Somos una mentira | Min Yoon...

By BaeHyunLee

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Abril era una completa mentira, lo único real era su sonrisa y la forma en que lo miraba. Min Yoon Gi era dif... More

Prólogo
T1 | Capítulo 1
T1 | Capítulo 2
T1 | Capítulo 3
T1 | Capítulo 4
T1 | Capítulo 5
T1 | Capítulo 6
T1 | Capítulo 7
T1 | Capítulo 8
T1 | Capítulo 9
T1 | Capítulo 10
T1 | Capítulo 11
T1 | Capítulo 12
T1 | Capítulo 13
T1 | Capítulo 14
T1 | Capítulo 15
T1 | Capítulo 16
T1 | Capítulo 17
T1 | Capítulo 18
T1 | Capítulo 19
T1 | Capítulo 20
T1 | Capítulo 22
T1 | Capítulo 23
T1 | Capítulo 24
T1 | Capítulo 25
T1 | Capítulo 26
T1 | Capítulo 27
T1 | Capítulo 28
T1 | Capítulo 29
T1 | Capítulo 30
T1 | Capítulo 31
T2 | Capítulo 32
T2 | Capítulo 33
T2 | Capitulo 34
El regreso...

T1 | Capítulo 21

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By BaeHyunLee

Yoon Gi llevaba alrededor de cinco minutos riendo mientras que yo solo quería que me tragara la tierra por la vergüenza, y es que este chico algún día haría que perdiera la cabeza.

¿A qué se debía esto?

A mi rotunda expresión de decepción.

Nos encontrábamos de vuelta en su habitación. El pelirrubio secaba su cabello con una toalla blanca dándome la espalda, ya estaba vestido, usaba unos jeans rasgados en las rodillas, y para variar, una camiseta blanca holgada que dejaba a la vista sus clavículas, en cuando a mí, estaba sentada en el borde de la cama con los brazos cruzados y las mejillas sonrojadas.

Burlesco, se giró hacia mí, su sonrisa no daba tregua, realmente estaba disfrutando de ese momento. Lanzó la toalla húmeda hacia mi rostro para llamar mi atención, a lo que solo pude responderle con una mirada de pocos amigos.

— ¿Vas a decirme en qué estabas pensando? —Ahí estaba de nuevo esa sonrisa burlesca donde me enseñaba sus encías. De no ser porque estaba molesta y avergonzada, estaría derritiéndome de solo verlo con esa actitud juguetona.

— Ya te dije que no. —Gruñí soltando un suspiro. Realmente no podía creer que hubiera dejado vagar mi mente ante las palabras "quédate conmigo esta noche"

— Tuvo que haber sido muy bueno para que te decepcionarás tanto cuando te dije que quería que saliéramos. —Soltó acercándose a la cama deteniéndose justo delante de mí. — Abril... ¿Qué cosas pervertidas se te cruzaron por la cabeza?

— ¡Ya te dije que nada! No estoy decepcionada ni mucho menos pensé en cosas pervertidas. ¿Quieres parar antes de que decida irme sola? —Mi frustración solo hizo que se riera aún más. Incluso cuando intentó tomarme de los brazos, le divirtió el hecho que me zafara con brusquedad.

— Es que me sorprende tu nivel de pervertida, puedo apostar que tienes esa mente más sucia que la de Nam Joon. ¿Quién lo diría? Te vez tan pequeña e inocente... Cuando eres tremenda. —Me acusó inclinándose hacia delante para que su rostro estuviera a la misma altura que el mío, y ante esa acción no tuve más remedio que reaccionar. Volví a suspirar colocando las manos ahora sobre la cama dispuesta a enfrentarlo, pero como siempre, a él se le ocurrían algunas cosas para dejarme sin habla. — De no ser porque te detuve hace unos minutos en el baño, seguramente ya estaríamos desnudos en la cama. —Sus ojos brillaron y la sangre se me subió al rostro... ¿Cómo podía...? — Hasta mi bata terminó en el suelo.

— ¡No digas nada más! Ya es suficientemente vergonzoso. —Hice un ademán de levantarme, estaba segura de que no podría soportar sus bromas por más tiempo.

Coloqué una mano en su brazo para apartarlo y poder largarme de ahí, pero al parecer Yoon Gi no tenía ni la más mínima intención de dejarme ir, pues cuando quise empujarlo a un lado, rápidamente me rompo por las muñecas, y aprovechando el espacio que tenía entre mis piernas se inclinó hacia delante para que mi espalda cayera sobre el colchón. Un apenas audible gemido se me escapó ante la sorpresa de tenerlo sobre mi cuerpo, con esa sonrisa seductora en sus labios y esa mirada felina que dejaba mucho que desear. Me tensé y contuve la respiración cuando sutilmente acarició su nariz contra la mía... Este chico tenía mi corazón latiendo a mil por hora, y eso que apenas me había tocado.

