A falta de amor

By YouFailedMe

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Ada es torpe, pero a la vez la más brillante de su salón, tiene la capacidad de llegar a ser un completo dolo... More

El inicio de todo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 8
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 12 Especial ♡
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Epílogo
Mason Jones

Capítulo 13

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By YouFailedMe

Ada.

—Homer — grité mientras veía la gente a mi alrededor.

Me encontraba en una clase de fiesta dentro de mi casa.
Era extraño, mis padres nunca me dejarían hacer una aquí adentro.

Seguí buscando y no lo encontraba por ninguna parte. Decidí subir a mi habitación y abrí la puerta de golpe.
Ahí estaba él, junto a las dos chicas que eran las causantes de una quemadura bajo mis costillas.

—¿Qu-qué hacen aquí? — murmuré sorprendida de que ellos se conocieran.

—Ah, sólo recordábamos el baile de primavera, ¿Verdad? — una de ellas besó a Homer y él habló.

—¿Cómo olvidarlo? Aún puedo escuchar tus gritos — mencionó riendo mientras me señalaba.

—Es increíble que saliera viva, ¿O me equivoco? — los tres rieron y yo me quedé estática en mi lugar.

—¿Estuviste ahí? — pregunté con horror mientras lo miraba.

—Yo inicié el fuego, Ada — sonrió cínicamente y yo retrocedí tres pasos en mi lugar.

—Eso es... imposible — lo miré con angustia — ¡Tú no me conocías! Nunca harías algo como eso — separó a las chicas de su lado y caminó hasta estar al frente mío.

—¿Estás segura? — no dije nada y sonrió aún más —¿Estás asustada? — tragué duro y me mantuve callada.

—No eres tú, Homer, esto no es real — negué con la cabeza repetidamente y me alejé corriendo hacia abajo.

Las personas bailaban sin control alguno y rompían varias cosas.

—¡Fuego! — gritó alguien tal y como en el baile de hace años.

Intenté correr desesperada, pero no podía moverme. Mis pies estaban clavados en el piso mientras todos corrían sin control.

—¡Homer! Ayuda — le grité cuando lo ví bajar confundido. Me miró a los ojos y lo llamé con la mirada. Sin embargo, él sólo me vió y salió apresurado.

Las llamas se hicieron aún más grandes, el techo parecía caerse a pedazos. Una llama alcanzó mi piel y el dolor se hizo insoportable. Deseé que todo terminara, la historia se repite.

Abrí los ojos angustiada. No tenía una pesadilla así desde hace mucho tiempo.
Es cierto que la claustrofobia nunca se fue, pero gracias a Dios las pesadillas no duraron más de un mes.
Tomé mi teléfono y me fijé en la hora. 1 AM
¿Homer estará despierto? Mañana es sábado, probablemente esté en alguna fiesta. No habíamos hablado mucho desde la noche de la fiesta, pero tenía que intentarlo.

¿Estás ahí?

Esperé su respuesta que llegó pocos segundos después.

¿Qué pasa? ¿Estás bien?

Suspiré y me debatí sobre contarle de mi pesadilla. Probablemente se burlaría. Evité su pregunta.

¿Qué estás haciendo?

Prendí la lámpara de mi mesita de noche y esperé.

No podía dormir. ¿Quieres que te vaya a ver?

Sonreí porque parecía conocerme tan bien que no tenía que preguntar.

Te espero aquí.

Por un segundo pensé en levantarme para no verme tan fea como soy normalmente en las noches, pero era Homer, ¿Qué podía pensar de mi?
No seas tonta, te gusta y no te ves presentable.

Pero supongo que la pereza por levantarme era mucho mayor a las ganas de gustarle. Así que me recosté de nuevo.

Diez minutos después, escuché un ruido en mi ventana.

Homer.

No iba a despertar a los padres de Ada, obviamente. Así que tomé una pequeña piedra y la lancé desde donde estaba hacia su ventana. Después de unos segundos, ella se asomó a ver.

—¿Te abro la puerta? — medio susurró y gritó.

—Si no tienes una escalera es probable que sólo me quede la puerta como opción — le dije obvio.
Ella se retiró y me pregunté por lo que iba a hacer. Dos minutos después, la puerta principal era abierta.

—Entra — dijo susurrando.

Le seguí el paso y en un silencio absoluto llegamos a su cuarto. Cerró con llave y entonces me dí el lujo de mirarla.

Llevaba su cabello recogido en una trenza de lado y un pijama color rosado claro de esos para el invierno, para completar todo, llevaba zapatos de dormir en forma de conejitos. Se veía adorable.

—Lindo atuendo — mencioné sin poder ocultar mi sonrisa.
Ella se miró y aún en la oscuridad pude ver el color rojo de sus mejillas.

—Me gusta el tuyo — yo llevaba un jean junto a una camiseta negra sencilla. Fue lo primero que encontré en el armario.

—¿Qué te pasó, Ada? — sabía que ella no me llamaría a la una de la mañana sólo por molestar.

—¿Prometes no burlarte? — me miró esperando una respuesta y yo alcé mi dedo meñique.

—Lo prometo — se sentó en su cama y yo también lo hice a su lado.

—Tuve una pesadilla — fruncí un poco el ceño.

—¿Sobre qué? — dudó un instante y finalmente respondió.

—Sobre algo que pasó hace años, en verdad no quiero hablar sobre eso — suspiró cansada y decidí no presionar.

No iba a dudar que quería saber rápido lo que escondía esta chica, pero si preguntaba ahora, iba a alejarse de mí y yo me iría sin mi respuesta.
Me acosté en su cama y extendí un brazo por la almohada mientras me quitaba los zapatos con facilidad.

