Soy hermano de una zorra | Tr...

Από gatastroso

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¿Que pasaría si tu hermana fuera la zorra de tu nueva escuela?, ¿Si todos tus nuevos amigos y compañeros de c... Περισσότερα

Soy hermano de una zorra
1. Soy nuevo
2. Chocolate
3. Un juguete no muy agradable
4. Fofo, el gato gordo
5. Después de anoche
6. Detención
7. Party Hard
8. Ellos fueron
9. Nos vengaremos
10. La venganza no para
11. Leche solitaria
12. Hazel Tris Roth Spiegelman
13. De compras
14. La firma del amor
15. Colomba Ramírez. parte 1.
16. Colomba Ramírez. parte 2.
17. Noche de películas, con mucha baba.
18. Dicen que las zorras no duermen.
19. Promesas.
20. Dulces sueños
21. La verdad
22. Si hay fiesta, hay Troubles.
23. Zorras en casa
24. Vieja y toxica amistad
25. Él no es mi novio
26. Hazlo por mí
27. Oveja Negra
28. La noche se acerca
29. Noche de primavera. Parte 1
30. Noche de primavera. Parte 2
31. Noche de primavera. Parte 3
32. Todo estará bien
33. Tú y yo
34. ¿Cómo te sientes?
35. Hasta luego, Troubles
36. No quedan lágrimas para llorar
Epílogo: "Nunca dejes de soñar"
Créditos
Nota de Autor
Sorpresa para el 2019

37. Especial: Quiero verte feliz

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Από gatastroso

6 meses después

—¡Kevin! —el histérico grito de mamá me hizo despertar rápidamente de mi sueño, sentándome en mi cama para taparme rápidamente mis partes con las sabanas a la vista de mi donadora de ovulo —, Christopher viene en camino, ella se siente mal, con tu padre iremos para acompañarla —habló tan rápido que apenas pude procesar todo lo que me dijo por mi pronto despertar —, ¿puedes llegar en taxi luego? —asentí sin siquiera pensarlo, pues una parte de mi quería ir ahora.

—Le diré a los chicos que pasen por mi y los alcanzo, ellos también querrán estar —dije haciendo que mamá ansiosamente asintiera con la cabeza para luego retirarse de la habitación sin siquiera despedirse con un gesto. Mientras aún procesaba en donde había despertado, escuchaba como la puerta de entrada se cerraba rápidamente y el auto de papá arrancaba.

—Viene —susurré ya con mi mente ya ordenada —. ¡Él viene! —grité nuevamente emocionado —. Oh, diablos, tengo que decirles a los chicos —sin más que agregar, cogí mi móvil velozmente para textear en el nuevo grupo que teníamos, pues Javiera se había retirado del anterior y un par de cosas habían cambiado desde que comenzó el año escolar.

Antes de notarlo, Alex ya estaba diciendo que pasaría por todos para venir a buscarme y luego ir al hospital. Antes de entrar a la ducha para darme un baño, este ya tenía a Catalina sentada de copiloto e iban en camino a la casa de Nicolás y Mia.

Durante la ducha, no podía concentrarme en otra cosa que no fuera él, haciendo que más de una vez se me cayera el jabón en barra al suelo y no pudiese controlar la sonrisa en mi rostro. Después de tiempo, hoy era el día.

Al salir de la ducha, los chicos ya venían en camino a mi casa, mientras yo solo tenía el bóxer puesto. Con el apuro de la bocina del jeep de Alex tocando afuera, señalando que ya habían llegado, me costo aún más colocarme los jeans, terminando en el suelo por el intento. Una vez listo, baje con una sudadera bajo el brazo e intentando arreglar mi cabello para no verme tan alborotado.

Mientras cerraba la puerta de la casa, y caminaba al jeep, Alex insistía desenfrenadamente con la bocina del vehículo en que me apresurara. Como pudimos nos acomodamos en los asientos de atrás, Nicolás tomo a Mia en sus piernas, mientras que Esteban y yo nos fuimos a cada extremo de los asientos de atrás, intentando hacer caso omiso a las quejas de los hermanos acerca de que eran o muy pesados o muy inquietos.

—¿Cuándo sucedió? —preguntó Alex sin despegar la vista del camino, conduciendo con prisa.

—No lo sé, mamá no alcanzo a decir nada, solo que ya venía en camino —el que Alex estuviese más nervioso que yo por ver al bebé me estaba poniendo histérico, porque me hacía pensar que yo, siendo el tío, no estaba tan ansioso como los demás.

—¿Y será niño o niña? —Mia hizo su intervención llevándose miradas extrañadas de todos en el auto, hasta de Alex quien la miró por el espejo retrovisor.