— ¿Qué estás haciendo? ¿Acaso no dijiste que querías salir?

— Lo dije, y aun quiero que salgamos. Es solo que me diste muchas razones para burlarme de ti. Déjame disfrutarlo un poco más. —Susurró antes de besarme, de lo que me fue imposible negarme. Esos labios delgados, suaves y expertos, que ahora mismo me hacían ver las estrellas.

Cuando el beso se iba convirtiendo en demandante, fue él mismo quien se dispuso a detenerlo, más no se alejó ni mucho menos, en cambio, sus labios descendieron lentamente por mi mandíbula, dejando pequeños besos y suaves mordidas a su paso. Continuó bajando por mi cuello, entreteniéndose con el hueco de la clavícula mientras yo sentía que estaba perdiendo la cordura. Incluso cerré los ojos y mordí mi labio inferior para disimular la sonrisa que se dibujaba en estos.

— Parece que no soy la única que está pensando en otras cosas. —Murmuré cuando sentí como sus besos se detenían sobre el espacio entre mis pechos. Pude sentir su sonrisa sobre mi piel antes de que llevara su rostro a la altura del mío de nuevo.

— No tengo por qué negarlo. No tienes ni idea de todas las cosas que estoy pensando ahora mismo, y del esfuerzo que estoy haciendo por contenerme. —Sus palabras me tomaron por sorpresa, pero eso no impidió que me provocaran un cosquilleo en la parte baja de mi abdomen.

— ¿Quién te está pidiendo que te contengas?

— Yo. Ya que nosotros tuvimos un mal inicio, quiero hacer las cosas bien a partir de ahora. —Dijo y yo terminé rodando los ojos. — Así que te pido que no me hagas las cosas tan difíciles.

— No puedo prometer que no te haré las cosas difíciles. —A ese punto, ya estaba resignada, así que antes de apartarlo terminé robándole un beso que logró dejarlo atontado por un par de segundos.

Ambos nos pusimos de pie para ir hasta el armario donde el pelirrubio sacó dos abrigos de color negro más grandes que nosotros juntos, dos gorras, del mismo color, al igual que los tapabocas.

— ¿Es esto necesario? —Quise saber cuándo él acomodaba mi cabello luego de haberme ayudado a colocar la gorra.

— Ridículamente, sí. Me guste o no, esta es la única manera en que podemos salir sin que me reconozcan. No quisiera tener más fotos nuestras en los redes y que el Manager Kim vuelva a caminar por las paredes como la última vez. Debemos tener cuidado si no queremos hacer un alboroto... —Agregó subiendo la capucha de mi abrigo para terminar de ocultar mi cabello.

— Parezco un pingüino... —Me quejé una vez que me vi al espejo. Pude notar que sonrió a pesar de no poder ver sus labios por culpa del tapabocas, sus ojos lo delataban. Yoon Gi iba de encubierto igual que yo a diferencia de la gorra, él llevaba un gorro tipo pescador, el que a duras penas me dejaba ver sus ojos.

Yo había sido la primera en negarme a salir, no por las razones que él creía, sino porque aquel día habían ensayado hasta el cansancio y por lo que podía ver de los demás, estaban agotados, tanto que al salir de la habitación de Yoon Gi, nos encontramos que los demás dormían en la sala mientras la película avanzaba sin ser vista. Además, de que conocía perfectamente al chico a mi lado como para saber que prefería hacerse uno con la cama en vez de andar caminando por la ciudad en una extraña cita de incógnito... Y a pesar de que me había jurado que no estaba cansado, sabía que en cierto grado, era mentira.


En puntas de pies caminamos en silencio hacia la entrada pasando desapercibido por los chicos que dormían profundamente en los sofás. Era tonto estar escapando, pero todo era parte de la idea de Yoon Gi, él quería que este fuera nuestro primer secreto... ¿Cómo no podía complacerlo?

Cuando llegamos a la entrada nos sentamos en el desnivel para colocar rápidamente nuestros zapatos y antes de que pudiéramos abrir la puerta, un suave quejido nos sobresaltó a nuestras espaldas. Jungkook hacía un gran esfuerzo por mantener sus ojos abiertos, pero era más que obvio que nos había descubierto por la sonrisa divertida que tenía en sus labios. El menor, que llevaba un vaso con agua entre las manos no dijo nada, simplemente rascó su nuca y como si hubiera estado caminando dormido, simplemente nos dio la espalda y siguió su camino hacia su habitación... Dejándonos perplejos, sorprendidos, y con las ganas de estallar a carcajadas.

