El sol golpeó completamente el rostro de Vee, sacándole del reposo en el que había estado durante la última hora del viaje. Se removió en su asiento, buscando encontrar una posición donde aquello no pasara.
Estaba en el primer asiento, detrás del chofer y a un lado de Bill que leía algún libro. Suponía que los chicos estaban dormidos, no los había escuchado en un rato. Aunque si habían hablado, seguro los había ignorado inconscientemente.
-¿Cuánto tiempo falta, Bill? -cuestionó Gene.
-Unos cuarenta minutos. -respondió mirándose el reloj.
-Eso dijiste hace hora y media. -observó Vee. Gene le dió la razón, recordando.
-Esta vez es verdad.
El demonio y la chica le miraron no muy seguros, terminando por aceptarlo y volviendo a sus asuntos. Ella miró la carretera, hacia ningún punto específico.
Iban rumbo a Portugal, el último país de su gira. A pesar de lo mucho que amaban tocar y de lo asombroso que era el viejo continente, todos estaban felices de volver a su país, dicho de esa manera porque en realidad irían a tres ciudades más antes de ir a sus hogares.
Sus ojos volvieron a cerrarse mientras intentaba dormir, pero no lo lograba y simplemente se mantenía de esa manera. Después de un rato los chicos comenzaron a charlar y a reír, entonces escuchó a Ace llamarla y fingió estar dormida.
Amaba estar con ellos, pero el asunto con Paul hizo que decidiera alejarse un poco. No podía estar con él, no sin que unas enormes ganas de llorar la asaltaran, y por supuesto que jamás iba a hacer que él se alejara de ellos... Era mejor así.
Llegaron al hotel y cada uno fue a sus respectivas habitaciones, acordando verse en algunos minutos para poder ir a comer. Vee no se apuró demasiado, realmente no tenía hambre, o eso quería hacerse creer, y tampoco planeaba ir. Tres golpes en su puerta le hicieron levantarse de la cama.
-Hey.
-Hey. -devolvió el saludo. -Entra.
Peter miró a los costados del pasillo y asintió. Tenían unos dos días sin hablar, nada comparado con las dos semanas en las que ni él ni Paul habían cruzado palabra. Estaban juntos la mayor parte del tiempo, y aunque se sentía mal con Vee alejada del grupo, era más fácil de esa manera.
-Sólo quería decirte que no debes preocuparte. Si decides tenerlo, estaré ahí para ti y me haré cargo de todo...
-No...
-Apoyaré cualquier decisión que tomes...
-Peter, no hay decisión qué tomar. Ya tuve mi periodo. -dejó saber, sonriendo de verdad.
El creer que estaba embarazada había sido, sin duda, algo que logró empeorar su estado de ánimo. Saber que no era así fue un gran alivio, para ambas partes involucradas.
-¿En serio? Esas son muy buenas noticias.
-Lo son. Y aprecio el gesto de venir y decir todo eso.
-Era mi responsabilidad, después de todo.
-Pero hubiera entendido que no quisieras hacerlo...
-Eres mi amiga, jamás te hubiera hecho eso. -Vee sonrió de lado, y no pudo evitar abrazarle.
Peter correspondió el gesto, agradeciendo que las cosas entre ellos estuvieran intactas. Ambos sabían lo que esa noche había significado para ellos, el intentar llevar las cosas a otro nivel hubiera sido una desfachatez, algo que realmente ninguno concebía en su mente aunque lo intentaran. El Catman soltó un suspiro largo.
-Le pediré disculpas a Paul. -comentó cuando se separaron. Vee asintió, levantando su mirada hasta él.
-¿Lo sientes? -preguntó.
Peter apretó los labios. Había estado pensándolo ya un largo rato.
-Podría regresar a esa noche las veces que quieras, y estoy seguro de que hubiera hecho exactamente lo mismo. -confesó. -Sí, lo siento, pero porque es mi amigo... Lo que pasa entre ustedes, bueno, podríamos pasar la noche entera discutiéndolo.
-Claro. -rió Vee. -Está bien, espero que las acepte.
-Yo también. ¿Vamos?
-No creo que sirva mucho que nos vea juntos.
