Homer.
Sentía un dolor en el pecho que me exigía volver ahí y traerla conmigo, pedirle perdón y poder sanar a su lado. Pero por otro lado, quería seguir viviendo ciego.
Tiré los zapatos a un lado y me recosté cerrando los ojos deseando dormir.
Estábamos en lo que parecía ser una heladería. A mi lado estaba Mason y al frente mío se encontraba Ada. Ambos tenían una expresión triste, de agonía.
—¿Sucede algo? — pregunté directo.
—Nos estamos muriendo, Hermano — susurró Mase mirándome con lágrimas en los ojos.
—No...no digas eso — mencioné confundido — ustedes están bien — me acerqué y cuando puse una mano en la mejilla de Ada, ella desapareció totalmente. Miré a los lados y cuando no la encontré, me fijé en los ojos de Mason.
—Tienes que cuidarla, Homer. No puedes abandonarla en este momento — puso una mano sobre la mía y reaccioné inmediatamente.
—Estoy con ustedes, Mason — me mostró una sonrisa triste y secó una lágrima que rodaba por su mejilla.
—No, Homer, no lo estás. La amas, yo la amo, No le hagas esto, no tiren todo lo que han construido por la borda..
Cuida de ella, Homer, por favor hazlo. Ambos necesitan ser felices.
—Yo...¿Qué está pasando? — Ada estaba en su casa, ella estaba bien.
—Arregla tus errores y no nos dejes ir — se desvaneció y de repente estaba en una habitación.
Todo era oscuro, estiré mi mano y encontré el interruptor.
Cuando hubo claridad, mi mirada cayó en Ada, se veía tan frágil.
Alcé la vista y pude notar que estábamos en un cuarto pequeño, vi que le costaba respirar y le grité para que reaccionara, pero no me escuchaba....
Traté de abrir la puerta pero no funcionaba, y cuando me di la vuelta, un grito desgarrador me trajo de nuevo a la realidad.
Desperté tomando una profunda respiración.
¿Qué había sido eso?
Culpa.
Miré mi reloj y faltaban 15 minutos para las doce.
Apresuradamente tomé mis zapatos y salí a toda velocidad para tomar mi auto.
Amo a Ada, ¿Cómo pude hacerle esto?
Probablemente nunca me había saltado tantos semáforos en rojo, me sorprende no haber ocasionado un accidente. La amo, mierda, me encanta estar con ella y fui capaz de hacer algo tan cruel como esto.
Corrí en dirección al cuarto en donde la había dejado hace unas horas y escuché pequeños sollozos. Sin pensarlo más, quité el objeto que bloqueaba la puerta y abrí.
Ada estaba sentada en el suelo con las rodillas flexionadas y la cabeza escondida en sus brazos.
—¿Ada? — sollozó aún más y de un rápido movimiento se levantó y salió empujándome. La seguí y noté cómo respiraba con dificultad, cayó al piso —Yo....— me quedé sin habla mientras veía lo que había ocasionado con mis propias manos.
Su cabello era un desastre, sus manos estaban llenas de rasguños y gotas de sangre por haber tratado de abrir la puerta con más y más golpes.
Su mirada reflejaba dolor y pude ver cómo se iba derrumbando el muro de confianza que juntos habíamos construido.
Me miró como si no me conociera y no podía culparla, ni siquiera yo sabía quién era ahora mismo.
Se alejó unos pasos negando con la cabeza y miró a los lados tratando de buscar una salida.
Este lugar quedaba prácticamente en la nada, no habían casas alrededor ni mucho menos personas a esta hora.
—Ada....déjame llevarte a casa, por favor — dije con calma. Me miró con espanto y se alejó aún más.
—¡No te me acerques! — gritó con odio y la voz ronca. Sentí algo quebrarse dentro de mí. Me lo merecía.
—Es media noche, necesitas regresar — susurré tratando de que me escuchara.
—¡Te odio! — caminé hacia ella a paso rápido y cuando quiso retroceder, ya la tenía entre mis brazos. Empezó a moverse sin parar pidiendo que la soltara y no renuncié. Después de unos minutos, se quedó quieta mientras sentía sus lágrimas rodar por mi camisa. La llevé hasta el auto y me quedé junto a ella.
No iba a dejarla en su casa sola. Mis padres no llegarían hasta mañana y aunque ahora mismo Ada no quisiera verme, tenía que tratar de arreglar mi error.
La llevé hasta la sala de estar y noté que se había quedado sin fuerzas. Sus ojos estaban hinchados y miraba al suelo cansada.
Tomé el botiquín que guardaba en un cajón de la cocina y comencé curando sus heridas.
A veces podía mirar que hacía muecas cuando apretaba muy fuerte, pero no me decía nada, jamás podré perdonarme todo el daño que le hice.
Cuando terminé, fuimos a mi habitación y le ayudé a quitarse los zapatos. Su vestido estaba arruinado. Le pasé una camiseta y un short que estarían flojos para ella. Me di la vuelta y esperé a que se cambiara, pues no veía conveniente dejar que lo haga en el baño, probablemente no estaría en una habitación tan cerrada durante un buen tiempo.
Cuando estábamos listos, se acostó en mi cama y le pasé una manta por encima, me quedé lejos y cuando se durmió, me quedé a su lado. ¿Cómo pude arruinarlo todo en cuestión de días?
