Homer.
Meses después...
Había pasado los últimos días encerrado en mi cuarto leyendo.
Aplicaba lo que le había dicho a Ada hace meses cuando empezaba a conocerla: "A falta de amor, lee un libro."
Era algo así como lo único que podía mantenerme en la tierra en estos momentos, se sentía bien perderse en otras historias y olvidar la mía por algunas horas.
Llevaba catorce días y cinco horas sin recibir respuestas por parte de Ada, a excepción de un "No tienes que hacer esto" que me envió por mensaje minutos después de recibir un libro de mi parte.
No me había rendido, era la promesa que me había hecho a mí mismo.
Ayer pude verla, fue el día en que se realizó la audiencia en donde Dylan White, con 18 años de edad, fue acusado de la muerte de Mason Jones, siendo merecido a 21 años de prisión, sin derecho a libertad condicional.
Para muchos de nosotros no fue suficiente, sin embargo, cuando la condena fue dada, no pudimos hacer nada más.
Estuve a lado de Ada en todo momento tratando de darle un poco de mi fuerza; sentía que iba a derrumbarse en cualquier momento y tenía miedo de que no pudiera sostenerla.
Pero el tiempo pasó y ella no mostró debilidad alguna, y esa era una de las tantas razones por las cuales la amaba.
***
Hoy era el tan esperado baile de graduación, estaba angustiado porque no sabía con exactitud si Ada iba a ir al baile.
La escuché hablar con una de sus compañeras de clase de inglés y tenía entendido de que su madre la estaba obligando a ir, no me metí a preguntar por detalles, pero como si fuera un loco acosador, me vestí con traje y esperé a la hora del baile.
Cuando llegué al colegio, me fijé en la decoración. Habían luces azules y rosadas por todos lados, una mesa con jugo de frutas y alguna snacks para comer.
Un cartel adornaba la puerta principal que decía "felicitaciones" junto a muchos globos. Era el clásico baile de las películas americanas.
Busqué a Ada con la mirada pero no podía encontrarla, supongo que vendría más tarde, pues yo había llegado demasiado temprano.
Después de mirar durante media hora a la puerta, mis ojos pudieron verla.
Ada se veía hermosa esta noche. Usaba un vestido largo color azul, y su cabello caía como una cascada por detrás de sus hombros.
Llegaba junto a la chica con la que había hablado, y eso estaba bien para mi, me alegraba que tuviera amigas.
La miré por lo que serían veinte minutos y cuando vi que estaba sola, decidí acercarme.
—Ho-Hola — dije cuando me senté a su lado. Me sentí un estúpido por tartamudear.
—Hola, Homer — dijo un poco incómoda.
—Es bueno que hayas venido — mencioné por lo alto de la música. Ella asintió y nos quedamos en silencio.
No podía seguir con esto.
Tomé su mano, ignoré sus protestas, y la llevé hacia afuera.
—¡Te he dicho que me sueltes! — no estaba apretando duro, nunca le haría daño físicamente, pero la extrañaba muchísimo.
—Déjame hablar contigo — tragó duro y le rogué con la mirada.
—Creo que ya te expliqué que no puede haber nada entre nosotros, Homer — sentí mi corazón quebrarse un poco más y solté un suspiro doloroso.
—No puedo vivir sin ti — me di cuenta que sonaba un poco psicópata y lo corregí — me refiero a que eres el aire que respiro y la razón de mi insomnio — vi que sus ojos se llenaban de lágrimas y habló.
—Me mentiste — susurro con la voz ronca — me hiciste tanto daño que temo no poder verte con los ojos de antes — oírla decir eso me dolió hasta lo más profundo de mi alma — Tal vez no nacimos para estar juntos — susurró mirándome — Puede ser que el destino tenga otros planes para nosotros y ahora somos esclavos de los errores del pasado — la respiración se atoró en mi garganta y decidí que era mi turno de hablar.
—Sé que me equivoqué, Ada, pero también sé que te amo. Sueño contigo, sueño que te lastimo y eso me hace daño.
No pensé que algún día sería capaz de amar a alguien tanto como te amo a ti y eso me volvía loco desde el principio, es por eso que me costó tanto decirte lo mucho que te necesito, lo mucho que me haces falta.
Me negaba a aceptar que lo que sentía por ti era amor, estaba aterrado y tenía miedo de ver lo que pasaba si me equivocaba, entonces sucedió, te lastimé y no estoy seguro si algún día podré perdonarme a mí mismo. Pero soy tan egoísta que no pienso dejarte ir.
