30 Days of OTP |Frededdy|

By KurogawaYuri

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-El amor no se demuestra solo con sexo... ¿Lo sabías, Freddy? -En 30 días tendrás que demostrarlo, Fred. Cont... More

Las reglas del juego.
Día 1. Abrazo
Día 2. Beso
Día 3. Durmiendo ~Daddy Kink~
Día 4. Chupón
Día 5. Masturbación al pasivo.
Día 6. Masturbación al activo ~Daddy Kink~
Día 7. Jugueteo con los dedos
Día 8. Felación.
Día 9. El Misionero
Día 10. En cuatro ~Lemon explícito~
Día 11. Mientras lo masturba.
Día 12. Contra la pared.
Día 13. Con el pasivo encima ~Daddy Kink~
Día 14. Cambio de papeles.
Día 15. Con ropa
Día 16. Bajo el agua.
Día 17. En la ducha
Día 19. Sudoroso y Caliente ~Omegaverse~
Día 20. Ruidoso y Exagerado ~Incesto~
Día 21. Con Rasguños y Arañazos.
Día 22. Con vendas.
Día 23. Juego de Rol
Día 23. Juego de Rol (Alice in Wonderland) + Día 24. Cosplayando ~Omegaverse~
Día 24. Cosplayando (Creepypasta) + Día 25. Con juguetes.
Día 26. Sadomasoquismo ~Omegaverse~ + Wattys 2019
Día 27. Futanari
Día 28. Furry
Día 29. Tu fetiche ~Daddy Kink~
Día 30. Apasionado y romántico. ~Omegaverse~
SPECIAL 1: QUESTIONS & ANSWERS! FT. Readers
Día 31. Sin experiencia.
SPECIAL 2: ROCKIN' AROUND THE CHRISTMAS TREE
Día 32. Oral ~Lésbico~
Día 33. Del lado equivocado del infierno.
Día 34. Atraco.
Día 35. Hogwarts
Día 36. A escondidas ~Omegaverse~
Día 37. Cuarteto.
Día 38. El más temido.
Aviso importante. Creo que me están plagiando.
Día 39. Abuso
(Final) Día 40. El día en que se conocieron
Aviso importante. Segunda edición en camino.

Día 18. Fuera de Casa ~Daddy Kink~

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By KurogawaYuri

ADVERTENCIA ⚠️: Ligero fluff, lenguaje ligeramente vulgar y sexo explícito. Este es relativamente el día donde "Fred y Freddy se conocen". No me hago responsable por derrames nasales. Quedáis avisadxs.

Fred miraba por la ventana del cuarto que le había asignado Gold, mientras de vez en cuando paseaba su mirada por la habitación. La examinaba a detalle, intentando encontrar algún desperfecto. Al no observar nada, posó su vista en aquel tierno joven que plácidamente dormía en la cama matrimonial. Una vez más, desvió su atención hacia aquel pequeño cuerpo.

Su cabello castaño ligeramente desordenado dejaba ver unos ojos cerrados pacíficamente adornados por unas largas y preciosas pestañas. Labios color cereza esponjosos y dulces, mofletes algo redonditos pero que solo acentuaban aquella ternura suya. Piel ligeramente morena pero lechosa y unas curvas que mostraban su esbelta y delicada figura. Un trasero voluminoso y firme, junto a sus piernas contorneadas y delicadas como si no se tratase de un hombre.

Fred contemplaba aquella belleza inocente mientras sentía su cuerpo arder en deseo por probar aquella piel suave y poder besar aquellos tiernos labios. Fred era conocido por ser un fetichista. Y uno de sus principales fetiches era el Daddy Kink. Amaba controlar a su pasivo, sentirse superior en todos sentidos frente a su menor y controlar su cuerpo, pensamientos y decisiones, sin dejar de darle voto a opinar y expresarse.

Consentía a cada Baby que había tenido. Les mimaba, cumplía cualquier capricho y les daba opción de desertar si llegaban a sentirse inseguros. Pero llevaba suficiente tiempo sin un BabyBoy. Y ahora qué se encontraba soltero, aprovecharía y conocería a cualquier tierno chico que estuviese dispuesto a seguir las reglas de su contrato.

El pelinegro dio un respingo en su lugar al ver como aquella pequeña bolita se removía de forma inquieta en su lugar y despertaba de su cómodo sueño.

