Peter quiso con todas sus fuerzas seguir el consejo de Jerome, pero sin quererlo y sin poder evitarlo siguió el de Lucas.
Le daba pánico despedirse de Carey, no quería hacer eso porque le iba a doler demasiado y además le iba a obligar a aclarar las cosas con ella, así que decidió ser cobarde y evitarla directamente.
Se habían ido a Francia Carey, Alan, Jerome, Lucas y Wanda, por lo que no pudo evitar sentirse en completa soledad. No había nadie que se acercara a su edad, ni nadie con quien pasar el rato. Solo habían entrenamientos y conversaciones incómodas con Bucky que parecía actuar más raro de lo normal, sobretodo si se nombraba a Carey.
—Peter, no estás concentrado. —le recriminó Bucky al joven en mitad de un entrenamiento, parando por segunda vez este para que el chico volviera a centrarse.— si te comportas así en un campo de batalla, vas a retrasar y entorpecer al equipo.
—Perdón, es por...
—Carey. —completó Bucky negando.— entiendo que te haya gustado o sientas que hiciste algo mal, pero céntrate. Si te quedaste aquí es por algo y en una guerra nadie espera por ti. O luchas o mueres.
—Bueno, qué bronca más innecesaria, si tú me entenderás más que nadie. —contestó el chico a la defensiva.
Bucky lo miró confundido y negó, dándole a entender a Peter que no entendía a qué se refería. Peter reprimió una risa irónica y tomó del suelo su toalla, secando el sudor que brotaba de su frente.
—No sé a qué te refieres. —le dijo Bucky esperando a que él le explicara más acerca de esa acusación. Su táctica era fingir que aquella tarde algo subida de tono y la noche después del juicio no había pasado.
—¿Perdón? —preguntó Peter algo ofendido.— besaste a Carey, llevas enamorado de ella desde que la conociste. ¿Por qué actúas como si no la conocieras?
Bucky se atragantó, sorprendido porque la acusación de Peter fuera tan certera. Después, una sonora carcajada salió de él, tenía que hacerle saber a Peter que eso era ridículo.
Peter, por otro lado, no entendía para nada la reacción del hombre, había parecido tan natural que le parecía imposible que estuviera fingiendo. Ahora lo que no entendía era el porqué Bucky parecía no acordarse de nada.
—¿Qué te pasa? ¿Acaso no recuerdas ninguna de nuestras discusiones? Hemos hablado de esto miles de veces. —le recordó Peter algo molesto, esperando que Bucky dejase de reír en algún momento.
—Perdón... —se disculpó Bucky entre risas.— ¿que dices que besé a quién? ¿Tú te oyes cuando hablas? Eso es tan ridículo, ni si quiera me he enamorado ni de ella ni de nadie. Hablas muy seguro de tus locas suposiciones de celoso.
Peter se acercó a él con agresividad, Bucky ni sé inmutó.
—No me vengas ahora con tus tonterías, Bucky, los dos sabemos que eres el amante de Carey.
Bucky lo miró fijamente desde la cercanía, sin ningún miedo.
—Deja de llamarme el amante, Peter. —le susurró, poco a poco empujándolo.— he pasado tantas noches con ella que a este punto yo creo que el amante eres tú.
Ambos se quedaron en silencio, Bucky con esa sonrisa cínica y Peter tratando de aclarar sus ideas. No quería actuar o reaccionar de forma violenta, pero tras la declaración de Bucky, quería matarlo. Con que el motivo de que no volviera con Carey era él. Siempre era él el que le traía problemas.
—Te estás acostando con Carey. —susurró con rabia Peter, apretando sus manos en un puño.
—No, y no estés diciendo esas cosas a la ligera. ¿Eres consciente la cantidad de problemas en la que me meterías solo porque sí? —dijo, ahora volviéndose a hacer el inocente. Cosa que le daba mucha rabia a Peter.
—¿Me intentas hacer creer que se te borró la memoria mágicamente? —preguntó el chico con cierta ironía.
—Peter, te vuelvo a repetir, eso no ha pasado. —alzó algo la voz.—solo en tu mente.