Amo a Ada, de eso no hay duda. ¿Cómo pude siquiera hacer algo tan inhumano como eso?
Recuerdo el día en que me contó lo que le había pasado hace años, me enfurecí tanto al escuchar lo crueles que llegaban a ser las personas, y ahora mismo yo era uno de ellos, pero mucho peor; mucho más cruel porque era consciente de sus traumas y sombras, y aún así lo hice.
Le conté a Carly todo lo que para ella era un secreto, el secreto que tanto le costó compartir conmigo, y probablemente ahora todo colegio lo sabría.
Si tan solo pudiera regresar el tiempo, arreglaría tantas cosas sin importarme el daño que me haga a mí mismo.
El único error de Ada fue amarme incondicionalmente, confiar en mí. Y entonces, se me vino a la mente su sonrisa emocionada por pensar que esta sería una gran noche. Siempre fue hermosa, pero hoy tenía un brillo especial en sus ojos, un brillo de esperanza pensando que todo iba a cambiar, que podíamos superar esto juntos, pero había matado cada rayito de luz con mi estúpido error.
Miré al escritorio y me fijé en el bolso de Ada que había bajado del auto. Ella había leído la carta mientras íbamos en el camino de regreso, y nunca la había visto llorar tanto, ni siquiera al salir de ese cuarto.
La curiosidad me ganó y con cuidado de no hacer ruido, me levanté y la abrí.
Manchester, 3 de Junio del 2018.
Querida Ada....
A estas alturas estarás pasando lo que espero, sea el mejor cumpleaños de tu vida. No intentes engañarte eligiendo cuál regalo que recibiste es el mejor, porque ambos sabemos que el mío gana el primer puesto.
No voy a desearte un feliz cumpleaños de nuevo porque seguramente ya te habrás cansado de escuchar tantas veces esa frase. Pero si te diré algo, linda, TE AMO CON CADA PARTE DE MI CORAZÓN.
Te diré algo, Ada Nichols. Cuando mi padre nos dejó, Homer estuvo ahí para ayudarme a reconstruir lo que quedaba de mi familia, pero cuando llegaste tú, sentí que mi casa y mi corazón, estaban completos. Eres algo así como el pedazo de felicidad que me hacía tanta falta.
Sé que eres tan sentimental que a estas alturas estarás llorando un poquito debido a que te encantan tanto las cartas. No voy a engañarte, preferiría hacer esto a computadora, pero sé que tiene mucho más valor si yo mismo la escribo, así que te pido perdón con toda mi alma por si encuentras alguna falta ortográfica o error de narración.
Espero que estés disfrutando este día al máximo, porque el sábado eres toda mía, no olvides que tenemos que ver el partido de fútbol que pasarán por la televisión, como buen amigo, estoy en el deber de decirte que no deberías apostar porque siempre terminas perdiendo, y debido a que ya me he llevado mucho de tu dinero, te diré el equipo por el cual apostar, ¿Hecho?
Te amo muchísimo, has hecho cosas inexplicables por mi, y no intentes negarlo, porque voy a enojarme y a hacerte cosquillas hasta que no puedas respirar, ¿Entendido?
Y ahora, dejando a un lado mis buenas acciones, quiero usar unas pequeñas palabras que encontré dentro de mi corazón.
El día que sientas que algo te hace falta, búscame porque seré tu complemento, llámame porque estaré atento, y no te rindas porque se vale el intento.
Estaré en tus sueños y melodías cada vez que quieras rendirte, seré tu consejero, amigo, hermano y demás, porque no hay mayor satisfacción para mí, que ver cómo logras ser feliz.
Ten fe cuando te digo que no estás sola, que me tienes a mí, cree cuando te digo que la vida nos unió para sentir que somos parte del corazón del otro, que somos algo así como un caso de un millón..... te quiero tanto, hermana.
Feliz cumpleaños , Ada.
Con todo el amor del mundo....
Mason Jones.
Sequé las lágrimas que no me había dado cuenta que tenía y suspiré. Este día no tendría que haber sido así.
Observé con detenimiento el collar que estaba sobre su vestido, era el que le regalé por Navidad.
Un dolor se instaló en mi pecho y por un segundo me entraron náuseas al darme cuenta que era una persona horrible.
Ni siquiera tenía un regalo para darle. Recordé la cara de felicidad que había puesto cuando "me disculpé" con ella en el parque, y el malestar se intensificó. Era un completo miserable. Un mentiroso.
La muerte de Mason no había sido su culpa. Lo sabía, mi mente me lo gritaba desde un principio, pero me dejé llevar por el dolor y traté de quitar mi odio con la persona que más amo en este mundo sin contar a mi familia.
Miré su rostro en mi almohada y me di cuenta que probablemente sería el último día que la vería tan de cerca, mañana me odiará.
Pero no podía perderla, la parte egoísta de mi corazón me provocaba dolor de cabeza al imaginarla con otro. No era obsesión, porque deseaba más que nada su felicidad, pero ya había perdido a Mason, ella también lo hizo, quería sanar mis heridas junto a Ada y poder superarlo de la mejor manera posible.
¿Podrá ella perdonarme?
El corazón de Ada es tan grande como el mismo universo, ella no guarda rencor, no odia, no hace sufrir a las personas, y aún así abrí heridas del pasado creando nuevas para un futuro.
Necesitaba arreglar esto, me encargaría de ver su felicidad crecer porque Ada lo merece.