—Pues supongo que, si su nombre es Christopher, es por que tendrá pene, ¿no? —respondió Nicolás de una forma obvia hacia su hermana.

—Bueno, no es tan descabellada esa pregunta —comento Catalina volviendo a acomodarse en su lugar —, como es el mundo hoy en día, uno ya no sabe lo que es la otra perso... —antes de poder terminar, Alex freno de golpe, llevándonos a todo hacia delante y a la castaña contra el panel, que de no ser por el cinturón de seguridad habría sido un golpe más duro —. Ricitos de oro, ten más cuidado o le diré a Kevin que saqué licencia para conducir —se llevo su mano a su frente mientras colocaba una mueca de dolor.

—Lo siento, un atascamiento —se disculpo mirando la larga fila de vehículos que se encontraban por delante.

Bueno, colocándolos al día, hace dos días Carolina estaba en el hospital pues había comenzado con contracciones, y al parecer, por lo que dijo mamá esta mañana, el pequeño Christopher ya venía en camino. Durante estos meses, acompañe a Carolina a todos los controles, cuando nos dijeron el sexo fuimos todos, me refiero a mamá y papá, el cual estaba emocionado por ser abuelo, "pequeño campeón" lo llamaba cuando se sentaba con Carolina en el sofá, y mamá siempre le hablaba diciéndole que lo esperaba para apretar sus mejillas, mientras que yo, siempre que pasaba tiempo con Carolina le hablaba de lo que fuese, le cantaba canciones lentas, o le colocaba música de Mozart.

En verdad, los meses habían pasado volando, y ni siquiera me di cuenta cuando mi hermana estaba inflada como una pelota, y ahora estaba probablemente pariendo a mi sobrino.

Estuvimos atascados cerca de una hora, escuchando música de los 90's propuestas por Catalina y Esteban, y un par de rock propuestas por Nicolás, pero el griterío se detuvo cuando salimos de ese infierno automotriz para arrancar hacia el hospital, a dónde llegamos en menos de diez minutos.

Al detener el vehículo en un lugar del estacionamiento, todos descendimos de él, caminando rápidamente hacia la entrada, una vez dentro, el fresco aire y el olor que emanaba el lugar fue como una cachetada en mi rostro. Con la mirada busqué alguna mesa de ayuda, al encontrarla caminé hacia ella, sintiendo como cinco pares de pies me seguían desenfrenadamente a mis espaldas.

—Hola —salude a la chica detrás del mostrador —, busco a Carolina Ramírez, debe estar saliendo de parto.

—Okay —sin muchas palabras, la chica busco en su computadora por unos instantes para luego sonreír, cuando pareció encontrarla —, Carolina Ramírez Olea, cuarto piso, sala 37.

Recibiendo un gracias de todos, la chica se despidió mientras nos volteábamos para ir hacia el elevador y subir al cuarto piso. El lento ascenso y la música relajante de la cabina hacían que me picara el cuello de las ansias, acompañados de unos escalofríos pues el hospital estaba demasiado helado.

Apenas se abrieron las puertas, aceleramos el paso por el pasillo del cuarto piso para encontrar la habitación donde estaría Carolina, y al encontrarla, una emoción recorrió mi cuerpo haciendo que mi respiración se acelerara y me costará enviar mi mano para tocar el pomo de la puerta que en la parte superior tenía el número "37".

—Oh, por el Ángel —en un rápido movimiento, Esteban quien también estaba ansioso por ver al bebé, abrió la puerta, recibiendo una mirada fulminante de mi parte, y un golpe en la nuca de Catalina —. ¿Qué? Se estaba demorando mucho.

Suavemente empuje la puerta abriéndola por completo, encontrándome con el cuarto verde agua donde había visto a mi hermana ayer. Luego de dar unos pasos, vi los pies de la cama blanca donde ella estaba acostada, sin detenerme, vi a mis padres abrazándose y sonriendo al lado de esta, terminando por ver a Carolina, con una sonrisa y mirada muy desgastada, y en sus brazos un pequeño bebé, envuelto en verdes ropas que parecían quedarle demasiado grandes y uno gorrito del mismo tono, que era lo único que le quedaba a la medida.

—El Ángel lo bendiga, es hermoso —dije acercándome por el otro lado de la cama hacia mi hermana para ver al pequeño Christopher, quien aún tenía sus ojos cerraditos, y su cara apretada como estar durmiendo enfadado por haberlo sacado de la panza de mi hermana —, se coloca igual que Carolina cuando se molesta —reí suavemente hacia ella y luego hacia mis padres, quienes asintieron.

