A falta de amor

Por YouFailedMe

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Ada es torpe, pero a la vez la más brillante de su salón, tiene la capacidad de llegar a ser un completo dolo... Mais

El inicio de todo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 8
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 12 Especial ♡
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Epílogo
Mason Jones

Capítulo 5

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Por YouFailedMe

Homer.

Estaba esperando a Ada afuera del colegio. El plan era este: la llevaba en mi auto, les explicaba a sus padres la razón de su moretón, les agradaba, y luego me iba con dos amigos más.

Sonaba perfecto en mi cabeza. Pero el mayor problema aquí, es que no podía llegar a decirles "una chica que está obsesionada conmigo, golpeó a su hija porque nos vió almorzar juntos mientras ella vomitaba en mis zapatos".
No.
Iba a seguir pensando posibles ideas para su golpe, cuando ví que Ada venía en mi dirección.

—De acuerdo, sube al auto, bonita — dije con una sonrisa. Me encantaba hacerla enojar.

—No me digas así, ¿sabes que te odio? — asentí con una sonrisa mientras me ponía el cinturón de seguridad.

—Ahora, ¿Por dónde conduzco? Serás mi guía por hoy — me señaló las calles y avenidas que tenía que tomar, y dentro de unos cuantos minutos ya estábamos en su casa.

—De acuerdo, gracias por traerme — dijo bajando del auto.

—¡Espera! — le grité mientras la alcanzaba — vine aquí para explicarles a tus padres la razón de tu golpe y evitar que te regañen. — sus ojos adquirieron un brillo especial que supuse era bueno.

—Gracias, pero ellos no llegan hasta las siete hoy. — miré el reloj y eran las tres de la tarde. No faltaba mucho....bueno, en realidad faltaba bastante, peero quedarme aquí me convenía.

—Bueno, esperaré — me senté en uno de los sillones y ella se quedó parada mientras me observaba. Que rara — ¿No vas a sentarte conmigo? Digo, ya sé que soy guapo, pero no tienes que mirarme todo el tiempo. Ten un poco de respeto en tu casa, Ada Nichols — puso los ojos en blanco y me lanzó su mochila con fuerza. Hice una mueca de dolor falsa y sonreí al ver su cara de preocupación.

—Lo siento — mencionó. Reí un poco — No, no lo siento, te lo mereces por bruto.

—Estás loca — el silencio se hizo presente después de mi último comentario. Ambos mirábamos a la pared hasta que decidí hablar.

—¿Quieres que les diga la verdad a tus padres? — la vi negar con la cabeza varias veces.

—Ni en broma, armarían un escándalo — asentí pensando en las consecuencias.

—¿Qué les digo?

—No lo sé, tú fuiste el de la idea de venir conmigo — que estúpida idea, Homer.

—Podría decirles que te golpeaste con una puerta — ella era torpe, sonaba creíble.

—No, no soy torpe, Homer, no suena creíble — ¿lo dije en voz alta? ¿O pensó lo mismo? — Homer, estás hablando en voz alta, no seas idiota — ya entendí.

—¿Y si les decimos que te golpearon con una pelota de tenis? Ya sabes, que pasabas por ahí y apuntaron mal — eso sonaba mejor en mi opinión.

—Me gusta la idea. Bien, puedes irte — tenía que encontrar más tiempo para pasar con ella, recién había llegado y ya me estaba sacando de su casa.

—No, les diré que yo lancé la pelota — siempre buscando problemas.

—¡¿Estás loco?! Van a matarte — susurró como si alguien más estuviera con nosotros.

—Esto fue mi culpa, así que estaría diciendo parte verdad, parte mentira. — sólo cállate, Homer, cállate.

—No tienes que hacer esto — exacto, no tengo que hacerlo, soy impulsivo.

—Pero quiero hacerlo, así que vamos, hasta que lleguen tus padres hagamos algo divertido, ¿tienes juegos? — ella asintió y se agachó para tomar algo de un cajón que quedaba casi en el suelo.
Bien, podríamos jugar algunos videojuegos para matar el rato.

Se dió la vuelta y tenía en sus manos una caja. Fruncí el ceño mirando lo que traía.

—Preguntaste si tenía juegos — dijo algo obvia.

—Si, ¿En qué televisión conectamos eso? — al ver mi rostro confundido empezó a reír escandalosamente. No le veía nada de divertido.