-Cierto. -se rascó la nuca. -¿Voy yo y tú llegas después?
-Sí.
La muchacha cerró la puerta en cuanto Peter salió de la habitación. Su estómago hizo un extraño sonido, no había comido nada más que un chocolate en todo el día. Sin entusiasmo se convenció a sí misma y salió rumbo al restaurante del hotel.
-Apúrate, Gene se va a comer tu comida. -le dijo Ace.
Estaban todos sentados en una mesa redonda, Ace estaba entre Paul y Peter, luego había dos asientos vacíos con Gene en el medio. El que estaba al lado de Paul era de Bill, a quien había visto hablando por teléfono en el mostrador.
-No, no lo hará.
-¿Me estás retando?.
-Lo apuesto.
Gene comenzó a tomar el plato y ella le propinó un golpe en la mano, haciéndolos reír. Incluso a Paul.
Al escucharlo, Vee se mordió la mejilla, peleando con su voluntad para no mirarlo. ¿Por qué se reía? ¿Acaso él estaba bien después de lo pasado? Ese pensamiento la hizo enojar, pero justo Bill llegó.
-¿Qué pasa, Bill? Te ves preocupado. -dijo Gene.
-Estoy preocupado. -respondió.
-¿Pasó algo?
-Es que... El nacimiento de mi hijo estaba programado en dos semanas, para ese momento ya deberíamos estar en Nueva York. Pero resulta que mi esposa se sintió extraña y fue al médico, y ahora está programado para pasado mañana.
-¿Tu esposa está embarazada? No lo sabía.
-Hay mucho que no sabes. -respondió el mánager a Ace.
-Eso es gigante, hombre, felicidades. -dijo Paul. -¿Pero qué vas a hacer?
-¿Qué más? No puedo dejarlos aquí...
-¿Y perderte el nacimiento de tu hijo? Claro que no. -reprendió Vee. -Tu esposa te necesitará.
-Sí, tiene razón. -acordó Gene. -Tienes que irte.
-Pero...
-Hey, estaremos bien. -aseguró Paul. -¿No, chicos?
-Sí, nos quedamos, tocamos y te veremos en Dakota. -intervino Peter.
-¿Están seguros?
-¿Qué importamos nosotros? Debes ir. Además ya somos mayores... Casi todos.
Bill miró a la chica.
-Estaré bien, ellos me cuidarán.
-No eres tú quien tiene que ser cuidada. -dijo con desdén.
Ella gesticuló una sonrisa y miró a los chicos, llegando hasta Paul sin pensar. Sus miradas conectaron un momento, entonces ella bajó la mirada y la subió hasta Bill.
-No te preocupes. Todos vamos a estar bien.
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No hablaba con él, lo ignoraba por completo, ni siquiera lo miraba, y acababa de descubrir por qué. Cuando sus ojos grises se clavaron en los de él, la decepción en ellos era tan grande que le dolía el alma, tanto que si hubiera tenido una pistola en la mano, no hubiera dudado en ponerla en su cabeza.
Tardó días en entender lo que había pasado entre ellos. Los primeros fueron los peores, ni siquiera él hubiera soportado la actitud de mierda que había tenido con sus compañeros, pero agradecía que lo hubieran hecho porque hasta ese momento nada más le evitaba romper a llorar.
Mirarla hacía que su interior doliera, pero no podía evitar hacerlo. ¿Se lo merecía, no? Cuando escuchó las últimas palabras que Vee le dijo, la pena entró en su cuerpo y no había sido capaz de sacarla hasta entonces, igual que no había podido sacarla a ella de su cabeza.
-La puta madre de Dios. -blasfemó la chica. Ninguno de ellos prestó realmente atención a lo dicho, estaban molestos por igual.
-¡Mierda! -soltó Gene casi al mismo tiempo. Miró a su mejor amigo que parecía demasiado relajado para lo que acababa de pasar. -¿Escuchaste eso?
Él estaba hablando con el promotor, luego miró a Vee y no supo más... Todos enloquecieron por lo que acababan de decirles... ¡Les acababan de cancelar la presentación!
-Sí.
-¿Qué demonios vamos a hacer? -se quejó Peter.