—H-Hmm...— Se quejó el menor al sentir ese leve aroma a cigarrillo y café expresso, proveniente del mayor con quien se encontraba compartiendo cuarto.—L-Lo lamento... ¿Mis movimientos han perturbado su sueño?...— Susurró el de cabellera castaña. Este estaba más que consciente sobre el hombre con quien ahora se encontraba conversando. Había oído de su amigo Golden que aquel sensual pelinegro era CEO de una de las empresas más conocidas de la ciudad y socio del Daddy de su amigo rubio. No sabía mucho de él, salvo que era mayor. Y a eso se le sumaba el hecho de que era un hombre imponente, conocido por tratar de forma "especial" a sus parejas.

La suave pero grave risa del mayor lo liberó de sus ensoñaciones, así que fijó su mirada en el contrario y arqueó la cabeza. —Al contrario, precioso. No lograba conciliar el sueño, así que decidí quedarme despierto un rato y contemplar una belleza joven...— Susurró en un hilillo de voz mientras a pasos lentos y cortos se acercaba al pequeño castaño.

—Si me permite preguntar... ¿Qué era aquello que miraba?— Susurró igualmente. Estaba de más mencionar que era ya bastante tarde para que ambos se encontrasen despiertos.

—Algo de extrema belleza...— Fred se sentó al filo de la cama encarando al joven de ojos azules como el zafiro. Sonrió dejando ver una fina hilera perlada y extendió su mano hacia uno de sus mofletes para acariciarlo con delicadeza, como si se tratase de una fina pieza de porcelana. —Algo tan exquisito como las rosas floreciendo en primavera... Algo tan precioso que su belleza me ciega al cruzármelo... Alguien Tan hermoso... que desearía mantenerlo junto a mi y protegerlo con todas mis fuerzas...

—¿Es acaso esta persona... alguien de quien yo tenga conocimiento?— Aquella pregunta sonaba algo sarcástica. Freddy estaba ciertamente consciente que su mayor se refería a él, sin embargo consideraba razonable escucharlo de su propia boca en lugar de levantar teorías descabelladas.

No lo negaría, aquel hombre le hacía sentir como nadie nunca hubiese hecho antes. Él era del tipo de hombres por el que sentía atracción. Realmente deseaba que ese guapo hombre le mirara de la misma forma que él lo hace.

Fred se dio el lujo de dejar escapar una sonrisa socarrona mientras desviaba la mirada. —Es alguien que apuesto conoces perfectamente...— Conectaron miradas y con su dedo pulgar delineó los deliciosos labios del más pequeños. —Es algo más bajo que yo... Tiene 18 años, cabellera castaña, preciosos ojos color mar azulado, unos tiernos mofletes... Piel chocolatada, labios cereza... Un precioso cuerpo... Una voz dulce y una risilla encantadora...— Sus ojos parecían perderse en los contrarios. Fred sujetó el mentón de Freddy con delicadeza y le imposibilitó desviar su mirar de él —Freddy... Desde que cruzamos miradas durante la cena de anoche, he pensado de ti como el ser más hermoso de este mundo... Alguien a quien deseo proteger con toda mi alma... Hablo con el corazón cuando confieso... que jamás he sentido esto por alguien ajeno a ti...

Freddy no sabía con certeza qué debía decir o hacer para aplacar aquellos sentimientos arremolinados todos al mismo tiempo. Se sentía feliz, emocionado, perturbado, extasiado, y muchas cosas más. Todo a la vez. Pero aquellos nuevos sentimientos eran simplemente tan cálidos que no podría compararlos con nada más.

—¿D-De en serio?... ¿E-Es cierto esto que confiesa ante mi?... Yo... ¿Le atraigo?.— Preguntó aún incrédulo. Le costaba creer que un hombre tan elegante e importante pudo haberse fijado en alguien de su calaña.

—Mi precioso... Si no fuese cierto, no hubiese tenido razones para confesártelo... ¿No lo crees?— Se acercó lentamente a depositar un casto beso en su frente, sintiendo al menor temblar bajo su tacto.

—M-Mmm~... F-Fred~...

De ahora en adelante... Llámame Daddy...— Fred tomó entre sus grandes manos las pequeñas del menor y las entrelazó en un toque noble, una promesa silenciosa, un voto de amor sincero, o tal vez no, pero que procurarían mantener vivo.