—Claro que. Sí.
—No, claro que no. —insistió.— que tú te lo hayas imaginado tantas veces que te hayas creado una historia que has terminado creyendo como verdad, no significa que lo sea. ¿Alguna vez me viste besándola, acercándome a ella...?
—Supongo que no...
—Pues entonces es tu palabra contra la mía, y la mía tiene más peso. —le dio un fuerte empujón.— ahora ponte a entrenar y déjame en paz.
Llevaban dos días en Francia y ya estaban completamente cómodos y felices con la estancia.
Jerome tenía un ático muy sofisticado y grande en el centro de París, dándoles a todos unas vistas maravillosas de la ciudad. En su casa también atendía a algunos clientes y verlo trabajar de abogado era casi divertido, porque los celos de Lucas se hacían mucho más evidentes. También conocieron a su mejor amigo y terapeuta: Pierce. No hablaba mucho inglés pero Jerome traducía todo lo que decía siempre que era necesario.
Ese día, debido al calor que comenzaba a hacer por la época del año, Jerome los llevó a todos a la piscina, donde se bañaban y disfrutaban tranquilamente. Aunque los Murphy se limitaban a tomar el sol y a hablar entre ellos. Por el momento, unas vacaciones muy relajantes.
—¿Por qué no vienen al agua? —preguntó Alan tomando sus gafas de sol de su hamaca, la cual era colindante a la de Lucas.
—No quiero quemarme, vivo de mi bello rostro. —se justificó Jerome, el cual era el único que se escondía bajo la sombrilla. Tomó una de las dos bebidas que tenían él y Lucas y bebió un poco de esta.
—¿No será porque eres más blanco que un pañuelo y en vez de ponerte moreno, te pones rojo? —se burló Lucas.
—Al menos no como tú que no entras porque te entra agua en los oídos y te pones a quejarte como un bebé. —le devolvió la burla Jerome.— ah, y que no nadas bien, haces así como un perrito. —imitó como Lucas movía las manos.
Lucas se quitó las gafas de sol y se levantó enseñándole el dedo del medio a su hermano, que comenzaba a reír al ver lo fácil que era molestarle.
—Iré al agua y con suerte me ahogo, para no verte más. —le dijo Lucas molestándose más con la risa de su hermano.
—Si me lo dices con ese bañador amarillo no te voy a tomar en serio. —volvió a burlarse Jerome mientras lo señalaba.
—Dijo el que el suyo es azul oscuro. Realza tu piel pálida y pareces un dibujo de Tim Burton.
—Yo me parezco por color y tú por cuerpo entonces. —se cruzó de brazos, y Lucas se ofendió tanto que parecía que no iba a volver a hablar en un rato largo.
Alan reprimió la risa como pudo y observó los cuerpos de ambos. El de Jerome era de una persona que se cuidaba mucho, no parecía deportista de élite pero sí tenia los músculos marcados y de un tamaño considerable. El cuerpo de Lucas era más delgado que el de Jerome, también tenía marcados los músculos pero más por genética que por gimnasio. Sin embargo, observando el cuerpo de Lucas reparó en algo; tenía en su vientre bajo una cicatriz bastante grande. Por su aspecto parecía ser de una herida profunda o de alguna operación pero Alan al no estar seguro de qué pensar decidió preguntar.
—Lucas ¿de qué es esa cicatriz? —preguntó antes de que el hombre retomara su camino hacia la piscina.
Lucas bajó la mirada y tocó cuidadosamente con su dedo índice y anular la gran cicatriz parcialmente tapada por el bañador. La pregunta le había incomodado algo, pero volvió a recuperar su estado de ánimo de siempre en tan solo segundos.
—No comenten más de mi cuerpo. —dijo casi al borde del ataque de nervios.— pero sobre esto pregúntale a Jerome, que fue él quién me la hizo. —respondió con tranquilidad mientras se volvía a sentar entre su hermano y Alan.— odio ser tan delgado.
—Y yo ser pálido. —le dijo Jerome recordándole que había empezado él a faltarle el respeto con lo que más le dolía.