Primero habían perdido una de las maletas con dos pequeños amplificadores, luego se habían perdido buscando el maldito club y ahora no tenían concierto alguno para dar. Ace se tomó la cabellera y luego dijo:
-Podríamos encontrar otro lugar...
-¿Para tocar? ¿En viernes? Claaaro.
-¿Crees que es momento para tu sarcasmo? Acabo de perder el puto amplificador que costaba más que mi casa, deja tu mierda.
-Cállate, el otro era mío. Ven aquí y hazme dejar mi mierda.
-¡Oigan! -Vee regresó los metros que se había alejado para interponerse entre Gene y Ace.
A ninguno le importó eso y comenzaron a empujarse, aplastándola a ella en medio. Con ambas manos intentaba alejarlos, pero no lo lograba.
Bastante enojada giró el cuello para mirar a los otros dos que observaban la situación.
-¿Van ayudarme o debería importarme una mierda y los dejo pelear? -reprochó. -¡Deja de empujarme, maldita sea!
Los dos se aproximaron rápidamente, ignorándose ellos y a Vee, que hizo lo mismo. Una vez que los separaron, Paul les miró enojado.
-¡Dejen de tratarse mal por algo de lo que ninguno tiene la culpa!
-Ah, tú estás perfecto para decir eso. -le soltó sorpresivamente Gene.
-¿Qué...
-¡Cállense todos, no peleen! -exclamó Vee exasperada. -Le dijimos a Bill que íbamos a controlar todo, ¿no?
-Sí...
-¡Pues esto no es eso! Ya déjenlo. -los señaló. -¿Y qué hacemos todavía aquí? ¿Vamos a esperar a que salgan para que les digan que pueden tocar una canción rápida y recoger las propinas que les lancen? ¡Vámonos!
Los cuatro obedecieron a los dos segundos, levantando sus cosas para irse; en el acto Gene y Ace chocaron puños.
Mientras caminaban en busca de un taxi, Paul miró a la chica que caminaba enojada frente a ellos. Sabía que no era con ellos, sino con las personas del club y con la suerte que corrían.
No podía seguir mintiendo, estaba completamente perdido por ella, ¿y cómo no estarlo? Una chica cualquiera hubiera huído de la pesadilla que eran entre los cuatro, sin embargo ella seguía ahí, a la altura suficiente para ponerlos en orden y hacerlos caminar fuera de cualquier lugar con la cabeza en alto, como si no fueran los tontos que podían llegar a ser... Especialmente ese día.
Todo lo que tenían qué hacer era ir al hotel y esperar su vuelo hasta la tarde del otro día, pero antes de que las veinticuatro horas pasaran, Vee escuchó muchas voces en el pasillo y por primera vez prestó atención al ruido que había estado llegando a sus oídos en la última media hora.
Salió al pasillo y se dió cuenta de que ahí se encontraban todos los otros hospedados del piso. En cuanto la vieron, comenzaron a hablar señalándola y seguidamente a la habitación de donde provenía el ruido. Ella avanzó hasta que llegó a la puerta de la habitación de Gene.
Cuando la abrió, todos quisieron mirar, pero cerró con rapidez para admirar el desastre ante sus narices.
-¡YA VINO VEE! -un Gene ebrio gritó.
El ver una mesa, el sofá y el colchón tirados en diferentes lugares de la habitación era mucho, pero el ver a Gene en esa condición fue lo que hizo que Vee se impresionara más. Su mirada fue hasta Peter, que estaba totalmente drogado, tranquilamente sentado en el suelo.
-¿Qué hacen? -temió preguntar Vee.
-¡Estamos muy borrachos!
-¿En serio?
La cadena del baño se escuchó y Ace salió tambaleante. Eso no era nuevo, pero Vee miró extrañada que tenía la bebida en la mano cuando salió de ahí.
-Hola, preciosa. Ven con nosotros.
-Chicos, ¿por qué...
-¡ODIO PORTUGAL! ¡QUE SE VAYA A LA MIERDA PORTUGAL! -gritó el Spaceman a todo pulmón.
-¡SÍ! ¡PORTUGAL Y SUS PUTOS LADRONES DE AMPLIFICADORES! -esta vez gritó Gene.