Un gemido se escapó de los tiernos labios de Freddy, quien al escuchar aquel apodo, no hizo más que retorcerse. —D-Daddy~...— Gimió en respuesta obedientemente. Fred dejó escapar un ronco jadeo al escuchar esa palabra salir de los labios de su ahora amante.

—Eso es Baby... Entrégate a Daddy en cuerpo y alma...— Susurró y lo recostó en la cama con ligera delicadeza, dándose un tiempo para contemplar aquel esbelto pero delicado cuerpo que reposaba debajo suyo. Freddy ardía en vergüenza al sentir aquella feroz mirada comiéndoselo, metafóricamente. —Eres precioso, mi amor... Simplemente precioso— Fred inclinó su cuerpo para unir los tiernos belfos del menor a los suyos, en un delicado roce que poco a poco fue tornándose más apasionado.

Ambos cuerpos deseaban tocarse, sin embargo Fred quería ir despacio. Desconocía si su nuevo amante era o no virgen, así que no pensaba ser salvaje con él. Al menos no por ahora.

—¿Es tú primera vez, Baby?— Freddy asintió con la cabeza brutalmente avergonzado. Era obvio que su amante no era nada virgen. Pero que él lo fuese teniendo 18 años recién cumplidos se le hacía incluso estúpido.

—S-Si...— Se dió el lujo de susurrar, aún a sabiendas que le podría escuchar. Al escuchar la grave risa de Fred, sus ojos se colocaron acuosos y traicioneras lágrimas perladas resbalaron de estos, perdiéndose en la almohada de la cama. Fred lo notó y al instante limpió con el dorso de su mano las gotitas saladas que caían por los tiernos orbes de su pequeño, para seguido besar sus párpados con dulzura.

—Por favor, no llores. Alguien tan bello como tú no debe llorar.— Le susurró de vuelta y las mejillas del más pequeño se encendieron en un tono durazno. Desvió la mirada y Fred aprovechó aquella acción para repartir besos por su cuello. —Eres precioso, Freddy...

—D-Daddy...— El mayor retiró los pantalones y la camisa de dormir del bajito y siguió con su pequeño juego, repartiendo besos húmedos, aunque tiernos, por todo el pecho, abdómen y torso de Freddy. El menor solo se limitaba a dejar escapar dulces suspiros y gemidos ligeramente agudos, casi femeninos. Aquella dulce y delicada voz se podía volver un arma de doble filo, pero no le importaba. Se sentía muy bien estar entre los fornidos brazos de su ahora Daddy.

—¿Lo disfrutas, Baby?— Cuestionó Fred mientras continuaba con su labor.

—D-Daddy~... Mmghm~...— Gimió y suspiró Freddy, liberando todo el aire que llevaba reteniendo en sus pulmones. Su tacto era tan delicado, como si él fuese de porcelana. Aquello más que encenderlo, le avergonzaba de una manera inexplicable. Le hacía pensar que Fred quería que su primera vez fuera inolvidable.

Y así iba a ser.

Fred, algo más excitado que antes, regresó al pecho del castaño para comenzar a jugar con sus tiernos botoncitos erectos, producto de las estimulaciones. Freddy chilló. La caliente y húmeda lengua del ojirojizo jugueteaba con sus pezones, mientras su diestra estrujaba su pezón izquierdo.

Su temperatura corporal aumentaba al paso de las caricias. Sus cuerpos comenzaban a desprender una ligera capa de sudor, producto del calor del lugar, y sus miembros comenzaban a despertar dentro de sus bóxers.

Freddy se quejó al sentir como Fred retiraba la última prenda de ropa que cubría su cuerpo y formó un mohín muy tierno con sus labios. Fred rió y acarició con su mano la mejilla abultada del ojiazul. —¿Ocurre algo, mi bebé?

—D-Daddy es muy injusto— Susurró con una vocecilla más aguda, imitando a un niño pequeño. Fred formó una mueca de confusión en su rostro. —¿P-Porqué solo Baby está desnudo y D-Daddy aún lleva su ropa puesta?— Ante aquella queja tan adorable, Fred se soltó a reír mientras sujetaba su estómago debido al dolor. —N-No tiene gracia...

—Ah, pequeño. Si es eso lo que te acongoja, puedo cambiarlo inmediatamente.— Y así lo hizo, se despojó de cada prenda que cubría su fornido cuerpo y pudo sentir la mirada gatuna de su BabyBoy devorarlo de pies a cabeza. —¿Te gusta lo que ves?— Susurró de forma seductora.