—Encima me dejaste esta puta cicatriz. —dijo entre dientes.
—Qué rencoroso es, desde pequeñito. —se quejó rodando los ojos, quitándose también las gafas de sol para mirar bien a su hermano.
Lucas alzó una ceja y tomó su bebida para tirársela por encima a Jerome, haciendo que el hombre soltara un gritito debido al contacto de su piel con el líquido frío.
—Me apuñalaste cuando tenía quince años, no soy rencoroso solo me cuesta borrar los traumas. —respondió Lucas fulminando con la mirada a su hermano.
Jerome iba a responder a la acusación directa de su hermano, pero el sonido del teléfono de Lucas le sacó completamente de la conversación.
Lucas los mandó a callar y tomó de su lado el teléfono que sonaba, viendo enseguida la palabra "Stark" en la pantalla.
—Tony no me llames más, llevo dos días en Francia y ya me has llamado cincuenta veces. —se quejó contestando a la llamada mientras se acomodana en la hamaca, tratando de ocultar su incomodidad por la pasada conversación.
—¿Donde está mi hija, por qué no me llamó ayer? —preguntó Tony ignorando lo dicho por su abogado.— hoy tampoco me ha llamado, aquí son las cuatro de la mañana ya y no he recibido ni siquiera un mensaje.
Lucas rodó los ojos y tapó el altavoz de su teléfono para luego observar la gran piscina en donde nadaban tranquilamente Carey y Wanda.
—¡Carey! Tu padre dice que no le llames tanto, que le agobias. —le gritó Lucas con ironía haciéndole una seña para que se acercara a hablar con Tony.
Carey salió de la piscina y fue hacia donde estaban los chicos, tomando en un suspiro el teléfono de Lucas para hablar con su padre.
—¿Diga?
—¿Cuándo tenías pensado llamarme? —preguntó casi gritando, dándose cuenta al instante de como de desesperado había sonado.— es decir, lo digo porque Steve está súper preocupado. No puede dormir dice.
Tony se giró a su derecha, viendo la puerta de su habitación cerrada en la que Steve dormía plácidamente.
—Aw... ¿Puedes pasarme a Steve? Ya podrías tú echarme así de menos. —se quejó la Stark fingiendo estar molesta ya que sabía perfectamente que su padre mentía.
—Dice que no quiere hablar ahora contigo porque... Está... Molesto. Sí, muy molesto. Por no llamarle.
Justo en ese momento Steve salió de la habitación, escuchando todo lo que decía e inventaba Tony. Carey reprimía su risa, él en realidad no tenía intenciones de decir la verdad.
—Ayer mismo casi llora esperando a que te acordaras de que tienes padre. —añadió el millonario, siendo en realidad él quien lo había hecho.— no puedes hacerle eso al pobre hombre, ¿no te das cuenta de lo orgulloso que es? Nunca te lo diría.
—Papá yo también te extraño mucho, pero apenas hacen dos días desde que me fui.
Tony se quedó en silencio y se giró, topándose con la mirada acusadora de Steve.
—Tengo que colgar. Creo que Steve tiene algo que decirme... Te quiero. —murmuró.
—Yo también te quiero. —respondió la niña y sonrió ligeramente.— dile a Steve que le quiero y extraño también.
Al terminar la llamada, Tony guardó su teléfono y miró a Steve sonriendo inocentemente, pero este no cambió su rostro serio.
—Era la niña. —le dijo con normalidad.
—Un día tu miedo a tus sentimientos te va a pasar factura.
—...Dice que nos quiere y nos extraña. —volvió a ignorar el comentario de Steve.
—Y deja de esperar a que alguien haga algo por ti para tú hacerlo, si quieres hablar con ella y no te ha llamado llámala a ella, no a Lucas.
—...Y que estaba en la piscina, creo que se lo pasa bien.
Steve rodó los ojos y le dio un beso en la mejilla, volviendo a la habitación. Sabía que Tony le había escuchado y aunque fingiera no haberlo hecho ya con eso le bastaba.