—Ven aquí — me miró un segundo y después se acostó a mi lado.
La abracé y cerré los ojos buscando paz.

—¿Por qué viniste, Homer? — preguntó con inocencia.

—Porque sentí que me necesitabas, y no podía dormir— no iba a decirle que me quedé pensando en el casi beso de la otra noche, eso no tenía relevancia en el asunto.

—¿Te molesta estar aquí? — noté su voz quebrarse y abrí los ojos notando que ella miraba hacia ningún lado en particular.

—Ada, escúchame. Si esto fuera molesto, nunca habría venido, me agradas y hago esto porque eres mi amiga —lamentablemente. Pensé.

—Gracias — cerró los ojos y yo imité su gesto.
Nos quedamos en silencio durante algunos segundos, hasta que decidí hablar.

—Cuando era niño — comencé a hablar para intentar animarla un poco — me gustaba ayudar a mi madre limpiando el piso con pistolas de agua y jabón de tocador — rió un poco y decidí continuar — está claro que no ayudaba mucho, ahora que lo pienso, estoy seguro que ensuciaba mucho más de lo que ya estaba.

—¿No te decía nada? — preguntó con un bostezo.

—Me agradecía mucho. Pero cuando iba a dormir, me quedaba mirando por el pasamanos de las escaleras la manera en la que ella limpiaba de nuevo. Es por eso que dejé de hacerlo — levantó lentamente una mano y la dejó reposar en mi estómago. Me puse cómodo.

—Que lindo gesto de tu parte tratar de ayudarla — sonreí ante el recuerdo y seguí.

—¿Sabes qué más recuerdo? — miré al techo esperando su respuesta.

—¿Qué? — dijo suavemente.

—El primer día que te hablé — antes de completar mi oración, ella me dió un golpe con la mano que hace segundos parecía ser inofensiva. — Auch — me quejé aunque en realidad no doliera.

—Eso fue muy vergonzoso, ¿Por qué lo sigues recordando? — escondió su rostro bajo mi brazo y reí.

—Antes de seguir, quiero disculparme por haber sido un idiota — tomé aire — No sé lo que en verdad me pasó.

—¿Quieres contarme cómo es que sabías de mi existencia? — hice una mueca de disgusto, en verdad no quería decirle.

—Creo que es hora de dormir — me estiré para taparnos con una manta. Normalmente dormiría en ropa interior, pero iba a respetar su cama. Por hoy.

—¡Vamos! — insistió susurrando — puedes decirme, no voy a enojarme — lo pensé detalladamente y decidí hacerlo.

—Bueno, uno de los del equipo de fútbol quería acercarse para pedirte ayuda en las tareas de física, pero te pilló observándome y desde ahí empezó todo — abrió los ojos y se puso aún más colorada de lo que ya estaba. —Pero si te hace sentir mejor, ahora mismo debes estar cumpliendo alguna de tus fantasías conmigo — me dió un golpe y yo reí.

—Idiota — se quiso alejar de mí pero no la dejé. Le di un abrazo demasiado fuerte y paré cuando creí que moriría asfixiada.Me separé lentamente y me acosté en el sillón que tenía junto al librero llevándome una de las almohadas conmigo, me tiró una manta mientras me veía con sus brillosos y molestos ojos, tenía que respetarla.

—Descansa, Ada — cerró los ojos y yo hice lo mismo.

***

Me desperté y admiré a Ada que dormía plácidamente a mi lado. Sonríe y estiré un poco los brazos que se habían dormido durante la madrugada.

Tomé mi teléfono que se había quedado en mi bolsillo, y me fijé en la hora. 9:30 de la mañana.
Me sorprendía que sus padres no la hubieran despertado aún, supongo que respetaban su sueño.

—Ada — le dije susurrando a la vez que la movía un poco.

—¿Qué quieres? — dijo aún dormida. Se abrazó a la sábana y me dió la espalda.

—Creo que es hora de irme, antes de que tus padres me vean — dije lo más bajo posible. No habíamos hecho nada malo, claro está, pero no quería que pensaran otras cosas.

—Ellos trabajan el fin de semana desde las 8. Déjame dormir — suspiré con alivio y me tiré a su lado.

—¿No tienes hambre? ¿Te preparo algo? — la verdad es que yo era el hambriento, pero no podía decirle "Tengo hambre, quiero comer" entonces el plan es hacerle el desayuno y de paso el mío también.

—¿Sabes cocinar? — preguntó regresando a mirarme.

—Eso creo — ella sonrió con alegría.

—Bueno, puedes adelantarte, voy al baño y te ayudo a preparar algo — asentí de acuerdo y bajé a la cocina.

Eché un vistazo en los gabinetes y encontré huevos, chocolate en polvo, y azúcar. Después abrí el refrigerador y saqué tocino junto a un poco de leche.

A los pocos minutos, Ada bajó con los mismos zapatos de ayer. Me encantaba pensar que no tenía vergüenza de mí, también me fascinaba cómo le quedaba ese pijama.

—Haré jugo de naranja — dijo buscando en el frutero.

Y así empezamos a cocinar, para luego de un rato sentarnos en la mesa a hablar de cosas triviales y ver la televisión mientras comíamos nuestro desayuno.

—¿Tus padres saben que estás aquí? — preguntó cambiando de canal.

—Dejé una nota diciendo que iría a la casa de una amiga — estoy seguro de que ellos pensarían que Ada era mucho más que una amiga, pero después les explicaría.

—De acuerdo — mencionó concentrada en la televisión.

Después de una hora, regresé a casa con una sonrisa en mi cara. Había sido una noche fantástica y pude quedarme con la imagen de Ada recién despertada en mi cabeza. Es una locura. Esa chica me encantaba en todos los sentidos, y sentía que ya no podía negarlo.

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