Freddy, ensimismado en su mundo, solo atinó a asentir con la mirada mientras repasaba con su mirar el cuerpo bien trabajado de su acompañante. Piel pálida, casi blanquecina perfectamente cuidada, sin un solo rastro de imperfecciones. Abdomen muy marcado, brazos fornidos pero sin llegar a ser exagerados, una marcada "V" en su zona baja y una espalda ancha. Sin mencionar el tremendo miembro con el que contaba. Y cuando el pequeño cayó en cuenta de su tamaño, su mente se nubló. —¿C-Cómo entrará eso?...— Susurró casi para si mismo, por lo cual Fred no pudo escucharle.

Fred rió al sentirse tan observado por un pequeño BabyBoy muy avergonzado, por lo que intuyendo que aquello era lo correcto por hacerse, tomó la pequeña manito de su bebé y la dirigió a su pecho. —Anda. Disfruta un poco tú también, pequeño. Soy todo tuyo— Susurró y Freddy solo se dejó hacer. Guiando sus manos sin rumbo hacia los marcados abdominales de Fred, se detuvo al llegar a su gran pene ya erecto y chorreando pequeñas gotitas de pre-semen. Lo tomó entre sus pequeñas manitos, las cuales no alcanzaban a cubrir siquiera la mitad del glande, y las movió al compás de sus propios latidos desenfrenados.

—B-Baby...— Fred se quejó, más no lo detuvo. Siguió disfrutando aquellos torpes aunque calientes movimientos que llevaba a cabo su minino mientras jugaba con los castaños cabellos de Freddy. Este, sin saber como tomar aquello, dejó una mano en la base del glande y se acercó peligrosamente, sacando la lengua para luego repentinamente lamer el pene de Fred desde la base hasta la punta en forma de seta. Fred gruñó del placer y aprovechando que su mano se encontraba sobre la cabeza del más pequeño, marcó su propio ritmo, obligando a Freddy a introducir todo su gran miembro en su boca.

Cuando la punta tocó la úvula, unas extremas ganas de vomitar se apoderaron de Freddy, sin embargo alejó aquella sensación y continuó con su labor. De adentro hacia afuera, los obscenos sonidos que se escuchaban al momento en que Freddy succionaba con sus tiernos labios el miembro de Fred, solo lograban excitarlos a ambos. Fred sintió una ya conocida corriente recorrerle y alejó a Freddy para seguido tumbarlo de nuevo en la cama, esta vez boca abajo.

—Respira profundo— Susurró el mayor y sin esperar a una respuesta, dirigió sus labios hacia la tierna y virgen entrada de Freddy para, con su lengua, comenzar a lubricarla. El pequeño chilló de la sorpresa y sujetó entre sus manitos las finas sábanas de tela. Su ágil lengua recorrió habilidosamente por el tierno y estrecho orificio, hasta que sintió lo suficientemente lubricada la entrada, fue que dirigió sus largos y delgados dedos a la boquita de su Baby. —Lame— Ordenó con voz autoritaria y Freddy, obedientemente, los llevó a su boca para comenzar a lubricarlos con su lengua.

Fred no pudo evitar recordar lo que ocurrió minutos atrás. Sentir aquella lengua en su gran pene mientras succionaba el líquido pre-seminal que se había escapado, le calentó. Una vez lo suficientemente lubricados sus dedos, los sacó de la boca del castaño y los dirigió a su entrada.

La acarició con su dedo corazón y de imprevisto lo insertó brutamente. Las lágrimas no evitaron escaparse de los ojitos tiernos del menor, quien claramente adolorido dejó escapar un alarido. —¡D-Daddy! ¡P-Por favor, sácalo! ¡M-Me duele!— Gritó Freddy aguantando las lágrimas, quienes igualmente eran liberadas traicioneramente de sus orbes.

Fred comenzó a repartir besos por su espalda y muslos desnudos, intentando reconfortarle —Pasará. No llores, mi amor— Le susurró al oído. Y comenzó a embestirlo con solo un dedo. Un dedo y Freddy chilló, dos dedos y Freddy gimió.

Tres dedos y Freddy lloriqueó.

