentin escribía desastrosamente en la hoja los nombres de las ciudades que quería visitar, leí que puso "oquinagüa".

-Perfecto, voy a estudiar el archipiélago de Japón y organizamos el viaje -dijo con una sonrisa, luego dejó el cuaderno y se acostó encima mío para encerrarme entre su cuerpo y el sofá-. Pero ahora quiero estudiar otro paraíso terrenal.

No pude evitar reírme mientras él me mordía el cuello.

El primer día de universidad lo recibí con una tormenta que caía torrencialmente, con mi enorme paraguas corrí hacia el hall de entrada de la Facultad de Derecho con unos libros en una mano y el resto de mis útiles en la cartera. Muchos alumnos se habían reunido allí a conversar mientras esperaban el inicio de sus horas de clases, los profesores iban y venían entre los pasillos y otro grupo de chicos estaban colgando anuncios en el tablón de novedades; yo me acerqué y observé lo que estaba pegado ahí pues siempre era útil cuando se buscaban apuntes de segunda mano.

"Club de Natación, te esperamos todos los días en la 16ta. Avenida, dictamos clases para los principiantes, inscripción $60, cuota mensual $200."

"Gratificaré la devolución de una cartera Channel que perdí el día 13/11/13 en el aula 3-B, llamar al número XXX-XXXX".

"Grupo de debate político, todos los martes y jueves de 5 a 8pm en el aula 11-A, traer comida y muchas ganas de discutir."

"XLII Encuentro de Olimpiadas de Derecho, inscripciones abiertas hasta el 14 de abril."

"Lucrecia, perdóname, soy un imbécil, no le tuve que mirar las tetas a la profesora de Economía, por favor perdóname, Marcos".

-Así que Marcos otra vez le miró las tetas a la profe de Derecho Económico -dijo una voz masculina detrás mío.

Yo pegué un sobresalto y me giré, era un muchacho alto como Lysandro, de uno o dos años mayor que yo, de cabello y ojos negros, nariz aguileña, un poco de ojeras, labios carnosos y tenía el pelo parado en la parte de la nuca, vestía un saco de vestir con un jean claro y una remera roja, un cuaderno de anotaciones debajo del brazo y la mano izquierda en el bolsillo.

-Este tarado lo único que hace es mirarles las tetas a las profesoras -Dijo mientras se reía para sus adentros-. Lucrecia siempre lo perdona si se humilla.

No entendía por qué me estaba hablando, ni modo... Le sonreí tímidamente y continué con mi camino al aula donde tenía Derecho Internacional Público, cuando entré vi a algunos chicos sentados, no había demasiados, faltaban unos minutos para que comience la clase, elegí un asiento en el medio del salón en la tercera fila y esperé mientras consultaba mi horario.

Ese día tenía Internacional Público, Derecho Reales, Derecho Constitucional, Filosofía del Derecho. Recursos Naturales y Derecho Penal. Me había mareado de tanto leer la palabra "derecho". Por la puerta del aula entró el muchacho que me había hablado en el pasillo junto con otras dos chicas: Una rubia que me recordó mucho a Ámber, delgada y de ojos grises, y una pelirroja, gordita, de cabello corto y penetrantes ojos celestes, se sentaron en la misma fila que yo, pero al frente de todo. Detrás de ellos entró un hombre de mediana edad, tenía una sonrisa bonachona en los labios, cabello entrecano, un poco de barriga y llevaba traje, sin dudas era el profesor.

-¿Cómo les va? -preguntó con una sonrisa, nos observó a todos, que no éramos más de veinte y negó con la cabeza-. Todos los años lo mismo, ¡vengan, acérquense! No muerdo, utilicemos las cuatro primeras hileras, hagámonos amigos.

Se escuchó las sillas arrostrándose y nos sentamos donde el profesor nos había indicado, cuando estuvimos todos ubicados, él se frotó las manos con energía y se sentó en el borde del escritorio.

-Muy bien, antes que nada me presento, soy el doctor Nallim y doy clases de Derecho Internacional Público -dijo el doctor, ya me caía bien, era divertido, informal, enérgico. Seguramente esta materia sería mi favorita-. Y como somos muy poquitos, quiero que se presenten uno por uno, digan su nombre y apellido, edad y cuál es su comida favorita.

Todos nos reímos, y uno por uno nos fuimos presentándonos hasta que llegó mi turno, me puse de pie y me presenté.

-Mucho gusto, me llamo Annie Sucrette, tengo veinte años y mi comida favorita son los chocolates -dije con simpleza, el doctor me miró divertido.