— Ese chico algún día va a matarme del susto...


Ambos salimos del apartamento de los chicos. Conversábamos, Yoon Gi no era tan hablador y esa noche no era muy diferente, así que solo hablábamos de lo primero que se nos cruzara por la cabeza mientras caminábamos hacia la calle principal del barrio donde podríamos tomar un taxi.

Hongdae era uno de los barrios con el mejor turismo y más costoso en toda Seúl. Repleto de comercio, restaurantes y demás locales, música y cientos de personas recorriendo las calles. Incluso era común ver grupos observando a agrupaciones bailar. Era colorido y llamativo por sus luces, mayormente frecuentado por jóvenes... Y a decir verdad, me sorprendió el que Yoon Gi escogiera ese lugar para que por primera vez saliéramos a solas ya que no era amante a los lugares ruidosos y llenos de personas.

— Deja de mirarme así, estoy bien. —Murmuró sin apartar la mirada del frente mientras nos hacíamos paso entre un grupo de estudiantes se tomaban fotografías junto a uno de los locales.

— Aun así... Debes estar cansado. —Reconocí disminuyendo el paso ya que Yoon Gi era de andar lento. En ese momento, desvió su mirada hacia mí, no pude interpretar la expresión de sus ojos pero podía apostar que estaba a gusto a pesar de todo.

— ¿Por qué iba a cansarme si estoy contigo? —Susurró sacando su mano del bolsillo de su abrigo para sorprenderme al tomar la mía cruzando nuestros dedos... Y por poco suelto un grito de la emoción, y es que ser dulce no era nada propio en él, así que cada vez que hacía o decía algo como eso, sentía que mi corazón iba a estallar en cualquier momento. — No te preocupes tanto y disfrutemos, será difícil que salgamos más adelante.

Nos detuvimos frente a un carrito de comida donde tuve que ver como los ojos de Yoon Gi se abrían como platos ante la emoción de saber que por el día de hoy tenía descuento. Lucía como un niño pequeño hablando con la mujer del carrito, pidiendo extra de todo lo que había por un mejor precio. Simplemente, no podía con esto. Bajé el tapabocas hasta mi barbilla para mostrarle la tonta sonrisa que tenía ahora. Él solo me miró confundido al tiempo en que hacía lo mismo con el tapabocas para comenzar a comer de las papitas fritas que compró.

— ¿Qué? ¿Por qué me miras así?

— Tu... Eres increíble. —Eso le sacó una arrogante sonrisa.

— ¿Hasta ahora te das cuenta? Soy demasiado genial... —Esta vez rodé los ojos.

— No me refería a ese tipo de increíble. —Comenté intentando robarle una papita, pero ahí estaba él, levantando su brazo lo más alto que podía para no darme. — ¡Yoon Gi! —Me quejé, y el solo tomo una papita para darme de comer en la boca. — Lo que quiero decir es que... Seguramente tienes mucho dinero y aun así te emocionas con los descuentos. ¿Debo sorprenderme?

— Que importa el dinero... ¿Por qué no iba a emocionarme? A todos nos gustan las cosas baratas... Con los chicos, esperamos cada mes el catálogo de los restaurantes sólo por los cupones de descuento. Ese día es un caos en casa porque Jungkook siempre quiere los cupones para las brochetas de cordero... Y claro, siempre me niego a ceder frente a ese mocoso.

— No te imagino a ti intentando razonar con Jungkook para ver quién se queda con los cupones. Seguro no tienes manera de ganarle. —Me burlé y él solo me lanzó una de esas miradas amenazantes.

— Cierra la boca. Ese niño no tiene ningún respeto por sus mayores. —Era algo demasiado lindo verlo quejarse como si fuera un anciano.

En eso, ambos nos sentamos en unas gradas que conducían hacia una pequeña plaza donde varios chicos bailaban coreografías de grupos de k-pop. Intentamos estar lo más alejados de los demás que observaban el espectáculo ya que Yoon Gi no tenía intenciones de abandonar sus papitas para cubrirse con el tapabocas.

— A pesar de la fama y el dinero, seguimos siendo personas normales. Con gustos extraños y fetiches extravagantes. Incluso Jin, cuando compra ropa le deja la etiqueta para luego poder devolverla o cambiarla. Siempre que salimos todos, Jin tiene alguna etiqueta colgando. Todos tenemos una forma de parecer raros... —Comentó con ciertos aires burlones sin apartar la mirada de su comida.

— ¿Qué hay de ti? ¿Qué te hace parecer extraño? —Pregunté tomando su mano para llamar su atención. Él solo sonrió mordiendo levemente su labio inferior como si no quisiera decirlo.