—Es hermoso —habló Catalina de pie junto a los chicos, al lado de los pies de la cama.

—Con los rasgos de Carolina, solo imagínense como será cuando sea adolescente —sonrió Esteban, esbozando una tímida sonrisa en los labios de mi hermana.

—Gracias, Esteban.

—Sí, mientras el no tenga un hijo será guapo, por que te ves terrible en estos instantes —Carolina cambió su expresión y alzo una ceja hacia el castaño de cabellos rizados.

—Esteban, tengo un bebé, un útero muy expandido y sueño de diez horas, ¿en serio quieres provocarme?

—No, estoy bien —sonrió levantando sus manos.

—Más te vale, niñito —lo fulmino con la mirada—, ahora que lo veo... ¿dónde esta Muriel? ¿Por qué no vino con ustedes? —preguntó dirigiéndose a mí.

—Fue al campo a ver a sus abuelos por el fin de semana —contesté asintiendo con los labios apretados.

—Sí, dijo que apenas llegara, vendría a verte a ti y a Christopher —agregó Catalina con una sonrisa.

Dato que olvide, ¿Recuerdan a la chica que llego a principios del año? ¿Muriel Bustamante? Bueno, no era para nada una zorra, creo que fue otro tipo de lección de vida acerca de que no debo juzgar un libro por su portada. Resulta que Muriel era mucho más agradable de lo que esperábamos, y antes de notarlo, ya habíamos hecho una nueva amiga, con la que fuimos juntos a una fiesta de una chica del curso de Esteban y Mia, y con quien nos juntábamos muy a menudo, creo que ya era casi oficial de que Muriel se había vuelto una Troublemaker.

—¿y como lo has tenido, cesárea o parto natural? —consultó Nicolás intrigado por saber.

—Pf, obviamente fue natural —le respondió Alex antes de que Caro pudiese abrir la boca —, con toda la práctica, debió salir en la primera contracción —bromeo el rubio, haciendo que mi padre carraspeara por lo bajo, junto con mamá. La sonrisa de mi amigo se borro cuando vio a mi hermana y Catalina mirándolo fijamente serias.

—Alex —se pronunció la reciente mamá —, ¿tú también?

La escena se vio interrumpida por el llanto de Christopher, quien por alguna extraña razón pareció incomodarse por algo o quien sabe que, pues ni Carolina, ni mamá, ni papá con su técnica para hacerme dormir de pequeño, pudieron callarlo.

—Pues parecer que el pequeño campeón viene con una falla de la fabrica —dijo devolviendo el bebé a su mamá quien comenzó a mecerlo nuevamente. Me había alejado de Carolina para colocarme al lado de los chicos, con quienes buscábamos hipótesis de porque lloraba.

—¿Todo está bien? —una enfermera entro en el cuarto preocupada por el llanto del bebé, mientras a mi se me estaba ocurriendo una solución.

Sí, solo que llora y no sé por qué —contesto desesperada mi hermana quien no dejaba de mecer a Chris lentamente algo angustiada por no poder detener el llanto.

Dragon tale and the wáter is wide. Pirates sail and lost boys fly —canté suavemente caminando hacia el lado de mi hermana, quien, sin dejar de mover a Chris, me miró algo asombrada —. Fish bite moonbeams every night, and i love you —Chris lentamente comenzó a sollozar un poco más despacio, pareciendo prestar atención a mi voz —Goodspeed Little man, Sweet Dreams Little man. Oh my love will fjy to you each night on angels wings —el pequeño Christopher dejo de llorar y empezó a suspirar lentamente —Godspeed, godspeed, Sweet Dreams.

Cuando me detuve, Chris estaba acurrucado en los pechos de mi hermana, y al levantar la vista noté como todos me miraban estupefactos por haber callado al bebé con el canto, hasta la enfermera estaba con la boca y ojos bien abiertos.

—Kevin, ¿co-como lo has hecho? —rompió el silencio mi hermana acomodándose al bebe.

—Supongo que es porque supo reconocer mi voz, todas las noches que se podía cantaba para él —me encogí de hombros para inclinarme a tomar la pequeña manito de mi sobrino —. Esa canción me la dedico Javiera, luego de que Nicolás y yo nos reconciliáramos —miré al susodicho quien me medio sonrió, pareciendo recordar lo sucedido.

—Ha sido muy hermosa, chico —comento la enfermera, que luego se despidió al ver que no se necesitaba su ayuda.

—Muy bien hecho, hijo —agrego mi padre, con una sonrisa de orgullo en su rostro.

