Su cabello se mueve con la brisa y arrastra su mano por encima de el para domarlo.
¿Qué hace aquí? ¿Por qué está acercándose a la puerta de mi casa? Oh maldición, va a tocar. A grandes pasos me deslizo entre la habitación, el pasillo y las escaleras tropezándome con mis propios pies, he llegado tarde. Mi padre ya está ahí, me asomo tan cerca cómo puedo y ellos me notan.
—Este muchacho dice que ha venido a verte —Habla mi padre con un entrecejo—. Y cuando te digo que estás castigada, absolutamente nadie puede entrar por esa puerta.
Me da una ojeada dura y yo observo a Harry, ahí de pie con una sonrisa tan grande que no le entra en los labios. Todo se le hace divertido. ¡Bastardo!
Quisiera que ahora mismo la tierra me succionara y me escupiera en Sur América.
—Lo siento. —Es lo que únicamente logro pronunciar antes que mi padre cierre la puerta en sus narices, que vergüenza.
—A tu habitación ahora mismo, Anna Rose.
¿La vida podría ser más injusta conmigo? El universo estaba en mi contra, sin reproches subí a mi habitación y me asome a la ventana, el auto había desaparecido. Para decir verdad este tipo debía estar en grandes mafias que impliquen mucho dinero para tener un auto así, que podría patear el mío en un segundo.
Me cambio de ropa en unos breves minutos y me quedo en camiseta y pantalones de algodón, hago clinejas en mi cabello mientras observo por el reflejo del espejo.
Me regocijo en un pequeño rincón de la ventana donde la luz de la luna no puede dar, observo las hojas de los arboles moverse de un lado a otro.
Las luces encendidas de los postes hacen el reflejo de una silueta que podría ser masculina trepar en mi ventana, pero estoy tan atrapada observando sus movimientos que no me doy cuenta que verdaderamente alguien realmente está tratando de entrar a mi habitación.
¡Oh Dios Mío! ¡Oh Dios Mío!
Mojo mis labios y ellos tiemblan, la misma silueta está a segundos de caer sobre pie en mi habitación y busco cualquier objeto en mi defensa.
Una pequeña lámpara de mano. Trago saliva y camino en puntillas mientras la poca luz está a mi favor. Sus pies caen en el suelo duro de madera y la lámpara en mis manos sobre su espalda segundos después, haciendo que su cuerpo cayera de rodillas.
La tenue luz mostraba unos cabellos semi ondulados, unos brazos cubiertos de tatuajes que yo reconocí ágilmente.
¡Jesús!
—Oh Dios mío, lo siento tanto.
El eleva su vista, y lleva sus hombros hacia atrás adolorido. Me mira y suelta una carcajada.
—Sigues pegando como niña.
—Sigo siéndolo. —Suelto ofendida.
Sigo sus pasos por la habitación mientras se sienta sobre la silla y cruza las piernas, uhm.
—Así que es cierto sobre que las niñas buenas no reciben visitas de tipos como yo. —Niega divertido con la cabeza.
¿Tipos como él? Sigue cayendo en tu propia trampa Harry.
—Bueno, creo que es un poco... Espera. ¿Por qué has entrado como un ladrón por mi ventana?
—Porque puedo. —Su tono era bastante mandatorio que provocaba.
—O porque lo eres.
— ¿Por qué soy qué? —Se toma un segundo para mirarme con un ceño fruncido.
—Un ladrón. —Le contesto dudosa.
La sonrisa divertida en su rostro se había ido, su mandíbula estaba tensa, se levando del mueble y se dirigió a la ventana a grandes zancadas.
— ¿Te vas? —Pregunte, con el peor miedo en mis palabras.
—Solo si así tú lo quieres.
Sujeto la persiana, pero gira su cabeza por encima de su hombro esperando mi respuesta.
—Mi padre me ha prohibido estrictamente que alguien entre por esa puerta.
—Exacto, y yo entre por la ventana.
Sostuve una sonrisa apretando mis labios y respondí:
—Entonces no estamos pasando por encima de sus reglas.
Harry volteo a mirarme y sus ojos esmeraldas eran ocultos por la oscuridad de la habitación. No se escuchaba más que nuestras respiraciones y el choque de las hojas ahí afuera.
— ¿A qué has venido? —Fue una buena pregunta para romper el silencio.
—Bueno. —Rasco la parte posterior de su cabeza—. Quería saber cómo seguías, ya sabes —Sonrió—. Después de la paliza que te dieron.
Ahora mismo le concedía el permiso a la tierra de tragarme, claro. Estaba totalmente avergonzada. Debía aprender a defenderme en cualquier momento.
—Podría darte unas clases. —Me sugirió como si me hubiese leído la mente.
Él estaba usando las mismas tácticas que yo, por supuesto. Yo fui a su apartamento para saber cómo seguía. Aunque mi intención iba más allá de interesarme como seguía.
—Muy tentadora tu oferta.
Él se encogió de hombros y se sentó sobre la orilla de mi cama, un nuevo silencio nos invadía. Su mirada era divertida y la luz de la luna hacia resaltar esos ojos esmeraldas bajo esas largas pestañas.
— ¿Cómo me encontraste? —Me recuesto sobre la pared cruzando los brazos en mi pecho— No recuerdo haberte dado mi dirección.