— No me gustan las fiestas. La gente normal de mi edad va a fiestas, bailan, se emborrachan y seguramente terminan metiéndose con la primera persona que se les cruce. Simplemente eso no va conmigo, o la música demasiado alta... —Me explicó lentamente, iba a comérmelo a besos si continuaba hablando de sus cosas. Yoon Gi no era el ser más abierto a expresar cosas tan personales, y realmente parecía querer compartir ese tipo de pensamientos conmigo.

— Eso no te hace extraño. No tiene que gustarte todo lo que a la gente de tu edad le gusta. —Reconocí dejando un pequeño beso en su mejilla. Él se quedó pensativo por un momento, pero mi gesto fue suficiente para llamar la atención de algunas miradas así que no tuvimos más remedio que alejarnos del lugar.


Continuamos con nuestra secreta travesía por las calles de Hongdae cuando Yoon Gi se detuvo frente a una tienda de música y café. Podría jurar que era más de media noche, y aun así todos los locales de la zona se encontraban abiertos, con personas entrando y saliendo, hasta que luego de un par de minutos de haber entrado a la tienda, comenzó a llover ahuyentando a las personas que disfrutaban de sus caminatas por las calles.

En el interior aparte de nosotros solo estaba una pareja en uno de los extremos compartiendo de un café, además del chico que atendía, una suerte para nosotros, más no nos confiamos del todo así que mantuvimos los tapabocas puestos, cubriéndonos.

Recorrimos los pasillos en silencio. Una que otra vez Yoon Gi me enseñaba algunos discos, y avergonzado me contaba que realmente había disfrutado de toda clase de música cuando estaba en la secundaria.

Dejé que él se entretuviera buscando entre la fila de CD mientras yo continuaba recorriendo el lugar hasta detenerme en el fondo donde estaban las divisiones con audífonos gigantes, como los que solían usar los chicos en el estudio, me vi tentada a utilizarlos, pero mi acompañante apareció de pronto con una carátula entre sus manos y sus ojos cada vez más pequeños, estaba sonriendo.

— Hay una canción que quiero que escuches... —Murmuró abriendo la carátula para sacar el CD y luego colocarlo dentro del reproductor. — Realmente me gusta esta canción. —Agregó. Yo solo asentí embobada al mirarlo tan... no podría describirlo, pero realmente adoraba que se mostrara como era ante mí.

Yoon Gi prácticamente no me dejó hacer nada pues él mismo se encargó de apartar la capucha de mi abrigo para colocarme los auriculares antes de presionar el botón de play del reproductor. Una dulce melodía se apoderó de mis oídos acompañada de la voz de Hwang Chiyeul mientras cantaba A Daily Song. Conocía la canción, la había escuchado cientos de veces, pero esta vez era diferente, tal vez porque ahora tenía a Yoon Gi detallando cada centímetro de mi rostro ya que había retirado el tapaboca.

Involuntariamente sonreí cuando deslizó la yema de sus dedos por todo mi perfil, obligándome a cerrar los ojos por un momento. Seguramente era tonto, y tal vez infantil, pero podía decir que lo que sentía en ese momento, la forma en que mi corazón se aceleraba con solo mirarlo, era único e inigualable... poco a poco se había encargado de ser parte de mí, de hacerme olvidar que éramos una completa mentira, de hacerme creer que podíamos ser real.

— Eres hermosa... —Susurró tal vez creyendo que yo no podría escucharlo, pero a pesar de la música, lo hice... Claramente. Podría jurar que en ese mismísimo instante, su voz y sus palabras eran más hermosas que la misma melodía que escuchaba.

Lo sorprendí cuando di un paso hacia delante para acortar la distancia que nos separaba. Noté como sus ojos se abrieron como platos al momento en que me puse de puntas de pies para dejar un corto beso sobre su tapabocas, justo donde se encontraban sus labios para luego retroceder y contemplar su expresión.

— Te escuché... —E instantáneamente sus orejas se pusieron rojas. Rodó los ojos y luego bajó el tapabocas hasta la altura de su barbilla dejando a la vistas una tonta sonrisa, una que me dio mil años de vida.

— Bien... Entonces, si me vas a dar un beso en forma de agradecimiento, deberías hacerlo bien, no con nada de por medio... —Y esta vez fueron sus labios los que buscaron los míos, tomando la iniciativa de regalarme ese beso que tanto había estado deseando desde que habíamos entrado en la tienda.