Ahora perfectamente lubricado, Fred liberó sus tres dedos fuera de la estrecha entrada de Freddy, viendo como éste contraía sus muslos intentando retenerle —D-Daddy~...

—Intenta guardar el silencio...— Susurró y alineó su miembro a la entrada de su BabyBoy. Creyendo que sería mejor introducirse completamente, embistió salvajemente a Freddy y se quedó quieto en su posición. Freddy soltó un ensordecedor grito que estaba seguro habría despertado a Golden y su Daddy. —Quieto, pequeño. O te dolerá más.— Se mantuvo obediente ante todo y cuando se sintió menos adolorido, comenzó a mover sus caderas, buscando un contacto más íntimo con su mayor.

Fred comprendió y comenzó con embestidas lentas, entrando y saliendo con ligera delicadeza de Freddy. Ambos iban sumiéndose juntos en un mundo de placer mientras continuaban con sus movimientos. El castaño iba sintiendo como el gran pene del mayor profanaba su virgen entrada brutalmente. Suspiros y gemidos dulces y agudos salieron de los tiernos labios de Freddy. De no ser por que Freddy tenía pene, Fred seguramente le hubiese confundido con una chica. 

—A-Aaaah~... D-Daddy~... Mghm~...— Gimió el pequeño Baby mientras Fred continuaba embistiendo y profenando aquel tierno cuerpo que lo volvería loco. 

—B-Baby~... Tu agujero es tan cálido~ Se s-siente tan bien~...— Gruñó Fred mientras continuaba sus embestidas, ahora cada vez más rápido. Se sentía en la puta gloria dentro de su entrada y sus paredes anales lo apretaban de una manera simplemente deliciosa. Se sentía en la gloria, como nunca antes un Baby lo había hecho sentir. —Sigue así, cariño. No pares, Daddy se correrá pronto~~

—D-Daddy~... M-Mmmm~...— Freddy se alejó de Fred, provocando que su pene saliese de su interior. Cuando el mayor estaba por reclamarle, quedó mudo al observar como Freddy se tumbaba boca arriba en la cama y abría las piernas, dejando ver su entrada dilatada y sus mejillas sonrosadas —S-Será más cómodo para usted así...— Una sonrisa zurcó los labios del mayor, quien sintiendo sus sentidos abandonarle, tomó por los muslos a Freddy y volvió a enterrarse en su interior.

Gemidos, jadeos roncos y rechinidos de la cama chocando contra el muro de hormigón se escuchaban aquella noche, dos cuerpos amándose sin censura, dos hombres entregándose mutuamente, compartiendo un momento inolvidable. Un pequeño chico cuya primera vez sería la mejor, y un hombre cuyo BabyBoy se convertiría en su futura adicción.

El sonido obsceno del choque de pieles al momento de las embestidas calentaban más a Freddy, quien sin poder evitarlo, comenzó a tocarse siendo observado con lujuria por su Daddy. Su pequeño pene se sentía pringoso de tanto líquido pre-seminal que se escapaba de la punta, se sentía calientemente pegajoso. —D-Daddy~... A-Aaaah~... 

—Joder, Baby... E-Eres increíble... 

—D-Daddy~... A-A Baby le fascina la enorme y jugosa polla de Daddy~...— Susurró y Fred quiso reír internamente ante ese coqueteo tan adorable. —B-Baby quiere lechita~... Mmmmghmm~...

—Y-Y la tendrás... S-Solo... mmm~... e-espera...— Las estocadas continuaron certeras, hasta que en una embestida demasiado brusca, Fred dió de lleno contra la próstata del menor, viendo como este gritaba y arqueaba la espalda, hilos nacarados saliendo disparados de su miembro y cayendo sobre Freddy, haciéndolo ver jodidamente sexy. —Oh, Baby. Te has corrido apenas he tocado tu punto P. 

—L-Lo siento Daddy~... A-Aaaah~...

—Baby recibirá un castigo después de esto...— Susurró el mayor mientras continuaba embistiendo salvajemente a Freddy, dando en su punto una y otra y otra vez. No había logrado correrse, así que no se detendría hasta que llenara la virgen y estrecha entrada de Freddy de su tibia y deliciosa esencia. Al cabo de unos minutos, Fred sintió un cosquilleo en su vientre, así que aumentó radicalmente la velocidad.