—Es un juego de mesa, Homer, no tengo videojuegos — ahora lo entendía, había visto algunas propagandas por televisión, pero nunca compré alguno. No tenía con quién jugar.

—¿Y con quién juegas si no tienes hermanos? — se sentó en el piso y me invitó a que también lo haga, mientras habría la caja.

—Los jugaba con mis padres, pero ahora ya no — no quise insistir más, así que cogí el manual de instrucciones. — ¿cómo sabías que no tengo hermanos? — preguntó.

—No parece que viva nadie más aquí — la verdad es que había averiguado en secretaría. Se quedó callada.

El juego consistía en contestar las preguntas de cada categoría que había, el primero en tener todo ganaba. Sonaba fácil. Un juego de inteligencia, parecía típico de Ada.

—De acuerdo, empiezo yo — cogí una tarjeta al azar y leí una pregunta de ciencias. —¿Cuál es el símbolo del oro?

—Au — respondió ella de inmediato. Era su turno. Escogió una pregunta al azar y dijo.

—¿Cómo se dice "Brujo" en turco? — reí ante la pregunta

—Ya, dime la verdadera pregunta, Ada — me miró seria.

—Esa es la pregunta, Homer — le quité el papel que tenía en sus manos y efectivamente, esa era la pregunta.

—¡No es justo! A tí te tocó una pregunta fácil — porquería de juego.

—Si no sabes, deberías pasar de turno — lancé la tarjeta a la caja y cogí otra deseando que esta sea difícil.

—¿Cuánto mide un metro? — Odio este juego.

—100 centímetros — después de mucho tiempo, en donde sus preguntas eran fáciles y las mías una completa tontería, me cansé de perder y dejamos todo como estaba.

Fuimos a la cocina e hicimos algo de comer para matar el hambre. Tenía que admitir que esto de hacer sándwiches se le daba muy bien a Ada, en vista de que se comió la mitad, yo devoré lo que sobraba.

—¿Por qué no comes mucho? — pregunté con la boca medio llena.

—No tengo hambre — dijo mirándome.

—¿Hoy o siempre? — se encogió de hombros y contestó.

—Hoy, supongo. — fruncí el ceño ante su respuesta. La comida no se negaba. Nunca.

Nos quedamos en silencio durante unos segundos, hasta que escuché la puerta principal abrirse.

Sus padres.

—¡Tus padres! — le grité en la cara.

—¡Mis padres! — me respondió. Se levantó de golpe y yo la imité. Me fijé en el reflejo de la ventana acomodando mi cabello. — ¿Qué se supone que haces? No tienes que arreglarte!

—Lo sé, soy guapo siempre. Pero quiero dar una buena primera impresión. — rodó los ojos y me guió hasta la sala.
Ahí estaban el señor y la señora Nichols. Ada tenía la apariencia de su madre. Veamos de quién sacó ese carácter.

—Hola mami, hola Papi — dijo Ada con una voz más dulce de lo normal.

—¡Dios mío, hija! — mencionó su madre. Seguro ya había notado su ojo — ¿Quién es este muchacho tan apuesto? — sonreí con gracia.

—Lauren, ¿no te das cuenta que tu hija tiene un ojo morado? — su padre mostró preocupación y se acercó a Ada. Mi turno.

—Buenas tardes — aclaré mi garganta. Demasiado formal para mi gusto — Soy Homer Witmore, un amigo de Ada del colegio — su madre y su padre soltaron una exclamación de sorpresa.

—Ada, ¿por qué no nos dijiste que tenías un amigo así?— dijo la señora Lauren mientras Ada agachaba la cabeza con sus mejillas rojas como una manzana.

—Lamentablemente, Ada no me considerará su amigo, ni ustedes, supongo, cuando les cuente el por qué el morado de su hija. — Su padre me lanzó una mirada asesina y rayos, si que daba miedo.

—¡¿Te atreviste a golpearla, maldito?! — Ada reaccionó y respondió mientras yo trataba de buscar una defensa.

—Papá, como crees, Homer es todo un caballero — casi río ante su comentario irónico.

—No como usted piensa, señor. Estaba jugando tenis en la cancha del colegio, y mi compañero lanzó muy fuerte la pelota. No pude alcanzarla y golpeó a su hija. En verdad lo lamento, no era mi intención — por favor que no se enoje, por favor que no se enoje.