Yoon Gi me besaba lentamente, disfrutando de mis labios, con simples y juguetones roces que me incitaban a entregarme por completo, a olvidar mis criterios, y sobre todo, al hecho de que nos estábamos besando en público, y a estas alturas, ya era lo último que me importaba.


Más tarde compartimos de un café y solo salimos de la tienda de música cuando había dejado de llover. Caminábamos de la mano por la calle principal buscando un taxi para que pudiéramos regresar a casa. Haríamos la primera parada en la mía y luego Yoon Gi continuaría su camino de regreso a la suya... Ya de por si era suficientemente tarde y su cuerpo seguro estaría suplicando por una cama para descansar.

Más nunca contamos que al estar las calles llenas de agua, un idiota al volante pasaría tan cerca de nosotros empapándonos por completo. Solté un grito mientras Yoon Gi gruño, incluso lo escuché maldecir en cuanto apartó el agua sucia de su rostro... Dos segundos después, estaba riendo a carcajadas en tanto el me miraba perplejo, creyendo que algo malo me estaba ocurriendo.

— ¡Dios! Me lo veía venir... —Dije entre risas apartando el tapabocas mojado y la gorra, que había dejado filtrar el agua hasta mi cabello. Él hizo lo mismo solo que de mala gana. — Sabía que no podía ser tan perfecto, usualmente no eres tan... tranquilo y sonriente. ¡Algo tenía que salir mal!

— ¿Quieres decir que el universo conspiró contra nosotros para recordarme cuan malhumorado soy? —Soltó apretando luego sus dientes, ese era el Yoon Gi malhumorado al que estaba acostumbrada.

— Algo así... —Me burlé y él solo me miró peor de lo que ya lo hacía. — Te ves adorable...

— ¿Adorable? No digas cosas ridículas. —Y yo sonreí como tonta.

— Vamos a mi casa para que te cambies, tengo ropa tuya ahí. Es la que está más cerca y no puedo dejar que te enfermes al quedarte con esa ropa mojada.

Y estaba a punto de negarse pero no le di tiempo. Simplemente caminé hacia un lado de la calle estirando el brazo para hacer que algún taxi se detuviera, y cuando lo logré, prácticamente lo arrastre al interior para luego indicarle la dirección al conductor.

El cielo amenazaba nuevamente con lluvia cuando el taxi se estacionó frente al edificio donde vivía. El chico insistió nuevamente en que debería regresar a casa, algo que hizo todo el trayecto, y como en todas las veces, me negué.

Subimos las escaleras teniendo el recuerdo de la primera vez que él había venido a mi apartamento, en donde él se quejaba diciendo que odiaba las escaleras, bueno... esta vez no era muy diferente de esa, ahí estaba él refunfuñando y regañándome por vivir en un cuarto piso sin ascensor.

Mi apartamento seguía siendo lo mismo desde la última vez que el chico había entrado ahí, así que no hizo mayor reparo en las cosas a su alrededor. Simplemente se quitó el abrigo junto al gorro tipo pescador para dejarlo sobre la pequeña isla de la cocina. Hice lo mismo que él, me liberé del pesado abrigo que ahora estaba mojado, junto a la gorra para dejarlas sobre la cama, al tiempo en que le indicaba que podía usar el baño para secarse y cambiarse.

A regañadientes arrastró los pies en dirección al baño hasta perderse tras la puerta. Fui directamente a mi armario para sacar una de las tantas sudaderas y pantalones deportivos que había tomado prestada de él, si continuaba tomando sus cosas, terminaría teniendo más ropa de ellos en mi armario que mía, ya era tiempo de que regresara todo donde debía estar.

Toqué la puerta del baño, y luego de escuchar un"entra" de su parte, la abrí para poder ingresar, encontrándolo de pie frente al lavabo. Yoon Gi se había quitado la camiseta blanca dejando ver su pálida piel, esa que se contrastaba con sus bóxer negros, los que quedaban sutilmente a la vista ya que sus jeans caían cómodamente sobre su cadera. En ese instante contuve el aliento mientras observaba como lavaba su rostro, mojando también el cabello que caía sobre su frente y un par de gotas que se escapaban deslizándose por su pecho y abdomen hasta perderse en la tela de sus pantalones... Estuve tentada, debo admitirlo, y es que aquella imagen que estaba teniendo de él era demasiado para mí en ese momento.

— ¿Qué estás mirando? —Instantáneamente mis mejillas se sonrojaron obligándome a apartar la mirada.

— Nada. —Me apresuré a decir dejando la ropa sobre el lavabo para luego pasarle una toalla blanca para que se secara. Él no dijo nada, simplemente me miró de los pies a la cabeza, con esa sonrisa sugerente en sus labios... Por poco me caigo de no estar apoyada contra el mueble.