Escuchando los gemidos de un sensible Baby incrementar a cada golpe certero, Fred por fin logró correrse, liberando su caliente semen dentro de las paredes anales de Freddy, quien después de un par de segundos volvió a correrse, espasmos provocando que arqueara la espalda. 

Ambos cayeron exhaustos en la cama matrimonial, Fred debajo y Freddy sobre él, ambos intentando recuperar el control de su respiración. Una vez por fin sucedió aquello, se miraron a los ojos y compartieron un tierno beso, disfrutando de la cercanía tan íntima. El aroma a sexo era notable, pero aquello no les importaba. Freddy se acurrucó cual gatito en el fornido pecho del mayor y con su índice dibujaba figuritas amorfas en su piel.

—¿D-Daddy?...— Susurró la dulce voz del menor.

—¿Si, tesoro?— Regresó la pregunta el pelinegro, desviando su mirada rojiza al menor.

—¿A-Ahora qué ocurrirá? ¿S-Solo fui un polvo de una noche?— Susurró y Fred sintió su corazón quebrarse al ver los dulces ojitos azulados de su Baby cristalizarse y su labio temblar. Lo estrechó en sus brazos procurando no aplastarlo y acarició sus castaños cabellos.

—Por supuesto que no... Nunca tengo sexo de una noche con alguien tan tierno y adorable como tú...— Conectó su mirada con la contraria y rozó sus narices en un tierno beso esquimal —¿Me harías el honor de tener una cita conmigo, tierno y dulce bebé?

Freddy no sabía qué responder. Normalmente primero tenías citas, te hacías novio de aquella persona y luego venía el sexo. Pero no le molestaba romper aquella rutina de vez en cuando. Mostrando una tierna y adorable mirada llena de luz e ilusión, el bebé asintió con la cabeza y rodeó el cuello del mayor con sus delgados bracitos. —¡C-Claro que sí, Daddy!

Fred sonrió enternecido y correspondió aquel tierno abrazo. Su corazón latía desenfrenado y Freddy notó aquello, así que intentando calmar los nervios de su Daddy, besó sus delgados aunque deliciosos labios y le sonrió encantadoramente.

—Eres precioso, Baby...— Susurró Fred y acarició la abultada mejilla del más pequeño.

—Y-Y usted es también guapísimo, Daddy...— Susurró Freddy antes de caer dormido, producto del sueño. Fred sonrió al notar la serena respiración del pequeño y los cubrió a ambos con dos mantas. 

—Dulces sueños, mi amor...— Y Fred igualmente cayó en brazos de Morfeo. 


EXTRA

A la mañana siguiente, mientras Freddy y Golden desayunaban frente a la piscina de la mansión, Fred y Gold charlaban para actualizarse sobre sus vidas.

—¿Y bien?— Preguntó el pelirrubio de ojos negros.

—¿Qué cosa?— Replicó el pelinegro mientras bebía un sorbo de su café.

—¿Qué tal estuvo la folladita de ayer?— Fred casi se ahoga al escuchar aquel comentario, así que escupiendo el café ahora tibio en el suelo, tosió para recuperarse, escuchando las sonoras carcajadas de su colega —Joder tío, ¿Creíste que no te escucharía? Si el chico gemía como perra tan alto que seguro hasta los vecinos les escucharon— Confesó el mayor entre risas y Fred gruñó.

—Calla imbécil. Si bien te has follado a Golden en la cocina esta mañana y la muy zorra gritaba que le dieras más duro. No me vengas con gilipolleces.— Susurró malhumorado Fred mientras volvía a beber de su café.

—Joder, si lo hemos hecho también anoche. Vosotros nos habéis despertado y Golden se ha excitado tanto que le he follado mientras os escuchábamos a vosotros follar como conejos.

—No soy un conejo.— Murmuró Fred mientras miraba a Freddy reír amenamente a las anécdotas de Golden.

—Si tú lo dices, tío— Gold copió su acción y bebió de su taza de café. Ambos miraron a sus pequeños y sonrieron. Ambos se unieron a los BabyBoys luego de un rato y entre pláticas y risas surgió una inquebrantable amistad entre las dos parejas. Fred y Freddy se sonrieron cómplices, mientras entrelazaban sus manos por debajo de la mesa, prometiendo en silencio que aquello solo era el comienzo de su amor. 



Perdonádme si he tardado, el cole me tiene rendida. Aquí tenéis, solo porque hoy estoy de buen humor. 

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