-Dios, ¡bajen de ahí! -pidió la chica.
Estaban en la ventana, subidos en la baranda que daba a la calle. Ella no pudo evitar sentir que estaban en peligro y corrió hacia ellos para hacerlos bajar.
-¡Peter... -¿se había quedado dormido? -Por favor.
Con una mano intentaba alejar a Ace y con la otra estiraba a Gene, cuyo cuerpo se inclinaba cada vez más hacia la calle.
La puerta se abrió y Paul entró en las mismas condiciones que Vee lo había hecho. Primero observó las cosas destruidas, luego a Peter y por último a los otros tres. No pudo cerrar la puerta porque cuando los miró, Gene dejó de luchar y soltó el cuerpo, cayendo con todo su peso sobre la chica que no era más que una muñeca de trapo junto a su corpulencia.
-¡Qué mierda! -corrió Paul a mover a Gene. Ace se partía de risa. -¿Estás bien?
Vee lo miró, completamente paralizada por la impresión de lo que acababa de pasar.
-S...
-Tenemos que pedirles que se vayan, o llamaremos a la policía para que los saquen. -el chico que se había encargado de traducir estaba parado en la puerta junto al gerente del hotel y un enorme tipo de seguridad. El gerente le dijo algo y él asintió. -Y tendrán que pagar por todo lo que rompieron.
De alguna forma, Vee y Gene se las estaban arreglando para salir del lugar con Ace caminando. Apenas se podía mantener en pie y Paul estaba ocupado cargando a Peter fuera de la habitación.
Caminaba con él en el hombro cuando Vee pasó a su lado para ir por los equipajes, luego él tendría que hacer lo mismo con los suyos, la seguridad ya estaba sacando los de los chicos.
Cuando finalmente regresaba, miró a Ace solo junto a Peter que estaba sentado sin saber nada. Buscó a Vee y la encontró estirando a Gene, el bajista acababa de reventar una botella contra la pared del hotel.
-Maldita sea, Gene. -soltó cuando él se cayó. Con mucho trabajo lo puso de pie mientras le decía que la ayudara, y Gene hacía caso omiso.
Ella regresó junto a Ace que parecía haberse congelado en su lugar. Paul miró cómo soltaba un pesado suspiro, y cuando ella levantó la cabeza notó sus ojos enrojecidos.
Estaban haciéndola pasar un mal momento, lo que seguramente sólo se sumaba a lo que había pasado con él. No quería verla así, tenía que arreglarlo.
-Vee. -le habló, recibiendo silencio como respuesta. -Vee, ¿podemos hablar?
-No.
De nuevo su voz rota, justo igual que cuando había clamado que lo quería, justo igual que cuando a él le había importado un carajo por los celos que sentía de su ahora inconsciente compañero.
-Nena, por favor. -murmuró.
-¿Qué?
-Necesito hablarte, que me hables...
-No, Paul. No quiero hablar contigo, no puedo. -le dió una mirada dolida. Él se mordió el labio.
-Yo sé que fui...
-¿Un imbécil? Sí, y yo no quiero portarme igual que tú. Así que no hables, porque cualquier cosa que digas ahora va a tener la misma puta respuesta que tú...
No terminó. Ace se dobló sobre sí mismo y comenzó a vomitar todo el alcohol que había ingerido en su habitación. Los dos saltaron hacia atrás para evitar accidentes. Paul pudo mirarla frente a frente por última vez, antes de que ella volviera a hacer su voto de silencio contra él y corriera a auxiliar a Ace.
-Tranquilo. -dijo con sutileza al guitarrista, mientras le sujetaba el cabello. -Te vas a sentir mejor, cariño.
La gente caminaba lentamente por la acera del otro lado, algunos hasta se detenían para mirar el escándalo. Peter se dormía cada treinta segundos, Gene ni siquiera podía levantarse después de haber caído de nuevo y Ace dejaba el estómago en la acera. Y ella estaba ahí, dispuesta a soportar todo eso, igual que había hecho con Paul. Él no había sido capaz de tomar la mitad de lo que ella había hecho.
Pero no podía perder el amor de una chica así.
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