— ¿Te vas a quedar aquí mientras me cambio? —Preguntó arqueando una ceja. Por el tono de su voz sabía que se estaba burlando de mí, y era obvio que lo estaba disfrutando.

— ¡No! ¿Por quién me tomas? —Solté escandalizada a lo que él volvió a sonreír.

Le di la espalda dispuesta a irme, pero justo cuando estuve frente a la puerta, me detuve para darle una última mirada... Esa que tal vez pudo por completo conmigo cuando lo vi bajarse la cremallera de los pantalones. Mordí mi labio inferior en cuanto contuve el aliento, pensándolo dos veces antes de mandarlo todo al carajo.

Dejando escapar un suspiro cerré la puerta volviendo a girarme hacia él. Sus ojos me miraron a la expectativa a pesar de que sus expresiones no mostraban nada. Estaba a punto de tentar toda mi suerte, de la que podría asegurarme que no me arrepentiría.

— Deberíamos tomar un baño... —Dije en voz baja. El pelirrubio frunció el ceño sin entenderme, más pude notar como sus ojos comenzaban a abrirse como platos cuando sin previo aviso tomé el borde de mi blusa para levantarla y sacarla por la cabeza hasta dejarla en el suelo. Esa expresión era la que estaba buscando, lo había dejado sin palabras, atónito, y con los ojos puestos en mí.

— ¿Qué estás haciendo? —Balbuceó cuando logró recuperar la compostura. Di un paso hacia delante, y él retrocedió. Esto sería divertido.

— Quiero ducharme... —Dije fingiendo inocencia encogiéndome de hombros. — Esa agua sucia de la calle nos cayó encima, no voy a quedarme así. Ven conmigo...

— Ya me duche antes... y ahora me limpié. Puedes... tú... hacerlo. —No supo organizar las ideas, y sabía la razón, pues no había quitado los ojos de mi sostén blanco de encajes que decoraban a la perfección mis senos. — No quiero.

— Pero quiero que vengas conmigo. —Dije cuando logré alcanzarlo. Lo tomé de las manos para tirar de él en dirección a la ducha viendo como tenía una lucha interna por acceder a mi petición o negarse rotundamente.

— ¿Qué estás haciendo? —Repitió esa pregunta que me hizo sonreír. — ¿Qué intentas, aprovecharte de mí? —Soltó liberando una de sus manos para apoyarse contra el cristal de la ducha impidiendo que lo siguiera arrastrando.

— Te juro que no voy a intentar nada. —Mentí y estaba más que obvio que él no me creyó. — En serio, no haré nada... Solo quiero que entres a la ducha conmigo. —Yo ya estaba en el interior intentando tirar nuevamente de él. — ¿Acaso me tienes miedo?

— Miedo no es la palabra... Es solo que debo cuidarme muy bien de ti, eres una mujer peligrosa.

— Yoon Gi...

— No me preocupa el que no intentes nada. —Reconoció dejando de forcejear conmigo, lo que me permitió aprovechar esos escasos segundos para obligarlo a entrar, cerrando la puerta de cristal a sus espaldas.

— ¿Qué te preocupa entonces?

— El que yo no pueda contenerme. Realmente quiero hacer las cosas bien. —Confesó robándome una pequeña sonrisa. ¿Cuántas veces me había dicho que era una pervertida? Pues estaba a punto de hacerle fe a sus palabras.

— ¿Y quién te dice que esto es no hacer las cosas bien? — Contra ataqué, y él ya no tuvo razones para contradecirme. Abrió su boca y la volvió a cerrar, sin saber qué decir. — ¿Sabes que a estas alturas ya hemos roto casi la mitad de las reglas que pusimos en el contrato? —Eso lo tomó aún más desprevenidos.

— Prácticamente no considero real ese contrato desde la primera vez que te besé. —Reconoció ladeando su rostro sin apartar la mirada de mí. Sonreí a gusto con esa respuesta, y sin decir nada más abrí la llave del agua caliente, me tomé un rato para mermar la temperatura antes de permitir que esta cayera sobre mi cuerpo, sin importarme que el resto de mi ropa se mojara.

— Ven... —Pero él no movió ni un musculo, solo se mantenía en el extremo de la ducha, observándome.

Volví a acercarme pero esta vez no se apartó cuando lo tomé de las manos para tirar nuevamente de él. No sé cómo su cuerpo se estremeció ante el primer contacto con el agua. Soltó un suspiro permitiendo estar tan cerca de él como me era posible pero sin la necesidad de tocarlo. Así tuve la oportunidad de notar esos ojos suplicantes bajo el agua. Su respiración se hacía cada vez más pesada obligándome a ir por más. Elevé mi rostro hacia el suyo haciendo un ademán de besarlo más no lo hice, simplemente dejé que mis labios se pasearan sobre los suyos, con sutiles roces, deseando provocarlo hasta el punto de enloquecerlo.