—Oh... No te preocupes, hijo, esas cosas pasan — tanto Ada y yo, soltamos un suspiro de alivio. Mi mirada cayó en su madre. Que entraba a la sala con un plato lleno de galletas.

—¿Quién tiene hambre? — dijo sonriente.

—Mamá, acabamos de comer — Yo siempre tenía hambre, que familia tan agradable.

—Yo tomaré una si no es mucha molestia — ganando a sus padres, que buena jugada. Me aplaudí a mí mismo mentalmente.

—Come todas estas si deseas, chico, es más, guardaré algunas en una caja para que las comas en casa, son caseras — probé una y sabían muy bien.

—Eso explica la razón de que estén tan deliciosas. Debe ser una experta en la cocina, señora Nichols — su madre se tapó la boca con una mano y la oí soltar un suspiro soñador.

—¿Por qué no suben a tu cuarto, hija? Hagan algo, diviértanse, hasta eso haremos la cena — dijo su padre con felicidad. Que familia tan extraña. Digo, ¡Su hija tenía un moretón en su ojo!

Ada me tomó del brazo y subió corriendo las escaleras conmigo siguiendo sus pasos. Una vez en su cuarto, cerró la puerta y regresó a mirarme.

—Wow, tranquila amiga, vayamos despacio — me mostró lo mucho que quería matarme con los ojos.

—¿Qué se supone que fue eso, señor "soy todo un caballero educado"? — sonreí cuando oí el apodo que me había puesto.

—No es nada, sólo era amable con tus padres. Por cierto, son muy agradables — asintió en respuesta y se quedó callada.

Examiné con detalle su habitación. Paredes color crema, un escritorio lleno de cuadernos del colegio, su cama, un baño, y una hermosa repisa con libros para escoger colgada en la pared. Me levanté para observar sus gustos.

—¿Qué crees que miras? — me enfoqué en los títulos y pude reconocerlos al instante. La mayoría eran novelas románticas para personas jóvenes. No digo que fueran malos libros, simplemente era típico de esta chica.

—¿No tienes amigos? — fui directo al punto.

—Ignora eso, mis padres sólo exageraban — mentirosa.

—Eres una chica muy misteriosa, Ada Nichols — la miré a los ojos y pude ver desafío en ellos.

—Si te refieres al misterio de los sándwiches de hace unos momentos, se llama mayonesa, Homer — solté una carcajada y pude ver que aguantaba una risa. Me gusta eso de ella, tenía una sonrisa hermosa. Eso no significa que me gusta la chica, sólo su sonrisa.

—Terminaré conociéndote, tarde o temprano lo haré — se sentó en el borde de su cama y yo hice lo mismo.

—¿En verdad te quedarás a cenar? — preguntó con una mueca.

—Si, la comida no puede ser rechazada.

—Acabamos de comer — toqué mi estómago y le dí tres palmaditas.

—Nunca es suficiente.

Después de algunas cuantas palabras acerca del colegio y tareas. Su madre nos llamó a comer.

Bajamos y tomé asiento a lado de Ada. La comida ya estaba servida. Comenzamos a comer tranquilamente mientras su padre me hacía una que otra pregunta para saber más de mi, entonces la madre de Ada habló.

—En verdad nos alegra que seas amigo de nuestra hija, después del accidente se aisló de todos — Ada empezó a atragantarse con su comida mientras la palabra "accidente" se repetía en mi cabeza. Tenía que disimular.

—No se preocupe, lamento mucho lo que sucedió — espero que eso tenga sentido para ellos. Su madre asintió con los ojos llenos de lágrimas y su padre le dio un abrazo. Ada ya se había recompuesto.

—Mamá, papá, Homer tiene que irse, le surgió algo muy importante — asentí y me levanté con educación.

—Muchas gracias, en verdad es una pena dejarlos en plena cena, ha sido un placer — fui con Ada a la puerta de su casa y cuando quise hablar, ella me interrumpió.

—Ni se te ocurra preguntar — en verdad se veía enojada. Tendría que contarme algún día. Me cerró la puerta en la cara y soltando un suspiro, me dirigí a mi auto.

¿Qué es lo que estás escondiéndome Ada Nichols?

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