-Pero algo más debes comer, no solo chocolates -dijo sonriendo.

-Sí, me gustan mucho las pastas y pescados, aunque lo cambiaría sin dudar por un delicioso chocolate semiamargo-expliqué. El doctor Nallim sonrió y me senté, pensé que se iban a presentar el muchacho que me habló con las otras dos muchachas pero en vez de eso, los presentó el doctor.

-Y ahora quiero presentarles a mis ayudantes de cátedra, nos van a acompañar durante todo el año y estarán a su disposición si tienen dudas o alguna consulta -dijo y el muchacho de cabello negro, la rubia y la pelirroja se pusieron de pie y pasaron al frente-. Ellos son los doctores Erick Grey, Greta Schennider -señaló a la rubia-. Y Bertha Rías.

Yo los miré sorprendida, ¿eran abogados? No parecían en lo más mínimo, saludaron y luego se volvieron a sentar para que la clase continúe.

Salí de clases para almorzar. Hasta el día de hoy no había logrado hacer amigos en la universidad a causa de mi incidente el año pasado, pero apenas era el primer día, así que no me iba a apurar. Si bien estaba nublado corría un viento muy cálido, estaba sudando a mares y necesitaba urgente una ducha.

Cuando llegué al loft abrí la puerta del edificio y saludé al señor Benitez, el portero que cuidaba que nadie ajeno al edificio entre.

-¿Qué tal el primer día, Annie? -preguntó con una sonrisa, era un hombre latino, moreno, de ojos marrones y canoso, muy amable y unas cuantas arrugas, pero lleno de vida.

-Muy bien, por suerte -dije con una sonrisa-. ¿Llegó correo, Pedro?

-Aún no, pero apenas llegue te lo pasaré por debajo de la puerta -Me dijo sonriéndome, aunque negué con la cabeza.

-Por debajo no, acuérdese que tengo un perro. Mejor avíseme y lo bajaré a buscar -le pedí mientras apretaba el botón del ascensor.

-De acuerdo -accedió y entré al ascensor, presioné el botón del piso catorce y las puertas se cerraron. Subí en silencio y me miré en el espejo ¡Mi cabello! Con la humedad se había inflado, y yo me había paseado por la universidad así, me lo alisé con los dedos y salí refunfuñando mientras buscaba las llaves en la cartera; abrí la puerta y entré.

-Estoy en casaa~~ -dije al entrar, no me respondió nadie. Seguramente Alexy estaba en la tienda de ropa, trabajando, Kentin estaba en la academia pero Armin no sabía dónde estaba.

Me saqué los zapatos de un puntapié pues, al ser el loft estilo zen, el piso era de madera lustrada y entrar con tacos era rayar todo el parqué, así que como los japoneses mis compañeros de piso y yo no sacábamos el calzado antes de entrar y andábamos descalzos por la casa.

Dejé la cartera en el sillón y vi que había tres mensajes en la contestadora, los accioné y escuché.

-Hola, linda, soy yo -dijo la voz de Kentin, yo sonreí-. Tienes el celular apagado, cuando escuches este mensaje llámame, quiero que salgamos a cenar por nuestro aniversario de formalización, te amo, hermosa, te veo a la noche.

¡¡EL ANIVERSARIO!! ¡¡Mañana cumplía tres años de novia!! ¿Cómo puedo ser tan imbécil? Encima ni siquiera le había comprado algo a Kentin, mientras me daba de topetazos contra la pared, el segundo mensaje se reproducía.

-Hola, Annie, soy Ámber -dijo la voz de la futura mamá-. Mañana a la tarde tengo la segunda ecografía y me gustaría que me acompañes ya que Castiel va a estar ocupado y Nathaniel también, ¿quieres venir? Cuando escuches este mensaje, llámame, tienes el celular apagado, besos.

Revisé mi celular y efectivamente, lo tenía apagado, lo prendí y mientras ingresaba la clave de acceso se reprodujo el último mensaje.

-Vas a pagar por todo, Annie -dijo la voz de una mujer, los pelos de la nuca se me erizaron, era la misma voz de hace un mes, yo reproduje de nuevo el mensaje-. Vas a pagar por todo, Annie.

Era la misma voz que me había mandado ese mensaje de audio por WhatsApp hacía unas semanas atrás, y ahora había conseguido el número de mi apartamento. Esto ya estaba llegando a límites insospechados y empezaba a temer por mi seguridad. Lo reproduje hasta el hartazgo, tratando de averiguar quién podía estar detrás de ella, y sólo cuando me rugió el estómago del hambre dejé la contestadora de lado y me puse a preparar el almuerzo.