— ¿Qué estás haciendo conmigo? —Susurró cerrando sus ojos por un momento. Ahí pude sentir su primer contacto, ese que me quemaba la piel.

Sus dedos se deslizaron por mi abdomen hasta llegar a la parte baja, apenas acariciándome con las yemas, haciendo exactamente lo mismo que yo hacía segundos antes con sus labios. Luego, en un movimiento rápido se arrodilló delante de mí para bajar la cremallera de mis jeans y deshacerse de ellos, arrojándolos en algún lugar del suelo en la ducha.

Palidecí y ahora era mi respiración la que estaba pesada. En teoría era la primera vez que estaba delante de él en ropa interior, y eso solo hacía que mi cuerpo temblara, pidiendo a gritos por sus manos. No me contuve más y lo sostuve del rostro obligándolo a ponerse de pie,pero antes de que pudiera encontrarme con sus labios, me detuvo.

— Pensé que habías jurado que no intentarías nada. —Dijo en ese tono burlesco y esa sonrisa que lograba robarme el aliento.

— Cierto... —Maldije por dentro el instante en que había dicho esas palabras.

— Es una suerte que yo no jurara nada...

Un apenas audible jadeo se escapó de mi cuando sus labios se encontraron con los míos con brusquedad. Fuimos puras caricias, explorando cada centímetro de nuestros cuerpos mientras que sus labios me devoraban. Su lengua no me daba tregua, experta danzaba contra la mía robándome uno que otro suspiro, deseando sentirla ahora explorando mi cuerpo.

Por otro lado, mis manos inquietas se deshicieron también de su jean arrojándolo al suelo junto al mío, al igual que las suyas, se deslizaron con posesividad sobre mi espalda, acariciándome, hasta detenerse sobre el broche del sostén. Un segundo, y este también estaba en el suelo. Una corriente recorrió mi cuerpo y terminó en mi entrepierna justo cuando mis senos desnudos tocaron su pecho. Temblé, y así como mi sostén, el resto de nuestras prendas terminaron en el suelo.

Yoon Gi me apartó del agua que caía sobre nosotros por un momento para contemplarme. Esos oscuros ojos me detallaron con lujuria, cada recodo de mi cuerpo suplicaba por él, sabía que tenía total poder sobre mí, porque ante solo esa mirada, yo ya era un manojo de nervios y deseos.

— No tienes idea de todas las cosas que quiero hacerte... —Su voz era ronca y podría jurar que sería fácil llegar al clímax solo con escucharlo.

— ¿Qué estás esperando?

Sus labios no tardaron en explorar mi cuerpo. Se entretuvo el tiempo suficiente con mis senos para escucharme gemir mientras que sus manos acariciaban todo de mí a su paso, iba a perder la cordura en cualquier momento. Susurré su nombre acompañado de un jadeo, y al parecer eso tuvo cierto efecto en él ya que sus labios volvieron estar sobre los míos mientras que sus manos se apretaban sobre mi trasero, presionando deliciosamente su erección contra mí.

Sus brazos se tensaron cuando me sujetó con fuerza para levantarme del suelo. Mi espalda chocó contra la pared de la ducha en cuanto mis piernas rodearon su cadera. Involuntariamente cerré los ojos, ansiosa, pero esta vez él besó cada recodo de mi rostro para llamar mi atención.

—No, mírame... —Susurró con cierta dificultad obligándome a abrir los ojos. — No dejes de mirarme...

Y entonces lo sentí, deslizándose dentro de mí. Solté un jadeo y el gruño por lo bajo, dejando me ver esa perfecta expresión de placer plasmada en su rostro. Hice un esfuerzo por no cerrar los ojos ante la abrumadora sensación, él esperó un par de segundos a que me acostumbrara antes de que comenzara a moverse. Retiró por completo su miembro antes de volver a deslizarse dentro de mí, lenta, deliciosa y tortuosamente, repitiendo aquella acción hasta el punto de enloquecerme.

Yoon Gi ahora me besaba como si su vida dependiera de ello, intentando apaciguar mis jadeos y los suyos... Permitiendo que ambos nos entregáramos por completo, y nos perdiéramos al mismo tiempo. 


Salimos de la ducha entre risas y pequeños besos traviesos. Yoon Gi se había tomado el trabajo de cubrirnos con una toalla a ambos permitiendo que nos mantuviéramos abrazados, al tiempo en que caminábamos lentamente para no chocar con nada que nos hiciera terminar en el suelo.