Sé que lo correcto sería renunciar a nuestro futuro y permitirte ser feliz con otra persona, alguien que te quiera, que te respete o que incluso te ame más de lo que yo lo hago aunque eso lo veo imposible, pero ahora que te conocí me niego a no estar a tu lado.
Dame otra oportunidad, Ada, te pido una sola más para demostrar que puedo ser lo que tú quieres, lo que tú mereces.
Me aterra la posibilidad de que haya sido tu primer amor, más no el amor de tu vida; pero tú si eres el mío y nada ni nadie podrá cambiar eso.
Por favor, amor mío, una más, una más te pido y si te fallo de nuevo....prometo alejarme para siempre, prometo no insistir, prometo dejar de verte. — dejé salir el aire que contenía y esperé su respuesta.
Ada estaba llorando, y cuando creí que la había perdido, se lanzó a mis brazos y me quedé en shock.
—No puedo — susurró en mi oído mientras lloraba y sentí mi corazón parar.
—Pídeme lo que quieras, por favor, Ada, lo que quieras — se aferró a mí y sentí que esta puede ser la última vez que la tengo tan cerca, pero se alejó de mí.
—Quiero tiempo, quiero reconstruir mi vida y que tú reconstruyas la tuyas, no quiero ser dependiente de ti ni tú de mi — le tembló la voz pero se recompuso — Estos últimos meses pasaron en un abrir y cerrar de ojos, ¿y sabes por qué? porque Mason ya no está y tú y yo estamos más lejos que nunca, eso hizo que mis días pasen rápido deseando que las cosas vuelvan a ser como antes, pero me di cuenta de que en realidad ya nunca será como cuando estábamos los tres sentados en los recesos robando la comida que preparaba la mamá de Mase — rió suavemente y limpió una lágrima que caía — ya nada será igual porque míranos, ya jo somos tres, somos dos, dos personas con un muro en el medio que se separan porque la vida está continuando y ni siquiera somos conscientes de eso, y lo único que quiero es empezar a vivir de nuevo y recordarlo con su típica so risa y ese enorme corazón, quiero hacerlo sola, quiero que tú vivas también — se aclaró la garganta y suspiré — no puedo pedirte que me esperes, no quiero, es aquí donde nuestros caminos se separan y nuestros días toman forma, eso es lo que te pido Homer, sanaremos, pero por nuestra cuenta, así evitamos destruirnos, así vivimos por completo.
***
Ada y yo bailamos un rato antes de irnos en mi carro, me aclaró que al pasar juntos esta noche no significa que podamos volver, lo sentí como una despedida.
Me explicó que su amiga había ido por ella a su casa y que planeaban Regresar juntas, pero le pedí que me diera el placer de acompañarla, una vez más, una última vez.
—Se llama Elena, se acercó buscando que le ayude a estudiar para historia y al final nos hicimos amigas — dijo mientras yo conducía hacia su casa.
—Es bueno saberlo — giré en una esquina y me detuve en un semáforo.
La miré de reojo y sonreí. Era preciosa.
—¿Cómo van las cosas con tu psicólogo? — pregunté tratando de no incomodar.
—Supongo que bien, es un buen confidente — se encogió de hombros y empezó a contarme sobre sus sesiones sin entrar en detalles.
Después de un rato, me estacioné al frente de su casa pero ninguno se bajó.
—Supongo que tenemos mucho de qué hablar — me puse nervioso porque por un segundo pensé que me gritaría que me odia —Digo, ponernos al tanto de lo que nos ha pasado en estos meses, no, bueno, no tenemos que hacerlo — solté un suspiro cansado y ella lo notó.
—No creo que sea buena idea, Homer— asentí y me acerqué a ella.
—Espero que puedas descansar — me acerqué a ella y deposité un pequeño beso en su mejilla.
La escuché reír y mi corazón dio un salto cada vez que la veía sonreír, había extrañado escuchar su risa.
Se despidió de mí y finalmente llegué a mi casa.
Narrador omnisciente.
Ambos sentían que el universo por fin conspiraba a su favor luego de lo que parecía mucho tiempo.
Ada se preguntó si había hecho lo correcto, pero los ojos de Homer eran la respuesta. La veía con amor, pero un amor que por ajora está desgastado. Así que llegó el día de empezar de nuevo.
El tiempo pasó y entonces, sus corazones pudieron unir los pedazos en cuestión de días, meses, años, y cuando estuvieron completos, sólo quedaban cicatrices, marcas que algún día se borrarían, y no volverían a doler, una flor nacerá de la herida.