***

—¿Cómo te sientes? —pregunté volviendo del baño a Carolina quien parecía estar demasiado cansada, pero no podía dormir. Su rostro no era el mismo de una chica de dieciocho años completamente viva, como el del año anterior.

—Bien, solo que me cuesta conciliar el sueño —miró hacia arriba colocando los ojos en blanco —, ¿estás seguro qué quieres quedarte conmigo toda la noche?

—Sí, además los papás ya se fueron, no creo que tengas muchas opciones de compañía —le sonreí inocentemente tomando asiento en un sofá de un cuerpo al lado de la cama, junto a la pequeña cuna donde Christopher dormía.

—Siempre puedo llamar a una enfermera para contarle toda la historia que tengo —rio suavemente intentando no hacer mucha fuerza.

El día ya había pasado, y todos habíamos acompañado a Carolina durante él. Mientras ella dormía, mamá y Catalina mecían al pequeño, y de vez en cuando lo tomaban los chicos y yo, siempre con el cuidado adecuado.

Antes de que Carolina pudiese pegar el ojo nuevamente, Christopher volvió a llorar, y esta vez era porque tenía ganas de tomar leche, pues parecía buscar algo con sus ojitos aún cerrados. Rápidamente con mi hermana reaccionamos, y con cuidado le entregué a su hijo para que pudiese alimentarlo.

—¿Está bien? —pregunté colocando al pequeño en la posición que Carolina me señalaba para poder darle pecho.

—Sí, esta chupando —respondió colocando una mueca de molestia mientras el pequeño parecía succionar como sanguijuela el pezón de mi hermana —. Gracias al Ángel, mamá me enseño bien como poder darle pecho, supongo que es mucho más fácil sin tener la enorme panza —sonrió descansando su cabeza.

—Me imagino que no ha de ser fácil —me apoye en el respaldo de su cama viendo como Christopher se alimentaba.

Ya cuando el pequeño cerdito pareció estar lleno, lo tome en mi pecho, con su cabeza apoyada en mi hombro para que botará unos pequeños eructos que me causaban ternura y una pequeña agotada sonrisa en mi hermana cada vez que botaba uno.

—Supongo que debo agradecer a papá por enseñarme a botar eructos a los bebes —reí mientras me paseaba de lado a lado en la oscura habitación, meciendo al pequeño bebé.

Cuando pareció botar el ultimo, me senté en el sofá, echándome de espaldas para acostar al pequeño sobre mi pecho, donde gracias a los latidos de mi corazón, pareció acurrucarse plácidamente, para luego poder cubrirlo con una manta de polar para que no sintiera frío al estar fuera de su pequeña cuna.

—¿Qué se siente ser tío? —la voz de mi hermana quien me observaba desde su cama solo moviendo su cabeza, me hizo levantar la mirada del diminuto individuo que dormía en mi pecho.

—¿Qué se siente ser mamá? —le sonreí. Ella giró su cabeza hacia el frente sonriendo ante mi pregunta.

—Se siente raro —dejo su sonrisa de lado —, me hubiese gustado ser mamá un poco más adelante, no es que me arrepienta de Christopher, pero me siento muy niña para estar en esta situación, y sin un par que me acompañe —tragó saliva con una triste mirada —, tal vez si no hubiese sido en las circunstancias en lo que ocurrió...

—¿Tal vez el igual se hubiese marchado? —la interrumpí.

—Sí, Daniel no lo habría aceptado —negó con la cabeza, volviendo a mí, pero específicamente a la pequeña cosa en mi pecho—, pero, estoy mejor así, ahora todo es diferente, Christopher desde antes de nacer hizo que mi visión del mundo cambiase, y que, desde ahora, solo su bienestar me importe —me sonrió.

—Sí, creo que siento algo parecido —acaricié la espalda del pequeño —. Él lo cambia todo, tengo el sentimiento de cuidar a esta pequeña vida, me gustaría, quiero verlo bien, verlo crecer día a día, ser su figura paterna, por así decirlo —volví mi vista mi hermana quien nos miraba sin borrar su sonrisa, sin duda estaba feliz de tener a Christopher —. Y sabes que no estarás sola, Caro, me tienes a mí, a mamá, papá, y a los chicos, estaremos juntos en esto, hermana —los ojos de Carolina parecieron llenarse de lágrimas, y cerrándolos asintió sonriendo.

—Gracias, hermano.

Asentí sonriéndole, mientras ella volvía a acomodarse para poder dormir plácidamente, al menos por un par de horas, hasta que el pequeño volviese a llorar pidiendo algo de ella. Acercándome a su pequeña cabeza, lo besé por encima de su gorrito.

—¿Escuchaste pequeño Christopher? Quiero verte feliz.

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