—Tienes un teléfono bastante inteligente y actualizado.
— ¿Y eso responde a mi pregunta?
El coge el teléfono de mi cama y saca el suyo, me muestra apretando la pantalla sobre el mío y esta pauta exactamente la dirección de mi casa.
—Es como un GPS. Puedo saber dónde estás y por donde caminas. Y también puedes hacer lo mismo. —Me muestra la pantalla y en efecto—. Solo funciona si el celular esta encendido. De lo contrario hay que hacer un procedimiento más largo.
—Impresionante.
Realmente lo estaba, no sabía que mi celular poseía esas cualidades.
—Yo solo sé hacer llamadas y mandar mensajes de texto en el.
Me mira y me sonríe. Parece un chico de veinte tantos años normal, universitario. Pero lastimosamente hasta ahora sé que puede ser un sicario, un contrabandista.
— ¿Qué edad tienes? —Pregunto, antes de poder detener las palabras.
—Casi 21.
—Yo tengo 18 exactamente.
—No te lo he preguntado.
Otra vez tiene con que callarme la boca, y tiene razón. No me lo ha preguntado
—Quise ser amable. —Solté casi en un susurro.
—Das mucha información y preguntas demasiado. Eso puede meterte en problemas ¿Lo sabes? —Se pone de pie y da una vuelta alrededor de la habitación.
— ¿Es malo?
—Para un hampón puede ser fantástico.
— ¿Y tú eres uno? —Tengo miedo de saber la respuesta, pero la necesito.
—Puedes estar tranquila por ese lado. —Me guiña e intento ordenar sus palabras en mi mente—. ¿Vas a la universidad?
—No, yo voy a ingresar a...
Lo pienso, pienso antes de decir una palabra más. No puedo decirle que entrare al periódico, comenzaría a sospechar y eso me complicaría mucho las cosas. Él me está mirando, es obvio que espera una respuesta.
—Ingresare a la universidad después del verano.
— ¿Qué vas a estudiar? —Se forma una sonrisa en sus labios, pero no le llega a los ojos, esta intrigado.
—Derecho, penal.
El asiente y lo aprueba. Lo observo como niega con la cabeza y suelta una risita nasal.
Alguna vez me pareció interesante esa carrera. Creo que hay tanta gente que va a la cárcel injustamente como también hay otros que merecen ser refundidos en ella. Como el, pero necesito muchas razones para eso y hasta ahora solo sé que ha matado a dos sujetos. Pero no tengo pruebas y seria mi palabra contra la suya.
— ¿A qué has venido realmente?
—Bien. —Suelta las manos al aire—. Tengo entradas para un show de Jazz case, mañana en la noche y pensé que, no lo sé. Podríamos ir.
Estaba nervioso, me hacía recordar mucho a Jacob. Ambos miraban al piso confundidos, es como si fuesen familia. Pero eso sería imposible.
— ¿A qué hora?
—Espera. —Saca un papel de sus bolsillos, lee y continúa—. A las 7:30
Un show de Jazz. No sabía que un hombre tan misterioso, duro y alarmante le gustara un show de Jazz.
—Suena genial.
—Entonces nos vemos mañana. —Se levanta y se acerca a la ventana.
—Espera. Tú no me has dicho a qué te dedicas.
Su cuerpo se tensa y frunce el ceño.
—Te lo dije, negocios. —Me mira por encima de su hombro.
Me pongo nerviosa, y trago difícilmente.
—Pero. ¿Qué clase de negocios? —Me acerco un poco a él, aun manteniendo una distancia sana.
—Si lo sabrías no me querrías tener cerca de ti. —Su mirada cayó al piso, y ahí volvió el chico de 21 años con ese aire universitario, pero lleno de dudas.
— ¿Qué puede ser peor que verte matar a dos personas?
Busco mis ojos y me sostuvo la mirada, una mirada confundida, una mirada que daba mucho de qué hablar, una mirada que mostraba mucho detrás de ella. ¿Qué? ¿Qué es lo que hay detrás de esa mirada Harry Styles?
Déjame ayudarte, de lo contrario, déjame hundirte.
— ¿No tienes miedo de mí?
Antes podría decir que tenía terror de ti, pero ahora la ruleta se ha vuelto en mi contra.
—No. —Respondo difícilmente en un susurro.
Él se voltea y su rostro esta pálido. Como si esperara un "si" de mi parte, como si esperara que yo le tuviera miedo. Como si esperaba todo menos un "no" de mis labios. Deja mostrar una casi sonrisita y juega con su lengua dentro de su boca.
—Pero me viste matar a dos personas. —Suelta tan bajo pero lo suficientemente alto como para yo escucharlo.
—Y no se las razones de ello, no voy a juzgarte por eso.
Estoy mintiendo, si lo voy a juzgar por eso. Aunque no sepa las razones él no tiene el poder para quitarle la vida a una persona. Pero intento convencerme a mí misma que lo voy a juzgar, porque mi lado gentil me pide a gritos que no le juzgue sin saber cualquier motivo detrás de eso. Pero mi lado desalmado me pide que es una opción para obtener mi reporte y siento que voy a estallar. Tengo que ser justa, pero no sé si voy a ser justa con él o conmigo misma.