Había terminado de almorzar cuando Armin entró por la puerta, Fuser salió a recibirlo.

-Hola, An-chan -dijo Armin cuando entró, se lo notaba cansado.

-Armin, ¿dónde estabas? -pregunté mientras dejaba mi plato en el lavadero.

-Estaba repartiendo currículums, quiero empezar a trabajar -dijo mientras me mostraba la carpeta vacía, eso me sorprendió.

-¿De verdad? Es maravilloso -le dije y puse un poco de detergente en la esponja-. ¿Tienes hambre? ¿Quieres que te cocine algo?

-No te preocupes, ya me cocino algo yo -respondió mientras acariciaba a Fuser-. ¿Qué tal la universidad?

-Bien, muy bien. A próposito, necesitaría que me ayudes con algo -le pedí cuando terminé de lavar lo que había usado.

-Lo que quieras -aseguró. Me acerqué a la contestadora y le reproduje el mensaje de esa voz desconocida, él frunció el ceño y escuchó atentamente una y otra vez la grabación.

-Parece que lo hayan hecho con un programa de voces, pero lo analizaré con la computadora para estar más seguros y te diré -dijo y me revolvió el pelo con alegría-. Mientras tanto no te preocupes, nadie querría hacerte daño, eres tan tierna como un osito.

Yo le saqué la lengua y me dirigí a mi cajón privado y secreto de snacks, tomé un chocolate Milka de los muchos que había ahí, rompí el envoltorio y empecé a disfrutarlo mientras me preparaba para hacer la limpieza.

Luego de limpiar todo el loft y los "regalos" de mi perro, me duché y fui al centro a comprar el regalo de imprevisto para Kentin, no tenía idea que le podía regalar así que estuve dando vueltas un buen rato hasta que vi algo que me llamó mucho la atención: Había una promoción en vitrina de todos los discos originales de AC/DC a un buen precio, entré y los compré, les pedí que sea para regalo y volví a las corridas al loft.

La humedad había vuelto a hacer de las suyas, así que me volví a duchar (segunda vez en el día) y alisé mi cabello; mientras esperaba que la planchita para el pelo esté caliente, quedaba con Ámber para mañana a las cuatro de la tarde para su cita con el obstetra.

Cuando estuve lista elegí mi mejor ropa y la dejé aparte, escondí el regalo de Kentin y lo esperé, estaba viendo televisión con Amin cuando escuché la risa de Kentin y Alexy del otro lado de la puerta, las llaves en el picaporte y la puerta abriéndose. Pasaron mi prometido y el hermano gemelo de Armin, se sacaron el calzado y entraron.

-¡Ya llegamos! -dijo Kentin mientras se sacaba las botas de combate.

-Okaeri -dijo Aren con una sonrisa, Alexy lo miró.

-¿Cuántas veces tengo que decirte que no entiendo cuando me hablas en chino? -le dijo. Armin y yo casi le saltamos a la yugular.

-¡No es chino, es japonés! -le respondimos al unísono. Kentin se rio.

-¿Qué quiere decir "okaeri"? -preguntó dejando el bolso del ejército en el piso-. Me va a servir aprender para cuando viaje a Japón.

-Quiere decir "bienvenido a casa" -dije mientras lo saludaba con un beso-. Cuando una persona llega dice "tadaima" y la persona que está en casa la saluda diciendo "okaeri". Son modales japoneses.

-Ah, mira, ¿y qué digo cuando me voy a trabajar? -preguntó Kentin mientras se sacaba la campera.

-La persona que se va dice "Itte kimasu" y la que se queda en casa dice "itte rasshai" -le enseñé mientras Armin y Alexy estaban discutiendo-. Significa "me estoy yendo" y "vuelve pronto".

-Que japoneses locos, ¿no es más fácil decir "nos vemos"? -Preguntó Alexy, su hermano lo agarró del cuello y le dio un capón.

-¡Deja de ser tan burro y aprende idiomas, hermanito! -Dijo Armin, riéndose.

-¡Tú cállate, que si no fuese por esos malditos videojuegos nunca habrías aprendido inglés! -le gritó.

-¡Al menos sé hablarlo, no como tú, "coman mamey"! -se burló el pelinegro. Mientras ellos dos discutían Kentin y yo nos retiramos a nuestra habitación.