— ¿Cómo es posible que no tengas más toallas en el baño? —Se quejó notando el camino de agua que dejamos en el suelo de regreso a la habitación.

— ¿Qué esperabas? Vivo sola... No puedo estar usando mil toallas como tú lo haces cada vez que te bañas. —También me quejé, y como repuesta, apartó con brusquedad la toalla que nos cubría dejando que el frío golpeará nuestros cuerpos desnudos, provocándome un grito ante la sorpresa.

— Supongo que me las tendré que arreglar solo con una toalla. —Dijo al fin rindiéndose para comenzar a cercar mi cabello, pero no le dejé la tarea fácil ya que no me quedaba quieta en ningún momento.

No me incomodaba en absoluto estar desnuda frente a él, y mucho menos cuando estaba tonteando, impidiéndole que secara mi cabello mientras le robaba uno que otro beso, rodeando su cuello con ambos brazos exigiendo su atención en tanto él solo gruñía de frustración. Hasta que de un momento a otro arrojó la toalla al suelo, rindiéndose, y terminó por empujarme sobre la cama provocándome un grito de sorpresa.

— ¿Nunca vas a hacerme las cosas fáciles? —Me reclamó y yo solo pude negar con la cabeza conteniendo una sonrisa divertida.

— ¿Por qué debería? —Y desde donde estaba tenía una espléndida vista de él y viceversa. Noté como sus ojos se oscurecieron sutilmente mientras me contemplaba al tiempo en que me incorporaba solo un poco para apoyarme sobre los codos, pero aquella posición no me duró mucho pues en cuestión de segundos, con una sonrisa traviesa, subió a la cama trepando sobre mí para capturar mis labios, hambriento de ellos.

Yoon Gi se había encargado de que en poco tiempo tuviera que morder mi labio inferior para contener mis gemidos cuando sus besos descendieron lentamente por mi mandíbula, cuello, y senos, entreteniéndose un rato con cada uno de ellos antes de descender un poco más por mi abdomen, pasando su lengua, besando y mordiendo suavemente todo a su paso, hasta llegar al lugar que tanto deseaba y reclamaba su atención con urgencia.

Arqué mi espalda cuando una exquisita corriente recorrió mi cuerpo, cerré los ojos con fuerza echando la cabeza hacia atrás, y mis dedos se aferraron a las sabanas. Quise moverme pero sus manos se aferraban a mis muslos impidiéndomelo, mientras que su lengua jugaba conmigo con toda libertad empujándome cada vez más al borde...

Esa noche dejé que hiciera conmigo lo que quisiera, podríamos decir que en ese momento solo existíamos nosotros, sin importarnos nada ni nadie. No podíamos parar de besarnos y tocarnos, y solo nos detuvimos cuando caímos del cansancio al amanecer. 


Un ruidoso y molesto sonido escuché al momento en que abrí los ojos. Me sentí desorientada ya que era poca la luz que ingresaba a la estancia gracias a las cortinas cerradas. Perezosamente giré mi rostro hacia Yoon Gi que dormía profundamente boca abajo. Continuaba desnudo, al igual que yo, con las sábanas tapándolo hasta la parte baja de la espalda.

Me removí a su lado para dejar un pequeño beso sobre su nariz a lo que él respondió con un gruñido y un apenas audible "cinco minutos más"

Nuevamente aquel ruido apareció, y me costó relacionar el sonido con el timbre de llamada del teléfono de Yoon Gi del cual no tenía la menor idea de donde estaba. Volví la mira hacia el reloj de mesa que tenía sobre el nochero junto a la cama, era más de medio día. Se suponía que a esa hora, ambos deberíamos estar en la empresa, él ensayando y yo ayudando con cualquier cosa que se presentará... así que lentamente mis ojos se abrieron como platos cuando caí en cuenta de lo que estaba pasando.

Palidecí soltando un grito y por poco me caigo de la cama en un intento de ponerme de pie. Yoon Gi soltó una maldición mientras levantaba su rostro a regañadientes. Tenía el cabello alborotado y apenas sus ojos se mantenían abiertos.

— ¿Qué demonios, Abril? —Se quejó con la voz ronca, malhumorado, rascó su nuca y luego soltó un suspiro, ignorando todo lo que estaba sucediendo.

— Es más de medio día. —Dije de la nada. Él me miró como si no entendiera, hasta que dos segundos después, su semblante se alteró.

Ambos sabíamos lo extrictos que eran el Manager Kim y el coreógrafo Sung con los horarios, y que seríamos presa fácil justo al momento en que cruzamos las puertas de la sala de ensayo.

Estábamos jodidos... 


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