-Esos dos... No entiendo como no se mataron mutuamente cuando estaban en el vientre de su madre-Dijo Kentin riéndose, vio la ropa que había dejado separada para la cena-. Veo que ya tienes todo preparado.

-Claro, ¿quieres que te dé tu regalo ahora, o más tarde? -pregunté mientras lo abrazaba.

-Mejor dámelo cuando volvamos de cenar -respondió guiñándome el ojo. Me besó y se fue a duchar, yo aproveché su ausencia y me vestí, para la ocasión, me maquillé y perfume. Salí de la habitación y esperé a Kentin en la sala; él salió al poco tiempo, y al verme, se quedó duro y mordiéndose el labio se acercó a mí.

-¿Por qué siempre que te pones pantimedias negras causas este efecto en mí? -dijo señalándome su entrepierna, me agarró un ataque de risa y me puse colorada.

-Déjate de juegos y vamos -sugerí roja de la vergüenza, nos calzamos y salimos el loft.

La cena estuvo entretenida y deliciosa, fuimos a un restaurant de comida mexicana, pedimos unos tacos y nachos, bebimos tequila y regresamos a casa cerca de las una de la madrugada. Al entrar le pude dar su regalo, le encantaron los CD's, y él me dio el mío: El último libro de Dan Brown, "Infierno".

Era el último libro que me faltaba para completar mi biblioteca personal. Le di un beso y puse mi libro nuevo al lado de "El símbolo perdido". Quedaba perfecto haciendo equipo junto con "El Código Da Vinci" y "Ángeles y Demonios", lo volví a sacar y sentí el aroma de las hojas nuevas. Tenía unas ganas locas de leerlo, pero ya era tarde y debía dormir, además... Kentin estaba haciendo su famoso ataque de tengo-gana-de-ti y su poder era demasiado sobre mí. Así que simplemente lo dejé en la biblioteca y me giré para agarrarme del cuello de la camisa de Kentin mientras le plantaba un beso en los labios.

Estaba con Ámber en la sala de espera del consultorio de su obstetra, el lugar estaba lleno de embarazadas, me sentía super incómoda, todas aquellas mujeres tenían una cara rara, debe ser el efecto de tener un niño adentro.

Mi amiga estaba leyendo una revista sobre cuidados prenatales cuando una embarazada se dirigió a ella.

-¿De cuánto tiempo estás? -preguntó con esa voz ridículamente dulce que portan las futuras madres, aquella mujer tenía el vientre tan grande que temía que diera luz ahí mismo.

-De casi dos meses -dijo mientras se acariciaba el vientre.

-Felicidades a las dos-dijo con una sonrisa. Ámber y yo nos miramos, ¿esa mujer pensaba que éramos pareja? Nos sacamos la lengua mutuamente.

-Andrews, Ámber -llamó el obstetra. Ayudé a la rubia a ponerse de pie y nos dirigimos con cuidado, doctor era un hombre mediana edad, gordito y calvo con anteojos gruesos que me recordaban a Kentin cuando era Ken-. ¿Cómo estás, Ámber? Bienvenida, soy el Doc. Dafersstein.

«Ese apellido es absolutamente impronunciable», pensé mientras Ámber tomaba asiento en la silla delante del escritorio del doctor.

-Mucho gusto -dijo Ámber, el doctor empezó a tomarle los datos personales llenando su planilla de paciente. Una vez que estuvo todo listo, le pidió que se recueste en la camilla para hacerle la ecografía.

-Dime, Ámber, ¿has tenido molestias estos meses? -preguntó el doctor mientras levantaba con cuidado la remera de Ámber y bajaba un poco su jean, tomó el gel salino y lo colocó sobre el vientre, debajo del ombligo.

-No, nada, solo que... -respondió y se puso colorada-. He estado teniendo sexo al menos cuatro veces al día.

Levanté las cejas impresionada. Pobre Castiel... se le iba a caer.

-Es normal por las hormonas, ellas son las responsables de que el deseo sexual aumente. Solo ten cuidado -sugirió mientras movía el ultrasonido por el vientre de Ámber, imágenes borrosas aparecieron en la pantalla-. No hagas posturas muy osadas o comprometerás a los bebés.

Ámber y yo nos quedamos duras con lo que acababa de decir.

-¿Bebés? -preguntó Ámber.

-Así es, mira -dijo el doctor y le señaló dos puntitos separados rodeados por algo negro con dos corazoncitos latiendo a su propio ritmo-. Vas a tener mellizos.

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